Mis padres siempre fueron personas muy obsesivas con la religión; mi madre era la típica mujer sumisa que trataba de arreglar todo con una oración, abriendo la biblia, o persignándose frente a sus santos. De mi padre ni que hablar, estaba metido en grupos parroquiales desde su juventud, mismo lugar donde conoció a mi madre. Así que pueden imaginarse el nivel de hostigamiento que viví para ser un digno y fiel feligrés de la palabra del señor; desde muy pequeño me acostumbraron a acudir todos los domingos a misa, luego el catequismo, un grupo de jóvenes el cual me llevó a convertirme en monaguillo, apostolados, y al final terminé siendo un catequista más; todo un ejemplo para mis primos de cómo un joven de 20 años debía llevar la religión. Vaya orgullo para mis abuelas.
Pero no todo es miel sobre hojuelas ¡eso era lo que mis padres querían para mi! Pero nunca me preguntaron qué es lo que realmente quería para mi. Llevé a cabo cada una de las cosas que ellos querían para poder vivir tranquilo, ser aceptado y sobre todo hacer sentir orgullosos a mis padres. No eran malos, lo admito, había mucho amor de por medio. Solo que fui abandonando lo que realmente quería. Pero ¿qué pasa cuando mantienes encerrado tantos pecados sin cometer? Sin saber qué es pasar la línea de lo prohibido, sin experiencia, resguardado siempre detrás de lo que es correctamente bien. Obviamente tu lado rebelde comienza a cuestionarse ¿por qué no? Y tarde o temprano las travesuras más morbosas toman su lugar en tu vida.
Desde sentir cosquillas por alguna amiga, o masturbarte por unos buenos senos... o en mi caso, por un buen bulto marcado, por un amigo guapo, o incluso por algún catequista. Para mis 20 años seguía virgen y algo confundido con mis sentimientos; bueno más que con mi sentir, con mis preferencias. Me había enamorado de una chica que me había seguido el juego, pero luego creo que se espantó con mi exceso de santidad. Las chicas de la iglesia suelen ser las más traviesas, eso se los puedo asegurar. Lamentablemente no me sentí cómodo en el intento de tener sexo con ella y huyó. O simplemente no estaba con la persona correcta.
Soy un chico muy bien parecido, siempre le guste a las niñas; pero era muy reservado para responder a sus insinuaciones. Incluso hubo un sacerdote viejo el que se me acercaba demasiado, sabía que su cercanía iba más haya de él cariño; así que terminé fuera de los monaguillos por el temor que me hizo sentir. Cuando él se fue regresé pero como catequista; me tocó ver por los niños de 10 años, un verdadero dolor de cabeza controlarlos, pero me gustaba el ambiente que se armaba después de las clases, mis otros compañeros catequistas tenían entre mi edad y un poco más, nos gustaba ir por un café, armar reuniones los fines de semana e incluso beber alcohol en casa de alguno de ellos. Siempre me escudé en casa con el pretexto de ir a reuniones de la iglesia; mis padres conocían a los catequistas, así que nunca hubo mayor problema. Fue con ellos con quienes conocí las fiestas, los desvelos, y desde luego mi verdadera atracción sexual.
Hice muy buenos amigos, nos contábamos de todo, al grado de contarles sobre mi gusto por los hombres, se sentía bien ser aceptado e incluido en un grupo tan unido. Fue una etapa muy linda, hacíamos carnes asadas, baños de piscina, y reuniones que terminaban en baile con cachondeo y gente muy ebria. Siempre me quedé en casa de Alfredo para no llegar alcoholízalo a casa; una de esas noches al llegar nos desvestimos y nos echamos en bóxer a platicar antes de dormir, la cabeza me daba tantas vueltas, habíamos tomado demasiado vodka, nos reíamos de cualquier comentario. ¡Nunca pasó nada con el! Pero admito que el bulto que se le formaba era bastante llamativo, era novio de una de las amigas del grupo, y yo era mucho de respetar.
El día siguiente al despertar mientras salía de bañarse me pregunto yo si iría a misa ese domingo ¡Desde luego que iría! Luego de la ceremonia nos quedábamos platicando en las bancas de fuera hasta que todos tuviéramos que irnos; lo malo de los domingos era que el día siguiente había escuela. Alfredo salía de la ducha con el cabello húmedo y sin querer botó su toalla dejándola en el suelo sin intención de recogerla, tenía un pene muy largo y bonito; yo giré la cara mirando de reojo.
—¡Tranquilo! Hay confianza. Nada que no puedas ver, eres como mi hermano, dudo que me veas con ojos de morbo—Dijo mientras buscaba un bóxer para vestirse.
—¿Entonces? Vas a ir a la iglesia hoy?
—Si. Es la presentación del nuevo párroco ¿no? Que mal que se haya ido el padre Armín, me caía tan bien ese señor. Espero que le vaya bien en su nueva comunidad.
—¿Hoy presentan al nuevo padre?
—Si. Se supone que debemos estar una hora antes para que se presente con los catequistas, con el coro y con el personal.
No le tomé tanta importancia. Pero puntualmente estuve ahí a las 7 pm, una hora antes como habíamos quedado. Entré al patio de la iglesia, me senté a esperar al resto de mis amigos.
—Hola hijo, te molesto si te pregunto ¿donde están las oficinas de la parroquia?—Era un chico de unos 35 años, muy guapo, muy varonil, de barba bien recortada, olía rico, media 1.80 como mínimo, tenía unos ojos miel súper claros, blanco de piel y de una voz tan sensual—Soy el nuevo párroco ¿tú tienes algún puesto aquí?
—Hola, mucho gusto padre. Soy catequista; justo andaba esperando a mis amigos para entrar a su presentación.
—¡Que gusto! Me agrada la gente puntual, ya tienes un punto a tu favor ¿donde están las oficinas? Me dijeron que ahí encontraría las llaves de las habitaciones.
—¡Claro! Si gustas puedo guiarlo a las habitaciones. Es un poco confuso llegar, la plata alta es todo un laberinto.
—Si no es molestia, estaría encantado. Vaya suerte que he tenido al encontrarme contigo ¿como me dices que te llamas?
—Marvin. A sus órdenes padre—Estiró su mano, tenía manos suaves, me dio un gran apretón. Vaya que suspiré. Estaba encantado con el nuevo párroco.
—Bueno mi querido Marvin, déjame ir por las llaves. Es un verdadero gusto.
Fue extraño. Nunca había sentido esa emoción y esa adrenalina, esas burbujas en mi estómago, esa respiración tan agitada y ese conecte tan inmediato con una persona.
No tardó mucho en regresar con las llaves. Caminaba con una sonrisa que inmediatamente te contagiaba hasta el alma. Mi mente se nubló en un solo pensamiento, uno muy morboso <<Quiero cogerme a ese padre>> ¿en qué diablos estaba pensando?
—¿Podrás acompañarme a la habitación?—Me preguntó. Me enseño las llaves haciéndolas chocar unas con otras haciendo ruido con el metal.
—¡Claro! Sígame.
—Por cierto , mi nombre es Rafael, y te agradezco mucho Marvin. Prometo compensarte.
—No es necesario padre. Lo hago con todo gusto.
Caminamos por unos pasillos, pasamos el cuarto que servía de bodega giramos a los baños y de ahí a unas escaleras. Subimos al segundo piso y caminamos por un largo corredor, habían varias habitaciones. La verdad es que a mi siempre me dio miedo ese lugar, se miraba demasiado tétrico, solitario y el eco me causaba perturbación. Olía a humedad a pesar del constante aseo.
—Este de aquí es el cuarto donde guardan despensa para la gente pobre; mi grupo de amigos y yo nos dedicamos a hacer esta labor los fines de semana. Estos son los baños, aún que en su cuarto tiene uno con tina mucho más cómodo, estos otros son cuartos de visita, y en ese de ahí guardamos los adornos, útiles y cosas para los eventos. Y este es su habitación.
Tenía un cuarto amplio, tenía un closed grande, una tele, un escritorio para computadora, el baño, una cama, una ventana que daba al patio, aire acondicionado; muy cómodo para cualquiera.
—Conoces bien él área muchacho.
—He crecido aquí prácticamente. Desde los 7 años mis padres me obligaron... digo me hicieron entrar a esta parroquia.
—Me da gusto que lo hayan hecho—Dijo con esa sonrisa tan abrazadora; cada que mostraba sus perfectos dientes blancos parecía que ángeles cantaban en el cielo.
—¿Necesita algo más? Mis amigos deben estar esperándome ya.
—Por ahora no. Pero después de misa no me vendría mal una ayuda con mis maletas. Te agradecería mucho ¡claro! si no es molesto para ti. Igual y me sirve para conocerte un poco más; me gusta mucho hacer amigos a donde voy, y no sería mal algo de compañía en este nuevo lugar—Desde luego que regresaría a echarle una mano.
Bajamos a la junta, ya todos estaban en el salón. Mis amigos me miraron extrañados al verme llegar con el padre Rafa. Inmediatamente fui a tomar mi lugar junto a Alfredo.
—¿y tu por qué llegaste con el padre?—me preguntó con curiosidad, mirándome con una ceja levantada.
—Me vio al llegar y me pidió ayuda para enseñarle su habitación.
Todos nos quedamos cayados para escuchar a nuestro muevo sacerdote. ¡No era fácil sacar de mi mente al nuevo padre! Mi mente estaba completamente penetrada con la imagen tan bella de nuestro nuevo párroco.
—Bueno, primero que nada quiero agradecer su puntualidad. Mi nombre es Rafael, voy a ser el nuevo padre de planta de esta iglesia; veo que son bastantes, ya tendremos tiempo para irnos conociendo de acuerdo a sus actividades. Quería presentarme con ustedes antes de iniciar la primera misa. Es un poco difícil comenzar en un lugar tan lejos de casa, espero toda su hospitalidad.
Todos escuchábamos atentos; sobre todo los atraídos por el sexo masculino; la verdad es que sacerdote estaba tallado por los mismos ángeles. Miraba a mis amigas intercambiar palabras, sabía que estaban hablando de lo guapo que estaba el padre Rafael; una de ellas se me quedó mirando y me hizo un gesto simulando calor; me insinuaba que le había gustado el cambio. Todos nos fuimos a misa, no podía evitar mirar a las chicas, ¡estaban muy coquetas! e incluso al terminar la ceremonia muchos se acercaron al párroco. En especial señoras, mujeres jóvenes, algunas casadas y uno que otro de closed para presentarse y robarle unas palabras al padre.
—Ese padre tiene carisma—Dijo Martha.
—¡Dudo mucho que sea por su carisma! La verdad es que está bien chulo nuestro nuevo padre. Que desperdicio de hombre—Dijo Ingrid.
—Dejen de echarle el ojo al padre, eso es pecado. Una mejor pregunta ¿Que vamos a hacer hoy? Quieren ir por unas pizzas?—Preguntó Alfredo para cambiar el tema.
—Yo lo que quiero comer es a ese padrecito—Comentó Ingrid en broma.
—¡Ya en serio! Yo muero de hambre—Volvió a interrumpir Alfredo.
—Yo no podré ir con ustedes hoy. Tengo algo que hacer; tengo un proyecto que debo entregar hoy—Dije como pretexto.
—¡Tu no tienes un proyecto! Te conozco muy bien. Algo te traes tu—Remarcó Alfredo—Bueno, los que tengan hambre síganme.
Mis amigos se fueron a cenar, les prometí que la próxima semana estaría libre para ellos. Esperé a que se fueran mis amigos, puse de pretexto que mi padre iría por mi para que no insistieran en llevarme a casa. Pero en realidad estaba esperando que el padre se desocupara de la muchedumbre para poder ayudarlo.
—¡Ey! ¡Marvin! Pensé que te me habías escapado—Levantó la mano desde lejos perdiendo toda la atención a las dos mujeres que lo tenían atrapado en una platica junto a sus esposos—¡Les pido una disculpa! Con su permiso, espero verles la siguiente misa, tengo que bajar las maletas e instalarme. Linda semana y buena moche—Se despidió cordialmente de las dos parejas de feligreses.
—Buenas noches padre. Aquí estoy, como lo prometí.
—Vaya, así que mi nuevo amigo no sólo es puntual, también es comprometido. Te doy las gracias Marvin. Por cierto te vi con tus amigos ¿ya todos se fueron? Pensé que irías con ellos.
—En un día normal hubiera ido con ellos. Pero quería cumplir con usted. Así que no se preocupe, a ellos los veo siempre. No se perderán de mucho sin mi.
—¡Que pena! Me haces sentir culpable. Bueno, ya que estás aquí, que te parece si me ayudas a subir las maletas, desempacamos, y luego te invito a cenar algo para compensar la falta con tus amigos.
Definitivamente no iba a desaprovechar una invitación del padre Rafael. ¡Dios! Algo estaba pasando dentro de mi, y no estaba muy bien, pero se sentía demasiado genial.
Bajamos por las maletas, eran muy grandes y pesadas. Dos de 25 kg. Dos maletas tipo gimnasio, una mochila, un maletín de computadora portátil, y algunas cosas más. Tuvimos que dar dos vueltas. Pero pasó algo que me dejó con la boca abierta antes de bajar por segunda vez. Mientras tomábamos algo de aire después de subir las cansadas escaleras, se retiró el traje de cura, dejó a un lado la vestimenta religiosa, la sotana y una camisa que traía por debajo, quedando solamente en una delgada playera sin mangas. ¡Mis ojos quedaron más abiertos de lo normal! Creo que fui muy obvio al quedarme mirado fijamente su torso.
—¿Es por los tatuajes, verdad?—Dijo sonriendo, dejándome nuevamente enamorado de su sonrisa <<nunca dejes jamás de sonreírme>> le decía por dentro en un pensamiento ficticio.
—Si. No esperaba eso. Tampoco el cuerpo tan atlético. Creo que estamos acostumbrados a otro tipo de padres.
—Estereotipos. La sociedad etiqueta. Supongo que si me vieras así en la calle pensarías que me dedico a otro tipo de cosas ¿no?
—Sinceramente podría pensar incluso que es striper, pero jamás sacerdote—Ambos nos reírnos y bajamos por el resto del equipaje. Me sentía cómodo, y por lo visto el igual. Comenzó a desempacar, y me seguía sorprendido.
Las dos maletas de gimnasio literal tenían cosas de ejerció, vario artefactos, equipos menores, mancuernas, ligas. Tenía mucha ropa, una de las maletas tenía muchas cosas para actividad deportiva y tenis. Incluso pude mirar que usaba tanto bóxers como trusas. Moría por robarle una para poder oler y masturbarme en casa.
Había pedido una pizza para cenar juntos. Él seguía escorando sus cosas en las repisas del closed, le propuse bajar a esperar la comida, sería difícil saber cuando llegaría con lo lejos que estaba la puerta. Bajé las escaleras, nunca me dejó de dar tanto miedo pasar por todo ese corredor oscuro. Las iglesias se vuelven poco celestiales cuando cae la noche. Caminé hasta la reja, abrí con la llave, no había ya nadie, si a caso estaba él sacristán, alguna monja; pero en sus respectivas habitaciones. Pero muy lejos de donde estábamos con el padre. Esperé unos 20 minutos y entonces una moto llegó con la comida. Subí un poco sugestionado, así que lo hice rápido. Al entrar me encontré al padre Rafael caminando solo con una trusa roja; un rojo muy llamativo, era de piernas muy fuertes, muy tonificadas ¡muy velludas! Seguro practicaba algún deporte que las incluyera. Su bulto era tan hipnótico como su sonrisa ¡Se miraba tan bien! ¿Por que tenía que ser padre?
—Te pido una disculpa, estaba mudándome de ropa. Enseguida me pongo algo—Buscaba con agilidad entre su ropa algún short, algún pantalón o pijama; pero se puso algo nervioso. <<Por mi podía quedarse así todo lo que restaba de mi compañía>>
—No se preocupe. Puede estar cómodo, yo haría lo nulo si estuviera en mi casa. De hecho siempre ando así cuando ando en mi cuarto. O con menos—Bromeé.
—¿No te molesta entonces? ¿Seguro? La verdad es que hace mucho calor en esta ciudad. No esperaba estas temperaturas.
Mi corazón no dejaba de latir. Me dejó sentado en la cama, él arrastró dos sillas. Una para colocar la pisa y otra para sentarse. ¡Vaya cosas que se marcaban entre sus piernas! Cada que podía robaba unos segundos para mirar su bulto. Se notaba que el padre calzaba bien, me gustaba que fuera velludo y esos tatuajes le ponían la cereza del pastel.
—Padre. Tengo una duda.
—Dime. Si está en mis manos quizá pueda responderte.
—¿La iglesia permite los tatuajes?
—Sabía qué harías esa pregunta. Bueno déjame te explico. Yo no soy un santo, eso lo aclaro. Digamos que ahora realizo una misión en base a aprendizaje de la vida. Mi vida no ha sido totalmente en base a la iglesia, antes de ser consagrado he estado involucrado en muchas cosas. En mi juventud fui un joven muy rebelde, tan rebelde como para causarle problemas a mis padres, a la sociedad y a mi mismo. Caí en la cárcel a una edad muy corta, al salir seguía cometiendo los mismos errores, y fue hasta que tuve una pérdida que la vida me cambió. Desgraciadamente manejando moto perdí a mi mejor amigo. Estuve al borde de la muerte y luego muy deprimido, fue muy difícil de salir, hasta que me acerqué a Dios. Con el tiempo descubrí que esta era mi penitencia y mi forma de sanar, y ahora amo lo que soy. Todo tiene una razón de ser, Dios te pone las pruebas en el camino. Está en ti tomar el camino correcto o seguir cayendo.
La verdad es que hablaba muy bonito. No podía creer que se estuviera abriendo tanto. Eso solo lo hacía ver más sexy ante mis ojos. Creo que después de esa plática mis hormonas se volvieron el doble de locas. Me gustaba sentirme aconsejado, cuidado y aceptado. Era agradable en todos los sentidos.
Ahora ya sabía más de él, tenía un pasado no tan blanco, una historia no tan agradable ¡¿quien imaginaría que el padre estuvo en la cárcel en algún momento de su vida?! ¡Que tenía tatuajes de bajo de su vestimenta! Que a parte de ser el tipo más gentil, era el tipo más bueno que jamás pensé encontrar. Mis cuernos comenzaron a luchar contra mis buenos actos ,mi lado malo quería hacer de las suyas, insinuarse, descubrir hasta donde el padre podía llegar conmigo. Muchas preguntas morbosas. Pero todo debía ir a su ritmo.
Esa noche terminó de lo más normal. Quedó muy agradecido por mi ayuda. También me dijo que podía platicar con él cuando yo quisiera, hubo algo de confidencialidad, fue muy cálido su abrazo final, ese apretón de mano, y ese abrazo que dejó impregnado su olor en mi ropa, suficiente para dedicarle una buena jalada esa noche. Bueno, también tenía algo más conmigo. Cuando él salió del baño a de ponerse la pijama había salido con sus calzones en la mano, dejándolos a un lado. Y en un descuido los había tomado guardándolos en mis bolsillos; eso sin decir que lo más morboso fue saber que dormía sin calzones debajo de los shorts.
Esa noche me masturbé tres veces pensando en el, en sus brazos con tatuajes, en su pecho con vellos, en sus grandes piernas, en su dulce sonrisa, en su voz tan melódica y en especial en ese paquete que seguía bien marcado en esos calzoncillos. Tenían un olor tan rico, era evidente que era una persona muy limpia. Vaya forma tan enferma de comenzar la relación con mi nuevo párroco.
La semana entrante volví a verlo, moría de ansias por asistir al catequismo, sabía que lo encontraría ahí. Di mis lecciones como cada sábado, y luego nos reunimos fuera de la iglesia. Los niños corrían por todos lados, algunos padres iban llegando por sus hijos, y mis amigos ya hacían planes para la noche. Eso me puso muy nervioso, por qué seguramente no estaría de nuevo con ellos en caso de que el padre me solicitara.
—¡Hola Marvin!—Dijo viniendo de tras a mis espaldas el padre Rafa.
—¡Hola padre! Déjeme presentarlo; Ellos son el grupo de catequismo, son mis mejores amigos.
Le presenté a cada uno de mis compañeros y amigos. Se mostró muy amistoso, tanto que mis amigos lo invitaron a casa de Ingrid para compartir unas cervezas, y platicar un rato. No dudó en decir que si, eso me puso muy alegre por que no quería dividirme; me ofrecí a guiarlos mientras los otros se adelantaban.
—Nosotros nos vamos ya padre. Le vemos ahí; aquí mi Marvin le muestra el camino—<<desde luego que yo no quería enseñarle solo el camino>>
Solo esperé a que se cambiara. Bajó con jeans y una playera gris que le quedaba muy pegada, su silueta no dejaba de hacerme babear. Nos subimos a su camioneta; una de esas camionetas enormes. No esperaba menos; iba muy bien con el. Al llegar a la fiesta, todos mis amigos se quedaron boca abierta con la misma sorpresa que yo tuve la semana pasada. ¿Quien espera que un padre tenga tatuajes, musculatura y sea tan sexy? ¡Obviamente nadie!
Nadie dijo nada. Solo leí la miradas, yo tenía una leve sonrisa <<había visto mucho más que eso>> lo que más me sorprendió es ver al padre Rafa andar con un vaso de cerveza. No estaba ebrio, sabía manejarse bien; pero sentí que era una buena oportunidad para intentar un poco más. Haría lo posible para quedarme esa noche a dormir con el.
Nos quitamos como a las dos de la mañana. Y vaya que para mentir era muy bueno; tuve que ingeniármelas. Lo primero que pensé fue pedirle el baño, para poder entrar al cuarto con el. Me cedió su sanitario, pase a orinar, y al salir el ya estaba mudándose de ropa, pero esta vez yo había calculado el tiempo para verlo tal y como la última vez. Estaba sin camisa, con el pantalón desabrochado dejando ver su blanca ropa interior.
—¿Ya es algo tarde, no crees? ¿Como irás a casa?—Me preguntó.
—Caminando. Cosa de 15 a 20 minutos padre. Aprovecho para bajar un poco los vasos de vodka.
—Nada de eso. Te prestaré ropa, te quedarás a dormir aquí, yo le digo a tus padres mañana. Es muy arriesgado irte solo—Yo estaba más que encantado.
Me hice un poco de rogar, y al final le dije que estaba bien. Me dio una playera blanca muy suave, todo olía a el, me dio unos shorts y entré a bañarme antes de cambiarme. Estaba un poco nervioso, lo notaba en mis manos temblorosas, en mi respirar tan agitado. Cuando salí entró él a bañarse, salió con una toalla secando su cabello, tenía el torso desnudó y unos shorts holgados, se notaba que no llevaba nada de bajo, su pene se tambaleaba y era fácil imaginar donde estaba colocado cuando él caminaba.
—¿Ya estás listo para dormir?
—La verdad es que no tengo nada de sueño. Por eso quería caminar a casa, para agotarme un poco.
—Eres muy terco. ¿Te apetece una copa de vino? Tengo un vino que traje de un viaje, lo he guardado para compartir, me parece buen momento.
Preparó un par de copas, era vino tinto, fingí que me gustaba, el bebió su vino muy rápido, yo apenas llevaba un par de trago; y él se sirvió otra copa, y para cuando rellene mi recipiente, él ya iba en su cuarta vuelta. Terminamos acabando la botella, más el que yo; se levantó y noté que ya no están del todo sobrio; eso era bueno para mi.
—Creo que ya me está dando sueño ¿te parece si nos acostamos ya? ¿Quieres que adecue uno de los cuartos de visita?
—La verdad padre es que soy bien miedoso. Y como le comenté este lugar me da un poco de terror; no es de ahora, es de siempre, si quiere puedo dormir en el suelo, pero no pienso dormir fuera de este cuarto.
A él le pareció gracioso—¡¿No como crees?! Te acomodas aquí en la cama, hay suficiente para los dos. Cabemos Perfecto. No suelo moverme tanto al dormir. Así que si no te incomoda podemos compartir la cama.
Todo estaba más que listo, todo encajó a la perfección, fue como lanzar el dado y escoger el número que me daría el gane.
Pasaron 15 minutos. Platicamos un poco, ambos estábamos recostados viendo el techo, lentamente escuchaba cómo su voz se iba venciendo, arrastraba un poco las palabras, fue un buen indicio del efecto del vino. Me quedé quieto y en pocos minutos comencé a escuchar como su respiración se relajaba y en un instante unos leves ronquidos apenas perceptible rodearon la cama.
—¡Padre! ¡Padre!—Susurré, pero no recibí ninguna respuesta; lo moví un poco con las manos. Aun así espere un rato más, y los ronquidos comenzaron a aumentar en decibeles perceptibles, pero no molestos. Me di la vuelta para quedarme mirándolo, mis ojos estaban ya adaptados a la oscuridad, la luz que entraba en la ventana me dejó mirar con algo más de claridad. Estuve así unos minutos hasta que me anime a estirar la mano.
Toque su abdomen, estaba tibio y liso, tenía algunos vellos en el ombligo. Dejé mi mano un rato hasta que comencé a descender lentamente. Sentía que los dedos me explotarían, mi corazón hacía retumbar la cama; me temblaba la mano. Palpé con cautela, pude sentir su pene acomodado descansando entre sus piernas, moví mi dedo para dibujar en mi mente el tamaño de su miembro, se sentía bien, unos 12 centímetros como mínimo, se sentía de buen grosor, pero yo no quería que todo quedara sobre la tela.
Comencé a tirar del elástico de los shorts, sentía que había mucha tensión como para despertarlo. Aun así seguí adelante, sentía sus vellos tocar las yemas de mis dedos, comencé a meter la mano y pronto tuve ese pedazo de carne sujetado, se sentía muy flácido, pero me agradaba su tamaño, su forma y su temperatura. Comencé a jugar con ella dentro del short, me acomodé para disfrutar del momento, no se cuento tiempo estuve así. Estaba muy dormido, saque su pene ya sin miedo a que despertara. Fueron tantas las ganas que le tenía que no quería detenerme ahí. Quería saber qué sabor tenía.
Acerqué mis labios, respiré ese rico olor, lamí la punta, mire que no tuviera los ojos abiertos, abrí la boca y me la metí por completo, succionaba y chupaba de su rica y dormida verga. Me gustaba sentir como se estiraba y se encogía entre mi lengua. Entonces sentí como lentamente esa suavidad fue perdiéndose en una dura polla que iba creciendo entre mis labios. <<¿habrá despertado? ¿Sabrá que está pasando? Quizá sólo sea un reflejo>> me preguntaba sin detenerme, pronto esa verga estuvo a todo su esplendor. Media como 18 centímetros, esos si, era muy gruesa. Para ser mi primera polla creo que lo estaba haciendo muy bien.
Me separé por un momento, pero su verga no volvió a encogerse, la tocaba por ratos, estaba muy erecta. Comencé a masturbarlo, por momentos volvía a chuparla, la tenía muy rica, y ese sabor era tan afrodisíaco que esa noche quería hacerlo estallar; no importaba si estabas despierto o dormido.
Comencé a agitar con más rapidez. Perdí el miedo y quedé casi sobre de él sintiendo esa verga entrar y salir de mí con mucha discreción <<aun que ¿cuanto más discreto puedes ser con una mamada?>> entonces fue cuando sentí sus manos acariciando mi cabello, sentía su pelvis empujar fuerte contra mi garganta. Dejé que me dominara, era más placentero sabiendo que estaba de acuerdo. Lamí sus huevos, estaban depilados y suaves, eran gordos, no por nada se le marcaba tremendo paquete entre las piernas. No sabía mucho, pero estaba intentando hacer lo mejor que podía.
Estuve recibiendo sus ricos impulsos durante un buen rato. Seguí masturbándolo, miraba cómo se retorcía, comencé a subir para lamer sus pezones, sabía que era una zona erógena infalible, llegué a ellos, estaban erectos y duros, los lamí y los chupé. Podía escuchar sus quejidos apenas perceptibles, y esa expulsión de aire de placer. Subí a su cuello y lo besé, ni yo sabía de donde había aprendido todo eso. Entonces acerque mis labios a los de el. Se resistió los primeros tres segundos, deje ahí postrada mi boca, entonces cedió y me besó.
Por un momento pensé que me haría a un lado, pero fui correspondido. Y vaya forma de besar, sentía sus gruesos labios jugando con los míos, era una danza, era irrefutable que ahí había algo más que un simple beso, podía jurar que era algo que los dos esperábamos que pasara, sobre todo cuando tomó mi mano para que no me detuviera sobre su pene; puso su otra mano tras mi nuca para que no dejara de besarlo. Sinceramente no esperaba una respuesta como esa, y tampoco pensaba detenerme.
Estuvimos así unos buenos minutos, luego el se giró dejando su cara frente a la mía, comenzó a besar mi cuello, me quité la playera, lamía mis zonas sensibles con mucha dedicación, me hacía oprimir la sabana con sus buenos movimientos de lengua. Sentía como con su mano bajaba y oprimía mi bulto, metió su mano dentro de los shorts y comenzó a masajear lentamente mi pedazo de polla. Estaba muy húmedo, muy excitado y sobre todo muy palpitante. Bajó lentamente la piel de mi pene con suavidad mientras su cuerpo descendía hasta mi polla, su boca abrazo mi glande, lo saboreo y fue introduciéndolo poco a poco. Mi verga media lo mismo que la de el, eran muy similares, aún que yo solía recortarme el vello y el no.
Crucé los dedos de mis pies para no venirme. Me costaba trabajo resistir con tan buenas maniobras. Pronto sería víctima de una torrencial venida que nadie detendría, sobre todo si ese puño seguía subiendo y bajando con esos movimientos tan pronunciados. Entonces comencé a lanzar chorros sobre mi ombligo, ¡largos y blancos chorros! Sentí como al final corría sobre su mano que exprimía con fuerza las últimas gotas del espeso semen. Se puso de pie, fue por una toalla , dejó mi pene muy limpio. Pensé que ya había acabado todo, pero el aún no se venía.
Se montó sobre mi, sentía sus nalgas aplastando mi miembro, sus piernas se sentían muy duras, comenzó a masturbarse para mi, quise tocar su verga. Pero él quería masturbarse solo, seguro quería venirse para ya dormir. Agitó su pene durante unos dos minutos y la leche comenzó a lanzarse sobre mi como si hubiera esperado con ansias hacerlo. Tenía el pecho cubierto con su semen, era muy excitante sentir como el caliente líquido caía sobre mi, algunas gotas tocaron mi boca, lamí para sentir su sabor, no supo a nada, pero era muy excitante saber que eran de él. Comenzó a temblar en los últimos chorros, se detuvo, se paró de nuevo para ir por la toalla, se aseguró de no dejar ni una gota sobre mi y ahora si se acostó de nuevo para dormir.
No sabía que hacer, era extraño, no esperaba que el padre se masturbara sobre de mi. Lo
Miré, se veía tan lindo recostado con la mirada cerrada, con esa barba y esos lindos labios que resguardaban la sonrisa más bella que jamás vi. Entonces me acerqué y lo abracé del pecho <<¿que más podía ocurrir después de lo que causé?>> fui correspondido. Pasó su mano sobre mi, sentí algunos masajes sobre mi espalda y los dos caímos vencidos por el sueño.
Era Domingo, pero el padre Rafa tenía muchas actividades. Sentí que se levantó de la cama y el sonido de la puerta del baño me despertó de inmediato. Al salir de ahí me miró y me dió los buenos días. Vaya que me derretía mirarlo caminar en bóxers. Por cierto tenía unas nalgas súper lindas; como había dicho, sus piernas eran dignas de competencia y eso incluía su retaguardia.
—¿Quieres desayunar?—Me preguntó.
—No. creo que el vino me cayó pesado. Tengo algo de dolor de cabeza. Debo ir a casa, mamá y papá pronto se preguntarán dónde estuve.
—Les marcare más tarde para decirles por qué no llegaste a dormir. ¿Seguro que no quieres algo de comer? Puedo preparar unos sándwiches antes de que te marches— La verdad es que el nerviosismo me tenía sin hambre, sentía un hueco en el estómago. No insistió. Comenzó a vestirse, tenía una misa a las 8 de la mañana. Y yo también comencé a hacer lo mismo. Me bajé sus shorts delante de él quedando completamente desnudó. Obviamente fue una forma de insinuarme. Caminé por mis pantalones y me los fui colocando, me retiré la playera y me coloqué mi camisa.
—¿Quieres hablar de lo de anoche?—me preguntó.
—Estoy muy apenado por ello. No sabría que decirle, solo puedo ofrecerme una disculpa. Creo que será la última vez que estemos tan cerca—contesté mirándolo fijamente.
—Creo que queda claro que a ambos nos ha gustado. Y te seré muy sincero, mi sexualidad es algo que he tenido claro desde antes de ser esto, nunca me sentí tan atraído por nadie nuevamente, y creo que fue un error mío también. No quiero que te sientas culpable por algo que no pudimos controlar, me sentiría más culpable si te alejas. La verdad es que tu compañía me ha sentado muy bien. Agradecería que no te alejaras tanto; y también agradecería que quedara entre los dos.
—No tengo pensado decirle a nadie. Creo que después de mis amigos catequistas, nadie más sabe de mi sexualidad. Mis padres se derrumbarían de saber que tienen un hijo marica.
—Tus padres un día entenderán. Dios nos acepta tal y como somos como parte de su creación, nos ama con todo y nuestros errores. Así que no tienes nada en qué avergonzarte. Ya iremos platicando más. Por ahora debo irme a una misa y tu debes ir a casa; tendremos tiempo luego para acabar esta charla.
Me quedé mirándolo fijamente. Creo que esto estaba muy mal, era una buena persona, y yo había hecho que infringiera las normas católicas. Pensé seriamente en alejarme, pero ¿que tanto él dejaría que eso ocurriera?
Estaba muy feliz de haber sido correspondido, pero muy confundido de ese dulce final. En la noche fui con mis padres a misa y al terminar el padre nos buscó para explicarle mi falta en la noche. Mis padres se sintieron cómodos con Rafa, y no obtuve ni una cuestión por parte de ellos. El nuevo párroco me pidió que no me fuera, y así fue, pero esta vez primero fui a cenar con mis amigos para no levantar sospechas. Regresé dos horas después; lo encontré en n su cuarto más tarde, había dejado las puertas abiertas para que yo pasara.
—La otra semana debo ir a una pequeña comunidad a dar unas misas. ¿Te gustaría acompañarme? No me iría mal algo de ayuda y buena compañía—Me preguntó el padre Rafael—Obviamente mi respuesta fue afirmativa, tendríamos tiempo para platicar y dejar muchas cosas en claro.
Después de esa noche nada fue igual, mi visión sobre la religión comenzó a caer en pedazos, mi respeto por el padre se iba desestabilizando mientras más recordaba lo ocurrido la noche anterior. Fue inevitable tocarme una y otra vez pensando en el. Los calzones que tenía de él como recuerdo iban perdiendo su olor mientras más los respiraba. Sentía que no tenía mucha cara para mirarlo; no sabía cómo se sentía el acerca de lo ocurrido. Quise culpar al alcohol, y sentía que ese fin de semana estaría muy alejado de lo espiritual. Sentía que sería más como un retiro en el que los dos purificaríamos nuestras almas para sellar el pecado cometido y olvidarnos un poco de lo ocurrido; todo eso no dejaba de girar sobre mis pensamientos mientras le pedía permiso a mis padres de ir con Rafa.
—Papá. La otra semana el padre Rafael me solicitó apoyo para ir a una comunidad a ayudarlo. Quería saber ¿qué opinaban?
—¿Es una broma?—Preguntó mi padre sin bajar el periódico frente a su vista—Desde luego que puedes ir. Nunca te había visto tan interesado en la religión. Por fin el señor tocó tu corazón.
<<Si supieran que el que en realidad tocó más haya de la puesta de mi corazón era el padre Rafael>> pensé. Tenía que aprovechar que mis padres confiaban ciegamente de la situación, siempre me habían restringido.
—¡No sabes cómo le pedíamos a dios que te acercara más a él! Hasta que nos hizo caso hijo. ¡Deberíamos invitar al padre a cenar a la casa!—Dijo mi madre.
—No sería mala idea después de este fin de semana—Alentó mi padre.
Mientras ellos hacían sus planes, yo hacia los míos mentalmente. Un fin de semana solo con Rafa. Vaya experiencia religiosa que iba a tener.
Llegó el sábado, fui en mi bicicleta hasta la iglesia, abrí la puerta para ver al padre. Subí las escaleras hasta su habitación, Rafa estaba cerrando una de sus maletas de gimnasio. Recién terminaba de hacer ejercicio, tenía el torso sudado, los vellos corridos y húmedos hacia abajo, una playera blanca muy delgada que le trasparentaba todo, y unos pantalones cortos poco más arriba de la rodilla. Se encontraba soportado por sus piernas, se miraba increíble, los vellos en las piernas le sentaban bien.
—¡Vaya que has llegado temprano! ¿Puedes ayudarme con las maletas en lo que me baño?—preguntó mientras caminaba secándose el rostro con una toalla.
—Ok. Solo indícame qué necesitas que suba a tu camioneta.
—Bueno, pensándolo bien, quizá igual necesitas un baño ¿no crees? ¿Alguien te vio entrar?
—No. no había nadie.
Cerró la puesta con seguro. Se desnudó frente a mi y me invitó a entrar junto a él al baño.
Desde luego que acepté la propuesta sin poner peros. Sonreí con ese gesto malicioso; sabía que estaba siendo la manzana de la discordia y vaya que me estaba gustando. Me quité la camisa, los pantalones y el bóxer con muy pocos movimientos, entré al baño, el ya estaba bajo la corriente de agua. Que lindo se miraba de espaldas; unas nalgas redondas y alzadas, mejor de lo que su ropa enseñaba. El agua corría como un par de poemas resbalando por su piel, sus manos peinaban su cabello hacia atrás. Caminé directo a él, sentía el calor de su cuerpo tan cerca de mi. Me acomodé detrás de su espalda, lo abracé por delante, besé su piel sobre sobre su cuello, tomó mis manos entre lanzándolos con sus dedos, llevó mi mano a su verga. Estaba muy duro; comencé a mover mi mano masturbándolo.
Escuchaba sus gemidos romper con el agua. Se dio la vuelta para encontrar mi mirada con la de el, nos quedamos mirando fijamente, tomó tanto su verga como la mía y comenzó a tirar de ambas a la vez. Jamás me había sentido tan excitado. Nuestros labios rompieron nuevamente uno con el otro, abriendo esa brecha de placer entre los pliegues de nuestros labios. Vaya forma de mover su lengua dentro de mi boca <<Jamás te imaginas que un padre sepa besar tan bien>> No tardamos tanto, fue cosa de 15 minutos antes de corrernos juntos; sentía como si saliera humo de nuestros poros.
Se acomodó sobre mi hombro para lanzar aquellas exhalaciones calientes y agitadas. Terminamos de bañarnos, y salimos como si nada. Nos pusimos ropa y comenzamos a trepar todo a su camioneta. No eran tantas cosas, así que salimos hacia aquella comunidad muy temprano. Escuchábamos música mientras conducía, platicábamos de cosas normales, era cómodo sentir que nada ocurrió sabiendo que había pasado mucho más que nada. Me gustaba mirar el paisaje cambiante entre árboles y flores durante todo el recorrido de poco más de cuatro horas.
Al llegar a la provincia comencé a notar algunas casa que iban apareciendo después del letrero de "bienvenidos" eran casas muy humildes, guardaba un ambiente difícil de explicar, habían niños descalzos jugando en la banqueta, Gallinas comiendo del suelo terroso; lindo y a la vez un poco raro.
—Creo que hemos llegado—Me dijo el padre Rafael—¿habías venido?
—Ni siquiera sabía que existiera este lugar. Se nota qué hay mucha pobreza aquí. Se me hace un nudo en la garganta.
—Son felices. ¿Notas sus sonrisas? Tu y yo lo notamos desde otra perspectiva por qué al visualizarnos en esa situación y teniendo lo que tenemos sería muy difícil adaptarnos a lo que ellos viven. Para ellos es normal, y sus sonrisas me dicen que viven felices.
Me gustaba la forma de pensar del párroco, era muy maduro; manejamos unos minutos más, el camino estaba lleno de baches y topes. Al centro del pueblo había una iglesia, pequeña, pero linda, estacionó el auto y un hombre lo recibió; se llamaba Miguel.
—¡Buenos días! Usted debe ser el padre Rafael. Es un verdadero placer, soy el sacristán encargado de la iglesia. Gracias por venir, no esperaba un padre joven, siempre nos mandan gente muy adulta. ¡Síganme! Les enseñaré donde se quedarán.
Caminamos dentro de la iglesia, pasamos algunas puertas hasta llegar a una habitación impregnada de humedad, no tenía tantos lujos como el de la ciudad. Tenía una cama, una mesa de madera, una pequeña televisión, una radio, una ventana, y un baño algo reducido. Miguel nos dió algunas indicaciones antes de instalarnos. Incluso le propuso a Rafa un lugar para mí con algún feligrés de la comunidad para su mayor comodidad, pero se negó completamente, no tenía ningún problema con compartir el cuarto por obvias razones.
Después de unos 30 minutos del recorrido Miguel se marchó y nos invitó más tarde a comer en casa de una de las señoras que había preparado algo para el párroco invitado. Teníamos una actividad con los catequistas en la tarde, teníamos unas horas para irnos acomodando <<Aun que ¿cuanto más te puedes instalar en un lugar donde solo estarás dos días?>>
Suelo ser muy curioso, así que en lo que Rafael se ponía cómodo salí a dar un paseo por el lugar. Las iglesias siempre me ponían un poco nervioso, el constante sonido de ecos me ponía muy paranoico. No entiendo por qué todo estaba tan sombrío siempre. Entre arcos y pasillos de loza roja antigua, te encontrabas con pasillos que te llevaban a más pasillos. Después de hacer de las mías regresé al cuarto. Rafa estaba tirado en el cuarto. Cerré la puerta con un pasador de metal que tenía como cerrojo, y me tiré a su lado. Lo abracé del pecho y me acomodé sobre el, fue una reacción natural. Solo sentí la confianza y la necesidad de hacerlo. El acomodó su manos sobre mi espalda y la masajeó haciéndome sentir algo de sueño. El no paró de leer su biblia. Miraba sobre su ombligo el bonito bulto que se le armaba en esos jeans desgastados. Y como dije antes ¡era extremadamente curioso! Así que fui bajando mi mano lentamente hasta palpar su paquete.
—¿Que haces?—Me preguntó con gracia. Trataba de abrir su botón pero estaba muy justo.
—Nada. ¿Te molesta?
—En lo absoluto.
Entonces baje el zíper y metí mi mano encontrando una trusa que comenzaba a ponerse dura en su interior.
Estuve en constante movimiento dentro de esa tela suave, mis manos abrazaban su rico trozo de carne, sus vellos gruesos se entrelazaban con mis dedos, y su glande húmedo no dejaba de gotear. Inmediatamente bajó su pantalón usando sus piernas dejándome al descubierto tan rica erección, y tan bello bulto de huevos en esa trusa blanca. Toqué sobre la telilla, abrió más sus piernas, baje olfateando cada centímetro; tenía algunas gotas húmedas en sus ropa interior, lamí y seguí mi camino para lames sus grandes bolas sobre la trusa.
Bajé su sexy ropa para dejar mirar ese hermoso par de piernas desnudas y peludas; me encantaba ese volumen y ese tono de piel moreno claro; lamí las ingles, besé su piel, lleve mi lengua a ese par de testículos bien acomodados entre sus piernas, con un hermoso monumento semi curvo mirando al techo. Comencé a lamer y chupar sus ricas bolas, mi mano iba jugando sobre su verga, siendo lubricada constantemente con su saliva.
—¿Te gusta?—Pregunté levantando la mirada. Asintió con la cabeza y con su mano regresó mi boca a hacer su labor. Subí para chuparle la polla, se retorcía como si nunca hubiera probado unos labios sobre su verga.
Tenía un sabor que no se como explicar. Algo emitía que me ponía demasiado sexual. Era como si rociara sobre mi un mar de hormonas solo con verlo. Estuve sobre él durante un buen rato, unos 30 minutos hasta que hice que se corriera. Me gustaba la forma en la que oprimía sus piernas con cada chorro, su abdomen se comprimía, oprimía los ojos y lanzaba un quejido acompañado de una fuerte respiración hasta acabar.
No me molestó lamer hasta la última gota, al final subí hasta sus labios y lo besé con el sabor de su semen.
Al rato llegó Miguel para llevarnos a comer con doña flora; una señora muy cordial que había cocinado para el padre. Comimos bajo la naturaleza, varias personas de el pueblo acudieron a conocer al padre. Después de comer y platicar un rato con la familia regresamos para prepararnos a la actividad con los catequistas. Caminamos juntos por el pueblo, era un lugar muy tranquilo, apenas habían vehículos, autos antiguos en su mayoría, gente muy agradable. Eran más constantes las motos y bicicletas.
—¿No estás aburrido?—preguntó Rafa.
—No. ni un poco. Son como unas vacaciones para mi—Se respiraba mucha tranquilidad, todo tenía un aire muy especial.
En las actividades conocimos a muchos chicos de mi edad y algunos un tanto más grandes. También a mucho niños, fue muy entretenido conocer gente de una comunidad tan humilde. Vaya que la gente era buena y amable. Terminamos el día cansados. Entramos como a las 8 de la noche; algo curioso del lugar es que a partir de las 6 de la tarde la gente comenzaba a meterse ya en casa para descansar y fuera de algunos jóvenes caminando, pateando la bola, o solo platicando en grupos reducidos, todo el pueblo quedaba casi fantasma. Así que sin nada más que hacer nos metimos al cuarto.
—¿que te ha parecido? Te gustaron las actividades, pude verlo. Deberías acompañarme más seguido a las comunidades.
—La cosa está en que mis padres me dejen.
—Podría nombrarte con algún cargo de apoyo al párroco; tus padres no se negarían. Pero tendrías tu que aceptar antes.
—Por mi parte más que encantado. ¿Te puedo preguntar algo?
—Sabes que puedes.
—¿No sientes culpa de esto que estamos teniendo? Se supone que los padres no deberían tener sexo ¿no?
—No hemos tenido sexo. Solo nos hemos masturbado. Pero entiendo tu punto. La abstinencia total. Mira campeón, las leyes religiosas son muy cuadradas, quieren llevar una vida de reglas inhóspitas que pocos pueden cumplir. La iglesia olvida que los padres no dejamos de ser humanos.
—¿entonces está bien lo que ha estado pasando?
—Es cuestión de perspectiva. Mi parte física también requiere desahogarse, como lo hacemos con nuestros pecados. No está bien, pero tampoco está mal. Supongo que es más perdonable cometer coito, o masturbación, a perdonar asesinato y violación ¿no crees?
Pues si tenía razón. Quedé un poco confundido, pero no quise entrar más en detalles. Se acostó solo en bóxers a mi lado y siempre con una playera holgada. Me quedé mirando al techo pensando en lo bien que me lo estaba pasando con una persona tan prohibida. Entonces sentí su mano sobre mi ombligo, giró para acomodarse a mi lado, estaba tan cansado como yo. Me hizo darle la espalda y me abrazó fuerte. Sentí su labios sobre de mi cuello y su húmeda boca besándome con delicadeza.
Con sus manos fue bajando mis calzones muy despacio, sentía sus intenciones con sus manos tocando de más; estuvo así un rato hasta que sentí su pene duro rosando entre mis nalgas. Sentía extraño pero no me desagradaba esa sensación. Se impulsaba con fuerza queriendo que su verga entrará en mi, era muy rico sentir su gran polla intentando abrirse paso. Me dilataba con sus roces, sus dedos llevaban saliva en mi ano y jugaban un rato para ayudarme a relajarme.
Comencé a sentir algo de presión e inmediatamente mostré incomodidad y algo de dolor; se detuvo y preguntó si estaba bien, era obvio que era un novato en esas cosas. Así que con toda la caballerosidad del mundo me trató con tanto cariño para que fuera olvidando el dolor y poder disfrutar de las ricas metidas que me estaba poniendo Rafael. Fue una experiencia tan celestial que me hizo ver el paraíso en varias poses, me ponía de una forma y luego en otra; no sé cuánto tiempo estuvimos cogiendo, pero terminamos acostados uno sobre el otro. Estábamos sudados y agitados; nos bañamos y nos volvimos a acostar para descansar. No podía evitar sentir culpa al abrazarlo.
El día siguiente dio la misa a las ocho de la mañana como se había programado, al terminar fuimos recogiendo las cosas. La gente del pueblo fue muy gentil, le regaló fruta, legumbres y algunos detalles al párroco de visita. Durante el camino estuvimos platicando mucho nuevamente, como si nada hubiera pasado.
—¿Irás a misa más tarde?
—Claro. Mis padres seguramente irán y tendré que ir con ellos.
—Bueno, ahí te veré entonces. Ayúdame a dejar todas las cosas en la habitación y te llevo a casa; quiero agradecerles personalmente el permiso a tus padres.
Mis padres estuvieron muy felices de verme, me hicieron mil preguntas y yo les respondí con toda naturalidad y emoción. Aun que mi emoción le pertenecía a todo lo que estaba ocurriendo con nuestro párroco.
Espere ansioso a la hora de ir a misa, ahí estaba Rafa tan guapo como siempre con esa sonrisa que tanto me enamoraba. Por un momento quedé hipnotizado con su forma de hablar y de manifestar su palabra. Hasta los avisos parroquiales trajeron una noticia que nos dejó pensativos a todos:
—Bueno antes de terminar esta noche quiero darles un aviso. Hoy es el último domingo que les daré misa debido a algunos problemas personales. La verdad es que ha sido muy corto el tiempo que he estado aquí pero vaya que me he encariñado con cada uno de ustedes; así que espero de corazón puedan entender.
Vaya sorpresa con la que había salido. Sentí que mi corazón se detuvo por unos segundos, así que cuando todos se fueron y estaba a punto de cerrar la iglesia fui a buscarlo para hablar.
—Hola Marvin. ¿Quieres pasar?
—por favor.
—Supongo que vienes por una explicación.
—Es lo mínimo que espero.
—Vaya que es difícil de explicar, pero creo que mucho ha tenido que ver contigo muchacho. Y no es que sea malo. Nada de eso; desde que te conocí creo que fue obvio que hubo una atracción, y me fue imposible detenerme después de haber comenzado. Renuncié a esta vocación en el momento que me fijé en ti. Y si algo he aprendido en este camino es que nunca dejé de ser humano, más vale corregir antes de cometer más actos. Quiero agradecerte por enseñarme en verdad lo que soy, mucho tiempo me negué a ello; así que he decidido colgar los hábitos y continuar como un simple humano.
—¿Eso significa que renunciarás a esto?
—Así es. Renunciaré a mi título de sacerdote. Y debo regresar a mi tierra. Pero no estés intranquilo, te prometo que vendré a verte un día. Nada de esto cambia.
Rafa se fue a los pocos días. Definitivamente disfrutamos un poco más del sexo, eso era inevitable. Desde eso la iglesia perdió el gusto que le tenía. Al poco tiempo renuncié a algunas cosas que mis padres querían a fuerza que hiciera, les enseñé que no podía llevar la vida que ellos quisieran y menos renunciar a mis sueños. Fue difícil, pero al final lo entendieron. Mi homosexualidad tendría que esperar un poco para poder contarles; mientras, seguiría esperando a que Rafa regresara como lo había prometido. Tenía toda la fue puesta a que volvería por mi.
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Segunda parte... porfa... casí lloré con ese final!!! Sí regresó?
Sin duda te hacen volar la imaginación y hasta pensar que es uno el que esta ahí
perdonen la molestia pero donde puedo ver los mensaje en mi bandeja de entrada en esta pagina? les agradezco su ayuda
Buenísimo.. me parece enganche a full...espero una segunda parte 😛😛
Uffff, NECESITO una segunda parte, me enganche bastante