Cuando cumplí 5 años tuve una experiencia un poco traumática con el agua. Era cumpleaños de uno de mis primos; por el hostigoso calor de mi ciudad casi todas las fiestas infantiles incluían baño de piscina. Los niños corrían por todos lados, era un poco difícil controlarnos; unos corrían por todo el local, otros brincaban en la piscina, los padres platicaban entre amigos, las madres en el chisme; todos intentando no despegar el ojo de sus hijos. Bastaron cinco minutos de descuido para que mis pequeñas piernas se resbalaran de la orilla, para mi mala suerte caí justamente en parte más profunda, mis pies no alcanzaban ni de milagro a tocar el suelo. La desesperación, los pataleos y el intento de salir, solo causo que comenzara ahogarme. Para mi buena fortuna alguien logró sacarme de ahí justo a tiempo.
Mi vista estaba algo nublada, sentía el agua en mis fosas nasales, comencé a toser y expulsar el líquido; estaba muy asustado, y mis padres aún más. Pueden tener por seguro que después de esa ocasión jamás volvieron a apartar los ojos de mí. Tanto fue el temor que mis padres decidieron tomar acciones para mi protección <<pensando que no siempre estarían para cuidarme>> La solución era meterme en un deporte acuático. Mis padres se obsesionaron con esa idea. No estuvieron contentos hasta verme inscrito.
Por mi corta edad solamente lo veía como un juego. Como amante del agua me encantaba estar metido en la piscina haciendo actividades; era como tener un baño de piscina tres veces a la semana. Hice amigos de mi edad, el maestro era a todo dar ¡Me divertía mucho! Nunca lo vi como un deporte. Para mí siempre fue un juego; era un simple niño divirtiéndose en el agua.
Pasado el tiempo la diversión se convirtió en pasión; tenía 12 años cuando gané mi primera medalla en las olimpiadas estatales. ¡Fue maravilloso! jamás había sentido tanta adrenalina. Fue un encuentro con la victoria la que me hizo adicto a querer más. A partir de ese momento decidí hacerme mejor en mi deporte. Mi maestro estaba orgulloso de mi, era la estrella entre sus alumnos; mis padres estaban tan emocionados como yo, aún que fue un gran infarto para ellos cuando les conté que quería aprender el arte de los clavados. No me detuvieron.
Para mis 17 años ya había recorrido mucho camino, era un clavadista muy avanzado. Las competencias estatales comían de mis manos. Tenía varios premios, reconocimientos y medallas ganadas, la mayoría de oro. Mi futuro era prometedor en ese deporte. Bueno, eso es lo que me metieron en la cabeza profesor tras profesor; mis padres no dejaban de tragar saliva y ponerse nerviosos al verme subir las escaleras, posar en lo alto del trampolín para luego caer en pique de una manera elegante. Podía sentir el agua rompiendo entre mi cuerpo, entrando como una flecha; era una adrenalina que no puedo explicar.
Para cuando cumplí 21 años las cosas pintaron mejor para mí. Las nacionales tocaron a mi puerta. El régimen, la rutina y sobre todo disciplina tuvieron que tomar rumbos más estrictos sobre mí. Para mi preparación, la selección de atletas de alto rendimiento me asignó a Rada Méndez <<Mejor conocido como la bala acuática>> Había sido campeón durante su juventud en las olimpiadas de 1980 en Moscú; una verdadera eminencia en los clavados. Tenía 40 años, era un veterano en el oficio. Uno de los entrenadores más prestigiados en el medio; estaba catalogado como el mejor nadador a nivel nacional. Había preparado a los mejores clavadistas y nadadores en los últimos 5 años. Cuando me enteré que él sería mi coach sentí demasiada presión, mucha emoción y miedo de no ser lo suficiente para su nivel.
En la primera semana de entrenamiento llegué tan puntual como siempre; treinta minutos antes. Nunca fui fan de llegar tarde, me frustraba ser el último, este tipo de deportes te obligan a ser demasiado exigente contigo mismo. Dejé a un lado la maleta, me senté en uno de los bancos a mirar cómo otros atletas practicaban en la alberca. Unos se tiraban clavados, otros nadaban de extremo a extremos dando brazadas tras brazadas. Los ruidos de los silbatos eran constantes, las voces de los entrenadores hacían eco en todo el lugar. Era un centro deportivo muy grande; era el más equipado de la ciudad; construido especialmente para la preparación olímpica profesional.
Del agua asomó uno de los nadadores. Se soportó de la orilla asomando solamente su torso y su rostro. El gorro cubría su cabello y las gafas sus ojos. Se miraba agitado. Nuevamente se preparó, se dio la vuelta y nadó hasta el otro extremo. Era muy ágil, tenía unos brazos potentes, velocidad acompañada de técnica en cada movimiento. Fue hasta la cuarta vuelta cuando salió impulsándose por sus fuertes brazos. Caminó hacia mí. Medía como 1.80 y era de piel blanca. Se retiró el gorro y las gafas; tenía ojos azules, cabello castaño claro y una sonrisa encantadora.
—¡Hola campeón! ¿Cómo estás? ¡Tú debes ser Ángel Saldívar! —Extendió la mano que aún conservaba húmeda.
—Sí, si... ¿Nos conocemos? —respondí extrañado; lanzó una risa al escuchar mi respuesta, y se presentó.
—Mi nombre es Rada Méndez. Seré tu nuevo coach muchacho—
¡Qué forma tan estúpida de recibir a mi nuevo entrenador! Mi cara se puso tan roja como un jitomate; tragué saliva, aclaré la vista y eché un ojo a la leyenda de la natación.
A simple vista no parecía un hombre de 40 años, se conservaba muy bien. Físicamente era un adonis, tenía un rostro muy atractivo, una barba tupida de un color castaño acompañada de unos bigotes enroscados. Su cuerpo se notaba maduro; ya no tenía que depilarse como nosotros los competidores, así que mantenía un cuerpo velludo: piernas, brazos, pecho, ombligo, todo por igual. Era la primera impresión, no pensé que se viera tan joven. Esperaba una complexión parecida a la de mis anteriores entrenadores: panzones, descuidados, pasados de los cuarenta años, y muy poco atractivos.
—Bueno. Que te parece si me esperas unos minutos. Debo ir a cambiarme para poder platicar contigo ¡No te esperaba tan temprano! aproveché entrenar antes de verte.
—Adelante, aquí le espero. ¿Quiere que me cambie de una vez?
—¡Por favor! Después de una breve entrevista quisiera ver toda esa habilidad de la que tanto hablan.
Esperé a que se fuera a los vestidores. Si algo debo agregar es que es tenía ¡un tremendo trasero! le hacía justicia al tamaño de sus piernas. Fue imposible no fijarme en el gran tamaño de su entrepierna. Era un poco difícil que no te llamara la atención.
Salí caminando de los vestidores. Ahí estaba él sentado a un lado revisando el teléfono móvil. Levantó la vista al mirarme llegar.
—¿Listo para comenzar?
—Si. La verdad no esperaba a un profesor tan joven. Por eso mi reacción tan desconcertante.
—No pasa nada. ¡Tampoco es que sea un niño! Así que tomaré eso como un halago. Bueno, me gustaría saber un poco de ti, de tu trayectoria en los clavados, y sobre el camino me guiaré para hacerte más preguntas. Después pasaremos a las piscinas para unas pruebas físicas, sobre todo para conocer tu técnica. Eso me servirá para plantearme una metodología, detallar tus aciertos y corregir tus errores ¿estamos?
—Si entrenador.
—Prefiero que me llames Rada o Méndez. Aquí soy tu coach, pero también seré tu aliado para este deporte. Quiero que te sientas cómodo y relajado conmigo; más que tú entrenador seré un guía para tu carrera.
Adaptarse a Rada fue muy fácil. Tenía métodos muy amigables, era como entrenar con un amigo. Al principio si fue desgastante acomodarme a sus ejercicios; descubrí que no tenía todo mi potencial en funcionamiento. Dos semanas sufrí para acondicionarme. Pero a partir de la tercera semana mi aguante respondió. Mi coach se sorprendió de lo rápido que había subido de nivel. Nos veíamos tres veces a la semana. De dos a tres horas diarias. Acababa exhausto. Cada semana me ponía obstáculos nuevos y metas nuevas que superar. Para el segundo mes me había moldeado tal y como quería.
—¡Bravo Ismael! —Dijo en voz alta chocando sus palmas una y otra vez. Estaba orgulloso de mi avance.
—¡Lo logré! ¡Pensé que no lograría jamás ese giro! — chócanos las manos y nos dimos un enorme abrazo.
—¡Perfecto muchacho! Bueno, ve a las regaderas. Nos vemos en el siguiente entreno.
En poco tiempo me hice el favorito y el consentido de Rada. Así como pasaba con todos mis profesores; Nunca supe que les causaba para hacerme tan indispensable. Siempre quise pensar que se trataba de mi empeño por hacer las cosas bien, y por el esfuerzo de cada día.
Todas las tardes después de mi entreno me gustaba quedarme un poco. Siempre le dada un horario un poco más tarde a mi padre, para pasarme a buscar. Me gustaba sentarme a mirar entrenar a Rada. Temo decir que fue quien abrió mis ojos para darme cuenta que el sexo masculino me llamaba la atención. Me robaba la mirada verlo nadar, tenía unos brazos fuertes y unas piernas muy llamativas. Siempre usaba bañadores ajustados color rojo o azul <<aún que con ese tamaño de piernas lo que fuera le quedaría entallado>> el tamaño de su miembro dejaba poco a la imaginación, se notaba que no tenía nada pequeño entre las piernas, con la tela pegada y húmeda se dejaba admirar la forma de su pene acomodada de lado y oprimida entre sus grandes huevos.
A veces llegué a sentir que tenía un trato muy especial sobre mí. Sobre todo, el día que pase el primer filtro de las preliminares; de sus nueve atletas habían sido el único que logró quedar para la segunda de tres etapas. Para celebrar hizo unas carnes asadas en su casa, y después de unas cervezas noté que había un tacto exagerado sobre mí. ¡Desde luego que no me desagradaba! al
contrario, fue algo que causó uno que otro sueño húmedo al igual que varias chaquetas nocturnas.
Por cuestión del destino tuvimos que pasar los entrenamientos a un horario un poco más nocturno. Habíamos estado entrenando de cuatro a seis de la tarde; pero por ajustes de rutina del coach trasladamos el horario de ocho a diez. El problema es que mi padre no coincidía con ese horario, sin embargo, Rada se ofreció a ir por mí, y sin duda mis padres aceptaron al saber que él me regresaría también. A pesar de ir más tarde había una ventaja: a partir de las nueve el estadio quedaba casi desierto, las piscinas quedaban más libres, podías concentrarte más, y no tenías que batallar tanto para ocupar lugar en las regaderas.
Contábamos con dos semanas para prepararme. ¡Tenía que pasar ese segundo filtro! debía entrenar más fuerte, y por consiguiente muchas veces el horario nos ganaba; a partir de ese momento Rada quiso que obtuviera mayor confianza, y desde luego mejorar mi condición física. Para ello se metió a nadar conmigo. El reto era nadar más rápido que él y mejorar mi respiración; eso como extra antes de pasar a los clavados. Pero él no contaba con el peligro al que exponía mi concentración; su cuerpo tan cerca solo lograba ponerme más nervioso. Mis ojos se alegraban de verlo en bañador, y a veces en bikini. Disfruté mucho de esa etapa.
Uno de esos días después de dar varias vueltas un calambre en la ingle me sorprendió, dejé de nadar a media piscina y Rada notó mi ausencia al llegar a la orilla; se me complicó un poco nadar hasta él.
—¿Todo bien Saldívar?
—¡Creo que me está dando un tirón en la pierna!
—¡Salte, y acuéstate! iré a mi maleta, tengo algo para evitar una contractura.
Hice lo que dijo; salió corriendo a los vestidores y yo me tumbé al piso. Regresó con un tubo de analgésico, me pidió que no me levantara, Se arrodillo muy cerca de mi, su cuerpo y su bulto tan me ponía muy nervioso; me estiró la pierna, me dió un masaje, sus manos recorrían mis pantorrillas, mi rodilla y luego presionaba en mi muslo tratando de relajar las fibras musculares. El problema es que sus manos tan rudas me estaban estimulando muy cerca de mi zona íntima, palpaba zonas muy erógenas; tuve que resistir y pensar en otra cosa para evitar un accidente entre mis piernas. ¡Obviamente hablo de una erección! más cuando sin querer, un reflejo me hizo rozar su enorme bulto. El no prestó atención, así que fingí mover la pierna con otro reflejo para volver a sentir ese pesado bulto colgante entre sus piernas.
—Quédate así un rato. Iré a llevar mis cosas.
Por suerte me dejó un momento a solas; de lo contrario habría notado el interés que tenía en él al ver mi verga dura que comenzaba a hacer una evidente aparición. Volvió y de nuevo se arrodilló, palpó un poco mi pierna <<cosa que no ayudó mucho a mi testosterona>> hizo un par de flexiones en mi pierna, me preguntó si aún me dolía, y extendiendo su mano me invitó a ponerme de pie. Para ello mi miembro estaba tan despierto que era un poco difícil ocultarlo. Para mi buena y mala suerte tenía una buena verga. 19 centímetros bien proporcionados. Quise cubrirme un poco con mi mano, pero se dio cuenta. Tuve algo de pena, pero él lo tomó con algo de gracia.
—¡Tranquilo! ¡Es totalmente normal por el estímulo y el movimiento de mis manos! A mi igual me pasa cuando me dan masajes.
—Lo siento. Son reacciones que no puedo controlar.
—Bueno campeón hemos terminado por hoy. Esa pierna debe descansar hasta el próximo entreno para evitar una lesión. Te dejaré algunas cremas y un des inflamatorio para evitar que pase a más. ¿Te parece si nos duchamos para luego llevarte a casa?
—¡Claro que sí!
—Ve adelantándote a las regaderas. Iré a mear. Termina para que pueda bañarme.
Por normas oficiales quedaba estrictamente prohibido compartir regaderas entre atletas y entrenadores. Supongo que por eso Rada prefirió hacer algo de tiempo en lo que yo terminaba de bañarme. Rápidamente me desvestí y me metí a la ducha; era la primera vez que veía las diez regaderas vacías y sin el ruido de agua cayendo. Los simples pasos hacían eco en el amplio lugar. Dejé el agua fría caer sobre mí, necesitaba que mi verga dejara de estar dura. Pero era imposible con el recuerdo del contacto de mi pierna con el paquete de mi entrenador.
Quise dejar de pensar en ello y traté de concentrarme en otros temas ¡Que suerte la mía! mi verga comenzó a bajar y a perder dureza. Unté el jabón por mi cuerpo y empecé a bañarme.
—Creo que me bañaré contigo para ahorrar tiempo. Después de todo ¿quién podría vernos, si no hay nadie más que el guardia? —
Fue inevitable voltear a verlo. Rada estaba completamente desnudo caminando a la regadera junto de mí. Mi corazón se aceleró, me puse muy nervioso, tartamudeé al responder. Era la primera vez que miraba a mi entrenador sin bañador. Tenía una verga gorda y larga <<y eso que estaba dormida>> era mucho más grande de lo que aparentaba con el traje de baño. El glande se asomaba un poco bajo el prepucio, tenía un matorral de pelos bien recordados y gruesos. Y unos huevos enormes que chocaban entre ellos al caminar.
Escuché la regadera soltar agua a presión, suspiró fuerte, frotó el jabón entre sus manos, pasó la espuma por su maravilloso cuerpo peludo ¡cuando de sus manos torpes su jabón resbaló cayendo algo cerca de mí! Traté de no mirar, pero los ojos me traicionaban; fui muy obvio, no pude evitarlo. Recogía el jabón cuando dijo algo que me hizo morir de la pena.
—¿Que pasa Ismael? Te siento muy inquieto. A caso ¿nunca habías visto una verga? — y la realidad es que la desnudez se vuelve algo tan común cuando entrenas en un estadio como ese. Las normas te obligan a bañarte antes de entrar a la piscina, y después de salir; por lo tanto, todo el tiempo estás rodeado de gente desnuda. Pero nunca me había sentido atraído por un varón hasta que Rada Méndez llegó a mi vida. Estuve rodeado de jóvenes con los penes expuestos al aire y no tuve ni una mínima reacción.
—¡No es eso! Es solo que nunca había visto una tan grande. He visto demasiados penes aquí; pero nunca una de esa magnitud.
—Estoy acostumbrado a esa impresión. ¡Aceptó que tengo una verga muy grande! Recuerdo que cuando estaba en competencia, mis compañeros y todos se quedaban mirando mi bulto. ¡Lástima que esté en la banca desde hace mucho tiempo?
—¿En la banca? No entendí.
—Me refiero a que hace mucho que no tengo sexo. ¡No seas tan ingenuo! —Dijo en broma—¡No me digas que eres Virgen! ¿Ismael... es en serio?
—Pues yo no lo dije, usted lo adivinó.
—¡No me jodas! Perdón por mi vocabulario ¡pero, no me jodas! ¿Qué ha pasado ahí?
—Estoy muy concentrado en este deporte. Nunca me he tomado el tiempo para fijarme en alguien.
—¡Hombre, estás desperdiciando la mejor etapa de tu vida! Eres guapo, eres agradable, eres un crack en los clavados ¡tienes todo! Cualquiera estaría enamorado de ti.
Se suponía que esa plática nunca debió ocurrir. Los deportes olímpicos son muy estrictos y cuadrados acerca del trato que debe existir entre el competidor y el entrenador. Así que me hizo prometer que no debíamos hablar de haber tenido esa plática.
—Bueno, ya sabes mi secreto. Ahora respóndeme tu ¿por qué llevas tanto tiempo si usar esa cosa?
—Es muy difícil de explicar.
—Yo ya te expliqué. Ahora soy todo oídos.
—¿Tu dejarías que te metiera esta madre? —Sacudió su verga para enfatizar a qué cosa se refería—¡obviamente no! Si ya dormida asusta ¡imagínate cuando se pone dura y no puede ni cerrarme la mano!
—Entonces ¿no es que dependa de ti?
—Mira. Son muchas cosas. Hace dos años me divorcié, y durante el proceso me mantuve un año en abstinencia debido al estrés, este último año intenté algo dos veces, pero a ambas les dio miedo. Te digo, no depende de mí.
—Qué extraño. Yo no tendría problema—hablé en voz alta, sin darme cuenta dije lo que pensaba, y Rada se extrañó con mi respuesta.
—¿Que dijiste? ¿Escuché bien?
—¿Que dije de qué?
—Acabas de decir que no tendrías problema con mi verga.
—¿yo dije eso?
Ambos nos quedamos muy callados. Aunque mi verga estaba gritando su interés a través de una erección muy descontrolada. Giré mi rostro para verlo nuevamente, aproveché para admirar su verga que entre sus manos llenaba con jabón. Rafa insistió con la misma pregunta, no dije nada, pero moví la cabeza de arriba abajo en señal de aprobación.
—Dime algo Ismael... ¿Eres maricón? —tragué saliva con esa pregunta, pero nuevamente asentí—Ven, acércate para verla mejor, no tengas pena. Ya se me hacía extraño tantas miradas sobre mi pene. No pienses que no me di cuenta de cómo te me quedas viendo cuando llevo el bañador; por un momento pensé que solo eran miradas de sorpresa, por eso del tamaño.
Me acerqué a él y comenzó a sobarse el pene, poco a poco fue perdiendo flacidez, y sus increíbles centímetros comenzaron a hacerse descomunales, crecía a lo largo y a lo ancho. La adrenalina que estaba sintiendo no puedo explicarla, no sabía cómo tomar las cosas. No es normal que tu entrenador te diga "ven a mirarme la polla"; yo miraba sorprendido la actividad entre su mano, sobre todo por el tamaño que estaba tomando, cálculo que no menos de 22 centímetros. Era un hombre grande en todos los sentidos. Me quedé muy quieto frente a él, casi podía sentir el calor que radiaba su cuerpo; a muy cortos centímetros tenía a mi profesor desnudó con una erección hermosa
—¡No puedo creer que seas Virgen aun! Tampoco que seas homosexual; no tengo problema con ello, también he cogido con hombres. De hecho, uno de los dos intentos del año fue con un chico. ¿Recuerdas que al inicio te dije que en este deporte serías mi amigo, y también mi confidente? Pues esta es la forma de demostrártelo. Conmigo puedes experimentar si quieres. Sé que es un poco vergonzoso decir "soy Virgen" pero podrías hoy dejar de serlo si tu quisieras.
Definitivamente se trataba de una insinuación. Ahora comenzaba a entender el trato cariñoso sobre exagerado conmigo. Creo que mi profesor igual sentía atracción por mí. Y aprovechando la situación, no le costó quitarse el título de maestro para pasar como un prospecto de amante. Mi verga estaba tan parada como la de él, más cuando sentí su mano húmeda oprimir el tronco de mi miembro.
—¿Ves? No pasa nada, todo queda entre amigos. Ambos tenemos lo mismo; igual y ganamos los dos. Tu dejas de ser Virgen y yo me desempolvo un poco las telarañas. ¡Pero dime algo! Me dejas un poco nervioso con tanto silencio.
—Es un poco extraño, y su mano me tiene muy relajado—Sentía su mano tirar de arriba a abajo la piel de mi pene—¡Esto es muy extraño! Solo no imaginaba que esto pudiera ocurrir.
—¡Discúlpame! Por un momento perdí el piso con la calentura. Más cuando rozaste mi bulto mientras te bajaba el calambre. Supe que había algo. Pero no quise ofenderte, ni mal interpretarlo—Retiró su mano.
—No, nada de eso—Regresé su mano a mi polla—Me gusta. Puedes continuar. De hecho, los roces fueron intencionales; desde el primer día me fijé mucho en ti. Aunque guardé mucho respeto. ¡Pero me gusta que esté ocurriendo esto! espero que no se trate simplemente de otro sueño húmedo con usted.
—Ahora te demostraré que tan real es todo esto.
Movió su mano lento alrededor de mi verga. Sus ojos no despegaron la mirada de los míos. Estaba muy caliente. No quise quedarme atrás y puse mi mano sobre su pene. Ya en mi mano se sentía más grande y sobre todo muy gorda. Comencé a moverla, pero pesaba demasiado. Mi mano era pequeña al lado de su enorme tronco. Él agua rompía sobre nuestras miradas fijas. No pudo terminar mejor que con un beso bien plantado. Clavó sus labios en los míos y dejándome guiar, seguí la buena maña de su boca para hacerlo tan bien como él. Nos pegamos aún más. Y fue cuando recordé que estábamos en un área pública.
—¡Espera! Alguien podría entrar.
—Cerré la puesta con seguro—Me respondió con una sonrisa que jamás le había visto—¿Entonces que has decidido?
—¿A caso no te he respondido lo suficiente?
—Eso sólo fue un beso y un poco de tacto. Perder la virginidad va más allá que solo esto.
—Entonces quiero averiguar qué hay más allá de los besos.
—Quizá hoy sea demasiado pronto para eso. Tenemos el tiempo medido. En casa te esperan, el guardia conoce nuestros horarios y será extraño que tardemos más. Así que lo que hoy puedo ofrecerte es la mejor mamada de tu vida.
Sin hacernos perder más tiempo sujeté su verga y seguimos en ese beso. El besó mi cuello, y bajó hasta mi verga. La besó, la observo y luego la llevó a su boca. La tragó toda; sentí que me correría muy rápido con su forma de chupar tan experta. Me giró y me pidió que abriera las piernas, me abrió las nalgas y su lengua hizo un trabajo espectacular en mi ano.
—¡Que buen culo tienes Ismael! Mejor que cualquiera que haya probado.
—¿por qué lo dices?
—¡pues mira nada más lo duro que me lo tienes! Me encanta el tamaño y la forma de tus nalgas; lampiñas, lindas, y con el culo bien estrecho. Nunca había probado uno Virgen—Concluyó con un apretón y con una nalgada.
Nunca había experimentado el sexo oral; ni en la polla ni el culo; ambos se sintieron muy bien, pero admito que al introducir su lengua me puso los ojos en blanco al grado de sentir la curiosidad de sentirlo dentro de mí.
Después de hacerme estremecer, cuando vio que no aguantaba más, se detuvo y me pidió que me arrodillara. Nunca le había practicado sexo oral a nadie; así que también sería mi primera vez. Acercó mi cara con su mano. El glande de Rada era robusto e imponente, del mismo tamaño de todo el tronco. Jamás había mirado una tan de cerca. Primero le di unos besos; imitaba los que vi que hizo conmigo. Después de eso la fui metiendo a mi boca ¡daba trabajo meterla! Hice mi mejor esfuerzo. Bajé a chupar sus enormes huevos; abría las piernas para que llegara a la altura de su culo.
Estuvimos así por unos cuantos minutos hasta que me avisó que se vendría. Yo quería ese espectáculo en primera fila. Dio un paso atrás para comenzar a lanzar toda su leche caliente sobre mi pecho. No me sentía listo para recibirlos en la boca. Lanzaba unos chorros enormes con la fuerza de una bala. La escena fue suficiente para ayudarme a masturbarme y venirme a pocos segundos después de él.
Salimos limpios y relajados. Nos despedimos del guardia.
—¿Hoy más tarde profe?
—Si. ¿Cómo ve don Jorge? El muchacho está a una semana de su segundo filtro. Hay que meterle duro.
<<Desde luego que quería meterle duro, más bien quería que él me la metiera>> nos despedimos y nos subimos a su auto para llevarme a casa.
—Ando bien relajado gracias a ti. Hace mucho que no tiraba tanta leche.
—A mí también me gusto demasiado. Espero pronto pueda pasar a la siguiente base.
—Tendremos que esperar. Por el momento quiero que te enfoques en la prueba. Estamos a pocos días, lo estás haciendo perfecto. Pero tenemos que concentrarnos y afinar detalles.
—¡Tranquilo! pasaré ese segundo filtro sin complicaciones.
—Amo tu confianza. Pero en ti tengo mi prestigio; así que enfoquémonos.
Bajé del auto; pero antes de irme me tomó del hombro y me regaló la mejor forma de alentarme.
—¡campeón! Obtendrás lo que quieres. Si pasas ese filtro, te prometo que volveremos a divertirnos—Estaba ansioso de pasar esa competencia.
Pasaron días de duro entrenamiento. Nos olvidamos por completo de lo ocurrido en las duchas. Nos hicimos de la vista gorda, creo que era más fácil para los dos. Al fin y al cabo, solo había sido algo de tacto, unos besos, sexo oral y nada más. Aun así, mis ojos no podían dejar de observar lo bien que se miraba Rada; después de haber visto su maravilloso cuerpo desnudó fue imposible dejar de recordar el fogoso momento. Me masturbaba casi todos los días pensando en él. En las prácticas él actuaba completamente normal. No se tocó el tema, no hubo insinuación, ni miradas extrañas. Todo regresó a la normalidad. Tal vez solo intentaba concentrarse en la competencia. Y no era para menos.
—Y con un promedio final de 9.8 en el total de cinco clavados, el jurado ha decidido que Ismael Saldívar es el nuevo campeón de la categoría juvenil de promesas olímpicas ¡Ocupando el primero de cinco lugares a otorgar! ¡Muchas felicidades por la excelencia! ¡Éxito a nuestros nuevos atletas mexicanos! —Dijo uno de los jueces al micrófono.
Rada Méndez corrió a abrazarme; también el resto de mis compañeros me felicitaron; sabía que desde las gradas mis padres estarían tan eufóricos y felices por mi nuevo triunfo. Ahora solo faltaba el último y más grande reto. En el filtro final, me enfrentaría a todos los numero uno de la República, pero de ahí saldrían los prospectos a las próximas olimpiadas. No era cualquier cosa, me estaría jugando mi futuro; el mínimo error me llevaría a la banca. Mi concentración tendría que estar al límite. Los entrenamientos nuevamente pasarían a otro nivel; así que ahora sí, debía sacarme por completo cualquier tipo de distracción. Y eso incluía el morbo hacía mi entrenador.
Después de tantos halagos y felicitaciones los jueces nos pidieron pasar a la premiación. De uno en uno mencionaron los cinco lugares; nos colocaron una medalla al cuello; subí orgulloso a la tarima de niveles. Estaba sobre ese primer lugar que tanto había deseado. De frente miraba a los entrenadores felicitarse entre sí. Rada no apartaba los ojos de mí. Estaba feliz de su trabajo y de mi empeño. Ambos habíamos hecho un excelente trabajo.
La ceremonia tardó como cuarenta minutos. Mis padres me buscaron a mi entrenador. Agradecieron a Rada por el excelente trabajo.
—Yo solo he sigo un guía. El verdadero trabajo lo ha hecho Ismael. Aplica bien todos los consejos y sobre todo se entrega al cien en los entrenos. Es el reflejo de tantas horas de entrenamiento; deben estar orgullosos de tener un hijo tan maravilloso—Les dijo Rada a mis padres.
—¡Sin duda! Estamos encantados con que seas tú su entrenador. Ahora viene la parte final. Supongo que deberá dar el doble de todo—Respondió mi padre.
—Tendremos que redoblar esfuerzos. Conozco bien el tercer filtro; esto fue solo la entrada comparado al plato fuerte. Esta vez competirá contra los mejores de otros estados. Aun no nos avisan de la sede; así cómo puede ser aquí, puede ser en otro estado. Regularmente lo hacen en zonas céntricas del país.
—¿qué ocurre si no podemos asistir? —preguntó mi madre.
—No se preocupen por ello. Él se irá conmigo; de hecho, preferiría que, si van, fuera de sorpresa después del nombramiento. Saber que están mirándolo solo lo pondría más nervioso. ¡Lo digo por experiencia propia!
Al regresar de los vestidores miré a mis padres platicando con mi entrenador. Me acerqué a ellos con una sonrisa gigante enseñándoles la medalla que lucía en mi cuello.
—¡Hola campeón! —me abrazó papá.
—¡Lo hiciste perfecto hijo! Estamos muy orgulloso de ti—mamá estaba muy feliz <<bendito el día que pasé a ahogarme. Era la razón de estar en ese lugar>> me dije a mi mismo.
—Les comentaba a tus padres que muy posiblemente nos toque irnos a otra sede para el último filtro. Esto fue solo botana de este deporte; ahora si es hora de mostrar de que estás hecho. Lo que viene ya es el todo por el todo. Tengo toda mi fe puesta en ti; así que es momento de redoblar esfuerzos.
—Lo sé, estoy ansioso por comenzar. Es lo que siempre esperé. Gracias por confiar en mí.
El filtro final sería en dos meses. Nos tomamos una semana para descansar y relajarnos un poco. Me advirtió que el juego de niños había terminado; ahora comenzaría una nueva etapa. El entreno del lunes seguiría en él horario de la tarde. Llegué treinta minutos antes como siempre. Rada salió del agua para pedirme que me cambiara en lo que terminaba de entrenar. Mis ojos se iluminaron al ver semejante cuerpo; era imposible quitarme de la mente esa tentación. Debía hacer algo o el morbo me comería vivo; ver su paquete húmedo y tan abultado me robaba el aliento, dejándome con ganas de volver a probar esos 22 centímetros.
Algo pasó durante los primeros tres entrenos. Estaba desconcentrado, muy ansioso, estresado. Creo que bajé un poco de nivel. Estaba ocurriendo algo conmigo, y tenía que expresarlo antes que yo mismo me auto saboteara. Esa tarde al escuchar el silbato de rada indicándome que el entrenamiento había concluido, salí del agua para sentarme en las bancas.
—¿Que te ocurre? Te noto fuera de órbita—preguntó mi entrenador—Tienes que meterle más ganas, te siento lento, desanimado ¿qué ocurre? Solo tenemos dos meses para hacer esto juntos. No me dejes hacer el trabajo solo, necesito ver al Ismael de hace una semana.
—La verdad es que estoy desconcentrado por una sola razón. Y esa razón eres tú—Tuve que decirlo o la mentira me partiría en dos—no puedo concentrarme con tu presencia.
—¿Quieres otro entrenador? ¿Hice o dije algo que te pusiera en esa posición?
—No. Pero... no he podido de dejar de pensar en esa tarde en las duchas. Y el morbo me sigue carcomiendo; cada vez que te miro salir del agua en bañador me vuelvo loco. Creo que fue un error. No he podido dejar de pensar en ti.
Rada se levantó y caminó unos pasos de ida y vuelta. Me miró; sabía que el error lo había cometido él por brincar la barrera de lo éticamente profesional. Se sentó a mi lado, le dio dos palmadas a mi pierna; el lugar estaba ya completamente vacío.
—No fue un error. Fue un impulso. No sabía que eso repercutiría en tu rendimiento, lo siento. Me gustaría decir que no causas lo mismo en mí, pero sería mentirte. La diferencia es que yo he aprendido a controlarme. ¡No está bien que tu alumno te guste! Pero la verdad es que sí. No quería que ocurriera de nuevo; no por qué no quisiera, más bien para no romper tu concentración.
—Quiero perder la virginidad contigo. Puedo prometerte que después de eso podré concentrarme más.
—Acompáñame a las duchas.
Entramos a los vestidores y me recargó fuerte contra los armarios metálicos. Sus manos tomaron mis manos dejándome inmóvil. Sentía su respirar muy cerca de mí.
—¿Estás seguro que es lo que quieres? —Preguntó.
—Más que nunca—Respondí.
Entonces me besó ¡fue la gloria sentir nuevamente esos labios gruesos besarme con tanta pasión! Besó mi cuello, pude notar en su pasión que el igual esperaba ese momento. Bajé una de mis manos y sentí su verga dura al palpar sus pantalones. Noté que su respiración se agitó con el frote de mis manos.
—Espera. Debemos ir a otro lugar. Es muy peligroso aquí ¿te regañan si llegas más tarde de lo normal?
—No, si hay una buena excusa que puedas darle a mi padre.
—Ya se me ocurrirá algo. Toma tus cosas; iremos a mi departamento.
No lo pensé ni dos veces. Nos subimos a su auto y condujo hasta su departamento. En todo el camino mantuvo su mano sobre mi pierna, se sentía bien el calor que su mano irradiaba. No hablamos mucho. Al menos no de lo que estaba a punto de pasar. Llegamos al lugar. Entramos, era un ambiente muy minimalista. Tenía una sala de muebles modernos, cuadros pintorescos; apenas miraba lo lindo que estaba el lugar cuando se lanzó sobre mí. Me tiró sobre del sofá, me quitó la playera y con sus fuertes brazos retiró la suya. Se inclinó para besarme mientras abría su pantalón, lamió mi cuello y gemí de lo rico que lo hacía.
Nada me haría quitármelo de encima. Se movía entre mis piernas restregando su paquete contra el mío. Me abrí el pantalón e inmediatamente su mano sacó mi pene erecto, comenzó a masturbarme mientras sus besos no se detenían. Jamás me sentí tan caliente y tan atraído por un hombre; saqué su pedazo de verga, se puso de pie y acerqué mi nariz para oler ese aroma a macho sudado. Metí la enorme cabeza de su pene a mi boca, costaba trabajo, pero tenía que practicar si quería seguir comiendo semejante macho.
Nos pusimos de pie y me recargó contra la pared, bajó mis pantalones, y mis calzones de un solo tirón, dejando mi culo lampiño expuesto frente a él, vi su ropa salir volando, por un lado, se arrodilló frente a mi trasero, sus manos tomaron mis nalgas para abrirlas, su lengua frotó mi ano, puso presión para introducirla y relajarme. Se sentía increíble.
Después de haber lubrica mi culo con su saliva comenzó a intentar introducir un dedo. Acariciaba el contorno de mi culo, comencé a sentir cuando entraba, me pidió que me relajara y no oprimiera las nalgas. Con la mano que tenía libre comenzó a acariciar mi perineo, los huevos y mi verga para mantenerme duro. Su dedo comenzó a deslizarse dentro, sentí algo de dolor, pero nada no aguantable. Tenía un trato muy suave, pronto su dedo entraba y salía con facilidad, haciéndome sentir una sensación placentera que jamás había vivido.
—Tienes el mejor culo que he visto. Justo como me gustan. No me cansaría de comérmelo—Dijo rada olfateando entre la raya de mis nalgas.
—Quiero sentirte dentro.
—No quiero lastimarte. Estás demasiado estrecho.
—Tarde o temprano tendré que probarla, y con suerte no será la única ocasión. Así que ¿qué más da si duele?
—Quizá al principio te duela, pero te prometo que luego te va a gustar. Tanto que no querrás que nunca te la saque.
Se puso de pie, sentí su verga acomodarse entre mis nalgas, tomó mis caderas, embarró su miembro forzando a mis nalgas a abrirse. Puso presión haciéndome sentir la punta, intentaba abrirse camino dentro de mí. Sentía como mi culo hacía todo lo posible para darle entrada a su grueso pene. Fue por lubricante, lo coloco en uno de sus dedos y nuevamente lo introdujo dentro de mí, con esa crema el dedo ya no entraba tan áspero. Después metió otro de ellos, y cuando logro meter el tercero supo que ya estaba listo para recibir su verga dentro de mí.
Volvió a colocarse detrás de mí. Colocó su verga en posición nuevamente, esta vez puso más fuerza sobre mí. El primer empuje fue algo brusco, pero logró abrirse camino dentro de mí. Pegué un gemido que sonó más como un grito de dolor.
—¿duele? —me preguntó preocupado. Respondí que sí, pero le pedí que por nada del mundo se saliera. Sentía su verga caliente entrando lento en mí. No me importaba el dolor, no me importaba si me escuchaban gritar, yo quería que Rada me hiciera suyo. Quería ser su campeón en la piscina y en la cama.
Sentí cuando llegó al tope. Se sentía más grande de lo que se miraba por fuera. Se movió lento y con cuidado para no lastimarme. Mi culo se sentía vacío cuando salía y nuevamente muy lleno cuando entraba hasta el fondo. Bastaron unos minutos para comenzar a disfrutar las embestidas de mi profesor de natación. ¡Que rico cogía! Al parecer del trampolín no eran los únicos clavados que hacía bien. Sus grandes manos me traían contra él para meter más duro y más a fondo. Gemía sin parar; al parecer le gustaba escucharme disfrutar de su verga. Mis ojos estaban en blanco.
Me gustaba cuando se detenía con su enorme bestia dentro de mí. La sacaba lentamente, centímetro a centímetro hasta dejarla casi al final de la salida para luego meterla hasta el fondo como un fuerte toro. Sus huevos chocaban contra mis nalgas haciendo un sonido continuo de golpeteos. Por dentro le rogaba que no me la dejara de meter por nada del mundo. Mis manos se sostenían fuerte de la pared arqueando mi espalda como todo un experto, no tuve que hacer mucho << ¿para que interrumpir al experto?>>
Respiré profundo, me relajé y disfruté de lo rico que me la estaba pasando. Estaba listo para darlo todo en la competencia, así como él me estaba dando con todo. Estaba muy relajado. Con cada clavada sentía como me despegaba las piernas del piso, su tamaño contra el mío imponía fuerza.
—¿Te gusta? —Dijo con su respiración muy agitada.
—Más que cualquier cosa.
—¿ya estás contento? ¿Ya puedes concentrarte en lo tuyo?
—Pondré tu título en alto si prometes cogerme siempre.
Fueron palabras afrodisíacas para sus oídos. Por qué de inmediato me movió de lugar a los muebles para cogerme más duro.
Parecía un muñeco de trapo a su lado. Me gustaba verlo sobre de mi con mis piernas alrededor de su cintura. Miraba cómo su verga entraba hasta que sus vellos púbicos toparan con mi ano. Su sudor no dejaba se caer sobre mí. Su pelaje estaba húmedo. Su boca agitada no dejaba de exhalar aire. Era un animal. Me encantaba ser su presa.
—¡Ya me voy a venir! —aviso con un grito.
—Vente dentro. ¡No pares! —Comenzó a gemir con cada venida. Eran como aullidos de lobo. Sentía el líquido caliente dentro de mí. No paraba, se estaba corriendo más que la última vez. Sentía su verga contraerse una y otra vez, se inclinó para besar mi boca, la mordió y me miró a los ojos para sonreírme.
—¡Vaya cogida! Ahora si me has desempolvado por completo campeón.
—Y yo ya no soy Virgen.
Ambos reímos por los comentarios finales. Me sacó su verga poco a poco, sentía como iba saliendo dejando un gran espacio en mi ano. Incluso cuando me puse de pie, aún me dolía un poco. Vi su verga aún dura colgando entre sus piernas por lo pesada que estaba, me tenía verdaderamente sorprendido por todo lo que mi culo se había tragado. Nos dimos un baño, y hubo algo de cariño bajo el agua. Sentía como irradiaba algo especial entre sus besos y abrazos. ¡Forma tan majestuosa de coger! ¡Vaya forma tan linda de querer!
—Ahora sí. Tienes que rendir cuantas en los entrenamientos. Y más vale que des la talla campeón.
—Me encanta cuando me dices campeón.
—No nos desviemos del tema. ¿Me prometes que ahora si lo darás todo? En serio añoro verte triunfar en la competencia de clavados.
—Solo si me prometes que tendré esto todas las veces que quiera—Dije sujetando su gorda verga dormida.
—¡Ya veremos! Ahora si tendrás que ganártelo.
Esa noche me llevó a casa y pidió hablar con mi padre para darle una explicación. Le dijo que me había llevado a cenar para celebrar la victoria; pidió una disculpa por no haber avisado. Mis padres estaban encantados con Rada, ni siquiera me cuestionaron ni me pusieron peros.
Yo estaba más que feliz. Tenía esa sensación, como cuando adquieres tu credencial de mayoría de edad. Sentía que ya estaba en otro nivel, como si ya pudiera encajar en las pláticas de adultos. Tenía la mejor anécdota de todas. ¡Cogí con mi entrenador!
El mes de entreno pasó demasiado rápido. Entrenamos más duro que nunca. Cogimos tanto cómo pudimos; en un mes creo que equilibré todo el sexo qué nunca había tenido; mis resultados fueron tan buenos en los clavados como en la cama. Tenía a Rada con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Bien hecho campeón! Creo que ya estamos listos para la prueba final. ¿Te parece si celebramos?
Esa noche me dio una de las mejores cogidas de mi vida. Faltaban solo días para el tercer filtro.
¡Llegó el gran día! Estaba muy nervioso. Rada esperaba en donde todos los preparadores observaban la competencia. Habíamos viajado hasta Guadalajara. Mis padres no iban a poder ir. Tuvimos que detener todo tipo de actividad sexual para poder estar al cien. Escuchaba el nombre de cada uno de los participantes. Duraba de 5 a 7 minutos en lo que subían al trampolín y se tiraban el clavado. Estaba tan ansioso que no noté los buenos cuerpos que caminaban frente a mis ojos. Estábamos colocados por numeración, mientras más cerca estaba mi número, más nervioso me ponía.
—¡Número 16! ¡Número 16! ¡Ismael Saldívar! Prepárate.
Te avisaban cinco números antes, nos dividían por grupos de cinco, la prueba consistía en dar 3 clavados. Pasé a las regaderas, luego sólo esperé en un espacio destinado. Cuando mi turno llegó subí al trampolín. Hace mucho que no miraba con algo de vértigo desde lo alto. Miraba todo tan pequeño. Respiré profundo, pensé en mis padres, en Rada, sabía que podía. Era para lo que me preparé toda la vida. Me puse en posición y me lancé dando el giro que tanto platicamos. Lo disfruté, en el fondo del agua me preguntaba ¿qué tan bien mi había hecho?
—9.8. —Escuché en el micrófono. Me puse muy feliz; ahora solo debía hacerlo dos veces más.
Regresé a mi lugar. Esperaría a que tras el rol mi turno llegara de nuevo. En ese momento sientes la adrenalina romper contra tu piel.
—¡Lo hiciste muy bien! —Dijo uno de los chicos de mi grupo. Era un chico alto, delgado, rubio claro, de unos ojos hermosos, y una sonrisa contagiosa.
—¡Gracias! Tu igual lo has hecho muy bien.
Se llamaba Mario Aguilar. Venia de Monterrey y era uno de los mejores. Estaba casi seguro que estaría dentro de los cinco lugares seleccionados. Platicamos bastante, era muy agradable. Muy guapo, sobre todo.
Quedé entre los seleccionados. No como el número uno; fui el tercer lugar. Mario había tomado el primer lugar. Lo tenía bien merecido. Celebré con Rada la victoria en la cama. Me hizo suyo tantas veces como pudo. Me explicó que para las olimpiadas seguro me pondrían un entrenador más veterano, y así fue. Nos pusieron a un guía más viejo con el perfil de siempre. Según la preparación sería más estricta y rigurosa. Rada me dejó ir. Me dijo que aún tenía mucho por vivir, él sabía que en el camino encontraría aventuras que al final terminaría separándome de él; para mí apenas comenzaba la verdadera competencia de clavados.
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Así kiero un entrenador pero más que nada espectacular relato
Excelente como todos tus relatos, solo el dolor de la separación de ambos. Pero espero con ansia, ese encuentro con Mario en las Olimpiadas, sí, otro clavado 👌😅😅😅
Ya quiero que subas más relatos, me encantan 👽😁
Excelente relato, me recordó cuando yo trabaja en un SPORT CITY, no se imaginan dónde me tocó en los vestidores veía cada pene de colorea y formas que rico paraíso 🍆🍆🍆🍆🍆vergas por TODOS lados nada más me faltó probarlas 😍😍😍
Como siempre me SORPRENDEN excelente RELATO vamos por más y millones de gracias AMIGOS 💋💋💋❤️💋💋💋