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Foto del escritorThe Bridge

ASESOR DE BANCO


En el año 2000 tuve una racha demasiado mala que parecía nunca tener fin; había quedado desempleado debido a un recorte de personal inevitable debido a la crisis económica de ese año. La empresa donde laboraba había liquidado al 50% de su personal y para mi desgracia había estado dentro de ese porcentaje. La empresa prometió contratarnos al paso de unos meses, después de la reestructuración administrativa. Pero luego entendí que esa promesa jamás se cumpliría. Ese mismo año había decidido independizarme y probar fortuna con mis propios medios; salí de casa de mis papás, rente un departamento, y ahora tenía encima el pago de una renta que no podía solventar. No quise ser pesimista y comencé a buscar una manera de resolver el problema. Metí tantas solicitudes de empleo, que la verdad perdí la cuenta de los lugares en los que había solicitado trabajo. Pasaron varios días, incluso llegué a pensar que a ningún lugar le había parecido un candidato formidable; perdí toda esperanza, y comencé de nuevo a idear otras opciones. Lleno de entusiasmo, llenaba nuevamente algunos currículums cuando recibí una llamada esa misma tarde. —Buenas tarde. ¿Con el señor César Cáceres? —Afirmé mi respuesta—Hace unos días se presentó para solicitar empleo en nuestro Banco. Nos gustaría agendar una cita lo más pronto posible para evaluar la posibilidad de trabajar con nosotros. No profundizaré mucho después de esta llamada. Acudí a la entrevista, y fui aceptado casi de inmediato. Me presenté a un plan de asesorías que duró una semana, y después me asignaron un compañero que me guiaría y supervisaría durante un mes; en el periodo de adaptación. Y es aquí donde comienza la historia. Desde el primer día que vi a Eduardo mis ojos se fijaron en el de una manera un tanto morbosa. Era un poco difícil prestar atención y concentrarme teniéndolo siempre detrás de mí observando mis movimientos y errores en aquella empresa bancaria. Los procesos eran minuciosos, y un tanto delicados. Pero mi gran habilidad en la contabilidad y en la administración, ayudaron a tener un mínimo de desaciertos. Recuerdo el día que la jefa de la sucursal me presentó en una breve junta matutina; todos vestían muy formal: camisa blanca, corbata de color azul, el mismo azul del pantalón de vestir, cinturón y zapatos negros, y un gafete con el sello de la empresa impresos al igual en toda la cinta que colgaba del cuello de la camisa. —Bueno. El es Cesar; y a partir de hoy formará parte de nuestra sucursal. Ya ha llevado el curso de inducción, pero bien sabemos que la parte teórica sólo es un sustento de la parte práctica. Necesito a alguien que lo apoye durante un mes para enseñarle los procesos de frente en lo que llegan sus claves. ¿Algún voluntario? Pasaron unos segundos, todos se miraban las caras. Supongo que nadie quería tener esa carga de más. Me sentí un poco excluido, una sensación muy extraña que acompañaba mi nerviosismo. Sentía la corbata sujetar muy fuerte mi garganta, tragaba constante saliva, me jugaba los dedos; tenía tantos sentimientos chocando uno con otro dentro de mi estómago. —¡Yo!—Dijo uno de los Chicos al costado de la jefa—Yo puedo apoyarlo Carmen—Confirmó guiñándome el ojo y dando un paso adelante. Y ese era Eduardo; parecía agradarle a todos, aun que noté un gesto extraño en la supervisora. No se si fue de desconfianza; pero algo había en sus mirada. Con el tiempo entendí que la jefa lo tenía en observación por ser la pieza que menos producía, y por ser un tanto despistado. La verdad es que para ese entonces yo no lo conocía, ni sabía quién era, ni mucho menos de su personalidad; o de su negro historial. Pero en realidad no me interesaba nada de eso, yo necesitaba el trabajo y demostrar lo capaz que era para permanecer en tan prestigiado trabajo. Admito que mis ojos se volvieron locos al mirar al tremendo hombre que se postulaba para ser mi mentor. Era exactamente el tipo de hombre que me volvía loco. A pesar de tener una camisa de manga larga, en el blanco de la tela podía definirse un cuerpo bastante atlético. Sus brazos parecían un par de troncos duros que habían juego con sus gruesos antebrazos y sus manos grandes. Y ni qué decir de esas piernas definidas que parecían estallarían el pantalón. Y no es que yo sea morboso, pero era inevitable mirar sus nalgas duras y levantadas. Tan llamativas como el enorme paquete que se dibujaba entre sus piernas. Todos lo llamaban “Lalo” por un tiempo fui el único que lo llamaba por su nombre. Eso hasta que hubo confianza. Hubo una conexión muy inmediata con el, forjamos una amistad muy intensa. Al paso de los meses nos hicimos muy buenos amigos. Incluso en el departamento nos molestaba diciendo que parecíamos novios. Pero no había nada de eso. Lo que nunca me imaginé, es que ese hombre tan guapo, era nada más y nada menos que el hijo de la jefa de esa sucursal. Quiero suponer que de joven su madre era muy guapa; por qué el hijo estaba tremendo.


Nos volvimos muy cercanos: comíamos juntos, salíamos de antro, solo a beber dos cervezas, y en ocasiones, hasta llegué a dormir en su departamento. Pero a pesar de el morbo que creaba en mi, nunca me insinué, ni mucho menos intenté algo. El sabía a la perfección de mi preferencia sexual; se lo revelé un día de entro cuando los dos estábamos ya muy borrachos. No le causó ningún conflicto, pero las cosas sí cambiaron mucho desde ese entonces. No para mal, más bien, digamos que agarró una confianza un poco arriba del límite. También sabía que me moría por él, creo que cuando tenía unas cervezas de más, se volvía aún más obvio. Y le encantaba tentarme; sabía que no haría nada, y creo que lo hacía para molestarme; y para subirse un poco el ego. Desde luego.


Al principio solo eran interacciones no tan obvias, algunos roces, su cuerpo muy cerca del mío, algún mensaje para tentarme. Pero nada demasiado obvio como para abrirme las puertas tan fácil. No quería entrar en su juego, sabía que solo era parte de su forma de ser. Lo conocía demasiado bien, no sería capaz de meterse con un varón. A parte tenía demasiadas chicas bellas en su larga lista de espera. Era un imán de mujeres, incluyendo algunas clientas que no dudaban en tirarle el perro en la asesoría bancaria. Siempre me presumía lo que había caído con la carnada, siempre escogía a las chicas más guapas. Y una que otra señora con buen porte. Incluso me enseñaba los mensajes calientes que le mandaban. Las mujeres eran muy intensas con él. Me enseñaba las fotos intimas que le enviaban; y se que a propósito, se le escapaba de vez en cuando una foto de su verga. Pero era demasiado ágil para esconderla. Le pedía ver de nuevo, pero con su traviesa sonrisa me decía que no.


Luego las cosas fueron subiendo de nivel. Pero no hablo de una palmada, o un apretón. Una vez estaba en el área de copias. Un pequeño cuarto donde apenas cabían dos personas. El lugar, más que estrecho, estaba algo lleno de papelería. Lo que obstaculizaba un poco el paso. El sabía que estaría copiando todo un expediente, tardaría un rato. Y siempre que me veía solo, se levantaba de su asiento y me seguía. Recibió varias llamadas de atención por no estar en su lugar. Pero parecía no importarle mucho.


Entró, y levanté la vista, preguntándole en silencio que hacía ahí. El solo sonrió y entró a platicar. Mientras había mi labor el contenedor de hojas de quedó vacío, y tuve que inclinarme para tomar hojas y rellenar la bandeja. Entonces mientras yo permanecía inclinado con el culo al aire, recibí una tremenda nalgada, con sus manos. Pero no hablo de una nalgada de broma; se había clavado las manos con tanta fuerza que aún podía sentir su mano sellada en mi trasero. De inmediato me puse de pie y le reclamé, el solo se rió y me dijo que lo sentía. Su pretexto fue que mi culo siempre se le había antojado como para meterle un manotazo. Y no pudo contenerse. Admito que tenía buen culo. Uno muy levantado y redondo.


<<Esta es mi oportunidad>> pensé. Así que no podía perder la oportunidad de aprovechar que mis nalgas le habían causado tal atracción. Dentro de mi mente significaba que había estado mirando mi culo, y esa era una buena forma de lograr algo con el. Entonces, antes que pudiera hacer algo extendí mi mano intentando oprimir su paquete, pero resultó muy ágil para esquivar con un empujón hacia atrás.


Lo hice un par de veces con mayor intención, pero tampoco logré conseguirlo. El solo se reía de mis intentos fallidos. Pero no todo podía salir tan mal. Nuevamente estiré la mano cuando el estaba descuidado, y esa vez si logré oprimir todo el bulto. Lo oprimí con fuerza, la suficiente para que no se soltara. No hizo tampoco por qué yo lo dejara—¿eso es lo que querías? —me preguntó. No le respondí nada, solo disfruté de tener entre mis manos ese bulto que parecía quería cobrar vida de entre mis manos.


Sobé un poco sobre el ajustado pantalón; lo miré algo nervioso. Nunca había visto la mirada nerviosa, en ese hombre tan seguro. Sabía que detrás de tantas insinuaciones, había algo como esto. Rápidamente pude sentir ese pene más definido, como dije, estaba cobrando vida en mis manos. No estaba ni siquiera duro, pero era evidente que estaba alargando su tamaño, al igual que su grosor. Dio un suspiro fuerte cuando mi puño comenzó a oprimir y a estimular. El apretón estaba subiendo a algo mucho más bochornoso, podía sentir cómo se contraía, trataba de resistirse, con una mano intentó alejarme. Haciendo como que no le gustaba, como si quisiera apartarme, sin ganas de que así fuera. Yo me aferré más. Y pronto su verga comenzó a reaccionar. No se de donde desperté al poderoso leon que llevaba dentro. Dominante, y con la presa arrinconada. Creo que no esperaba esa reacción. Cerré la puerta con seguro; bastaba con estirar la mano para oprimir el cerrojo. Lo miré fijamente, no me dijo nada, solo estaba quieto, y algo nervioso.

—¿No que muy marchito?—Le dije oprimiendo su verga con fuerza. Su miembro ya retumbaba en mis manos. Y con cada vibración, yo le respondía con un apretón más fuerte. Quise besarlo pero giró la cara, aun era demasiado cerrado para aceptar que le excitaban los hombres también. Era la única forma de explicar sus insinuaciones y su cercanía tan exagerada conmigo.


—Ya. Detente, puede venir alguien— Nuevamente Intentó detenerme. Pero como respuesta comencé a abrir sus pantalones; fue algo así como un forcejeo, por qué mientras lo intentaba, sus manos desistían quitándome las manos de su cinturón. Me costó un poco de trabajo soltar ese cinturón tan ajustado. Metí mi mano hasta el fondo y sobé su paquete sobre el bóxer. Llegué hasta sus huevos, estaban gordos y grandes. Tenía ya los pantalones a medio bajar, sus piernas gruesas retenían la tela, dejando mirar sólo la zona pélvica, y quizá un poco más. Para ese entonces ya había cedido, y a pesar que también tuve miedo de que alguien tocara la puerta, no pude negarme esa oportunidad que siempre quise que sucediera.


Introduje mi mano al interior y con el puño masajee su gran verga; estaba caliente, tersa, lisa y de un grosor que permitía a mi mano recorrer todo su longitud. Podía sentir los vellos recortados y puntiagudos. Tenía tanta baba en la punta que mis dedos estaban llenos de humedad. Saqué mi mano solo para olfatear y lamer el líquido viscoso. Luego regresé mi mano para tocarlo un poco más; mis dedos esta vez estaban bañados de mi saliva para contornear su glande. Su rostro reflejaba excitación. No podía guardar lo mucho que le estaba gustando sentir mis manos al rededor de su polla; se que se resistía a gemir, el espacio frío y pequeño con paredes de tabla roca, no podrían guardar mucho el ruido.


Caí hincado tratando de acomodarme, apenas había espacio para nuestros dos cuerpos. Bajé sus pantalones por completo; hasta las rodillas. Su verga salió de un brinco frente a mis ojos. Sus enormes bolas colgaban frente a mis ojos invitándome a llevarlas a mi boca. No lo dudé ni un segundo e introduje los 19 centímetros; sus suspiro retumbó por las cuatro paredes. De hecho su reacción le hizo golpear su espalda contra el muro detrás de él, creando una notoria vibración. Contrajo sus piernas marcando sus cuádriceps. Me tomó de la cabeza para empujarme. Entonces supe que estaba haciendo las cosas de la manera adecuada.


Su trozo entraba y salía de mi boca con fuerza. Me tomó con ambas manos por los costados de la cara, y con fuerza me introducía su gran miembro. Podía sentir cómo ingresaba hasta mi garganta. Cuando la verga quedaba completamente fuera, se miraba lo húmeda que estaba de tanta saliva. Hubieron unos instantes en los que no me dejó respirar, me ahogó hasta el fondo, mis ojos lagrimaban, y sus manos me presionaban para que no saliera de mi boca. Al despegarme hizo un sonido de vacío, tragué aire y me pidió que me pusiese de pie.


Yo creí que todo había acabado. Hasta que sigilosamente me pidió que me diera la vuelta, soportándome de la copiadora. Abrí mis pantalones, este hizo algo de ruido al caer al piso, con fuerza bajó mi trusa blanca, dejando mi culo blanco expuesto. Levantó un poco mi camisa, sentí sus dedos húmedos tocar mi ano. Estaba lubricando la zona con movimientos ondulados y presionado sus dedos en mi cavidad.


No teníamos mucho tiempo. En cualquier momento notarían nuestra ausencia; ese cuarto siempre estaba en constante uso, así que no podíamos darnos el lujo de tardar tanto. Sentí su gran polla restregarse de arriba a abajo entre mis nalgas, se sentía caliente. Puso presión, no lograba meterla, mi culo siempre fue algo estrecho. Empujó con más fuerza y sentí la punta abrir camino; me dolió un poco, pero no tenía permiso de emitir sonidos. Me agarré fuerte al sentir el segundo empuje. Venia con más fuerza, y este se introdujo un poco más, causando algo más de dolor. Pero no me importaba, estaba cumpliendo una gran fantasía.


Empujó otra vez, y luego otra vez, y cada vez su verga entraba un poco más. Tomaba de mis caderas para oponer presión. Por fin la tuve toda dentro, el camino estaba recorrido. La saco completa, fue un gran alivio sentirla fuera. Escupió nuevamente, y al introducirla, esta entró con menos dolor, mi culo ya estaba más que dilatado. Quería gemir, siempre he sido muy gritón, pero no podía. Comenzó a deslizarse de atrás a adelante mientras yo me sostenía de la copiadora. Me estaba cogiendo el hijo de la jefa; en mi mente le decía <suegra, su hijo es todo un semental>>


No teníamos mucha opción como para cambiar de posición; y tampoco tiempo como para experimentar algo más. Así que en cosa de unos minutos sus manos comenzaron a presionarme al mismo tiempo que su leche explotaba dentro de mi. Fue como sentir un bombardeo caluroso en mis entrañas. Él pujaba, y respiraba como un toro, de respaldo de mi espalda y motivo mi cuello en sus últimos empujones. Me había hecho suyo.


Sacó su verga, oprimí las nalgas, no teníamos con qué limpiar. Comenzó a subirse la ropa, solo sonrió; no podíamos decir nada más. Era muy gracioso no poder decir mucho. Me subí la ropa, el salió primero, yo tuve que ir directo al baño para expulsar los mecos que me había dejado muy adentro. Tuve que retirarme la trusa para estar más cómodo. Sentía un gran alivio después de haberme aseado. Regresé a mi lugar, y desde lejos miraba esa deslumbrante figura que me había cogido duro. Me capto varias miradas, y el solo reía pícaramente.


Ese fue sólo el inicio de una aventura. Después de esa vez me confesó que no era homosexual, pero qué algo tenia yo que le producía ese morbo. Recibí mucha más leche en otras ocasiones, obviamente las cosas no podían quedar así. Y me consta decir que el hombre es un Dios en la cama. Sabe mover muy bien ese rico cuerpo. Fue mi boca con la que experimentó por primera vez el beso negro. Desde luego que le encantó, para mi desgracia no me dejó hacer más, pero si disfruté de mucha verga a su lado.


Luego el se salió del banco. Y yo busqué otro empleo, y con el tiempo, al igual que muchas buenas experiencias, se convirtió en eso: una buena experiencia. Se que se casó, puedo considerarlo un buen conocido. Pero lo que estuvo en su momento se quedó ahí en el pasado como un buen recuerdo.

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EL TRAILERO.

5 Comments


Isaak B. Bran
Isaak B. Bran
Mar 23, 2021

Que buen relato.. Un poco triste el final pero exitante y muy real

UU

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Herney Suarez
Feb 11, 2021

Que relato tan bonito me gusto demasiado😈😈😈😈😈

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Javier Soto
Javier Soto
Feb 11, 2021

Wowww que relato!! Bastante intenso tener esa adrenalina en el trabajo jefe. Siempre me excitan mucho y me ponen algo duro jeje😉👍

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AGA ESPINOSA
AGA ESPINOSA
Feb 11, 2021

Así me pasó con un compañero de trabajo el 18 yo 24,esos 1.50 flaco marcado del abdomen u con V esa ve que en loquese bueno a mí sí😍 19 cm de verga solo fue sexo oral pero cada que me imagino recuerdo su verga en. Mi boca 😋

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AGA ESPINOSA
AGA ESPINOSA
Feb 11, 2021

Que rico relató me puso caliente 🤤🤤🤤

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