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  • Foto del escritorThe Bridge

EL TRAILERO.

Actualizado: 10 oct 2022


Yo me llamo Pedro y tengo 31 años recién cumplidos, soy un tipo bastante varonil, atractivo y guapo, no porque lo diga yo, sino porque me lo dicen constantemente. Soy alto, de buen tono muscular, marcado y con el vello corporal bien distribuido sin caer en lo grotesco. Cabello moreno y ojos agrisados, estoy recién casado con mi mujer y tengo una familia bastante clasista y católica. Aunque sinceramente nunca he sido alguien fanático ni gran partícipe en la religión.

Mi padre tiene una empresa de transportes, tiene varios camiones y gente contratada para llevarlos, yo no quise trabajar con él nunca, de hecho, ahora trabajo en un taller de mecánica del que soy dueño. Con mi trabajo y el de mi mujer subsistimos perfectamente, aunque es verdad que siempre viene bien un extra en todas las casas.

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La empresa de mi padre pasaba por un mal momento: varios empleados de baja laboral, era época de gripe, otros lo dejaron mal con estarás, etc. yo los conocía a todos desde bien pequeño, sobre todo a Rubén íntimo amigo de mi padre, siempre habíamos coincidido en comidas, cenas y varias vacaciones ambas familias juntas. Rubén tenía 52 años era un hombre maduro, fuerte, atractivo, musculado, a quien le gustaba el deporte y las pesas. Tenía una hija de 18 años y un chico de 27 años tan atractivos como él.

El señor era bastante amigable; conmigo siempre había sido muy cercano y me trataba como a otro hijo, yo lo apreciaba bastante, en navidad nunca faltó el regalo de su parte.

Pues, con todo esto, resultó que Rubén tenía que hacer un viaje largo con su camión, necesitaba un acompañante, y como no había trabajadores mi padre pensó en mí, podría acompañarlo y de paso ganar un dinerito extra, la verdad es que me venía bastante bien en ese momento y como con Rubén me llevaba bien pues decidí ir y así disponer de ese extra.

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Salimos pronto ese día a las seis de la mañana, hacia muchísimo frío, íbamos dirección A nuestro destino, Rubén se había dejado barbita, que le hacía mucho más interesante, iba con unos vaqueros ajustados y un jersey de cuello alto gordo y un chaleco acolchado, me pegó un buen abrazo para saludarnos y enseguida nos pusimos en marcha para no demorar tiempo, paramos alguna vez a tomar café y otra para comer, pero conforme nos acercábamos a la frontera el frío fue haciendo acto de presencia.

La cosa se ponía cada vez peor, la carretera se ponía intransitable por la espesa niebla y el frío cada vez era más inaguantable, nos desviaron a un aparcamiento donde había un restaurante, se hacía de noche y no podíamos continuar, así que decidimos cenar algo y pasar la noche en la cabina del camión la cual estaba bastante bien acondicionada, aunque solo había un catre, era bastante amplio y aunque algo incómodos podríamos descansar.

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Rubén subió al camión y yo tras él; puso la calefacción y empezó a desnudarse hasta quedarse en camiseta y bóxers, de esos bóxers tallados y justos de los muslos. Se apreciaba que conservaba un buen cuerpo y su paquete marcaba algo muy abultado y grueso. No es que quisiera fijarme, pero en las estrecheces del camión se puso a mí vista, fue inevitable no admirar aquel cuerpo masculino y fornido. Yo seguí sus pasos y me quedé también en camiseta interior y una trusa un tanto pequeña; la realidad es que mis piernas son muy gruesas, incluyendo mis nalgas. La verdad no había imaginado tener que enseñar a Rubén, pero las circunstancias mandaban.

—Bueno Rubén… tendremos que amoldarnos a las circunstancias ¿no?

—¿qué le vamos a hacer? tendremos que descansar a como dé lugar, y mejor será que pronto, así mañana recuperaremos el tiempo perdido. — me respondió.

—¿crees que hará frío para ponerse el pijama?

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Rubén pensó un poco—No creo, con la calefacción y los dos aquí metidos, me parece que estaremos bien… aunque haz lo que quieras, yo no me lo pongo, ahora tú, con esa mierda calzoncillos de stripper que traes puesta —Dijo en un tono de burla— quizás sientas más frío que yo.

—No discrimines mis trusas —dije bromeando— la gente las subestima; es lo que lo que les mola a las chicas si tienes unas piernas cómo estás—Agregué dándole unos golpes a mis piernas —pero te comprendo, eres ya demasiado viejo como para entender de qué hablo.

—A las viejas lo que le importa es esto... —Se agarró la polla con una mano marcando su gran paquete sobre los bóxers —¿a qué no? —y siguió marcando ese pedazo gordo de carne dentro de su ropa interior.

—eso también, también. No es algo que me provoque problemas… tengo lo mío; y veo que tú también.

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—Desgraciadamente tener buen equipo no te asegura que a mi edad la vida sexual se mantenga igual de activa que a los 30 —Su tono decayó un poco— ya sabes lo que pasa cuando llevas casado ya muchos años, y la edad no ayuda mucho en las mujeres, más pajas que cogidas… para serte sincero, ya lo comprobarás… tiempo al tiempo muchacho —y me dio dos palmadas mientras doblaba sus pantalones.

—Lo que pasa es que ustedes los de antes… ósea, la generación antigua —No quería referirme a él como “viejo” y me detuve unos segundos para buscar las palabras adecuadas a lo que quería decirle — no innovan sexualmente, siempre hacen lo mismo… y al final eso aburre… cansa…

— Claro… tu generación es muy liberal, y eso incluye a las chicas; en mis tiempos el sexo era un tabú. A veces envidio un poco los tiempos actuales, yo no viví eso. Veo la bisexualidad, los swinguers, acostarse con el mismo sexo como algo tan común hoy… que me hubiera gustado tener algo de eso en mi juventud.

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—No creo que se trate de liberalismo, solo es una opción sexual que está ahí, y podemos usarla para salir de la rutina; todo está en los acuerdos que tengas con tu pareja.

—Dudo mucho mi esposa me dejara hacer algo como lo que tú dices. En cambio, por lo que veo, tú podrías bajarte del camión ahora mismo, darte una vueltecita entre los camiones y regresar con el culo con el agujero como la bandera de Japón —Bromeó—por qué últimamente abundan los de tu generación por aquí.

—¿entonces es verdad de lo que habla mi papá?

—¿qué dice tu padre? —Respondió interesado.

—Dice que a los camioneros se les voltea la tortilla con facilidad, que en las noches frías siempre tienen un buen culo para darles calor… y no necesariamente de una mujer. Seme sincero —Lo miré con cuestión —¿es tu caso?

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Rubén soltó la carcajada —temo decirte que no soy de esos muchachos—después de ceder su carcajada me reveló algo más íntimo— si algo es cierto… es que a mí se me han insinuado muchas veces muchachillos como de tu edad… pero la verdad que nunca he aceptado… y no porque no me apeteciera una buena mamada —Sonrió— solo no se… creó que sigo siendo muy conservador.

—Eso es lo que me dices a mí para que no me asusté ya que tengo que dormir contigo —Coqueteé en un tono de amigos— Tranquilo, puedes ser sincero, no le diré a nadie.

Rubén saco una botella de wiski y dos vasos, nos quedamos callados mientras vertía el alcohol en cada vaso —Ten. Bueno, ya que estamos en esto, creo que con el alcohol será más fácil contarnos historias… Y la otra ventaja es que así iremos a dormir más calientes para evitar tanto frío—Tomo un sorbo—Créeme… vivirás una de las noches más frías de toda tu vida.

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—¿entonces ya me vas a contar? —Insistí—Ósea… mi misma pregunta. Pero sin mentiras.

—Creo que no es un secreto que he tenido otras mujeres dentro de mi matrimonio… soy demasiado caliente, y en mi juventud era un hombre muy cotizado —Lo mire mientras hablaba, y seguía siendo tan masculino y atractivo. No podía imaginar que tanto más hubiera sido de joven —Tuve mucho sexo, si algo te da este oficio, es sexo gratis. Mujeres de todo tipo: cantineras, meseras, amigas, putas, y una que otra esposa de amigos —me miró con malicia.

—Pero esa no fue mi pregunta. Todo eso ya lo sé, papá siempre lo dice de ti.

—No seas desesperado, a eso iba. Si he tenido uno que otro culo de hombre… de hecho dos… uno fijo, y el de un chico de hace algunos meses… fue en uno de mis últimos viajes… de hecho te parece mucho. ¡Pero no hablemos más de eso! No quiero calentarme de esa manera y dormirme con tantas ganas.

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—Creo que será mejor cambiar de tema, no quiero despertar con esa verga gorda dentro de mí; con eso que dices que me parezco a tu último culo. Para serte sincero me asusta un poco tu tamaño, a simple vista —Sonreí con algo de timidez— se ve demasiado grande… y aún qué soy bastante liberal, como tú dices, tenerla dentro no es algo que me cause mucha curiosidad.

—Mientras tú no provoques no pasará nada —Dijo con malicia—que con el frío y las ganas de un buen culo que tengo, en medio de la noche… puedo desconocer, te advierto—Nunca había visto a ese hombre con ojos de morbo, si trato siempre había sido muy parental, algo así como un padrino, y era la primera vez que la conversación acababa en coqueteo.

—Pensándolo bien me pondré mejor el pantalón del pijama, no sea que tú serpiente despierte y me haga mierda—Reí un poco mientras iba a ponerme los pantalones.

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Entre las copas y la conversación que habíamos entablado, fue pasando el rato, cada vez nos reíamos más y nuestras chorradas cada vez eran más subiditas de tono, tanto, que pude ver cómo la polla de Rubén dibujaba un tanto un grosor mayor o de lo normal, bajo su calzoncillo había una palpitación y una pequeña gota en la punta de esa enorme cabeza. Lo miraba de reojo, no me atrevía a mirar descaradamente. Para eso aún le guardaba algo de respeto.

Aunque eso hizo que a mí me entrara un escalofrío y un tanto de morbo por saber lo que aquel calzoncillo ocultaba, pero decidí borrar esas perversiones de mi mente y decirle a Rubén que debíamos acostarnos ya. Yo me puse en la parte interior cara a la pared de la cabina y Rubén se acostó a mí lado boca arriba, compartíamos una almohada, Rubén hecho unas sábanas delgadas por encima de ambos y enseguida apagó una pequeña luz que había y dijo buenas noches Pedro.

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Dentro del camión, se podía oír los motores de los demás camiones, por las calefacciones. Los cristales se habían teñido de bajo en una suave capa borrosa, no se veía nada del exterior, enseguida empecé a notar como la temperatura corporal aumentaba por el hecho de estar los dos juntos bajo aquella sábana, me costaba dormirme, Rubén respiraba bastante fuerte, menos mal que no roncaba.

En un momento dado se dio la vuelta y quedó casi haciendo la cucharilla conmigo, el calor iba en aumento, decidí retirarme un poco la telilla debido al calor que emanaban ambos cuerpos, pero no fue suficiente, entonces me quité el pantalón del pijama. Rubén se retorció un poco y se pegó todavía más a mí, entonces pude notar su paquete pegado a mis nalgas, yo me quedé inmóvil por un momento, avergonzado, pero a la vez el morbo cautivaba mi ser, empecé a hacer pequeños movimientos con mi culo, haciendo fricción sobre la polla de Rubén, cada vez los hacía más fuerte ya que él no hacía ningún gesto por despertarse, hasta que de pronto note que su polla estaba creciendo de manera abrupta.

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Bastaron unos minutos para que su miembro se hubiera convertido en una tremenda estaca dura y gruesa que presionaba contra mi culo. Podía sentir sus latidos fuertes tratando de romper su delgada y fina ropa. No sé qué me pasó… no sé si fue el alcohol, el morbo o simple curiosidad… pero mi culo comenzó a palpitar de la misma forma pidiendo que se la sacará para embarrar su líquido entre mis nalgas... Entonces Rubén dijo...

—¿qué pasa, no puedes dormir tampoco? Hace mucho calor… ¿no crees?

—De la chingada, llevó un rato sudando, por eso retiré la sábana. tengo mucho calor.

—Bajaré la calefacción un poco, pero si sigues provocándome con tu culo, moviéndolo sobre mi polla de esa forma, es lógico que tú calentura siga en aumento, ahora también yo tengo calor… mi verga que está a explotar —y se sobó el tremendo tronco dentro del bóxer.

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—no ha sido un acto provocativo ha sido sin querer —de inmediato sentí mi cara ruborizarse. Nunca me había intimidado tanto— es en serio —Me miró sin creerme.

— Pedro, no seamos tontos, estás tan cachondo o más que yo, y no dormiremos si no apagamos este calentón sea como sea ¿verdad?

¿Pensé unos segundos —no se? Puede ser…

—¿dónde está el chico tan suelto y liberal que presumías hace un rato? Después de todo no eres tan distinto a los de mi generación.

Rubén tomo la iniciativa desde ese momento, se quitó su camiseta y después me la quito a mí, pego su cuerpo sobre el mío, y con sus manos empezó a masajear mi verga que se puso a tope en un momento, metió su mano entre mi calzoncillo para agarrarme la polla, mojó su mano con saliva y lubrico mi capullo para después empezar a hacerme una estupenda paja, mientras el presionaba y movía su polla por mis nalgas, yo empecé a ponerme súper cachondo y empecé a gemir cada que su grueso amigo topaba mi ano.

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Rubén pego un tirón de mis calzoncillos y rompiéndolos en varios pedazos me dejó en pelotas a su placer, después se desnudó el mientras seguía haciéndome maniobras sobre la verga, su boca empezó a lamer y besar mi cuello, su barba me hacía cosquillas y su polla completamente dura se introducía entre mis nalgas, yo solo soñaba ya con que esa polla me hiciera suyo. Cosa muy extraña, ya que mi hombría y mi heterosexualidad estaba muy definida. En todo caso hubiera preferido mil veces ser activo, pero mi cuerpo no reaccionó a mi macho interior.

Rubén sabía cómo calentarme, pellizcaba mis tetillas y mis pezones, mi culo empezó a notar el miembro de Rubén pidiendo paso y yo presionaba mi culo para que encontrara el camino, mi polla estaba a reventar; se lo dije a Rubén para que dejara mi verga en paz si no quería que acabara antes de tiempo.

Me dio la vuelta y empezó a pegarme unos buenos besos, que inundaban nuestras bocas de saliva del uno para el otro, nuestras lenguas se lamían, uno de los mejores besos de toda mi vida.

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Rubén se alzó para poner su polla en mi boca, fue cuando pude ver realmente la herramienta que tenía entre las piernas, era tremenda, gorda y grande, no me cabía casi en la boca, me daban tremendas arcadas cada vez que me la tragaba, hasta que más o menos me acostumbré a sus embestidas sobre mí, le lubricaba la polla tanto como la saliva que salía de mi boca para humectarla su gordo miembro. Relamía la cabeza cada vez que lo sacaba de mi boca, giraba mi lengua alrededor de su rojo glande, para luego tragármelo de nuevo.

Rubén empezó a preparar mi culito, sabía que después de la mamada me follaría, mojaba los dedos con lubricante que sacó de un compartimento de la cabina, supe que me mintió anteriormente, se habría follado a más de un chaval en aquella cabina, empezó a meter sus dedos en mi culo poco a poco y empezó a follarme con ellos, me dolía un poco, pero me gustaba; mientras tanto Rubén jadeaba y me decía frases sucias y excitantes. Mi culo cada vez estaba más gozoso y quería polla.

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Rubén se dio cuenta de mi deseo, me puso de rodillas contra la cabina, él se puso detrás mío, cogió su polla con su mano y la coloco en la entrada de mi culito, presionó y grité, volvió a presionar y pegué un grito más fuerte que el anterior, hasta que Rubén la introdujo toda, se apretó a mí y me susurró al oído que ya estaba, que a partir de ahora solo gozaría. —Hoy vas a ser mi puto—Me apreció escuchar, mientras intentaba digerir la gorda verga que estaba muy adentro de mí.

Rubén empezó a mover su cadera poco a poco, y aunque me dolía un poco empecé a notar placer, El hombre corpulento aumentaba su ritmo cada vez más, mordisqueando mi cuello y mis orejas—qué rico culo— decía cada que me embestía.

Rubén empezó a follarme ya de forma intensa, su pubis chocaba contra mis nalgas y su polla entraba y salía de mi culo deslizándose sabrosamente; gemíamos como perros, nos besábamos, nos acariciábamos, su polla me estaba reventando, pero era un placer enorme sentirlo dentro de mí.

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Así estuvo, durante media hora hasta que no pudo más, yo empecé a pajearme cuando noté que él me follaba más rápido y sabía que se corría, mi polla estaba a estallar y empecé a notar como Rubén estallaba dentro de mi culo. Su semen caliente me inundaba, yo empecé a correrme de sentirme preñado y mi leche salió a trallazos sobre la cabina, nos quedamos inmóviles, cansados, agotados, y abrazados, caímos uno sobre el otro, besándonos y acariciándonos, y así supongo que nos dormimos porque cuando desperté estaba acurrucado con la sábana a un lado de él.

Nos despertamos y lo primero que hizo Rubén fue limpie mi corrida y su polla con toallitas, me miro me quitó la sábana, agarró mi polla y me la limpio suavemente, me dio la vuelta y limpio mi culito también, aún podía sentir si verga dentro. Pero entonces me besó en los labios y me dijo —anda vístete y desayunemos.

Y así fue como el amigo camionero de mi padre me follo por primera vez en ese viaje, pero no la última.

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—————-Capituló 2——————-

El viaje con Rubén el camionero amigo de mi padre siguió a la mañana siguiente como si nada hubiera pasado entre nosotros, la carretera estaba algo más despejada, pero avanzar una decena de kilómetros era desesperante, el tráfico era horrible, la carretera seguía fatal, poco a poco avanzábamos, conseguimos cruzar otra de las fronteras, y decidimos parar a comer. Rubén se mostraba muy atento conmigo, su mirada era de deseo y perversión hacia mí, yo después de aquella primera noche en la que me había follado otro hombre, también lo miraba con deseo de volver a repetir aquella experiencia.

Después de comer volvimos a tomar carretera para ir dirección a nuestro destino, parecía que el tráfico era mucho más fluido, yo me quedé un tanto dormido en la cabina, de repente noté como alguien tocaba mi entrepierna, abrí los ojos era Rubén acariciando mi polla, que por cierto estaba a punto de reventar dentro de mi bragueta, Rubén me miro de forma perversa.

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—Te quedaste bien dormido… ¿dormiste bien? —Su mano seguía acariciando mi entre pierna, yo me estiré los brazos y lancé un bostezo al aire.

—Vaya que si…

—vi que soñabas con algo seguramente muy cachondo, porque tú polla estaba completamente dura—Oprimió mi erección.

—no jodas, la traigo muy despierta... pensé que se me había puesto así por tus manos.

— bueno... yo la miraba y la miraba y no pude aguantar la tentación de acariciarla, por cierto, mira como me tienes —se cogió su pollón con una mano, mientras con la otra conducía.

— Diosas... va a estallarte —reí con timidez.

—¿qué pasa?

—Nada. Solo no puedo creer que todo eso me haya entrado.

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—Sinceramente tampoco pensé que te entrara; de hecho, pensé que no cederías… pero vaya que me has dejado vacío anoche. Y aun así mira cómo la traigo solo de mirarte dormir… imagino que quizás tú podrías solucionarlo ¿no?

—¿Qué quieres que haga? — de inmediato se activó esa hormona que me ponía en celo solo de mirar al hombre de cuerpo grande y fornido, conduciendo y sobándose lo grueso entre sus duras y musculosas piernas.

— Podrías ordeñarme y sacar toda la leche. —Dijo con malicia, intercalando la mirada entre mí y la carretera.

—Joder—dije en voz baja—soy el hijo de tu jefe… de tu mejor amigo. —pensé un poco —¿no te causa conflicto esto? Casi he sido como tu hijo.

—Pero no lo eres… —coqueteo. —Deja de pensar en eso, solo es sexo y ya. Lo qué pasa en la carretera se queda aquí. Ayer disfrutaste, como nunca lo habías hecho, está polla te dio más placer que el coño de tu mujer mil veces. Y sé que la estás deseando de nuevo.

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Reí un poco antes de responder. En definitivo era cierto lo que él comentaba, nunca me imaginé disfrutar tanto de una verga. —sí, la verdad es que disfrute… no sé qué pasó… me consideraba hétero; quizá curioso, pero no pasivo.

Me incline hacia el volante, desabroché la bragueta y el botón del pantalón de Rubén, su polla salió disparada, como un tronco duro y con las venas a reventar, la agarre con una mano y acerque mi boca a su prepucio, pase mi lengua humedecida en mi saliva por todo su contorno, Rubén gimió de placer, seguía con la vista puesta en la carretera, yo seguí relamiendo su capullo y dándole pequeños besos que hacían que se estremeciera, mis labios empezaron a succionárselo sutilmente, mi boca pudo saborear el precum que su polla soltaba, algo espeso y fuerte de sabor, pero me gustaba, empecé a introducirme poco a poco aquel tronco dentro de mi boca presionando con mi boca y friccionando con mis labios ensalivados para que estuviera completamente lubricada y corriera entre mis labios su carne dura más fácilmente.

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Rubén conducía con una mano y con la otra acariciaba mi cabeza mientras presionaba para que me la tragara toda, y así lo conseguía, su polla llegaba a mi garganta, me ahogaba en ocasiones, pero seguía chupándosela gozosamente, y Rubén lo disfrutaba por los gemidos que pegaba, me pidió que me bajara los pantalones, no sabía lo que pretendía, pero le hice caso, sin dejar de chuparle la polla, mi culo quedó al descubierto sobre el asiento, Rubén me ordeno que le chupara un par de dedos y dejará mi saliva en ellos, así lo hice, después alargo su brazo hasta llegar a mi culo.

Inmediatamente empezó a acariciar mi ano con los dos dedos húmedos de mi saliva, mi culo se abrió completamente esperando que sus dedos me follaran— sigue chupándomela cabrón, que bien lo haces —Decía susurrando. Y eso me ponía más excitado. Rubén disfrutaba de la follada que le estaba haciendo a mí boca y yo empezaba a estar súper cachondo con la caricia de sus dedos en mi ano, buscando hueco para meterlos en mis entrañas.

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Poco a poco Rubén, metió sus dedos en mi culito que empecé a moverlo como todo un pasivo pidiendo ser follado más profundamente y con más intensidad, Rubén notó mi excitación y en vez de dos ya metía tres, yo presionaba mi culo sobre sus dedos para que entraran más, mientras mi boca estaba mamando la polla de Rubén, que gemía ya como un loco.

—sácame toda la leche, quiero llevar tu carita… ya estoy por… ¡me corro¡¡me voy a correr! ahhh. —Gritó, gimió y no pudo evitar soltar los largos chorros de semen espeso y blanco. — trágatela toda —Mi cara quedo llena de su leche, y en otra ocasión quizá me hubiera dado asco, pero en ese momento estaba saboreando los grumos que resbalaban de mi frente, de mis mejillas, del contorno de los ojos hacia mi boca. Una leche tan sexy del macho que olía a orines y sudor. Creí que había terminado, nadie aguanta dos venidas seguidas, sus dedos aceleraban las metidas en mi culo, y él seguía violando mi boca con su verga aún dura, y lubricada con la primera corrida.

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Rubén aceleró su follada de boca y en un instante noté como su polla empezó a soltar trallazos de leche en mi garganta que no daba abasto a tragar, la primera parte había dejado mi cara toda salpicada, incluso me citaba abrir uno de mis ojos; pero esta vez se aseguró que mi boca contuviera todo su néctar. Que gusto sentir el sabor de la leche de aquel macho, nunca sentí algo tan excitante como su olor y sus gemidos aullantes, fuera de mi semen por curiosidad, era la primera vez que me tragaba una corrida completa: caliente, espesa, salada.

Rubén gemía enloquecido, temí porque soltara el volante por la atención que robaba el caliente momento, pero no lo hizo, seguía follando mi culo con una de sus manos, y la otra al volante, yo relamía su verga pringada de su semen, lo recogía con mi lengua y me lo tragaba, su polla fue perdiendo erección, sin dejar de ser gruesa, su dureza se apagó en mi puño con pequeñas lamidas sobre su glande que se iba escondiendo en la tela gruesa de piel que la cubría como un capullo. Cuando la tuve bien limpia le ofrecí un poco con mi boca, dándole un buen beso blanco, con intercambio de saliva y sus fluidos.

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Yo me quedé completamente caliente, con la polla a mil y mi culo pidiendo una buena cogida, pero Rubén estaba conduciendo y recién exprimido; su verga seguía por fuera de los jeans, descansaba de costado, con varios pelos que salían de la bragueta, y con la punta aun húmeda y goteante. Comencé a masturbarme mirando de reojo su grueso pene dormido… <<vaya cabrón, me dejó a medias>> pensé, pero Rubén no dejo de sorprenderme, el tío era demasiado caliente y persistente como todo un macho.

— Veo que estás caliente Pedro. De ser por mí detendría el camión para dejarte seco también.

—Me dejaste muy caliente… no sé qué pasa conmigo, siento que mi culo me traiciona, mi culo pide verga de nuevo; solo de recordar esa sensación de dolor, y luego de placer… siento que necesito de nuevo una buena cogida.

—ves ahí detrás— señaló con sus manos—en el armario encontraras un juguete que podemos usar mientras llegamos a donde descansaremos hoy….

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—¿qué tipo de juguete es?

—¡Cabrón! Ve y tómalo. No seas tan preguntón, solo ve y tómalo.

Pasé en la pequeña cabina detrás de los asientos donde habíamos dormido la noche anterior… las sábanas estaban revueltas como las dejamos la noche anterior, aún podía sentir ese olor a Rubén impregnado en el ambiente, tomé del armario lo que me decía… se trataba de un dildo negro, de un tamaño regular, no tan grueso como la verga de Rubén, pero si larga.

—Lo utilicé en algún viaje con el chico que se prevé a ti… incluso hicimos un dos Romano con el juguete y mi verga —suspiró— una verdadera maravilla.

—Nunca pensé que fueras tan pervertido... eres un cabrón con tu esposa.

—Si no se entera ni tiene por qué saberlo; si no lo sabe, no lastima. Así que es mejor que no digas nada.

—¿con que cara le diría a mi esposa que me cogiste y me tragué tu leche? —reí.

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—Entonces es mejor todo en secreto…

—Yo nunca dije que diría algo.

—Bueno, no cambiemos de tema que me apagó. Quítate esos pantalones, y pon tus nalgas al aire para que pueda dilatarte y meterte este juguete.

Rubén volvió a agarrarme las nalgas, metió sus dedos en mi ano y follo con ellos durante un rato mientras yo pajeaba mi verga, me quedé completamente en pelotas, puse mi culo dirección a su cara y me escupió al ano y volvió a seguir follando mi culo, cuando paso un rato entre metida de dedos y gemidos, me dijo —venga pedro es hora de meterte el pollón este— y me enseñó aquel pene de plástico largo y negro. —enséñame como lo haces, me gusta mirar… lo haría yo, pero tendré que manejar y prestarte atención; así que quiero ver cómo te lo metes solo.

cogí el dildo lo puse sobre mi ano y empecé a presionarlo. Era demasiado grande, no entraba, Rubén me decía que lo hiciera poco a poco y que al final entraría, busqué el lubricante, eché un buen chorro sobre mi culo y el dildo, y poco a poco mi ano fue abriéndole camino.


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Dolía bastante, pero mi morbo y excitación decía que aquel dildo me tenía que follar. Era más fácil y más excitante tener el pedazo de carne de Rubén dentro de mí, pero lo hice con tal de sacarlo con su capricho. Lo hice, porque aquel hombre me tenía el culo tan dilatado solo de recordar las embestidas de la noche anterior.

Después de unos minutos ya lo tenía completamente dentro y yo moviéndolo de dentro a fuera para estimularme con él, Rubén dijo que me pusiera de rodillas cara a él, así cogió el dildo con una mano y empezó a follarme con él mientras yo me pajeaba, era más delicioso cuando él tomaba el control y lo manipulaba con su propia fuerza.

, Rubén quería subir el morbo y saciar sus ganas de verme ser cogido por su juguete. Así que me pidió pegar la ventosa del juguete a la ventanilla del tráiler, que pusiera mi culo hacia la ventanilla, y que me follara contra ella, a mí me puso muy cachondo aquello, así que lo pusimos en práctica, yo ya estaba en posición y con el dildo entrándome y saliéndome con placer, gemía como loco.

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Rubén aceleró para adelantar a otro camión para no ser vistos y se pegó al carril de baja velocidad para evitar que alguien y otro trailero nos viera. Así estuve durante un rato hasta que mi polla no pudo más y mi excitación explotó con tremendos chorros de leche que pude echar sobre unos pañuelos que Rubén me ofreció.

Aquella experiencia fue fascinante, me sentí, puto, guarro, esclavo de Rubén y hasta su zorra. El morbo fue tremendo, mi calentura había bajado, me vestí y continuamos ruta, se hacía de noche y buscábamos algún lugar donde reponer fuerzas, Rubén seguía mirándome con cara de vicio, sabía que me tenía completamente a su disposición y que haría lo que fuera que me pidiera. Me había convertido en su amante de carretera.

Y si creen que fue todo. El viaje apenas estaba en curso; ocurrió más de lo que en toda mi vida me atreví a hacer.

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—————Capituló 3————

Por fin se vislumbraba nuestro destino muy cerca de nosotros, el viaje había sido cansado, pero a la vez muy dinámico, excitante, y vicioso, Rubén y yo habíamos follado como locos y hecho cosas insospechables para un hombre cómo yo casado y hetero; aquel macho que conducía el camión me ponía muy cerdo y era capaz de hacer por él lo que me pidiera, me cogía genial y me ponía cachondo y morboso con solo olerlo.

Ya se había hecho tarde, Rubén me dijo que no entraríamos al otro lado de la última caseta hasta el amanecer, el lugar de descarga estaría cerrado y sería mejor descansar a las afueras. Yo no puse ninguna objeción, y Rubén paró en una especie de hotel de paso con restaurante que había a un lado de la carretera, estaba bastante lleno de camiones y supuse que Rubén conocía el lugar. Bajamos del camión, estiramos las piernas y me preguntó que me parecía si pagábamos una habitación para dormir esa noche, yo le dije que, por mí genial, así que entramos al restaurante.


—31

Primero entramos a comer algo, llevábamos todo el día solo con un par de botanas en el estómago y nada más. El lugar tenía un aspecto de taberna, una cabaña de piedra y madera adecuada a cantina, el olor a madera húmeda era penetrante; había animales decapitados en las paredes, y una colección de artefactos viejos, y una gran fila de botellas de alcohol tras la barra. Estaba lleno de camioneros de todo tipo: robustos, fuertes, gordos, barbones, delgados, feos, y dos que tres muy guapos; como sacados de un centro nocturno. Nos sentamos en la barra, pedimos unas copas ya que no teníamos que conducir y pedimos una habitación para dos.

Comíamos un consomé de res, y llevábamos nuestra segunda cerveza de barril; platicábamos de cosas muy banales cuando alguien llamo a Raúl desde cierta distancia, nos giramos los dos y este alzó la mano saludando a uno de los camioneros que cenaba en una de las mesas, Rubén me dijo que esperara un minuto, iba a saludar a un colega, se levantó y se acercó a aquel hombre.

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Tendría su acaso unos 38 años, grande de cuerpo, mucho más que Rubén, fuerte… lo primero que vi fueron sus enormes bíceps con tatuajes hasta la muñeca; tenía una barba oscura y tupida al igual que sus cejas, medio calvo… más bien rapado, bastante atractivo, <<es un buen macho>>pensé.

Podría ser algún conocido de carretera, los vi charlar animadamente, y como Rubén me señalaba en algunas ocasiones y se reían, me hubiera gustado saber de qué hablaban, pero no podía oír nada de nada debido al número de voces platicando y a la música ochentero al fondo. La conversación acabó con un apretón de manos y un abrazo, Rubén se volvió a sentar a mi lado y me dijo que era un buen amigo de viajes e historietas varias muy calientes, después me invitó a que nos sentáramos y comiéramos algo más pasado que un simple consomé antes de descansar.

Durante la cena encontré a Rubén algo nervioso, quería decirme algo, pero me daba la sensación de que no se atrevía a contármelo. Intuí que aquel chico era aquel de sus historias calientes; nunca vi a Rubén tan intimidado.

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—¿quién es él? —pregunté descarado–¿es… el chico del que me hablaste? No se parece en nada en mí.

—No. Nada de eso. Él es un amigo… muy buen amigo; hemos hecho cosas juntos—Me insinuó con un gesto de que hablaba de forma sexual—De hecho, hemos hecho muchas cosas juntos, solo cosas…

Empezaba a contarme algunas pequeñas historias con ese amigo, hasta que llegó al tema sexual —Él y yo hemos hecho… tríos. Y ambos compartimos el gusto por chavales; chicos menores que nosotros.

—No está tan lejos de mi edad. No creo ser su tipo—Dije, con coqueteo— aparte, nunca he hecho un trío… y siendo nuevo en esto, prefiero guardarlo para nosotros dos.

—¿te cuento uno de mis fetichismos?

—Claro… dime.

—Me excita mucho ver el sexo en vivo… me excita mucho ver que se follen a alguien mientras me la jalo. Tu podrías hacer algo así por mi… —Sonrió como si bromeara.

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—¿de qué hablas? —Dije como si no me hubiera encantado el comentario. Lo miré a los ojos, y fui muy franco —¡mira cabrón! Yo no voy a dejar que nadie más me coja el culo. ¿Entendido? Me abrí contigo, pero no lo haré con nadie más.

Rubén se puso un tanto nervioso. No objetó, no insistió, solo comió y bebió largos tragos a su cerveza, hasta que tuvo suficiente valor. —Mira… se llama… bueno eso no importa; te seré muy sincero. Este amigo y yo compartimos lo que traemos todas las veces que nos vemos. Y no es algo que pueda debatir o tratar.

—¡escúchame muy bien cabrón! Y te hablo en serio —dije susurrando y enojado— a mí no me va a compartir nadie. Si quieres un puto, búscate alguno en este bar, que he notado a más de uno intentando ligar. —Me levanté enojado golpeando la base de la botella con la barra de manera brusca, y me fui al cuarto.

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A los pocos minutos entró al cuarto Rubén. Estaba muy tranquilo, y yo seguía algo indignado por haberme sentido como una puta. Quizá más que eso, era el hecho de sentir celos por compartir a aquel toro que me había enviciado a sus cornadas.

—¿estás bien? —preguntó Rubén sosteniendo la puerta. —¿ya me vas a hablar, culero? —Se tumbó a la cama a un lado de mí, mientras yo revisaba mi celular.

—No pasa nada. Solo no me agradó la propuesta del bar… No creo poder abrirme como contigo con cualquier.

—veras, mi amigo se ha quedado loco por ti—no podía creer que, aun exponiendo mi sentir, insistía con mi mismo—es un chico guapo… eso no lo puedes negar. Y eso sin contar lo bien parecido, el buen culo y la enorme verga que se carga. Nadie en el bar se negaría a él; no se acuesta con cualquiera, eso te lo puedo asegurar… y se ha fijado en ti.

—Te he dicho que ¡NO! ¿Es tan difícil entender un no? —Dije secamente.

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—¡venga! ¿No me digas que no te ha gustado? Si yo mismo vi cómo le mirabas el paquete.

—Estás loco Rubén —Me levanté de la cama, me dirigí a la mochila en la que traía mis cosas, me retiré la playera dejando mi torso semi peludo al aire, con el pantalón sujetado por el cinturón y los pies descalzo—Tomaré un baño, y luego saldré a caminar un rato.

—¿estás enojado?

—Ni un poco.

Salí del baño con un bóxer gris que apenas cubría hasta media pierna dejando ver mis vellos oscuros y finos por toda mi pierna, la delgada tela de algodón apenas cubría por debajo de las ingles y las nalgas. Ese bóxer me armaba muy bien el culo; y del paquete se me dibujaba algo bastante antojable. Me secaba el cabello con una toalla, caminé por el pequeño cuarto mientras buscaba ropa cómoda y limpia. Rubén estaba tumbado en la cama sin camisa, y con los jeans abiertos, mientras me observaba detenidamente.

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—Vaya que eres un muchacho bien parecido ¿cómo no va a atraer a cualquier camionero con ese cuerpo? Cualquier tío de este bar te fallaría sin pestañear… no es un secreto que eres muy guapo, y tampoco lo es de cuantos voltearon a verte en el bar.

— venga, no jodas.

—que si... te lo digo yo... el caso es que Guzmán mi amigo, me dijo que te preguntará si te querías pasar por su camión… ya no te diré nada más, lo prometo, solo te comentó eso como sugerencia, a mí no me molesta en lo absoluto… solo pienso que esta experiencia no la vivirás nunca más. No es tu oficio, solo es un extra para ti. Mi pregunta es ¿te perdonarías no vivir y experimentar solo por miedo? Yo también fui como tú.

—Si esa es tu manera de convencerme, te recuerdo que soy un excelente vendedor… y esos trucos también los utilizo para convencer a mis clientes… bueno, te veo más tarde, caminaré por la plaza comercial que vi aquí a unas calles, veré qué puedo conseguir para mi esposa.

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—Solo ten cuidado, no es el mejor lugar para tomar una caminata nocturna. Tendré el celular a la mano por cualquier cosa.

—¿se te antoja algo?

—Tu culo al volver—bromeó.

Cerré la puerta y caminé unas calles atrás por dónde venimos. La vista no me había fallado, había una plaza de dos pisos. Pequeña, pero bien abarrotada. Compré algunas cosas, recuerdos monos, un bolso y algunas cosas que pensé que le agradarían a mi esposa.

Terminé cenando en un puesto de hamburguesas, compré una para Rubén. Comencé la caminata de vuelta, el frío comenzaba a descender y a ser igual de brutal que la noche anterior. Llegué al aparcamiento de trailero y camiones, estaba muy desierto, no daba muy buena pinta.

—No deberías caminar solo a estar horas en estos rumbos ¿si sabes, ¿no? —Dijo entre las sombras y recargado sobre un tráiler rojo una sombra que expulsaba humo de cigarro. Era Guzmán, el amigo de Rubén; el guapo del bar.

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Salió de la sombra, apenas alumbrado por la luz de Luna y la escasa luz del aparcado. Tenía una sonrisa deslumbrante, una barba arreglada, una camisa negra y un abrigo de mezclilla sin mangas; y un gorra azul oscuro puesta al revés—El año pasado un chico apareció muerto entre los camiones, y es algo que se repite todos los años ¿no te dijo Rubén?

—Solo fui por algunas cosas a la plaza comercial a unas cuadras —enseñé con ingenuidad mi bolso de compras. El solo río como si se burlara de mi inexperiencia.

—Es peligroso. —apagó el cigarro con su bota negra y extendió la mano —Soy Guzmán, Orlando… o Guzmán—su mano era grande y tenía mucha fuerza en ella. Era un hombre grande, imponente y rudo. Mi cuerpo quedaba muy esquelético a su lado. —Te vi en el bar hace unas horas, supongo que te acuerdas de mí.

—Sí, te ubico. Rubén se acercó a saludarte. ¿Eres de por aquí?

—Todos estamos de paso. Se nota que eres nuevo por aquí; o ya te habría visto en alguno de mis pasos por esta zona.

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Mis dientes cascabeleaban, intentaba disimularlo; había olvidado mi abrigo. El aire era brusco por su paso y Guzmán lo notó.

—Ven, pasa… tengo puesta la calefacción, y tengo café recién hecho. Así mientras me platicas un poco de ti. —antes que pudiera negarme, él había abierto la puerta del tráiler. Al subir detrás de él, noté las nalgas bien definidas en sus jeans claros y desgastados. Pasamos a su compartimentó, la cabina era mucho más amplia que la de Rubén, era un camión de carga joven y moderno… igual que su conductor.

—Rubén es un amigo. No tenemos mucho de conocernos, no soy tan muevo ni tan viejo en este oficio, deberías animarte a continuar en el negocio, uno se la pasa muy bien en la carretera.

—Sinceramente ando de paso. Es un extra, mi esposa y yo estamos ahorrando para.

—¿casado? —me interrumpió. —Yo tengo una ex esposa, una reciente, 2 hijos con cada una, y… bueno, es una amiga en realidad, pero cuenta cómo amante.

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Sentí que mi vida era muy aburrida después de escuchar todos sus relatos. El no dejaba de hablar, era muy agradable, y tenía una voz rasposa, gruesa y varonil. Su sonrisa acompañada de su carcajada me ponía tan de buenas, que al paso de la plática intercámbianos la taza de café por unas cervezas.

—Entonces… por todo lo que me cuentas… hoy será la única noche que nos veremos. Tu regresarás a casa con tu esposa, comprarán un auto nuevo, y continuarás con tu vida.

—Es un buen resumen. —Afirmé.

—Entonces… deberíamos aprovechar más el momento ¿no crees? —Y se acercó a mí. De inmediato me puse nervioso, ese sentimiento solo lo había experimentado en la secundaria. Mi corazón se aceleró tanto, que seguro notó mi nervio en mis palabras tartamudas.

Pero Guzmán era un chico muy seguro, y tenía balas que nunca le fallaban al disparar. Y al tirar del gatillo, sus labios se encajaron en los míos, uno de los mejores besos de toda mi vida. Sentía sus labios gruesos y suaves, su barba rasposa, y su mano trayéndome a él.

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Aquel camionero me atrapó con sus besos, no tuvo que hacer mucho para tenerme entre sus brazos, se retiró la gorra, estaba rapado lo suficiente para ocultar su futura calvicie, se le miraba tan varonil. Cuando entré al camión casi moría de frío. La calefacción nos había regulado la temperatura, y unos minutos después, sudábamos como si el clima fuera de verano.

De inmediato comenzó el fajé, de los besos pasamos a lamidas en el cuello, y en menos de lo que piensan, ambos estábamos sin camisa. Él tenía los pectorales bien definidos, y mucho vello rizo por todo el frente. Lamí sus pezones y el gemía mientras peinaba mis cabellos. Mientras recorría su torso con mi lengua, el desajustaba sus vaqueros, tiró a un lado el cincho, y abrió sus jeans dejando ver un bóxer negro ajustado.

Se le marcaba un gran paquete sin tener que quitarse los pantalones, tenía una erección que apenas cabía al ras de sus piernas. Era muy gorda, mucho más que la de Rubén. Había olvidado por completo a Rubén,

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Rubén no tenía ni idea de lo que estaba pasando; pero confirme lo que él me decía antes de salir: ese hombre barbón y sexy, me tenía babeando.

Guzmán me agarró por la cabeza con su gran mano y dirigió con fuerza mi boca sobre su paquete. Olía impresiónate, era un estor tan sensual, era una mezcla entre su perfume, jabón, y sudor; incluso sus bóxers olían bien. Primero me hizo lamer sus calzones hasta que mi saliva se mezcló con las gotas de precum. Tuve que comer su polla gorda a través del calzoncillo, me restregó mi cara sobre su bóxer hecho bulto, sonará exagerado… pero su tamaño y grosor se asemejaba mucho a un pepino grande.

Algo que me hizo envolverme más, fue su trato tan cordial y caballeroso. Era delicado, aún que rudo, era tierno, aún que también era agresivo con sus movimientos, era como si con sus besos fuera un ángel, pero con su sexo un demonio. La mezcla perfecta.

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Le baje el calzoncillo y su enorme verga salió disparada, menudo pollón tenía el camionero, el peso de su miembro no era impedimento para que se mantuviera firme y palpitante, no estaba circuncidado, pero el capullo no era suficiente para cubrir la cabeza, era una cabeza colorada muy grande, y del hoyuelo brotaban gotas trasparentes muy constantes… y de los huevos ni hablar, unos huevos peludos y gordos. No sé cómo su bóxer y sus jeans podían disimular tanto.

Cogí con una mano su tranca y empecé a meneársela, arrimé mi boca a su prepucio que babeaba litros. Lamí su capullo y relamí, haciendo que soltara grandes gemidos, pero aquel tipo por momentos olvidaba su caballerosidad para oprimir mi cabeza fuertemente para que me tragara aquel pollón y empezará a mamársela por completo.

Mi boca no daba a tragarse tremendo trozo de polla, tuve que hacer un gran esfuerzo para no ahogarme, hasta que el placer que le estaba dando lo relajó por completo y me dejó chupársela a mi ritmo.

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Se la mamaba apretando mis labios y succionando de abajo a arriba, mi lengua pasaba por todo el daño, bajando hasta los huevos, casi llegando hasta su culo peludo, llenando de baba su tremendo pijo para que se deslizara por mis labios hasta que con mi lengua acariciaba su punta; lo besaba y volvía a tragármela, el solo gemía, yo no paraba, quería aquel tipo disfrutará de mi mamada. Ni siquiera sé cuánto tiempo estuve disfrutando de su verga con mi boca.

Después de ese tiempo aquel tipo me apartó de su polla de un tirón, y me llevó a sus labios para darle otro largo beso—Espera, espera— sonrió dentro del mismo beso, tratando de no dejar de besarme—si sigues me voy a venir.

Me detuve, me ayudó a desvestirme por completo, miro y pasó su mano por mi cuerpo como si admirara una escultura—Estás muy bueno— Dijo mientras me observaba con unos dos pasos atrás— ¡demasiado bueno! Es una lástima que nunca vuelvas a estos rumbos.

—Uno nunca sabe. —Le dije.

—Los de tu tipo nunca regresan.

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Estábamos tan calientes que dejamos la plática para después. Me puso a cuatro patas, abrió mis nalgas con sus duras manos y pegó dos escupitajos sobre mi ano, las volvió a cerrar y empezó a azotar fuertemente mis nalgas con las palmas de sus manos abiertas, cada golpe me hacía más daño, pero me ponía súper caliente.

El morbo de ese dolor era intenso, tenía ya mis cachetes ardiendo, con cada nalgada me se encimaba en mi espalda y me besaba el cuello, —te voy a reventar el culo con mi polla, te la vas a tragar enterita… te voy a preñar de leche caliente— me decía susurrando con pequeños besos en mi cuello; así hasta que se decidió a meter dos de sus dedos en mi culo, pegue un grito y el empezó a follarme con ellos, escupía en mi ano y continuaba, así hasta que sé que estaba lo suficientemente dilatado para poder follarme.

Posicionó su polla, noté como presionaba y mi culo se resistía, era más grande que la de Rubén como dije, yo intentaba relajarme, volvió a presionar y un dolor punzante llegó hasta mis sienes, volvió a pegar dos empujones que me hicieron casi desmayar.

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Su polla hizo tope en mi culo, ya la tenía toda dentro. Mis ojos se pusieron totalmente en blanco, y entonces empezó a bombear sobre mi cuerpo, su polla entraba y salía de mi culo, y cada vez era más el placer que el dolor, tanto que solo le rogaba que siguiera cogiéndome, su barriga llena de vellos y sus tetas pegaban contra mi espalda y su boca besaba y lamía mi cuello, podía notar el aliento de su boca sobre mí, y su sudor fuerte pegado a mi cuerpo, seguía dándome fuertes embestidas y yo gemía como jamás lo hice.

Aquello debía poner cachondo al camionero, hacía que sus embestidas fueran más fuertes, seguía azotando mi culo con cada penetración y de vez en cuando me la sacaba del todo y la volvía a meter de golpe bruscamente. Siguió más de veinte minutos dándome polla.

Después decidió sentarse en el catre y que me pusiera sobre él, para que fuera yo el que lo cabalgara, y así empecé a mover mi culo sobre su polla, podía ver su cara de perversión, como gemía, me ponía cachondo ver cómo lo estaba haciendo disfrutar, así que me movía más rápido sobre su gran verga.

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Decidí acelerar mi ritmo para que aquel hombre pudiera inundar mi culo de su leche, no tardó mucho en suceder, empezó a gemir y a respirar mucho más rápido , yo seguí votando mi cuerpo entero sobre su polla, sentía cómo entraba y salía de mi aquel enrome pedazo, sus manos se encajaron en mí con fuerza. El soltó un gran gemido, y noté su semen caliente recorriendo mis entrañas, cogí mi verga, empecé a pajearme mientras él se corría y en nada estaba soltando toda eyaculación sobre el pecho de Guzmán. Ambos respirábamos muy agitados, sus manos abrazaban las mías, nuestras respiraciones estaban frente a frente intentando besarnos sin ahogarnos en el cansancio. Nunca me había sentido d esa forma <<ni siquiera con Rubén>>

Me quedé recostado sobre su pecho peludo, su respiración estaba más relajada, sentía una especie de protección al estar aferrado a su enorme cuerpo. Comenzó a peinar mis cabellos húmedos, y luego paseo su mano sobre toda mi espalda. Ambos estábamos desnudos, y desde mi vista miraba cómo su verga iba durmiéndose y acomodándose sobre su ombligo.

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—Deberíamos limpiarnos. —Le dije mientras me ponía de pie.

—¿tienes que irte? —dijo con su ronca voz—puedes quedarte esta noche si quieres… podemos despertar en la madrugada antes de que se marchen.

—Rubén no sabe qué estoy aquí. Ya debe estar preocupado.

Me limpié todo el semen. El igual hacia lo mismo; intentaba convencerme, y quería hacerlo, tenía esa sensación de no querer irme. Pero tenía que volver al cuarto del hotel.

—Si quieres… puedo marcarle a Rubén, y le digo que estás conmigo.

Pensé un momento. Respiré, suspiré… —Debo regresar. Nos iremos muy temprano, y tú debes descansar.

Se acercó, sus ojos me miraban y brillaban tanto como los míos; no sé qué sentía, pero me agradaba esa melancolía de no querer marcharme de ahí. Me tomó una mano, y me robó un beso tan intenso, que por un momento me olvidé del mundo una vez más. Su lengua buscaba la mía, su barba se metía en mi boca y su saliva se intercambian con la mía.

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Nos quedamos un rato callados y tumbados. Se sentía muy bien estar abrazado a él…

—Entonces… supongo que… es una despedida —Dijo.

—Supongo que si —Presioné su mano– tengo una vida en mi ciudad, no podría abandonar todo eso por estar días fuera.

—Entiendo… si un día vuelves, busca el tráiler rojo. Paso muy seguido por aquí—Dijo con melancolía. Bajamos del camión, nos dimos otro beso en el clima frío. —Gracias por el buen rato —me entregó un pequeño papel con su número de celular en él.

¿Por qué me estaba costando tanto decirle adiós a Guzmán? Comencé a caminar, miré un par de veces hacia atrás, el fumaba un cigarrillo, expulsaba humo bajo la sobra. Había demasiado frío, pero nada calaba tanto como ese amargo momento… suena dramático, pero nunca sentí algo tan intenso como los besos del camionero barbón. Me dirigí al hotel en busca de la habitación… miré Mi reloj, eran las 2:23 am. Seguro Rubén estaría preocupado.

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—————-capituló 5———————

Entré al cuarto, no me importaba ser escuchado. Rubén estaba tumbado sobre la cama portando solo un bóxer rojo, tenía las piernas extendidas, la boca semi abierta, y una mano caída al borde de la cama, junto a varias cervezas en lata. Supongo que bebió hasta quedarse dormido. Se miraba igual de sensual que siempre, pero a mí lo único que se me apetecía era darme una buena ducha, y dormir un rato después de semejante cogida. En cosa de tres horas partiríamos a nuestro último destino.

A eso de las 5 am la luz sobre mis ojos comenzó a molestarme; me sentía como en esas peores crudas después de una larga borrachera. Escuché la televisión encendida en el canal de noticias matutinas. Me di la vuelta para acomodarme de nuevo, moría de sueño.

—Nos vamos en un rato. Ve desertando —Escuché que me dijo Rubén que seguía acostado a mi lado.

Yo me quejé con pequeños ruidos como un niño, y luego me cubrí con la sabana. A los pocos minutos sentí a Rubén levantarse de la cama.

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Lo miré de reojo entrar al baño, escuché el ruido de su orina junto a un ligero gemido al terminar. Salió, pero esta vez estaba desnudo.

—Deberías tomar una ducha; prepare café por si quieres despertar antes de irnos —Rubén caminaba por la habitación tomando ropa limpia, y sin dejar de hablar y hablar para que yo despertara.

—¿en cuánto tiempo nos vamos? —pregunté con la voz arrastrada. —Necesito más que un café para despertar.

—Eso es lo qué pasa cuando te desvelas en este oficio. —Dijo, mientras se acercaba a mí— su cuerpo se posó frente a mi cuerpo semi muerto. Levanté la mirada por todas sus piernas peludas, luego me topé con su grueso pene moreno dormido dentro de su prepucio, su barriga peluda, y luego su sonrisa burlona y coqueta. —¿dónde te metiste anoche?

—No quiero hablar de… —y antes que pudiera terminar mi frase me arrancó un beso —vamos, tenemos que bañarnos, tenemos que llegar a la hora acordada de entrega.

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Ambos nos metimos a la ducha. Prácticamente yo tenía un par de horas de haberme bañado, pero necesitaba despertar. Mientras Rubén estaba bajo el agua pasando el jabón por todo su cuerpo, yo miraba su espalda bien definida y ancha, al igual que esas nalgas perfectas y redondas llenas de espuma y pelos oscuros.

—¿qué tal te fue ayer? ¿Cómo lo pasaste con mi colega? —preguntó directo.

—muy bien… una gran cogida. Supongo que el té avisó.

—Si. Le pedí que vigilara tu paso. No es muy seguro por aquí. No quise detenerte, así que al menos me aseguré que llegarás bien.

Me quedé unos segundos pensando que de haber sabido eso, hubiera dormido con Guzmán, quizá en este momento estaría aún abrazado a su enorme pecho, tratando de despegar nuestros labios para despedirnos.

—Mientras, me dejaste en el cuarto solo y tieso sin ningún culo para consolarme, pensando que llegarías pronto—escuche a Rubén hablar tras mis pensamientos.

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—¿qué te pasa? ¿Celoso? Si eras tú quien insistía una y otra vez para enrollarme con tu amigo. Creo que te salió el tiro por la culata.

—¡Si, yo estaba insistente! PENSANDO QUE SERÍA EL ESPECTADOR DE LOS DOS—Dijo subiendo el tono de voz.

—Para Mi esos son celos —La espuma del jabón resbalaba por todo mi cuerpo mientras me lavaba el cabello.

—Celoso no… caliente… y tú no me vas a dejar así.

Ambos salimos del cuarto totalmente desnudos mientras nos secábamos con las toallas blancas. Me puse una trusa negra con elástico plateado, era otra de mis favoritas. De haber sabido que terminaría comiendo con Guzmán, me las habría puesto la noche anterior, pero ni yo tenía en mente lo qué pasó.

No dije nada más... Con formé me fui vistiendo noté que Rubén se había acomodado sobre la cama con la verga dura (murándome con malicia, y usando sus dedos para llamarte.

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Me acerqué a la cama, me fui desnudando, el abrió las piernas posicionando su polla a disposición mía, la agarre con una mano y se la masajeé durante unos minutos pra que terminará de ponerse dura. Rubén no dejaba de causarme morbo, pero mi cabeza seguía infestada de los besos y recuerdos de Guzmán. No quería seguir pensando en alguien a quien no volvería a ver, así que Rubén resultó ser un buen distractor para mi mente.

Su verga fue creciendo entre mis dedos que se transformó de nuevo es su gran pollón, acerque mi boca y escupí sobre su prepucio y le pase el pulgar acariciándolo, Rubén se estremeció y me dijo con sus manos poniendo resistencia sobre mi nuca que me la tragara ya.

—No se supone que deberíamos irnos ¿ya? Llegaremos tarde a la repartición.

—No morirían por unos minutos tarde, date prisa—insistió.

Entonces lamí su capullo, lo puse entre mis labios y lo succioné tragándome todo su precum que salía ya de su enorme cabeza.

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Su sabor era entre salado y dulce, su aroma era a jabón con olor de pétalos de rosa; me gustaba, empecé entonces a tragarme toda su tranca hasta el fondo, dejando mis babas en su polla, el gemía cada vez más, me agarró de los pelos y me presionaba la cabeza contra su pubis, para que su polla entrara más dentro de mi garganta y cuando ya no podía más me aguantaba allí hasta que mis arcadas hacían que me soltara.

Así estuve un buen rato, la boca ya me dolía y Rubén me alzó de los pelos hacia su boca, me escupió sobre la mía y paso a besarme, lamiéndome la cara y comiéndome literalmente la lengua, nuestras bocas derramaban babas y nuestras lenguas las intercambiaban, mi culo se posicionó sobre la polla de Rubén y empecé a frotarla sobre mi agujerito mientras nos besábamos, su dura verga se anclaba sobre mi ano, pero todavía dolía, metí mis dedos en la boca de Rubén, le dije que los chupara y después me los pase por el culo varias veces, mi ano fue lubricándose después de humedecerlo varias veces, hasta que el miembro de Rubén se abrió paso de golpe.

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Me dolió un poco, pero enseguida toda su polla estaba dentro de mi pegándome una gran follada; como me gustaba la verga de este hombre, tenía el tamaño Perfecto para poner mis ojos en blanco, era genial, disfrutaba como nunca era todo un placer sentir la tranca de Rubén abriendo una y otra vez mi esfínter.

Rubén me embestía fuertemente y yo lo galopaba a su ritmo, su pene entraba hasta lo más adentro posible, de pronto sonó su teléfono que estaba en la mesilla, seguimos cogiendo, pero el agarró el teléfono con una mano y contestó— si te apuras puede tocarte un poco antes de que nos vayamos… puedes venir —llegue a escuchar. Seguíamos con aquel mete y saca que me estaba deleitando, pero decidí preguntar entre gemidos; yo estaba seguro que se trataba de Guzmán.

—¿quién era? ¿Quién puede venir?

—Que rico culo tienes cabrón…

— No me has contestado… ¿quién viene?

—¿confías en mí? —Dijo mientras me empujaba su verga hasta el fondo haciendo quejarme entre la plática.

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—claro… confío en ti. — pero más que confiar, yo deseaba volver a ver a Guzmán aún que fuera un rato más… aún que tuviera que compartirlo.

—Pues déjate llevar —Prosiguió a besarme.

Ya no pregunté más, seguía sentado sobre su polla dura, galopando y gimiendo los dos, me atrajo sobre su pecho y nuestras bocas ni detenían es largo beso sin dejar de hacernos nuestros, cuando oí como llamaban a la puerta, intente incorporarme, pero Rubén me abrazo más fuerte y dijo gritando— pasa… está abierto. Eso explicaba por qué Rubén había caminado hacia la puerta antes de comenzar, había mirado un par de veces y luego cerró… yo noté que no había puesto el seguro, pero pensé que solo se trataba de mi mente jugándome una broma.

Me quedé sorprendido, pero Rubén me susurró al oído que estuviera tranquilo, yo me relajé, no veía quien había entrado, Rubén no dejó que mirara… Rubén estiró la mano sobre mi hombro, y mientras seguía insertado en él, me colocó una venda oscura en los ojos.

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—tranquilo… es solo para hacerte disfrutar más… si quieres puedes quitártela… pero confía en mi—No quise quitármela, estaba dispuesto a confiar.

De repente note como alguien lamía mi culo por detrás mientras Rubén seguía follándome, mi verga estaba a estallar, la lengua de Guzmán estaba haciendo que mi culito todavía se dilata más, su barba rosaba mi ano, y eso ponía mi piel erizada.

Noté como me metía un dedo y después dos, la polla de Rubén dejo de bombear, y sentí como escupían varias veces sobre mi ano para al instante notar la presión de otra polla sobre mi culo, me asusté un poco, no cabrían ambas, menos recordando el gran tamaño de Guzmán; la polla del camionero del tráiler rojo era un verdadero monstruo… incluso la de Rubén quedaba pequeña a su lado, me haría daño, me iban a reventar, intentaba detenerlo, pero Rubén me agarró más fuerte y volvió a decirme— relájate… lo haremos lento, te va a gustar.

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Yo le hice caso y la verga de Guzmán empezó a abrirse paso en mi trasero, debí estar muy excitado, por qué para mi sorpresa entró dolorosamente, pero entró. Ya lleno de ambos penes, dolía bastante, pero fue muy despacio, pegué algunos gritos, pero Rubén los atenuaba tapándome la boca, hasta que mi culo cumplió con su cometido.

Estaba siendo follado por dos tíos, los dos empezaron a moverse, y poco a poco aquella penetración estaba llevándome al mismísimo cielo, éramos tres gimiendo y gozando.

—cambiemos de posición... —escuché la voz de Rubén. —Ven, sígueme, no te vayas a tropezar.

Yo seguía y me guiaba por Rubén, estar vendado de los ojos había elevado mi morbo por 10. Rubén me dio la vuelta, puso mi espalda sobre su pecho y me la volvió a meter, fue entonces cuando tuve la visión del otro tío que me estaba follando… no era Guzmán.

Era un hombre de la misma complexión que Rubén, de unos 48 años. También era corpulento, grueso, grande y su verga no era más grande que la de Rubén, eso explicaba el por qué no había dolido tanto.

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Me sentí un poco decepcionado, pero la calentura ya estaba en marcha como para retroceder… agarró su miembro, me miro, sonrió y se dirigió a metérmela. Mi culo ya estaba dilatado, entro fácilmente, su barriga me presionaba fuertemente, los movimientos de cadera volvieron de nuevo, mi culo lo pedía yo gemía de gusto y ellos también.

El otro hombre arrimó su cara sudorosa a la mía y no dudó en besarme, yo seguí el juego de lenguas lo abracé y le comí la boca locamente entre grandes gemidos de placer. Mi polla estaba a reventar y no pude más, mi leche empezó a brotar escupiendo grandes trallazos de leche contra el vientre de aquel extraño, mientras ellos seguían cogiéndome.

Mi corrida fue monumental, ellos seguían gimiendo hasta que Raúl empezó a gemir y gritar que se corría, su leche inundó mi culo por completo, sentía el calor de aquel líquido dentro de mi recto entre las dos pollas siendo bañadas del blanco líquido seminal.

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Rubén dejo de bombear, mientras el amigo de mi compañero seguía fallándome. Rubén decidió echarse a un lado e irse a duchar, mientras su amigo me agarró de un puñado, me puso contra el cabezal y volvió a meter su pollón dentro de mí, me agarró de la cabeza por los pelos y me pegaba grandes embestidas brutales mientras tiraba de mi cabeza contra él, me miraba y escupía sobre mi boca para luego besarla.

Su polla me entraba y salía a grandes golpes, la sacaba , apuntaba y volvía a meter, mientras con la otra mano sacudía fuertes palmadas sobre mis nalgas, yo no podía más, menos mal que aquel empezó a respirar ansiosamente, y entre gemidos saco su polla de mi culo, me tumbo en la cama, apunto su polla a mi boca haciéndomela abrir, y empezó a pajearse hasta que sus piernas temblaron, arrimó su polla a mi boca empezó a gemir fuertemente y aquel extraño empezó a expulsar leche como si fuera un toro, no daba abasto a tragar, estaba rica, me encantaba, termino su corrida con mi cara llena de su leche chorreante por todo mi rostro.

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Se arrimó a mí para besarme y compartir sus mecos en mis labios , metió su polla en mi boca y me dijo —anda déjala bien limpia— yo le obedecí y relamí los restos de su corrida, la volvió a sacar, tomó su ropa y comenzó a vestirse, sin decir nada, se largó de la habitación antes de que Rubén hubiera salido de ducharse.

Yo estaba rendido, sucio, sudado y cansado; me tumbe en la cama con los brazos extendidos, cuando Rubén salió de su segundo baño…

—Toma una ducha y ve cambiándote. Ahora si debemos salir lo antes posible…. ¿Y…

—Se marchó. Tomó sus cosas y se fue… vaya amigos que te cargas—Agregué mientras entraba a la ducha. Dejé caer el agua sobre mí, me sentía exhausto, nunca tuve una cruda sexual como esa, estaba completamente exprimido y sin un solo gramo de fuerzas.

Salí, me puse ropa, Rubén ya estaba listo, en cosa de 10 minutos ya estábamos montados en el tráiler para continuar nuestro camino.

—64


Arrancó el motor por unos minutos para hacerlo trabajar. Aún hacia algo de frío. El sol aún no era visible, pero la luz ya estaba presente. Al paso de unos minutos Rubén comenzó a mover la máquina rumbo a la avenida de salida. Busqué entre los otros camiones el tráiler rojo de Guzmán… y para mi sorpresa ahí estaba soportado en su camión, con una pierna sobre la máquina roja y la otra en el suelo. Soplaba humo al aire… pero no estaba solo.

Junto a él estaba un hombre semejante a la edad de Rubén, más gordo, algo calvo y canoso, pero en ese ambiente no importaba qué tan mal te veías… si tenías dinero, siempre había alguien con el cuerpo de Guzmán para darte calor.

—Es mejor que te olvides de el —dijo Rubén al mirarme observar tras el cristal —Guzmán es solo de una noche. Cómo te dije, no se da fácilmente… ni con dinero. Tienes que gustarle, pero nunca repite. Eso te lo puedo asegurar. Incluso me sorprendió cuando me saludó en el bar, luego entendí que era por ti y no por mí. Por eso quería aprovecharte… ese hombre siempre se me antojó, aún que fuera solo para ver.

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Quizá Rubén no estuvo ahí para mirar ese momento, para disfrutar el buen sexo que me dio… pero sobre todo SUS BESOS. Yo sé que esos besos eran mucho más que solo buenos besos, ahí había algo más.

No quise pensar más en él. Por mucho rato pensé en mandarle un mensaje a su celular, pero me contuve… si no iba a regresar, si solo estaba como acompañante aquella vez, no tenía caso tener contacto e ilusión con un extraño de una sola noche al que jamás vería de nuevo.

El camión salió hacia el último destino. Luego volveríamos a nuestro hogar, a nuestra ciudad. La aventura había sido muy larga, pero aún no terminaba.

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——————-Capituló 6—————

Me dormí durante casi todo el trayecto desde que salimos del hotel de carretera. Cuando me desperté eran casi las doce de la mañana, estaba algo aturdido y cansado, todavía sentía los estragos del desvelo y de la doble penetración de la mañana y la noche anterior, pero mi cara era de satisfacción más que de cansancio… dos cogidas tremendas en cuestión de horas, era mucho menos de lo que había hecho en mi vida de hetero sexual en una sola noche. Rubén supo darme el morbo que yo pedía constantemente. Y en ese largo viaje había puesto mi calentura al máximo.

Al llegar a la ciudad de destino Rubén fue directo a otro viejo hotel en el que pasaríamos la noche para salir muy temprano en la mañana a nuestra ciudad de origen. Me dijo que descansara un rato en lo que él se comunicaba con el dueño del lugar de donde se descargaría todo el tráiler.

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<< ¿dónde coños se metió Rubén?>> fue la primera pregunta que vino a mi mente cuando desperté de ese largo sueño. Rubén se había largado sin mí a la ciudad a descargar el camión, había sido considerado y amable conmigo y me había dejado descansar.

Me levanté y tome una ducha caliente que me sentó fenomenal, me vestí y baje al bar y por la hora que era ya casi tome un buen almuerzo con una gran cerveza que me acabo de espabilar y ponerme de nuevo al cien por cien, estaba preparado para todo lo que me pudiera venir encima ese día. Rubén todavía tardaría en llegar, por lo que di un paseo por la zona y volví a echarme un rato a esperar que viniera.

Eran sobre las seis de la tarde cuando una mano enorme y unos labios carnosos me cogieron de los huevos y me besaron respectivamente, me asusté, abrí los ojos era Rubén que había vuelto...

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—¡cabrón me has asustado.! Al—Dije asustado con los labios clavados en los de él.

—¿todavía duermes o qué? Te la pasaste de huevón todo el día…

—me he tumbado después de estar un rato esperándote y me he quedado dormido de nuevo… vaya que ando molido.

—¿está pedro? ¿Ya recuperado? O ¿quieres salir a beber algo? Ya he hecho toda la entrega. Prácticamente hoy podré dormí tranquilo y mañana saldremos muy temprano.

—sí, sí, mucho mejor —Me estiré—gracias, lo necesitaba, te lo agradezco.

— te vi algo cansado y decidí dejarte, total solo era llevar el camión y que lo descargaran. Por cierto, he estado con unos viejos amigos españoles que trabajan allí, hemos estado comiendo juntos, me han hablado de un local muy bueno para tomar unas copas, les hable de ti y quieren que vayamos está noche a disfrutar un poco. ¿Qué te parece? Podemos volver luego aquí pasar la noche y ya regresar a la ciudad.

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—¿Qué tipo de local es ese? Y ¿quiénes son esos amigos? ¿Qué les has contado de mí? No me da buena espina cuando hablas de tus amiguitos.

—No es lo que dijiste con los dos últimos.

<<Bueno, Guzmán me ha flechado, y del otro tenía los ojos vendados pensando que se trataba de Guzmán>> pensé. No es que me hayan encantado a la primera propuesta.

—Es un local ambiente gay… bueno, es un lugar disponible solo para camioneros y trailero que les gusta este tipo de desmadre. Se llama “El taller de paso” es un lugar para tomar dos cervezas, lugar… tiene un cuarto oscuro, pero es muy exclusivo, a simple vista es una casa común y corriente.

—Bueno… se me antojan unas cervezas <<y olvidarme un poco de Guzmán>> pero debes prometerme que solo serán cervezas y ya. Si noto alguna otra intención me levanto y me voy.

—Hecho— y me estrechó la mano fuerte.

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Rubén y yo nos duchamos, nos acicalamos un poco y llamamos a un taxi para que nos acercara a aquel bar, eran sobre las doce de la noche, el taxista nos introdujo por un barrio un tanto oscuro, de repente paró delante de una casa muy común como había comentado Rubén, el único distintivo era la puerta roja de la entrada. Bajamos del taxi y en un rincón había cuatro hombres que enseguida alzaron la mano a Rubén, nos dirigimos hacia ellos y Rubén me los fue presentando uno a uno.

—Este es Juan <<un tipo de unos 60 años, corpulento, calvo, barba, barrigón, se notaba que era el líder de los cuatro>> , este es Luis <<un tipo de unos 50 años normal, con gafas, bigote, más bien delgado y alto>> este es Francisco <<Este era más bajo pero de unos 40 años, ni gordo ni flaco, esos sí, se le marcaba un paquebote y bíceps como de albañil>> y este es Pedro << el más joven de los cuatro, un chaval de unos 28 años, musculoso, guapo, barba y una buena melena>> —Rubén me presento a sus amigos, les choque la mano a todos ellos y pasamos dentro del local.

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Una vez dentro, enseguida empezamos a tomar cervezas, el ambiente era oscuro, luces tenues con focos rojos, sillones y bancos altos alrededor de unas mesas altas y otras más bajas. Nos sentamos y entablamos conversaciones sin sentido, la música de ambiente todavía hacia más difícil escucharnos, los camareros medio en pelotas y un par de gogos bailando en dos atriles eran la distracción sobre todo del señor de 60 y 50 años; de inmediato noté que los otros 2 eran completos desconocidos, invitados, así como yo.

El tiempo iba pasando y las cervezas haciendo efecto. Juan, el viejo de 60 años estaba a mi lado, me puso el brazo por mi cuello y con la otra mano empezó a acariciar mi pierna… sinceramente no me atraía en lo absoluto, pero tampoco puse resistencia.

—¿y tú, también eres caminero? —pregunto con su voz rasposa.

—No. Ando haciendo un extra.

—Debería traerte más seguido Rubén… —En eso momento su mano fue bajando por mi entrepierna, casi rozando mis huevos.

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Me daba mucho morbo la situación, sin embargo, no me sentía del todo tan cómodo. Rubén me miraba con gracia desde el otro lado de la mesa. Sabía que me causaba un chingo de morbo, pero qué a la vez me negaba a soltar mi lado machista y hatero sexual. Así que detuve su mano que por poco más de montaña a mi bulto que se ponía a tono a los roces.

Francisco que estaba al otro lado sin pestañear sobre mí, de la nada me buscó plática, y resulta que el si era camionero… tenía una gorra verde que le tapaba un poco la cara, pero de cuerpo <<a pesar de estar chaparro>> estaba muy vistoso. Sus piernas llamaban mucho la atención, ni que decir de su bulto… parecía cargarse unos enormes huevos. También estaba nalgón, y la barba le agregaba masculinidad.

También me conversó que era casado. Pero qué le gustaba este medio cuando viajaba. Era muy simpático, agradable en su plática e inspiraba confianza. Al calor de las cubetas de cerveza su mano también me tocaba de más… una palmada en la pierna, brazo o espalda. Él era más sutil.

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La noche pasó muy rápido…

—Creo que ya tenemos que irnos—Comentó Rubén después del sorbo de cerveza que acabo azotando en la mesa —mañana regresamos a la ciudad; aún que ya no vamos a prisas ¿ustedes cuando se van?

—Mañana también —Dijo Juan, el señor de 60. —pero… ¿por qué tan temprano? Ti siempre te quedas hasta el final.

—Mi muchacho ya tiene sueño —me señaló con la mirada —y se pone de malas si no duerme sus 8 horas—todos rieron.

—Nosotros iremos al departamento de Juan. Tenemos algo de hierba y más cervezas… vengan un rato.

—No sé qué opine—Dijo Rubén preguntándome con la mirada.

—Creo que podríamos ir un rato —Dije. Y después de dos cervezas más, salimos en dos taxis en dirección a el departamento del viejo del grupo. La verdad es que Francisco me había caído muy bien, y quería seguir charlando con el… aún que admito que también sus labios y su olor a cigarro me ponía un poco cachondo.

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Cuando llegamos al departamento… que más bien era una casa muy bien ubicada; los otros en el taxi ya bajaban de uno a uno. Juan nos hizo pasar a su casa. Estaba muy bien equipado… no era una casa cualquiera. El señor tenía dinero… mucho dinero.

—Pónganse cómodos. El bar está en la cocina, pueden servirse lo que gusten. Pedro… cariño ¿puedes poner algo de buena música? —le dijo al chico guapo de 28 años. Era muy callado; hasta ese instante yo no sabía si era su novio, su amante, o su acompañante<<prostituto>> pero solo le respondía a Juan. El resto no le prestaba mucha atención.

Pedro estaba muy bueno. Tenía una barba perfilada, una cabellera ondulada, ojos cafés oscuros, y la playera le ensayaba la musculatura. Tenía unas nalgas y piernas que apretaba el pantalón. Y su voz gruesa y masculina te hacía ponerle atención.

—¿son pareja? —le pregunté a Rubén, mientras servía 4 wiskis y dos cervezas.

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—¿te gusta o qué? —bromeó—es su muchacho… le paga para pasar la noche —susurró Rubén—Juan en sus tiempos estaba bueno, pero después de una operación en la rodilla se puso como lo ves. No es feo, pero con su edad ya le es complicado buscar algo… bueno, eso es lo que él dice. Pero tiene tanto dinero que cualquier puto le acepta una noche.

—Sabía que le pagaba.

—Si… pero este es su fijo. Es con el que ha durado más; creo que llevan dos o tres años. Lo conoció desde chavillo, y al Niño le gusta la vida de ricos, así que a cambio de sexo vive bien.

—¿vive aquí con él?

—¡No lo sé! ¡No seas tan chismoso! —Llevamos los tragos a la sala de estar. Juan estaba sentado en un sillón con Pedro, le tenía tomado de la mano. Luis estaba en el baño, Francisco me insinuó que me sentara a su lado, y Rubén salió a fumar un cigarro.

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—¿Quieres? —me preguntó Franco, extendiendo su mano con un porro gastado a la mitad. —Sin pena….

—¿es…

—Mota— dijo riendo. Nunca la había probado, pero no quise verme ñoño, así que fume de él y al rato me sentí muy relajado. Todos platicaban de todo. Cada quien estaba en lo suyo.

De repente me doy cuenta que Juan estaba en un agasajo con su Pedro. Y sin pena ni pudor le sonaba la verga sobre el pantalón mientras se daban un tremendo beso. Sentí calor y la hierba no ayudo mucho en mi calentura. Nunca había visto sexo en vivo, pero después de unos parpadeos, Juan ya le había sacado la tremenda estaca morena al muchacho. Tenía una verga morena y llena de venas, circuncidada y de una enorme cabeza. Su beso no se detuvo hasta que del otro lado Luis comenzó a chupársela al muchacho.

Mi corazón se puso muy loco. Era raro ver a los extraños que acababa de conocer hacer todo eso.

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Ellos seguían en su beso, y de pronto miro que a mi lado Franco se acaricia la entrepierna donde se le marca un bulto erecto grueso y palpitante que dibujaba un buen tamaño. Mi verga estaba babeando dentro de mi bóxer, y están tan dura como la de Francisco.

Rubén también solo miraba a sus tres amigos. Luis le quitó la camisa al muchacho de 28 años, tenía un torso casi lampiño, por no sé del mechón de vellos entre los pectorales y el pequeño matorral de pelos en el ombligo. Luis le quitó los pantalones y luego esa trusa negra que quedó a un lado de los pies de Rubén. Pedro estaba totalmente desnudo; un monumento de hombre frente a mis ojos siendo devorado por el hombre de 60 y el otro de 50. Vaya envidia que sentí.

Luis tragaba esa verga como si se fuera a extinguir el mundo. Y Juan solo miraba y le chupaba los pezones rosas. Pedro jadeaba y gemía con su grueso sonido bucal. Rubén tomó la trusa junto a sus pies, la olió un poco; tenía esa verga enorme bien dura, su pantalón no podía disimularlo. Me miró con seducción y me lanzo el calzón del chico. Me dio mucho morbo saber a qué olía, así que olfateé… olía muy rico, olía a macho.

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Francisco estaba muy entretenido con el espectáculo al frente. Rubén no aguantó más, y se desabrochó el pantalón para descubrir su enorme verga. A mi aún me causaba algo de pena; y por lo visto a Francisco también. Rubén al contrario andaba con el pito gordo siendo masajeando por sus grandes manos. Estaba tan abonado mirando como entre dos le comían la verga a Pedro, que olvidó que Pedro y yo estábamos mirándolo también.

Rubén se levantó, camino hacia ellos. La camisa le cubría hasta la mitad de sus redondas nalgas. Tomó a Luis, y le pidió que le chupara, y así lo hizo el hombre de 50 años. Entre los gemidos de Pedro y Rubén, lo único que pasaba por mi cabeza era <<mi verga va a romper mi pantalón>> estaba tan duro que me dolía mantenerme vestido. De pronto la mano de Rubén se colocó sobre mi pierna, me miró como si pidiera permiso, y luego tocó mi erecto pene que ansiaba ser liberado.

Pedro comenzó a abrir mi pantalón mientras me daba un buen beso. Sus manos hábiles bajaron de inmediato toda mi ropa; mi verga y mis huevos estaban a disposición de sus manos que comenzó a masturbarme.

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Con su mano izquierda, sin dejar de jugar mi miembro, se abrió los pantalones y con mucha habilidad quedó solo en una trusa gris, con unas enormes pelotas marcadas en la tela, junto a un grueso pedazo de verga con la punta muy húmeda.

Paginas (80 a 86 pendientes por subir)


---------------*-CAPITULO 7-------------------

Cuando subí al camión para volver a casa la nostalgia me invadió, me quedé un rato pensativo, anonadado, le daba vueltas a mi vida y sobre todo mis experiencias estos últimos días… ¿era gay? O ¿todo había sido morbo? Bueno fuera lo que fuese estar con Rubén ese fin de semana me había llenado en todos los aspectos, tanto sexualmente como sentimentalmente, había sentido cariño y eso es lo que más me preocupaba de todo… por qué a pesar del buen sexo del resto del viaje… no podía dejar de pensar en Guzmán.

—¿En qué piensas? —Preguntó Rubén. Estábamos ya a nada de llegar a la ciudad. Con el cambio de vegetación pude notar que estábamos llegando a casa. Una, máximo dos horas —dormiste todo el camino… y ahora estás muy callado.

—Nada. Solo trato de digerir que varios hombres me rompieron el culo—dije secamente—será complicado mirar a mi mujer sabiendo todo lo que hicimos.

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—Pasará… —Dijo Rubén como si se tratara de nada—un día lo superaras, y tu cuerpo pedirá verga otra vez, y de nuevo té sentirse una mierda, y luego aceptarás que solo se trata de sexo… a mí me pasó la primera vez que caí en esto… no podía si quiera mirar a mi mujer cuando estábamos en la cama; y ahora sé que solo es sexo.

Me quedé pensando un momento mientras veía por la ventanilla el camino de matorrales. Rubén me pegó un golpe con su puño a mi brazo y volví al mundo real...

—¿qué tal la noche? A poco no fue muy morboso ver a todos esos hombres desnudos y cogiendo… no puedes mentirme, vaya que lo disfrutaste.

—Mi parte favorita fue cuando te dejé la cara llena de leche.

—Eres un hijo de puta… me agarraste descuidado… pero un día de estos seré yo quien te llene. —Dijo riendo.

—Ya lo has hecho.

—Pero… no está de más llenarte una vez más.

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En ese mismo instante Rubén ya tenía su mando extendida para alcanzar mi bulto. Ese día llevaba unos jeans desgastados en color azul, y algo roto de las piernas; los vellos y algo de piel se asomaba por la abertura llena de hilos aguantando la ruptura. Cuando subas esos jeans siempre usaba trusa, los bóxers asomaban por la abertura y eso se me hacía poco sexy.

—Presta— dijo Rubén tocándome sobre el bulto. Que de inmediato comenzó a creer.

—¡Suelta! —Dije bromeando y pegándole la mano que ya oprimía mi verga semi despierta.

—! estás bien pendejo! Esta madre es mía y la voy a tomar todas las veces que yo quiera… —dijo regresando su mano iniciando un forcejeo de juego. Cuando con malicia tiró de la ruptura de mi pantalón, dejando la abertura más rota, exponiendo un gran hoyo que dejó mirar mi trusa blanca y mi pierna semi velluda. Mi primera reacción fue de enojo <<era uno de mis pantalones favoritos>> después, me dio risa… y luego morbo al sentir su enorme mano adentrándose para soñar mis huevos y mi Verga que ahora si estaba muy dura.

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—¿qué decías puto? —Dijo retórico con esa cara llena de malicia y coqueteo.

No dije nada. Solo dejé que él continuara con su labor de pelarme la verga que ya estaba llena de baba y dura con sus movimientos sirves y rápidos de repente. Su vista estaba dividida entre la carretera casi desierta y mis pantalones rotos de donde mi verga, salía por un costado de la trusa estrecha.

Me desajusté el pantalón y me los bajé kit o a todo lo que tenía encima para dejar que me masturbara con más comodidad. Algunos camiones altos nos rebasaban y me ponía caliente que hubieran visto que el trailero estuviera jugándole la verga a su acompañante.

—Estoy a nada de corréeme— advertí con la voz algo cortada.

—Hazlo— me dijo, mientras su mano agilizaba sus movimientos. En cosa de unos segundos la leche comenzó a brotar en grandes cantidades. Salpicó tan alto que no sé dónde tanto manché. Su mano quedó llena de ellos también. No dudó en llevarlos a la boca para saborear mi semen aún caliente.

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—Que rico—Dijo mientras terminaba de lamerse los dedos. Yo estaba exhausto. Estire la mano para alcancen unas Toallas. Me limpié hasta dejar mi pene seco.

—¿qué vergas crees que le diré a mi mujer cuando vea mi pantalón así? —Le dije a Rubén.

—Que te di una de las mejores pajas de tu vida y que dentro de ti llevas mi marca —río— cuéntale que fuiste mío.

—Estás pendejo. Nunca le diría eso…

—Entonces algo se te ocurrirá cuando pregunte.

Llegamos a nuestra ciudad esa misma tarde. Dejamos el camión en el aparcamiento donde mi papá tenía su flotilla de tráileres. Tomamos nuestros vehículos que habíamos dejados días atrás. Y nos despedimos como un par de amigos, sin caricias ni ningún otro tipo de roce. Fue como volver a la realidad, fue como si nunca hubiera ocurrido nada.

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Al paso de los días tuvimos una reunión en casa. Yo llegué junto a mi familia a la terraza de mis padres donde ya asaban carnes y bebían cervezas. Rubén estaba al asador, las mujeres en una mesa y mi padre… no sé dónde estaba mi padre.

—Que hay—saludé a Rubén de manera normal—¿cómo va todo?

—Supongo que bien —dijo el igual sin mayor emoción.

—Rubén ya me contó todo —dijo mi padre viniendo por detrás. Debieron ver mi cara…

—¿qué te dijo Rubén—dije nervioso.

—tranquilo. Todos lo hacemos. Hasta yo lo he hecho con Rubén —dijo mi papá. Fue muy extraño oírle decir eso…

—Ir a ver putas… habla de ver putas—intervino Rubén antes que yo dijera algo que nos pusiera en evidencia.

—Si… tranquilo. Solo se trata de ver —dijo mi papá— no pasa nada. Todos lo hemos hecho. No te sientas mal por eso.

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Mi risa se escuchó tan nerviosa. Estuve a nada de cagarla. Pensé que Rubén también se había dado a mi padre. Vaya que me sentí muy raro.

Al paso del día las cervezas hicieron efecto y todos estábamos ya muy ambientados. En una ida al viejo almacén de mi padre, donde guardaba vinos y cervezas, Rubén me atrapó interceptándome por atrás. Me dio un arrimón con sus fuertes piernas y su abultado paquete entre mis nalgas. De inmediato me hizo recordar ese cuerpo grande y sudoroso.

—¡espera! Aquí no. estamos en casa de mis papás—dije apartándolo, pero a la vez sin querer que lo hiciera.

—le puse seguro a la puerta, y tu papá está muy entretenido contando su chiste famoso a nuestras chicas.

Mientras decía eso su mano se metía dentro de mis bermudas para tocar mis nalgas. Su mano bajó hasta mi ano y comenzó a palparlo y a intentar introducirlo de golpe, yo me quejé un poco.

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Me bajo la ropa y se inclinó para lubricarme con su lengua. Su lengua daba giros y luego me penetraba repentinamente haciéndome gemir. Luego introdujo un dedo, hasta que sin darme cuenta ya estaban tres de ellos jugando en un mete y saca.

—¿No qué no? —dijo al ponerse de pie para emparejar sus labios con mi garganta. Yo solo gemía mientras él se acomodaba detrás de mí. Con su mano acomodó su verga en mi culo y con un empujón muy doloroso, me dejó su verga hasta adentro. Cada que la sacaba por completo y me la metía hasta al final, mis ojos se ponían en blanco y me llevaban al borde del orgasmo. Estuvimos clavando por unos 10 minutos… ya habíamos tardado de más, cuando escuchamos a mi padre venir hacia la puerta mencionando mi nombre una y otra vez como si me buscara.

De inmediato me puse en modo de alerta. De repente la manija de la puerta comenzó a girar alocadamente con mi padre detrás.

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—¿Rubén están ahí? —preguntó mi padre al mismo tiempo que Rubén se venía dentro de mí. Mi boca intentando no gemir estaba muy ocupada como para responder. Los fuertes chorros de leche impactaban en mis adentros con toda la fuerza de Rubén dando sus últimos empujes. Escuché las llaves de mi padre intentando abrir cuando yo me subía de golpe la ropa antes que pudiera limpiarme. Al mismo tiempo Rubén se acomodaba la ropa intentando abrocharse el pantalón.

Para cuando mi padre entró, ambos habíamos salido de ahí por la otra puerta que conectaba al garaje. Salimos y aparecimos del otro lado fingiendo que veníamos de la calle. Podía sentir la leche de Rubén mofando mis calzones.

—¿dónde se han metido? —preguntó mi esposa.

—hemos ido a comprar… —dijo Rubén —pero olvidamos llevar dinero.

Mi padre salió del otro lado y le contamos la misma versión. Entonces continuamos con la reunión, y en una de esas me escapé para limpiarme los mecos de Rubén.

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Mientras me miraba al espejo, y miraba mi rostro un poco ebrio me reía de mí mismo, y todas esas travesuras cachondas que estaba haciendo. Cosas que ni en mi adolescencia hice.

Ya pasada la noche mi padre me pregunto ¿qué me había parecido el trabajo de trailero? Él sabía que yo siempre me había negado a continuar su legado como dueño de la flotilla de camiones de carga… obviamente no le conté la versión real, pero le dije que era un trabajo cansado, aún que bastante entretenido.

—¿por qué no tomas tu lugar como futuro dueño? Rubén dice que tienes buena manera para esto…. Yo sé que todo el tiempo te negaste, pero pues ahora que lo has experimentado, está de más preguntarte…

—Por ahora no… creo que fue suficiente.

—La vacante sigue su un día quieres tomar tu puesto. Yo estoy a punto de tirar la toalla. Ya soy un hombre viejo, ya realizado… no creo poder continuar.

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—¿Qué pasará con tus camiones?

—Los venderé todos…o venderé el negocio completo… hay muchos interesados.

Me quedé pensando el resto del mes… pero sobre todo… en Guzmán. El hombre enorme del tráiler rojo. Había perdido incluso su número. Quise resignarme, pero la regadera siempre tenía un lugar para él y sus recuerdos. No sé cuántas veces me masturbé recordándolo… pero no era lo mismo que besarlo y sentir su calor al abrazarme.

—Tomaré mi lugar… —Le dije a mi papá una mañana llegando de la nada sus oficinas… pero primero quiero hacer más viajes… para conocer más las rutas y el trabajo… quiero ponerme primero en el zapato de los camioneros para ser un buen jefe —dije.

Total, mentira. Yo solo quería volver encontrar a Guzmán. Y en el primer viaje que hice junto a uno de sus camioneros (muy distinto a viajar con Rubén) nos paramos en aquel aparcamiento. Bajé de inmediato. Camine entre los varios camiones estacionados, y ahí estaba aquel tráiler rojo de deslumbrante pulido.

—97


Toque fuerte sobre la portezuela. No había nadie.

—¿buscas a alguien? —preguntaron detrás de mi espalda… era Guzmán. Con esa hermosa sonrisa, con esa mirada penetrante. —Volviste —Dijo sonriéndome.

—Tenía que… perdí tu número —Dije torpemente. —y también necesitaba… besarte otra vez.

Ambos nos coqueteamos antes de romper en un abrazo… el primer abrazo antes de volver cada 14 días solo para volver a verlo.

—98 (FIN)

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