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Foto del escritorThe Bridge

EL MECÁNICO DE PAPÁ


Esto me sucedió una primavera, para ese entonces era un adulto de 30 años, bastante delgado, de porte bastante elegante y un rostro bastante refinado, de piel blanca, ojos aceitunados claros, procedente de la ciudad de Guadalajara, pero habitante de la ciudad de México desde los quince años; me casé a los 25 años por que en verdad me gustaban las mujeres, aun que descubrí que tenía una ligera inclinación hacia el gusto por los hombres desde los 21 años cuando en una borrachera acabé besándome y en un caliente agasajo con un amigo de la universidad; pero esa es otra historia.


Desde que tengo memoria, muy cerca de casa de mis papás existía un taller mecánico donde papá siempre llevaba sus autos, esté mecánico pasó a manos de mis autos por cuestión de costumbre y herencia familiar; el dueño original había fallecido, dejando a su hijo como encargado, un hombre de buen cuerpo, de 35 años, con ligera panza, velludo hasta donde la ropa dejaba observar, pantorrillas gordas, espalda ancha y un bigote bastante varonil.


Desde luego existía una confianza de años, construida desde que yo estaba mucho más joven, incluso nunca faltaba la lluvia de albures e indirectas por parte de ninguno de los dos; podía entrar con toda libertad a buscarlo hasta dentro de un pequeño cuarto que funcionaba como oficina donde se encontraban unos sofás viejos, un escritorio con computadora y bastantes papeles amontonados, un baño particular y cosas necesarias para sobrevivir; las ventanas estaban pintadas con esmalte negro para obstruir la visión de los de fuera, servía más como un cuarto de descanso que como una oficina.


En una ocasión al llegar pasando las seis de la tarde debido a un sonido raro que presentaba mi auto, noté que todos sus ayudantes ya no se encontraban, más el portón se encontraba abierto aun con un auto semi desmembrado, pensando que estaría dentro de la oficina caminé hasta ahí, abrí la puerta que se encontraba entre abierta; al empujarla la puerta solía rechinar, lo escuché gritar desde el interior del baño, supuse que estaba haciendo sus necesidades, mi sorpresa fue verlo salir en trusa con el cabello húmedo y con una toalla cruzando su cuello.


Caminó por el cuarto con toda libertan meneando esa trusa transparentosa que dejaba ver el matorral de pelos que adornaban alrededor de su gordo pene, y unas nalgas espectaculares que llenaban bien el calzón.


Se colocó unas bermudas de mezclilla que tenía sobre la silla giratoria que le servía en la computadora, se colocó una playera negra y me buscaba plática mientras terminaba de secarse el pelo con la toalla—¿Qué te pasó wero? Que te trae tan tarde por aquí, ¿te sacó la esposa? —bromeó.


—Mi auto tiene un ruido extraño, no sé si sea la banda, pero me da miedo que me deje tirado, quería que le eches un ojo.


—Solo por tratarse de ti lo voy a revisar, porque sabes que sierro a las seis— caminó conmigo, introduje el auto en reversa, y trajo sus herramientas para ver que error había—¡pinche wero, solo me haces quedarme más tarde, vas a tener que dar las chelas— dijo mientras retiraba la banda que ya se encontraba toda desgastada; me comentó que estaba de suerte porque justamente había comprado una banda por error, pero que si ajustaba a mi automóvil.


Fui prudente y le dije que estaba bien, que podía dar las cervezas si él quería, me comentó que su esposa estaba de viaje con sus niños y que aprovecharía poder beber por que a ella no le gustaba, siempre tenían problemas cuando su mujer lo encontraba llegando tarde y en estado de ebriedad.


No tardé y traje varias cervezas y una botella que tenía en casa, le dije a mi esposa que estaría un rato con el mecánico bebiendo unas cervezas en lo que reparaba el auto; puso música norteña, bajó la cortina metálica para cerrar el establecimiento, acabó muy pronto con mi auto, sacó unas cartas, una mesilla, dos sillas y destapamos la primera lata.


Jugábamos Póker, entre copa y copa platicábamos y bromeábamos mucho, me encantaba ver su sonrisa, con esa barba de dos días sin rasurar y esos vellos que asomaban por el cuello de la polo negra, tenía unos pectorales que se le marcaban mucho, tenía panza, pero era obvio que en algún momento se había dedicado a hacer mucho ejercicio, a parte sus brazos fuertes acompañados de ese tatuaje rodeando uno de sus gruesos bíceps me volvían loco.


Pasaron varias horas y ya estábamos un poco ebrios; nos levantábamos constantes para ir a orinar, adoraba ver su duro trasero caminar con esa espalda ancha y esas pantorrillas gordas y duras.


Al regresar de orinar, sostuvo su última jugada, dándome la victoria y exclamando—Este juego ya comienza a aburrir ¿Qué hacemos?

—pues para hacerlo interesante deberíamos apostar algo— respondí.


—Te voy a ser sincero, lana, yo no tengo, y si toco el dinero de entrada, la Carmen me corta el pito— la esposa de Augusto era demasiado controladora, y llevaba las cuentas del taller, y de su bolsillo, por supuesto.


—Apostemos prendas entonces—dije, la malicia comenzaba a asomarme al ver al hombre como una víctima fácil bajo su nivel de alcohol.


—Lo que pasa es que tú quieres ver un macho como yo en cueros, ¡pinche wero!

—Entonces, quiero entender que me das la victoria así de fácil, y aceptas que soy mejor que tú en esto— dije hábilmente, solía ser demasiado persuasivo, pues me dedicaba a las ventas, así que imagínense.


—¡Como eres cabrón! Venga, apostemos ropa; pero el que no quiera quitarse una prenda, recibe un castigo, ¿te parece? — agregó una regla más.


Empezamos a jugar, tenía todas las de ganar, pues era muy bueno con las cartas; pero me dejé perder para que sintiera que la tendría fácil, y sobre todo para que viera que tenía toda la confianza de que era hombre de palabra; perdí de nuevo y tuve que quitarme el pantalón, por que según él las sandalias no eran una prenda.


Le pedí un momento para ir al baño de nuevo, el alcohol me hacía ir demasiado a mear, pasé a su lado modelando unos bóxers grises muy pegados y al pasar a su lado me dijo— Con los pantalones que usas no me había fijado del buen culo que te cargas wero— y terminó con una nalgada.


—¡Ora! Para eso son, pero se piden—me había dado mucha gracia su indirecta tan natural.


—No te preocupes, ahora que me calientes más te las pido.

—¡Eres un pendejo! — respondí alejándome; sus indirectas me pusieron algo nervioso y temía que se diera cuenta, sobre todo que mi amigo despertara en un mal momento.

Cuando regresé reanudamos el juego, y ahora sí era momento del plan B, desde luego comencé a ganar, primero se tuvo que quitar la camiseta, pude ver su pecho tan rico y esos pezones tan rosados y grandes que se veían lubricados por el sudor.


Luego volví a ganar y se tuvo que quitar la bermuda de mezclilla, ya que como él me había aplicado, los zapatos no contaban como prenda.


Ya estábamos los dos en calzones, y la plática se tornaba algo nerviosa, pues nos mirábamos de reojo los paquetes, y mi semi erección creo que ya era notoria; y por lo visto la de él también estaba respondiendo de la misma forma.


¡Volví a ganar! Era obvio—Nel, ponme un castigo, no voy a quitarme el calzón.

—Si te pongo un castigo te va a salir más caro, te conviene más quitarte los calzones.

—¡Nel! No voy a quitarme nada frente a ti, capaz y te enamores de mi animalote.

—Bueno, reservaré el castigo en lo que pienso en algo.


—Seguro estás pensando en algo puerco, ¡pinche wero caliente! —La verdad no quería verme tan urgido, así que tenía que hacerme al que no buscaba un reto… pero él solito estaba dándome las ideas, o más bien abriéndome paso a ello.


—Pues la verdad no tenía pensado en algo así, pero ya que me das la idea, creo que tendré que usar bien ese reto a mi favor… —pensé un rato muy corto antes de soltar el reto que desde luego sería demasiado difícil para cualquier heterosexual— Dame un beso en la verga por encima del calzón.


—¡estás, pero muy pendejo si crees que voy a hacer eso! — inmediatamente su semblante cambió a sorpresa.

—Tu dijiste que reto, y tu pusiste esa regla; yo ya cumplí mis pérdidas, no seas puto y cumple. A demás nadie te ve.

—Eres un cabrón de lo peor— dijo con las mejillas algo sonrojadas y muy nervioso, pude notarlo en sus palabras tan tartamudas.


—Anda, dale un besito a la bestia, no te va a morder, igual y termina gustándote.

—Está bien, pinche puto— dijo sacudiendo la cabeza en negación— pero si le cuentas esto a alguien te juro que te parto toda tu madre.


—Tranquilo, esto queda entre los dos— abrí mis piernas, él se hincó frente a mí, estaba demasiado nervioso también, pero muy excitado, aunque contuve el no ponerme duro, sin saber de qué manera—Tienes que durar mínimo quince segundos, o vuelves a comenzar.


Mi verga comenzó a reaccionar de manera inmediata, no se desidia aun que estaba frente a mi bulto, tomé su nuca y lo puse contra mi verga, abrió su boca abarcando el grosor de mi trozo bien marcado en el bóxer, sus labios estaban muy calientes y algo húmedos — ¿ves que no fue tan difícil? Ya pasaron diez segundos ¡tampoco seas goloso puto!


—Pinche pendejo, ¿Ya estás contento? Sigamos jugando, y espero que no pierdas porque te va a cargar la verga con mi venganza cabrón— no estaba enojado, al contrario, se veía muy animado a ganar la siguiente ronda— se levantó y se le notaba una erección ya muy pronunciada, de buenas proporciones, no dije nada, dejé que se fuera a sentar después de tan vergonzoso castigo.


Seguimos jugando y la partida de póker volvió a perder, pero en esta ocasión sin decir nada ni poner ningún, pero se retiró por sí mismo los calzones, noté que su verga estaba durísima, con las manos se cubría para intentar no ser visto, pero ya era demasiado tarde, pues su tamaño no le ayudaba a guardar mucho su duro pene.


Seguimos el juego y ya me dije mentalmente— ya es momento de perder una, para que no sienta que solo él se expone— entonces me dejé ganar y la verdad yo quería descubrir cuál sería su venganza por hacerle besar mi miembro, entonces me hice al sufrido, negándome a quitarme los bóxers y aceptando hacer mejor un reto.


—Dame una chupada, tienes que llevarla hasta el fondo de tu garganta y no puede durar menos de 30 segundos, pueden ser más pero no menos— dijo con una sonrisa macabra; había esperado varias rondas para verme perder, así que parecía disfrutarlo, lo que no sabía es que yo lo estaba disfrutando aún más.


—Pinche Augusto, ¡que puto eres! Ese reto si está muy cabrón, si eres un pinche caliente, ve nada más como la tienes.

—Tú cállate y éntrale, que yo cumplí mi reto sin pedos, así que chúpale puto.


Me hinqué de frente a él, era la primera vez que veía esa verga, era muy excitante tenerlo de frente con ese olor a sudor mezclado de un perfume barato, mirando el matorral de pelos negros que cubrían toda la zona; era gruesa, muy venuda, no estaba circuncidada, y tenía una curva ligera hacía arriba, una enorme cabeza rosada oscura que ya comenzaba a babear.


Me la metí en la boca, la verdad era inexperto, fuera del gusto por los hombres, nunca había probado una verga, sin embargo, las clases en los videos pornográficos sirvieron de mucho, pues imitaba lo que había visto; era algo difícil metérsela toda de golpe, pero el muy culero me tomó de la nuca regresándome el favor empujándome su verga hasta el fondo.


Sentí que me ahogaba, intenté toser, pero solo me la metía más, de repente se detuvo y con su voz excitada me dijo— Pinche puto, ya pasaron más de 30 segundos, pero no pares de chupármela, hago lo que quieras, pero sigue.

—¿lo que quiera? — respondí sorprendido.

—Sí, sí, lo que quieras, la chupas demasiado rico, podía jurar que siempre has mamado verga.


Detuve sus palabras con un trago profundo, me había comido su verga hasta el inicio de su grueso tronco, estaba muy excitado, me dolían las rodillas por estar hincado, pero estaba valiendo la pena tener esas gruesas piernas peludas muy abiertas a la merced de sus enormes bolas y su grueso miembro.


Noté sus ojos cerrados al mirar hacia arriba, sujetaba una mano con su puño, su ombligo comenzó a contraerse, su respiración se agitó y entendí que estaba en el proceso de venirse, estoy seguro que quería vaciar su leche en mi boca, pero no estaba dispuesto a que terminara tan pronto, así que deje de sacudir su verga y de tragarla para romper su concentración.


—y ¿ahora que pasó? — extrañado me miró sin continuar el trabajo—¿me vas a dejar a medias?

—no, pero si esto apenas está comenzando, me dijiste que podía hacer contigo lo que quiera ¿no es así?

—¿y qué quieres que haga?


—vamos a la colchoneta de tu oficina para estas más cómodos, quiero experimentar un poco más antes que tires toda esa leche que tiene acumulado esos gordos huevos— nos levantamos desnudos dejando toda la ropa regada en el piso y caminamos hasta su oficina.


Fuimos a su recámara y le dije que se pusiera de perrito, pensé que rezongaría o se quejaría, pero estaba tan excitado que no dudó en ponerse; comencé a lamerle el culo, un culo rosado y rodeado de vellos, sus huevos de toro colgaban divino, velludos y grandes testículos marcando una línea muy pronunciada hasta culo.


Le estiraba la verga hacía atrás, mientras le metía la lengua hasta el fondo, tenía mucho tiempo lamiendo vaginas, así que no era tan distinto; siempre me consideré muy bueno con la lengua, así que sus gemidos denotaban lo excitado que lo tenía.

Le agarraba con fuerza las nalgas para hundir más mi lengua, se retorcía de placer, me excitaba sus intentos de no gemir tanto, le di golpes leves, en las nalgas peludas, no quería reventar mi mano con tremendo cachetadón, pues no sabía cómo podía reaccionar.


De repente soltó un pequeño murmullo que apenas pude escuchar, pero era muy claro Sigue comiéndome el puto culo, que rico lo haces.


Ya estaba muy lubricado, demasiado dilatado, su culo pedía a gritos que siguiera, metí un dedo y no pudo contener el gemido, lo deslicé hacia dentro lentamente, el paso era demasiado abierto, lo que me llevó a intentar con dos dedos, tampoco le costó, los metía dentro lento y luego rápido, no pidió que me detuviera, solo se dedicó a disfrutar, cualquiera diría que no era la primera vez, fue hasta el tercer dedo que me dispuse a intentar meterle algo más.


Me puse tras de él y le rosé mi verga sin meterla, la cabeza de mi miembro jugaba alrededor de su ano rosado haciendo como que entraría, pero en realidad estaba midiendo que tana vierto estaría a experimentar con ello, sin decir nada comencé a introducirla soportándome desde sus grandes nalgas, entré lento y en breve ya tenía mi verga hasta el fondo sin un solo quejido—¿te molesta? — pregunté, cuando ya se la estaba metiendo y sacando una y otra vez.


—Sigue puto, hoy quiero que me rompas el culo, que esto ya me gustó.

Con todo su permiso comencé a cogerlo, escuchaba los gemidos de su gruesa voz y solo me prendía más, no quería que nunca olvidara esa cogida, quería que se masturbara al recordarme, así que me dispuse a tratarlo como mi puta, nunca iba a olvidar al hijo de don Mario.


Lo puse de patas al aire reposando sus piernas sobre mis hombros para poder ver su cara con cada metida con rudeza, se la metí de golpe y mordió su puño, tenía los ojos cerrados y hacía gestos muy excitantes, se comenzó a masturbar, eso me excitaba aún más, mi ritmo era tan bueno que no tardó en venirse sobre su panza peluda, apremio mi verga con sus nalgas cada vez que lanzaba los chorros de su leche blanquecina, provocando que me viniera dentro de él.


Sus chorros de leche me habían salpicado hasta la cara, empecé a lamer su semen, se sacó mi verga, se puso a nivel de mis labios y me robó un beso de aquellos que sientes que te succiona el alma.


Después nos fuimos a bañar, enjabonándonos mutuamente, volvimos a excitarnos, pero estábamos demasiado cansados para volver a coger, solo nos besamos bajo el agua, jugando un rato con la verga del otro antes de salir para vestirnos y partir.


Mi auto había quedado al cien, ni siquiera me quiso cobrar, nos volvimos amantes, incluso aun cuando se puede nos vemos para cogernos; nuestras esposas ni siquiera sospechan, pues cuando los invitamos a comer nos miran con un par de machos bien derechos; si supieran que debajo de la mesa me oprime la verga, me toca la mano, y mientras vamos por cervezas nos besamos y hasta nos masturbamos… definitivamente es algo que espero nunca se acabe.


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4 Comments


Yesid  Giraldo
Yesid Giraldo
Oct 10, 2021

Cómo es el poder de la mente tan fuerte que me imaginé y sentí ser el hombre penetrando al mecánico me encantan estos relatos me calientan muchísimo

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Ders alexan_13
Ders alexan_13
Mar 27, 2021

Estupendo relato me fejo tan cliente que casi me venia junto con ellos

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Rincomar Sanchez
Rincomar Sanchez
Jul 14, 2020

Que valiente relato el mecánico de papá. Que forma de transmitir calenturas mientras se leee. Vaya que me ha llevado a varias pajas. Sigue publicando así. Relatas perfecto y emociona, leerte . Gracias

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AGA ESPINOSA
AGA ESPINOSA
Jun 23, 2020

Excelente relato

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