Estando en tercero de secundaria comencé a darme cuenta de que me llamaban la atención algunos de mis compañeros, aunque no entendía muchos cambios y sensaciones me daba cuenta que algo en mi era diferente. Al principio no le daba importancia porque tenía una novia bien cachonda y los acercamientos que tenía con ella eran sumamente agradables y placenteros. Sin embargo, en más de una ocasión me di cuenta que mi mirada se fijaba en algunos bultos demasiado notorios de mis compañeros.
Pero el punto de quiebre de mi heterosexualidad se dio cuando en los baños de la escuela comenzamos a hacer comparaciones entre nuestros miembros, me di cuenta de que algo sumamente extraño me sucedía al ver aquellos miembros en completa erección, sobretodo el de uno de ellos, un chico llamado Joaquín cuyo pene tenía dimensiones admirables comparado con los demás: ¡¡¡18 cm!!! Sí ya sé que no es tan grande pero cuando uno tiene esa edad un pene de esas dimensiones luce impresionante.
Joaquín era un chico muy amigable y desde que lo vi en los baños presumiendo su verga me llamó muchísimo la atención, una curiosidad por palpar aquello fue creciendo en mí, así que decidí hacerme su amigo a toda costa y al cabo de un par de meses lo había conseguido.
Éramos los mejores amigos. Hacíamos casi todo juntos. Nos contábamos todo, sobretodo hablábamos de sexo, quizás él era un poco presumido en ese aspecto y tenía motivos para serlo, pues las dimensiones de su pene le abrían las puertas fácilmente con muchas chicas a pesar de su edad.
Sus padres estaban divorciados, pero yo me llevaba muy bien con los dos y el trato que me daban cuando lo visitaba era como de otro hijo, así que casi, casi era de la familia, eso me permitió tener un mayor acercamiento con Joaquín, sobre todo cuando nos quedábamos en casa de su mamá, pues sólo había una cama para los dos.
Sin embargo, conforme pasaba el tiempo me di cuenta que "eso" que me llamaba tanto la atención de él estaba fuera de mi alcance, varias veces me le insinué discretamente e incluso una vez llegué a proponerle que nos masturbáramos mutuamente mientras veíamos una película porno pero nunca cedió, Joaquín era 100% heterosexual; lo admito, se la toqué en varias ocasiones mientras dormía, tenía el sueño muy profundo, pero esa historia se las contaré después, pues hoy les contaré sobre el papá de Joaquín.
Cierta ocasión el papá de Joaquín rentó una casa cerca de Cuernavaca para pasar el fin de semana en vacaciones y me invitaron. Pero el viernes por la noche, estando a punto de salir hacia allá, la mamá de mi amigo pasó a recogerlo porque había fallecido un familiar de ella y tenían que salir de la ciudad.
Mi amigo accedió a acompañar a su mamá a regañadientes. Y como mi familia también había salido fuera de la ciudad el papá no tuvo problema en invitarme a pasar el fin de semana con él y su novia—¿Por qué no te quedas con nosotros, Joaquín regresará el Domingo, y aun podrás convivir con él unos días más? —No me quedó más que acceder a la propuesta.
La casa era de lo más cómoda pero lo mejor era que tenía piscina. Eso me encantó porque lo mío siempre ha sido el agua. Al principio pensé que era una verdadera lástima que mi amigo no fuera, porque al igual que yo, él gustaba de usar trajes de baño tipo trusa que poco dejaban a la imaginación y que marcaban a la perfección su enorme miembro.
En fin, en cuanto llegamos me dispuse a descansar, pero esa noche hubo algo que me lo impidió. Mientras estaba acostado en la cama tratando de conciliar el sueño comencé a escuchar unos gemidos. Al principio no les di importancia, pero fueron aumentando en intensidad así que decidí investigar su procedencia; Claro que no tenía mucho que investigar, pues los gemidos provenían del cuarto de junto, era evidente que la mujer estaba siendo ensartada por algo muy grande, porque continuamente gemía elogiando "lo rica y lo gorda" que la tenía el papá de mi amigo.
Yo tenía la oreja pegada a la puerta de esa habitación mientras me masturbaba por encima de mi calzoncillo sin perder detalle de sus diálogos. Pero lo más excitante fue cuando el papá de mi amigo le ordenó —Ponte en cuatro para darte por el culo —Unos instantes después ella le suplicaba que no se la metiera toda, que no le cabía, pero los gemidos de placer pronto se hicieron notar. El papá de mi amigo la estaba enculando y la estaba haciendo gozar. Yo no me pude contener y terminé viniéndome en mis calzoncillos.
Regresé a mi cuarto imaginando la escena. Pensé en el miembro de mi amigo y en mi mente surgió la curiosidad de ver el miembro de su papá, seguro debería ser más grande. Esa noche, en mis sueños veía al papá de mi amigo con una verga descomunal parado frente a mi e invitándome a que se la mamara sin que yo me negara.
Comencé a sentir una atracción inmediata por aquel varón de ojos claros, barba recortada de días, y esa sonrisa hermosa; la verdad Joaquín era guapo, pero Roger el padre de mi amigo, era un dios.
Por fin llegó la mañana y me llamaron a desayunar. La novia del papá de mi amigo andaba en shorts y una camiseta pegadita. Era evidente que no traía nada debajo y la juventud se mostraba en los senos erguidos, no debía tener más de 30 años, sus nalgas eran realmente apetecibles. El papá de mi amigo no era grande, tenía 34 años y se conservaba en muy buena forma, de hecho, se había levantado temprano a nadar un poco y andaba en un pequeño short ligeramente ajustado que le permitía exhibir su varonil cuerpo.
—Te levantaste por fin – me dijo mientras se secaba con una toalla gruesa que recorría todo su cabello húmedo, su piel destellante y la planta de sus pies.
—Sí, me quedé dormido más de lo debido— le respondí fijando mi mirada en el frente de su bañador, el cual lucía un bulto de dimensiones nada despreciables y sin duda algo más grande que el de mi amigo.
—¿Te gusta mi traje de baño? — preguntó él al notar mi mirada fija en aquel bulto.
—Este… sí, sí, es que está muy colorido—le respondí tratando de componer la situación.
—Yo se lo regalé, me encanta como luce — respondió su novia mientras le daba un beso y comenzaba a servirnos el desayuno.
—¿Qué me estaba pasando? Se trataba del padre de mi amigo— pensé. Pero mientras desayunaba no podía dejar de pensar en aquel tremendo bulto al frente del bañador, no podía quitarme de la mente los gemidos de la noche anterior, no podía quitarme de la mente los sueños que había tenido. Así que decidí darme un buen baño con agua fría para bajarme la temperatura.
Al poco rato los tres estábamos en la piscina. Disfrutando el sol y los chapoteos. Su novia fue la primera que salió de la piscina para tomar el sol y él salió a ponerle un poco de bronceador. Yo desde la piscina los miraba de reojo y pude notar algunas caricias que le hacía en sus redondas y firmes nalgas; pero sin duda alguna, quien me llamaba la atención era el macho del bañador.
Mientras le untaba el bronceador a su novia, el bulto al frente del bañador iba aumentando de tamaño, por lo que cuando se puso de pie pensé que iba a reventarlo. Afortunadamente la tentación desapareció cuando él se acostó boca abajo para descansar.
Esa noche volvió a ocurrir lo mismo que la noche anterior. Era evidente que estaban aprovechando al máximo su estadía ahí. Sólo los espié unos instantes de la misma manera y me retiré a mi habitación tratando de quitarme esas ideas de la cabeza.
Pero fue imposible. Al día siguiente disfrutamos nuevamente de la piscina y le comencé a mirar descaradamente el paquete, hasta que él se disculpó.
— Perdóname, ya sé que se me nota mucho la erección, pero es que con una mujer así es imposible evitarlo ¿o no? — me dijo mientras se acariciaba ligeramente el bulto de su bañador y miraba discretamente el frente de mi traje de baño pues yo también estaba un poco excitado.
— Sí, es muy difícil — le respondí poniendo mis manos al frente y tratando de hacer menos notoria mi erección.
— No te preocupes, es normal que al ver a una mujer así te pase— me dijo mientras ambos mirábamos el cuerpo de su novia tendido en un camastro apenas cubierto por un minúsculo bikini.
Si él supiera que mi erección se debía a él y no a su novia. Pero ni modo, nada podía hacer en ese momento. Sólo me conformé con disfrutar de la vista un poco más hasta que nos preparamos para el regreso a la ciudad. Esa fue la primera vez que miré al papá de mi amigo de una manera especial.
Después de ese fin de semana mis deseos por tocar un pene que no fuera el mío se incrementaron. En los baños le echaba el ojo a uno que otro, pero sin animarme a hacer algo más. Pasaron varias semanas hasta que mi amigo volvió a invitarme a quedarme en la casa de su padre.
Recuerdo que, en esa ocasión, el papá y su novia nos llevaron a cenar y después al cine. Durante la película me di cuenta que se estaban cachondeando. Al salir, era evidente que ella quería pasar un momento más íntimo con él, pero la presencia de nosotros se lo impidió. Así que la llevamos a su casa y nosotros tres nos fuimos a su casa.
Me di cuenta que el papá me llamaba más la atención, e incluso me descubrí a mí mismo mirándole el paquete un par de veces, pues el cachondeo con su novia lo había dejado con una erección bastante notoria. No había olvidado como se veía en traje de baño y esa imagen me excitaba. Estaba confundido, algo dentro de mí me impulsaba a hacer algo al respecto, pero no sabía qué hacer, incluso me olvidé de echarle una mirada al paquete de mi amigo mientras nos desvestíamos para acostarnos.
Mi amigo se durmió casi enseguida que nos metimos a la cama, pero Yo no podía, tenía una erección tremenda. Necesitaba hacer algo, así que me armé de valor para ir a la habitación de su papá. Tenía miedo, pero estaba decidido.
Al estar frente a la puerta dudé un poco. Pero justo en ese momento escuché un ronquido. ¡Maldición! También se había quedado dormido. ¿Y ahora qué? No era posible, justo cuando me había decidido, a lo mejor había escuchado mal, así que apoyé mi oreja contra la puerta para corroborar, pero la puerta se abrió, ¡Casi me caigo! Pero logré sostenerme sin hacer ruido.
Pero entonces lo miré, ahí estaba el padre de mi amigo acostado boca arriba roncando y semidesnudo. La imagen era deliciosa, pues sólo un bóxer a cuadros cubría ese cuerpo tan varonil. Ya estaba ahí y sabía que no había vuelta atrás. Cerré la puerta, le puse el seguro y caminé hacia la cama. Lo contemplé durante algunos minutos, la bragueta del bóxer se abría ligeramente dejando entrever parte de aquel miembro que tantas noches de sueño me había quitado.
Cualquier duda desapareció, con delicadeza introduje mis dedos por aquella bragueta y por fin lo toqué, estaba tibio, con una gran cantidad de vello en la base. Él ni se inmutó, siguió roncando mientras yo le sacaba por la bragueta su robusto miembro. Mi corazón palpitaba cada vez más acelerado. Por fin lo estaba viendo y tocando. Y a pesar de estar dormido, su pene tenía una ligera erección, seguramente producto del cachondeo con su novia.
Poco a poco ese pene iba alcanzando dimensiones mayores a las de cualquier otro pene que hubiera visto en mi vida. Al cabo de algunos minutos de estarlo sobando, por fin quedó completamente erecto y apuntando al techo, era hermoso. De pronto se movió un poco, pero continuó dormido, entonces hice algo que mi novia me había hecho algunas veces: ¡comencé a lamerlo!
No lo podía evitar, con la punta de la lengua recorría aquel delicioso miembro desde la base hasta la cabezota. En verdad era enorme. Y sobre todo era mi primer pene, así que no lo pensé mucho y lo metí en mi boca para comenzar a mamarlo. Poco a poco me había ido acomodando en la cama para disfrutarlo. Fue un momento delicioso, pero entonces me di cuenta que los ronquidos habían cesado. Él no se había movido, pero ya no roncaba.
- ¿Qué estás haciendo? – escuché su voz y levanté la mirada sin saber que decir, aún arrodillado entre sus piernas y con su verga entre mis labios.
Por un momento ambos nos quedamos inmóviles. Nuestras miradas se cruzaban. Un esbozo de sonrisa me ayudó a continuar con mi labor. Seguí mamándosela sin parar mientras él echaba su cabeza hacia atrás y contenía sus gemidos. Era evidente que estaba disfrutando lo que le estaba haciendo y cuando estaba a punto de llegar al clímax, me sujetó la cabeza para descargar su leche en mi paladar. Sentí que me ahogaba, pero el sabor de su leche era un sabor diferente a todo lo que había probado, pero era un sabor agradable y eso me facilitó que lo tragara.
—¿Por qué lo hiciste? — me interrogó mientras me separaba de su verga, no tenía mucho que limpiar, pues me había comido todo su tiradero, y me había asegurado de lamer lo suficiente para no dejar ni un desperdicio.
— No lo sé… nunca lo había hecho… — respondí mientras me acostaba a su lado, yo estaba completamente vestido, seguía un poco apenado ¿Qué más podía responder?
— ¿Te gustan los hombres? — me preguntó nuevamente, no sabía que decir, estaba muy contrariado; la verdad el tipo estaba siendo demasiado paciente y muy sereno con su preguntas, era como si quiera ayudarme a buscar mi orientación, como un padre habla con su hijo… bueno ¿después de haber disfrutado de una mamada con mis labios, que le quedaba igual?
—Creo que sí… bueno, Tú me llamaste la atención desde que fuimos a la casa de Cuernavaca… te escuché teniendo sexo, y algo pasó desde ese día – le confesé, con la voz bastante nerviosa.
—¿Nos viste? —volvió a preguntar.
— No, sólo los oí... oí cuando le pediste el culo… y… — le dije pero él me interrumpió.
— No me digas que se te antojó—lo dijo mirándome a los ojos asustado, ahí es cuando noté que cambio algo en su semblante, lo noté un poco preocupado y tan confundido como cuando comencé a desear vergas.
— No… bueno, no sé… es que yo nunca… bueno, Tú me entiendes… — respondí nervioso y mirando como su verga respingaba dentro de su calzón de cuadros, comenzando a pararse nuevamente, parecía que la plática lo estaba poniendo caliente de nuevo, cosa extraña porque en todo momento se mostró demasiado heterosexual.
— No, eso no está bien, la verga es para las viejas y yo no soy puto… además eres apenas un niño —me dijo él mientras trataba de acomodar su vergota en dentro del bóxer.
— Yo no le voy a decir a nadie… ¿y qué diferencia puede haber entre el culito de tu chava y el mío? — le dije sonriéndole y buscando nuevamente aquel pene, no estaba satisfecho, tenía que exprimir esa verga que tanto había deseado; no podía salir virgen de esa habitación.
Nos miramos fijamente a los ojos y me di cuenta que estaba cediendo al masaje que mi mano le daba a su pene, tenía de nuevo el grueso y largo trozo tan duro que pedía nuevamente ser sacudido y consentido por mis labios, vaya que el papá de Joaquín había resultado demasiado caliente para resistirse a una sobada de verga.
—Si alguien me hubiera dicho que iba a estar en la cama con un chico adolescente nunca lo hubiera creído… pero, mamas muy rico — me dijo él mientras me acariciaba las nalgas y añadió una pregunta que me dejó helado—¿te gustaría que te "estrenara"?
No supe que decir, respondí a su abrazo y dejé que me besara y acomodara a su antojo, Sus manos me despojaron de mi calzoncillo con gran facilidad y vibré al sentir sus dedos hurgando en mi culito. Yo ya no tenía ninguna duda. Y él poco a poco me fue colocando en la posición más conveniente para la penetración: empinadito y con mi trasero en todo lo alto.
Me separó las nalgas y comenzó a lamerme el agujerito. Esa caricia era sumamente deliciosa y aunque sabía lo que me esperaba, ansioso le pedí que me clavara.
Gemí y mordí la almohada para ahogar mi grito. El dolor era demasiado, la saliva no había sido suficiente y no consiguió entrar a la primera metida.
— Tienes el culito muy apretado… espera… — me dijo él mientras iba al cuarto de baño y regresaba con un frasco de crema.
— Hazlo con cuidado… — le supliqué y sentí como me comenzaba a untar crema en el culo, metiendo un dedo, después otro y finalmente un tercero; era más placentero de esa forma, pues un dedo se sentía demasiado bien, dos dedos ya no costaron tanto, y para el tercero ya me tenía lo suficientemente dilatado para introducirme su miembro.
— Creo que ya estás listo — me dijo mientras me separaba las nalgas y acomodaba su enorme verga contra mi indefenso agujerito.
Sentí un poco de dolor, pero un calorcillo fue invadiendo mi cuerpo. Mi culito estaba alojando en su interior a aquel enorme pene. Lo podía sentir palpitando dentro de mí a cada centímetro que avanzaba hasta que sus vellos cosquillearon mis nalgas.
— Ahhh… tienes un culito delicioso… te lo clavé todo y pareces querer más — me dijo él recargándose en mi espalda con un empujón final.
—¿Todo? Siento que voy a reventar, apenas y me cabe, la tienes demasiado grande… —le dije mientras corroboraba con mi mano que sólo los huevos habían quedado fuera.
Nos quedamos inmóviles por algunos momentos. No dijimos nada. Mi culito se había acostumbrado a aquella vergota. Por fin lo había conseguido, por fin sabía lo que se sentía tener un macho dentro de mí y la sensación era tan extraña, pero a la vez tan rica que cuando él comenzó a moverse sentí que me moría de gusto. Era delicioso tenerlo dentro, pero era más rico sentir como me la metía y sacaba a un ritmo semiento.
Yo era un adolescente apenas y creo que el placer era demasiado para mí. Pronto sentí como su mano acariciaba mi propia verga y en pocos minutos me estaba viniendo. Sin embargo, él era un cogedor experto y continuó enculándome durante varios minutos más hasta que le fue imposible contenerse. Su miembro duro comenzó a vibrar dentro de mí. Un lechazo tras otro fue alojándose en mis entrañas. Era mi primera vez y me estaban llenando el culito con leche tibia y viscosa.
— Ah… dámela toda… ay… — le pedí mientras terminaba de venirse dentro de mí, de nuevo descansó su torso sobre mi espalda, dejando casi todo su peso sobre mí, se sentía tan caliente y aun tan duro dentro que no quería que me la sacara de nuevo.
— Te la di toda nene… tu culito es delicioso — me dijo mientras me la sacaba, estaba agitado, y muy relajado.
— ¿Más que el de tu novia? — pregunté mientras mi culito se acostumbraba al vacío que había dejado su vergota.
— Sí, más rico que el de ella… — me dijo sonriendo mientras me abrazaba, era extraño sentir su abrazo tan cálido, pues nunca visualicé un hombre tan cariñoso detrás de ese porte de macho.
—Pues ya tienes otro culito para satisfacer— le dije mientras mis manos buscaban el enorme pene que aún se mantenía semierecto, lo oprimí con fuerza y aún tenía algunas palpitaciones fuertes que ofrecerle a mi puño mientras perdía tamaño y dureza.
—¿qué haces? —me dijo mientras comenzaba a mamarle nuevamente la verga, vaya que mi nivel de testosterona no tenía límites ni llevadera; sobre todo estaba dispuesto a exprimir hasta la última gota de su dulce semen; quería dejarlo seco y enviciarlo con mis manías.
No pasó mucho tiempo para que nuevamente se le pusiera dura y entonces Yo solito me coloqué a horcajadas sobre él y me la clavé, estaba al borde de la cama, y me puse de espaldas a él, enseñándole que ya sabía cómo manejar y tragar ese trozo por cuenta propia, en esta ocasión solo debía concentrarse en disfrutar.
— ¡Cógeme! hazme tuyo—le dije mientras comenzaba a darme vigorosos sentones sobre su verga, sentía el choque de mis nalgas con su piel al llevármela hasta el fondo, estaba imparable e insaciable.
—Eres un goloso… mmm, pero me encanta—me respondió y con un hábil movimiento me colocó boca arriba, con mis piernas sobre sus hombros para comenzar un nuevo mete y saca vigoroso y sensacional, era todo un semental echándome por tercera vez en la noche.
—Ah… ah… ah… —gemí mientras él me cogía con más y más fuerza.
— ¡Eso querías! Ahora tómala toda — y nuevamente sentí el derrame de su leche dentro de mí, tenía un aguante descomunal, y parecía seguir guardando suficiente leche para mi insaciable excitación.
Nos quedamos unos instantes así pegados en lo que su verga perdía la erección, me la sacó y ahora sí lo noté demasiado cansado— Ahora si esta fue la última, así que ya no intentes más— me dijo dejándose caer boca arriba a la cama y soltando un suspiro de cansancio.
Le tomé la verga flácida y le pregunté ansioso—¿Cuándo podré volver a comer de tu rica verga?
—Ya veremos— me dijo con una sonrisa pícara— será mejor que regrese con Joaquín, no sea que se vaya a dar cuenta que su papá se cogió a su mejor amigo—caminaba hacia la puerta cuando me detuvo con un último susurro— Espero que regreses a dormir a la casa pronto— Afortunadamente mi amigo tiene sueño pesado y no se dio cuenta de nada, al día siguiente su padre nos trató como reyes, cosa que no era extraña, y entregándome su número escrito en un pequeño papel sin que su hijo se diera cuenta, para poder estar en contacto.
Que rico
Que rico hacer una travesuras así con el papa de un amigo seria delicioso😛😛😛😛😛
Que relato tan erótico me encanto ❤❤❤❤😈😈😈😈😈😈
Que rico tener ese papá de amante
Que travesura mas deliciosa que es leer y imaginarse todo lo que es los relatos