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Foto del escritorThe Bridge

EL PAPÁ DE LA NOVIA

Actualizado: 8 jun 2020




¿Nunca les ha ocurrido que de repente te encuentras con una mirada inesperada e inmediatamente sientes que conoces todo de el? Que el mundo se detiene y que la respiración se acelera como si tu ritmo cardiaco fuera a romper tu piel para salir directo a el; como si mil destellos salieran al rededor de él, tus ojos no pueden dejar de mirarlo; pero mueres de miedo al no saber si su mirada es recíproca, o de disgusto.

Como si una conexión inmediata te alertara a través de extraños sentimientos, esa sonrisa escondida en un sutil gesto que te indica qué hay algo más que un saludo, que un simple roce de miradas; fue exactamente así, cuando conocí por primera vez al suegro de Felipe; se llamaba René, pero la historia va mucho más atrás que eso.


A Felipe lo conocí por la universidad, estaba casado, tenía una hija y desde la primera vez que nos conocimos hicimos mucho click; era apuesto, bien parecido, de lo mejor que tenía mi salón. Varias chicas intentaban ligarlo; no fue hasta  el segundo año que confesé que era gay. Mi grupo de 6 amigos íntimos se rieron al confesarme que lo sabían desde hace mucho; fue muy tonto fingir que era hetero, y más pensar que mis amigos sabían que lo hacía.


Los tres años del fueron volando; la razón por la que me llevaba tan bien con mis amigos era la igualdad de edad; los 7 habíamos entrado en desfase a la ingeniería, los tres casi alcanzábamos los 30 años, unos más que otros, todos trabajábamos <<El resto del salón apenas iban cursando de los 19 a 23 años>>  así que hacíamos muy bien equipo. Fue muy lindo, emotivo y triste llegar hasta el final juntos. No quieres que nada te separe de ellos. El tiempo pasa, todo se inclina a conversaciones de WhatsApp, a internet y la amistad se hace digital <<si nos veíamos, pero era algo de una vez al año>>


Al paso del año Felipe se divorció de su esposa, y no supimos de él durante un largo año. Hasta que un día nos invito a cenar pastas en un restaurante demasiado formal; era extraño, siempre escogíamos pizzas, sushi, o cualquier comercio de comida rápida. Nos pusimos guapos para esa ocasión. Llegamos todos menos Santiago, fue el único que se separó del grupo. Entonces Felipe nos contó a detalle el por qué se había separa de su ex esposa. Pero la verdadera noticia era que se casaría de nuevo. Cómo amigos pensamos que era demasiado pronto, no lo cuestionamos, lo felicitamos, pero pensamos que si era demasiada rápida su decisión.


Pasaron ocho meses y la boda llegó, tenía mucho sin usar traje, la verdad me quedaban muy bien; resaltaba mi figura y sobre todo mis nalgas; siempre me caracterice por el buen pegue que tenía con los hombres <<sobre todo con los casados>> soy bastante varonil, de ojos tristes, decían mis amigos. Siempre cuide mi aspecto, y a pesar de ser muy guapo, nunca me creí al 100% eso.


Recuerdo perfectamente la marcha nupcial, las damas, la madre, el hermano y algunos de sus amigos de la nueva familia se limpiaban las lágrimas; en el centro de la iglesia junto a padre Felipe aguardaba mirando a ver a su nueva esposa; pero eso es lo de menos. Para mi todo se opacó cuándo a mi costado paso la bella mujer tomada de la mano de su padre; un hombre grande, ex policía, de un corte de cabello muy cuadrado, con canas plateadas, un cuerpo con registro de ejercicio; su pecho parecía que rompería ese traje tan ajustado. Era demasiado atractivo para sus 50 años. Creo que si no supiera su edad podría decir que tenía unos 43.


Giró la cara inmediatamente al pasar a mi costado en el lento caminar, era demasiado serio. Sus ojos y los míos se entrelazaron como un par de manos. Pero la verdad al instante me dio algo de miedo. Era esa típica mirada que te decía “te pateare el trasero pinche puto” inmediatamente baje la cara. La verdad es que era muy imponente, media mínimo unos 20 centímetros más que yo, y eso que yo tenía un tamaño estándar <<1.78>>  creo que jamás me sentí tan atraído y tan temeroso.


Al terminar la ceremonia todos salieron en orden detrás de la novia, y de la escolta de damas, padres y padrinos. Amigos se saludaban entre amigos, se tomaban múltiples fotos. Fue un poco difícil captar la total atención de Felipe. Todos los ojos estaba sonriendo ellos. Era entendible, era su día. Decidimos apartarnos un poco hasta que la congestión pasara. Nos sentamos a un lado con mis amigos, pero había algo que no me dejaba concentrarme. El papá de la novia levantaba la vista de repente para mirarme, ya era muy incómodo. Por qué esa mirada no era del todo coqueteo, era como si hubiera visto algo malo en mi. Intentaba no mirarlo, pero daba la casualidad que cada que lo miraba disimuladamente me atrapaba viéndolo.


—¿Que tanto miras?—Preguntó Ángel rompiendo mi concentración. Ellos platicaban de recuerdos y anécdotas pasadas, pero era como si no existieran para mi. No estaba prestando atención a su plática.

—Nada. Lo bien que se ve la novia, y lo feliz que se mira Felipe ¿no creen?

—Aún así no dejó de pensar que fue demasiado pronto. Solo espero que le vaya bien—Comentó Paola.

La verdad es que eran cosas que me valían en ese momento. Estaba muy nervioso con la presencia de ese señor, incluso me intimidó al grado de no querer que él estuviera ahí.


La intriga me invadió cuando vi que Felipe venía caminando con su esposa y con sus padres y suegros. Entonces mi ritmo cardiaco comenzó a hacer de las suyas, mis manos se sudaban, sentía que hablar me haría tartamudear. Sabía que todos se darían cuanta de lo nervioso que estaba. Así que respire hondo.

—¡Hola chicos! Gracias por venir—Dijo Janet. La novia.

—¡Te ves hermosa!—Aduló Paola.

—Bueno, quiero presentarles a mis suegros. Por qué a mis padres ya los conocen—Interrumpió Felipe—Ella es la madre de mi bella esposa, y el hombre que la toma de su mano es su actual pareja.

Ambos saludaron con la mano.


—Y este hombre, es mi suegro. Ex esposo de mi suegra; no se asusten con su tamaño, por dentro es todo un oso de peluche—Dijo Felipe presentando a René. Quien inmediatamente saludó a todos con un apretón de manos; me oprimió fuerte. Entonces supe que algo se traía entre manos.


Más tarde nos fuimos al local donde se llevaría a cabo una cena con familiares y amigos. Fue algo muy sencillo, todo muy de acuerdo a las costumbres mexicanas. Al paso del rato Felipe vino a sentarse un rato con nosotros, tenía que girar al rededor de todos. Había logrado escaparse un rato. Estaba muy agitado y emocionado, venía de la pista de baile. Nos invitó a pasar; aun que no teníamos ni 10 minutos de haber venido de ahí mismo. Tomó un vaso de refresco como si fuera agua y se relajó 5 minutos.


—¡No he podido no comer! Esto de ser el novio es toda una película. Nosotros andamos de aquí para haya. Solo espero que estén disfrutando todo.

—La verdad todo está muy bien amigo. Tu sigue en lo tuyo, es tu día, tu disfrútalo—Dijo Pao; aun que está mujer era demasiado chismosa, no podía quedarse con la duda de nada—Por cierto, tengo una duda. Bueno ¡tenemos! Por qué desde hace ya rato que andamos preguntándonos ¿por qué tu esposa tiene dos papás?

—Bueno, no son dos papás. René es su padre legítimos, pero se divorció de su madre. El otro hombre es el actual esposo de sí madre, exactamente lo mismo que yo he hecho. Supongo que así será cuando mi hija se case—Concluyó con una broma.


Desde lejos miraba al enorme hombre estar sentado al rededor de gente; incluso se miraba desde lejos que tenía muy buena relación con su ex esposa. Hasta ese momento había borrado por completo su imagen y el pensamiento intimidante de que él se encontraba ahí, estábamos muy lejos como para coincidir nuevamente; no fue hasta que tuve que ir a mear que me lo topé de nuevo. Habían dos baños; los públicos y los privados dentro de dos cabinas que funcionaban como camerinos para los novios; ahí podían guardar sus regalos y cosas de la vida que no querían tener a la vista. Por la extrema confianza Felipe nos dijo que podíamos usar esos sanitarios para más comodidad.


Entré a la cabina, habían muchos regalos y cosas de la mesa de dulces, yo fui directo a lo que iba. Abrí la puerta, cerré sin seguro. Solo tenía un inodoro, y una regadera; era un baño más casero que público. Me saqué el pene, lo destape de la piel y comencé a orinar ¡vaya que casi no llegaba! Estaba sacudiéndome las gotas de orina cuando entró el suegro de Felipe <<René>> abrió de golpe. Hasta el día de hoy no se si me siguió o simplemente fue coincidencia. Me pilló con el pene largo de fuera, puse una cara de susto, y traté de esconder con premura mi miembro.


—¡Tranquilo! No he visto nada—Hizo la cara a un lado—igual venía a orinar, no sabía que estaba ocupado, debí tocar la puesta.

Estaba dando un paso para atrás y casi por cerrar la puesta cuando lo detuve—¡No! Ya estoy acabando, solo me lavaré las manos. ¿Es el padre de la novia, cierto?

—Así es. Y tu eres el joven de la iglesia que no dejaba de mirarme ¿no es así?

Mis mejillas se pusieron rojas, estaba apenado por su comentario tan directo. Era como si quería intimidar e aun más.

—Siento si le incomodé. Solo intentaba reconocerle. Conozco toda la familia de Felipe, y no miraba ningún parentesco. Espero no haberle incomodado.


—¡Nada de eso! Puedes estar tranquilo. No te diré una excusa tonta. Temo que soy demasiado directo y en extremo sincero. Igual te miré. Pero yo lo hice por lo atractivo que eres. Acepto que me pusiste muy nervioso. Temía que alguien lo notara.

¡Vaya sorpresa! ¿Podía ser más directo? La bodas siempre son focos de enamoramiento y ligue ¡pero nunca te imaginas qué pasará con el padre de la novia. Este hombre era demasiado atractivo para su edad. Su voz era tan gruesa y su cuerpo tan grande que inmediatamente te ponía a imaginar todo lo que había detrás de ese traje tan elegante.


—La verdad es que no quería ser tan directo. Uno nunca sabe con qué tipo de persona se encontrará. Pero ya que estamos siendo sinceros, también lo encontró muy atractivo.

—Sabía que no me decepcionaría mi radar. Una mirada nunca engaña. Por más hombre que te ves, es difícil ocultar lo que en realidad somos.

—¿y qué somos?—pregunté. Él se acercó demasiado a mi, y me miró muy directo a los ojos. Creo que estaba al borde de un desmayo. Giro el cerrojo de la puesta, oprimió el botón del seguro para estar en privado, y torció una mueca de coquetería. Creo que sabíamos los dos muy bien hacia donde iba todo.

—Ahora no somos nada. Pero espero que cambiemos eso—Estaba muy cerca de mis labios, su enorme pecho muy pegado a mi cuerpo, y sus ojos como un par de estrellas fulminantes penetrando mi morbo. Fue un beso tan apasionado, tan rudo, tan grueso, fue como el impacto de dos mundos destruyendo todo al rededor, fue el beso que hizo que dejáramos de ser nada.

Con su mano me tomó del cuello y me oprimió a sus labios. Su boca era carnosa y gruesa, ese bigote y esa barba tan vintage, tan llena de canas; plateada y gris como la luna. Sus manos tomaron mi cadera, era algo salvaje con sus movimientos. Pero me encantaba que fuera así. Me movía mucho un hombre seguro y poco delicado en la cama. Si lengua rompió mi cuello con esa pasión que rociaba saliva por todo su paso; quería arrancarme la corbata, la camisa y la ropa, pero estábamos muy expuestos en ese lugar.


En cualquier momento entraría alguien y eso me ponía muy nervioso.

—¿qué ocurre? ¿No te gusta?

—Demasiado. Pero este lugar me tiene muy nervioso. Pido entrar su hija, su yerno o cualquier persona. ¡Imagínese que podrían pensar lo

Me miran aquí con el papá de la novia.

—¿y como le explicamos a esto? —tomó mi mano y la obligó a tocar su paquete. Estaba muy duro detrás de la tela. Tenía algo muy grueso. Sentí como palpitó un par de veces; fue como un saludo de su verga, una invitación a mi morbo, y sobre todo una adulación para hacerme saber que también lo ponía muy caliente. Sentía mi cuerpo hirviendo, como si litros de gua caliente cayeran sobre mi frente. Era demasiado riesgo, pero también muy tentador.


La verdad es que era irresistible; su olor a perfume penetrante. Era un olor picante, es difícil de definir, siempre dije que era como chamoy dulce. Tenía unas manos impresionantes, sobre todo ágiles, mientras le sonaba la verga sobre el pantalón, él ya había metido su mano de golpe tras de mi, metió con tanta fuerza que la tela me raspó un poco. Llegó hasta la línea de mis nalgas, su dedo se movía con dificultad, pero alcanzó su objetivo. Sacó su mano y lamió sus dedos. Estaba muy impactado por tal hombre. Era sexy, atrevido y una verdadera locura. Nos besamos un poco más mientras con mi mano meneaba lo que tenía entre sus piernas. Estábamos muy agitados, sobre todo acalorados.

—Creo que tenemos que salir de aquí. Tengo el presagio de que pronto alguien entrará—Ambos estuvimos de acuerdo con ello. Me metí la camisa desarreglada, ya habíamos tardado demasiado. Seguro los amigos estarían buscándome. Salí primero, él se quedó a esperar a que la erección le bajará. Justo cerraba la puerta, caminé a la puesta de el camerino cuando la madre de la novia entraba.

—¿No has visto a Don René? Llevamos un rato buscándolo, pronto tendrá que dar unas palabras en el micrófono.

—Justo acaba de entrar al baño. Lo tenía ocupado, cuando salí lo vi esperando su turno. No debe tardar.


Me salí con la cara de susto. Pero por suerte la habíamos brincado. Camine como si nada con una enorme sonrisa. Como si hubiera conquistado el mundo. Al llegar a la mesa mire que todos estaban en la pista bailando. Así que sin pena me acerqué a mis amigos que bailaban al ritmo del Dj.

—Tu algo te traes. Esa sonrisa no miente—Dijo Dana—Seguro te agarraste a alguien de la fiesta ¡así no te conociéramos!

—No. nada de eso. Algo no me cayó bien, estaba en el baño.


Todos me miraron con duda. Sabían que algo escondía. Creo que mi actitud y sobre todo la adrenalina me había puesto un poco hiperactivo.asi estuvimos hasta el final de la fiesta. La gente se fue retirando y quedamos amigos muy íntimos bebiendo en una mesa. Hasta el otro lado miraba por ratos a René mirarme desde lejos, se miraba tan sexy. ¡50 años! Todos quisieran verse así a esa edad, un cuerpo envidiable, unos brazos de leñador, una barba de hipster, cabellos plata  y tanta sensualidad en un solo hombre.

Estábamos ya en la última media hora en la que todos comienzan a cargar las cosas a los autos para retirarse del local, todos estaban muy distraídos trasladando regalos, comida y adornos a los autos. Entonces René se retiró el saco, el Blazer y la camisa, quedando solamente en una sport blanca y unos tirantes de elástico negro del pantalón. ¡Dios un manjar para mis ojos! Fue como ver a un modelo de revista. Ambos brazos cubiertos de tatuajes, vellos en ambos brazos, en el pecho y un tono de piel tan llamativo.

—No mamen. Vean al papa de la esposa de Felipe. Esta súper musculoso. Vaya que la edad no es un pretexto—Dijo uno de mis amigos.

—Creo que comenzaré a decirle hija a Janet —Dijo Dana.

—¡Aléjate amiga! Yo lo vi primero—Dijo Paola.

—¿Tu qué opinas?—Me preguntaron.

—Nada. Se ve bien el señor. Creo que ninguno de nosotros nos veremos así a su edad.


Me reserve mucho a no mirar, a menos que fuera con discreción. Estaba que la baba se me caía de la boca, pero no podía ser tan obvio. No con el suegro de uno de mis amigos, sería muy extraño tener que dar explicaciones.


Estábamos por irnos. Felipe me pidió el favor de ir por unas cosas que habían dejado en el camerino; fui de inmediato. Sabía que él me seguiría. Y así fue. Mientras recogía unas canastas con recuerdos el se acercó por detrás, me entregó su celular y me pido que anotara mi número en el. Yo estaba que memoria de pena. Rápidamente lo anoté, las manos me temblaban. Nunca me había sentido tan tímido.

—¿puedo marcarte más tarde, o mañana quizá?

—Cuando quieras. Ahí tengo WhatsApp igual. Puedes escribirme si gustas.

—Bueno. Tengo que irme. ¿Me dejas darte un beso rápido?


Fue un beso muy fugaz. No perdió la oportunidad de oprimir una de mis nalgas; al menos sabía que no me quedaría con las ganas de volver a verlo. Eso significaba que habría más que solo ese encierro en el baño. Esa noche me fui muy feliz reservándome lo que traía en mente, por más que mis amigos intentaron escupir la sopa. Fui una tumba.


Estaba metiendo mi auto al garage cuando mi celular recibió un mensaje de texto. Mire el número no registrado, pero sabía que se trataba de René.

—Hola flaco. ¿Aún despierto? Nosotros llegamos a la casa hace un rato. La verdad ando sin poder dormir. Me dejaste algo acelerado y un poco alterado. Hace mucho que no me sentía como un chamaco nuevamente.

—Creo que me siento igual. No esperaba que la boda de mi amigos terminara así. Nos matarían si se enteran.

—Te matarían a ti quizá. A mi no me pueden reclamar nada. ¿Cuando te veré de nuevo?

Estaba muy seguro que nos veríamos de nuevo. Estaba a punto de decirle que nos viéramos en ese mismo instante, incluso pensé en invitarlo a mi casa. Pero ya era muy tarda, casi estaba por amanecer, no sería prudente.

—¿Por que no vienes mañana a la casa? Vivo solo, podemos estar más cómodos.

—Yo te invito a comer. Podemos ir a cenar a algún lugar, o si lo prefieres te cocino algo en tu casa.

—Podemos ir a cenar y luego venir a mi casa a beber algo.

—Me parece Perfecto. Estaré ansioso de besarte nuevamente.


El día siguiente quedamos en vernos en un restaurante al que le me invitaba, era más un sport bar. Queríamos tomar unas cervezas, comer algunos snacks y ver el fútbol mientras platicábamos, me encantaba que compartiéramos tantos hobbies como mirar el mismo deporte. Yo amaba el fútbol, y disfrutaba de verlo; cosa que a él igual le parecía agradable. Nada como un buen amigo o compañero para verlo, tenía un punto a su favor.


Al llegar, él ya estaba sentado en la barra bebiendo una cerveza con la pantalla frente a él, con esa espalda tan sensual, esas nalgas tan perfectas sentadas en una silla alta. Tenía una playera negra ajustada, sus tatuajes se miraban tan sensuales; me recibió con un abrazo fuerte, esos brazos se sentía bien al rededor de mi cuerpo.


Caballerosamente tomó una silla y lo puso lo más cerca de él, me dejó pedir lo que yo quisiera. Pedimos cerveza y mirábamos el soccer mientras platicábamos.

—Es algo extraño para mí salir con el suegro de mi amigo. No es algo usual. Peor estoy feliz de estar aquí contigo.

—¿te preocupa que nos vean juntos?

—No. solo es algo extraño. Aun que si tengo varias preguntas acerca de todo esto. Ayer me decías que tu no tienes que rendirle cuentas a nadie. El que se metería en problemas soy yo. ¿A que te referías con eso?—Pregunté.

—Es simple, es sencillo. Yo ya soy un hombre mayor ¿Quien me puede decir que no hacer? Ya he vivido lo suficiente. A parte vivo libre, fuera de lo que un día tuve con la mamá de Janet, de tener hijos y de tener familia, nadie puede juzgar o decirme como vivir mi vida, menos elegir a quien amar o sentir atracción.


Creo que lo que más me llamaba la atención era su forma tan madura de ver las cosas. Sus palabras eran directas y sensatas, y fuera del físico, su labia era exquisita. Podía enamorarte con su forma de ver la vida. Era obvio que los dos estábamos en momentos distintos; a él ya no le importaba lo que la gente opinara de él. Pero a mi me costaba liderar con los prejuicios, era muy reservado con mi sexualidad, y sobre todo era muy tímido para mostrarme al público como gay. No me gustaba que mis amigos me exhibieran como el gay del grupo o insinuaran en ambientes fuera de contexto. Era inseguro, lo admito.


Fue una plática muy constructivo. Por ratos sentía como si estuviera teniendo una conversación con mi yo del futuro, con algún terapeuta, o un muy buen maestro de vida. Las cervezas comenzaron a avanzar junto a nuestras ganas de estar solos. Nuestras piernas se rozaban más, nuestro tacto se hacía más compacto, las miradas, las sonrisas eran un imán incontenible. Nos logramos escapar al baño; bueno más bien yo lo seguí cuando fue a mear, me asegure de que nadie viniera y lo abracé por la espalda. Respire su perfume picante, pase mi ano por delante y por primera vez toque su verga flácida. Le sacudí la orina; nos besamos por dos segundos y nos separamos muy ágilmente al ver que alguien entró. Fingimos orinar y luego salimos. Me sentía lleno de adrenalina.


—Creo que es momento de pagar e irnos a casa—Dije. Bebí el ultimo trago de cerveza que le quedaba a mi tarro,  os habíamos tomado cuatro cada uno. Él se ofreció sin permitirme pagar, y después de eso nos fuimos a mi casa. Cada quien fue en su auto, el solo me siguió hasta llegar. Estacionamos lo autos y bajamos. Su cabello plata brillaba con la luz del sol. Se estiró, tomó aire mientras yo metía la llave. Lo invité a pasar, miro al rededor por unos segundos, me comento lo bien que se miraba mi casa y luego se sentó en la sala. Le ofrecí algo de tomar, pero el solo quería usar el sanitario.


Mientras lo escudaba orinar <<parecía una manguera a presión>> fui a mi habitación a hacer a un lado la ropa que había dejado regada. No me di cuenta que había entrado tras de mi. Mientras me inclinaba a recoger unos bóxers él me tomó por la cintura, arrimándome su entre pierna; me puse derecho y el besó mi cuello, aún que fue más una lamida. Mis manos sostenían mis calzones negros, tenían un poco de semen seco en la punta. Esas gotas mañaneras que no podemos controlar. Lo tomó, le dio un fuerte respiro, lamió la zona donde mis genitales reposan, detectó la mancha blanca y la lamió mirándome fijamente. ¡Eso hombre me tenia cuento loco!


Ahora si teníamos toda la privacidad para los dos solos. Tiro los calzones a un lado, me tiró a la cama, dejando mi espalda a él, se montó, pesaba cuando menos unos 105 kilos. Movía su pelvis contra mis nalgas mientras me besaba el cuello, era como si hubiera sabido que la yugular era mi punto débil. Me retorcía y mi respiración sonaba como un toro. Gemía un poco y creo que eso le excitaba. Me retiro la camisa lentamente <<tenía un tatuaje por toda la columna vertebral, varios símbolos>> lamió uno a uno con su lengua. Podía sentir su duro miembro palpitando contra mi pantalón.


Se puso de pie, escuché el cinturón caer al piso, la bragueta estaba abierta. Sus manos bajaron mis pantalones que ya estaban a medio abrir; dejó solo mis nalgas expuestas, ni siquiera bajo todo mi pantalón, tampoco el suyo. Era como una bestia que no se había alimentado por años. Se montó sobre mi y su húmeda cabeza comenzó a intentar penetrarme, yo solo me deje llevar. Se movía muy rico, cada vez que su cabeza intentaba entrar mi culo se dilataba un poco más. Él quería cogerme inmediatamente, no hubo juego antes, besos ni nada. El solo quería dejar toda su leche dentro.


Estábamos sintonizados, yo también quería que me cogiera duro, que me penetrara sin piedad, tenia mucho apostado a qué era todo un animal en la cama; quería que fuera conmigo salvaje y rudo. Con esa verga gorda se me antojaba que me hiciera gemir hasta que mis vecinos se quejaran del ruido, hasta que la cama se rompiera o los muros se agrietaran. Mucha ficción ¡cierto! Pero en verdad quería que me cogiera duro para nunca olvidarlo.


Escupió en su mano, lubricó lo poco que se pudo, lo hizo como tres veces, de las cuales una sirvió para embarrarlo en mi ano, sentía sus grandes dedos mojando y entrando con fuerza dentro de mi. Su simple presencia me tenía ya dilatado y caliente; nunca había estado con alguien de su calibre, se sentía muy prometedor, su tacto era como un glosario de buenas técnicas. Su lengua se movía sobre mi espalda como una máquina estimulante de zonas erógenas; me llevo en cuestión de minutos al límite de la excoriación, mis poros no dejaban de erizarse.


Estaba muy concentrado en sus labios cuando su verga entro de golpe; era muy gruesa, media por lo menos 18 cm; las venas se le realzaban, era de tonos morenos, vellos al natural con algunas canas, una cabeza rosa sin prepucio; era perfecta. Sentía su peso sobre mi; incluso me olvidé de la mezclilla que inmovilizaba mis piernas, me tomó del abdomen y me trajo a él dejándome en posición del perro; tomó mi cadera con ambas manos y me penetró tal y como lo había imaginado.


Me gustaba ese rol de juegos. Como persona era todo un caballero, un señor ejemplar, incluso el suegro que todos quisieran, un padre amoroso y un amigo muy agradable. Pero en la cama era una verdadera bestia de la selva. Era como un perro que desconocía a su dueño, atacaba con toda su fuerza sexual;  el instinto de un tiburón al olfatear sangre. ¡Vaya cogida que me están dando! No podía dejar de gemir, ni siquiera me dejaba tomar aire; me manejaba a su antojo, me giraba, me tomaba, me metía y sacaba su gran miembro sin importar lo que yo sentía.


Perdió todos los modales, se iban esfumando junto a nuestro sudor; un aroma a macho limpio, lo salado de su sudor mezclado con ese extraño olor picoso de su colonia. Era tan sucio como me gustaba. Me decía “perra” “puto” “cabrón” y otro sinónimos para acompañar sus frases tan calientes. Desde luego que me encantaba que me hablara así; es exactamente lo que buscaba en un macho. Todos mis amantes habían quedado como unos indefensos corderos a presencia de tan negro lobo. La mayoría se centraba tanto en ser delicado, romántico y cuidadoso que olvidaba que el sexo se rompen todas las reglas.


El gran hombre estaba lleno de tatuajes. En ambos brazos, en el pecho, en la espalda, en las pantorrillas, en la costilla, literal solo le faltaba la verga. Se puso de pie, se quitó ahora si toda la ropa, admite todo su cuerpo, me pidió que me desvista. Me senté en la cama, y él se quedó detenido a dos metros del mi. Me pidió que gateara hasta él como un perro; su brega era mi hueso y debía suplicar por qué dejara succionar su blanco jugo. Lamí sus huevos, estaban tan suaves, cogí su polla y me la lleve toda a la boca, era muy gruesa, tomó mi cara con ambas manos y me obligó a tragarla toda, me salían lágrimas de los ojos por no poder respirar. Me soltaba solo para apenas tomar aire.


—Chúpala completa. ¡Se que te encanta puto! Trátala bien y no volveré a cogerte—Sus palabras solo me ponían más caliente.

Me puso de pie, me besó la boca, me escupió la boca y luego volvió a besarme; hasta ese punto ya nada era asqueroso. Lamí su pecho, lamí sus pezones; quiso que los mordiera. Se sentó al borde de la cama y me volví a arrodillar, su verga no dejaba de llorar, su olor era tan masculino, sobre todo entre las ingles. Me dio la vuelta y me cogio sentándome sobre su verga nuevamente, le gustaba llevar el control, por nada del mundo me dejó hacer lo que yo quería; era como si fuera un títere saltando sobre su verga, guiso por sus grandes manos, golpeando mis nalgas sobre su pelvis y mis piernas entre sus enormes muslos.


—¿Quieres sentir mis chorros dentro de ti?—Preguntó. Habían dos opciones, dentro o fuera. Yo quería sentirlo por todos lados, quería tragarme sus mecos. No importaba si era dentro o fuera, yo quería sentir como estallaba en mi. No me pregunto más, solo siguió moviéndose con la misma intensidad, la verdad es que nunca me había sentido tan agotado, agitado y con tanta sed; era como haber corrido todo un maratón ¡este hombre tenía la energía de 3 hombres de 20 años! Ni un joven tenía la magia que su verga, sus manos y su cuerpo; lo mejor que me pudo pasar.


Justo cuando pensé que estaba por venirse desvivir que aún le quedaba mucha pila. Se acostó en la cama y me pidió que me sentara sobre el, mi peso era minúsculo al lado de el de él. Me fui sentando lentamente para comer su verga con cuidado, pero con brusquedad me sentó obligadamente sintiendo esa perforación hasta el fondo, comenzó a brincar sobre la cama, tenía mucha fuerza, se supone que en esa posición uno lleva los movimientos, puedes controlar las metidas del activo. Pero este no fue el caso. De nuevo él tenía las riendas, y están poniendo mis ojos totalmente en blanco.


Me sentía montado en uno de esos toros de feria, luchaba para no caer en una pronta venida. Un descuido y mi verga hubiera expulsado todo el semen sobre René. Tuve que mantener mucho control, pero no podría estar así mucho tiempo. Y por el tiempo que llevábamos brincando en la cama creo que tampoco el podría mantener más tiempos esos dos huevos hinchados que se notaba estaban llenos de leche caliente.


Seguía cabalgando sobre el, se sentía muy bien cuando llegaba hasta el fondo, con sus piernas me impulsaba y caía con fuerza para sentirlo dentro nuevamente. Noté que su cara se ponía roja con dos venas sobresaliendo de sus cienes; inmediato sentí como se corría dentro de mi. Gemía con su voz tan gruesa, cerró los ojos y su fuerza comenzó a decaer, fue como darle en su talón de Aquiles, sus piernas se quedaron quietas. Me acerqué a sus labios y lo besé, sonrió un poco con ese beso. Me dijo al oído que le había gustado mucho. No esperaba que pudiera seguirle el ritmo. Sentía su verga aún dura; era un hombre muy caliente.


Pasamos a la regadera, fue sexy lavarle todo ese pecho peludo; me gustaba que tuviera tantas canas. Tenía unos huevos colgando tan suaves y tersos; palpé su cuerpo completo, lo besé todo lo que pude, hasta que mis labios se cansaron. Se colocó unos bóxers blancos, combinaban con sus tatuajes. Sus nalgas eran duras y al caminar se meneaban de una forma tan sensual. Le fui sincero, le dije que me encantaba su culo, me dejó tocarlo, incluso bajo se bóxer para dejarme apreciar ese par de melones peludos.

Luego nos acostamos para ver una película. Tal y como lo habíamos planeado. De nuevo se convirtió en un caballero, era lindo y atento, me costaba creer todo lo que había pasado al tener sexo; me sentía cómodo recostado en su brazo, no perdía la oportunidad de poder besarme cada que podía. Estuvimos así hasta el día siguiente, llevaba muchos meses sin despertar con alguien. Me dolía el ano, y aún así repetimos el menú de la noche pasada. Fue ta rico como la primera vez. Pero esta vez si se tuvo que ir.


Nos vimos un par de veces más antes que tuviera que irse a su ciudad. Solo había llegado para la boda de su hija. Nos dimos una meta cogida de despedida, no encontraría a alguien como él en toda la ciudad. Fue a verme un día antes de irse, sabíamos que no nos veríamos hasta su regreso. Aun que también hablamos de un día ir a su ciudad. Creo que jamás me sentí tan conectado con alguien, tenía la madurez que buscaba, el buen sexo, era guapo. Pero la distancia fue una vez más el divisor como en muchas ocasiones.

—Bueno. Creo que es hora de irme, todos me esperan en casa de mi hija. Se preguntaron a donde iba; obviamente no les dije, cuide tu privacidad. Aun que deben estar ya un poco ansiosos. Debo irme. Prometo regresar a verte. Espero vayas un día a verme. Sería muy agradable tenerte unos días por ahí.

—Prometo que lo haré. Ojalá se de pronto. Ve o perderás tu vuelo.

Creo que jamás encontraré un hombre como René.


Pasó una semana y nos vimos para cenar todos los amigos de la ingeniería; bueno más bien mis amigos. Felipe y Janet fueron los últimos en llegar; ahora venían con una nueva noticia ¡iban a ser papás! ¡Vaya noticia! Los felicitamos, cenamos rico y luego salí a fumar un cigarrillo con Felipe.

—Así que un bebé. Espero lo tome bien tu hija.

—Tendré que hablarlo con ella. No creo que haya problema. Al menos ya ha osado todo el estrés de la boda.

—¡vaya fiesta que se han cargado! Fue muy buena. Así que tu suegro apenas se volvió a su ciudad. Seguro regresará para conocer a su nieto.

—¿cogiste con él verdad?

—¿de qué hablas?

—Eres un cabrón ¡te acostaste con el papá de mi esposa!—Dijo sonriendo—Mira, él es abiertamente gay en la familia. Creo que te menciono sin querer en más de una ocasión; noté como lo mirabas y como te miraba. Era algo obvio.

—¿se dio cuenta alguien más?

—No. ya me hubiera enterado. Y creo que Janet se hubiera enojado. Puedes estar tranquilo. Prometo buscar más pretextos para hacerlo regresar.

—Gracias. Sinceramente es muy bueno en todo. Sobre todo en la cama.

—¡No necesitaba saber eso!

—Perdón. Pero es la verdad. Esta muy bien en todo. Y su voz no es lo único que tiene grueso.

Ambos reímos. Felipe era mi mejor amigo de la ingeniería, y desde eso guarda ese pequeño secreto.


FIN.



*Relato patentado.

Libro: 30 Homorelatos/ Tomo 1

El plagio es un delito. Cod. penal Art. 270 a 272.

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EL TRAILERO.

7件のコメント



Angel Varela
Angel Varela
2023年3月18日

Hubiera querido venirme tambien pero estoy en la chamba y ni como

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Yesid  Giraldo
Yesid Giraldo
2021年9月20日

Dios que relatos tan excitantes me encantan los hombres como el suegro este espero poder encontrarlo algún día

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nobel cedeño
nobel cedeño
2020年6月24日

Sin duda ese nombre fabuloso, te hace imaginar lo que viene luego que lo lees. Excelente relato, como todos 👌👏👏👏👏

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Hidalgo Villegas
Hidalgo Villegas
2020年5月29日

Muy excitante la historia sobre todo cuando tienen ese sexo salvaje de solo imaginar como sería se me pone erecto el pene

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Angel Varela
Angel Varela
2023年3月18日
返信先

Creo que somos 2 los que se nos erecta el pene

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