CAPÍTULO 1
Esta historia comienza en el año 2004 cuando cursaba el último grado de la secundaria, estaba tan emocionado de pasar al siguiente nivel en el que se rumoraba se encontraba la mejor época de la vida de cualquier joven; esa edad en la que te sientes tan independiente por haber dejado de ser un niño, a solo unos años de ser portador de la tan sobrevalorada identificación de mayoría de edad; un mundo de buenas cosas se avecinaban para mi ¿como no estaría ansioso de salir de esa escuela llena de rebeldes molestosos?
Miraba al rededor observando por últimas ocasiones a esos compañeros que se dedicaban a hacerme bromas pesadas por ser un inadaptado; el típico niño gordo al que nadie quiere en su equipo, de los que jamás invitaban a las reuniones; el bicho raro del salón, literalmente solo les servía para la hora de las tareas de última hora y los exámenes sorpresas, no se como no tenía los pantalones para ponerles un alto.
Eran pocos los que me miraban con algo de pena, los únicos que me defendieron fueron dos amigos con los que tomaba el receso, pero acabaron siendo plato fuerte de el bullying de los del salón.
—¿Joven Diego quiere compartirnos lo que acabo de explicar?—dijo el maestro de historia, era un viejo cascarrabias que nadie toleraba, era la única clase en la que todo el grupo se mantenía en completo silencio, las tareas eran tan aburridas, un mínimo de 50 preguntas escritas palabra por palabra hasta llenar la pizarra, una competencia de letras escritas en la libreta intentando que el profesor no se adelantara y borrara.
Casi toda la calificación dependía de entregar esos interminables incisos basados en el libro; Era de esos maestros que absorbían hasta el último segundo de su clase, para cuando su módulo acabara ya el próximo maestro se encontraba en la puerta; incluso tenía mala reputación con el resto de los maestros, siempre me pregunté ¿qué había causado que su vida fuera tan amargada para tratarnos de esa forma?
Para colmo nos tocaban los viernes antes de salir, mirábamos en l ventanilla al resto de los alumnos salir temprano, para cuando acababa sus clases la escuela estaba casi desierta; no se le escapaba ninguna, y no que decir de los exámenes, era el diablo, tal pareciera que tenía ojos para cada uno de los alumnos.
—¿Diego?
—Si, maestro—respondí al escuchar dos veces mi nombre.
—¿Nos quieres compartir qué es lo último que explique? Por qué por lo que veo tiene la mente volando, y usted sabe que no me gusta repetir las cosas dos veces.
—Lo siento maestro, no preste atención.
—Ese es el claro ejemplo de un estudiante que no va a llegar lejos; bueno les decía muchachos que en el año de 1970...—continuó con su clase, siempre hacia eso con los alumnos, le gustaba dejarlos mal y maximizar los pequeños errores que pudiéramos cometer.
Por fin el timbre sonó retumbando en las paredes del salón haciendo que todos se pusieran de pie y que el cascarrabias perdiera el control con los ansiosos alumnos que ya metían sus libretas y libros a sus mochilas—¡Y no olviden estudiar para el lunes para el ultimo parcial! Entrará todo lo visto—Casi todos lo dejaron con las palabras en la boca, me encaminé junto a mi par de amigos; Francisco y Teo eran mis únicos dos amigos, en verdad éramos como una caricatura, Francisco era alto y delgado con cabello lleno de rizos y Teodoro un humano en miniatura, gordo y de cachetes anchos—Estúpido maestro, siempre somos los últimos en salir—Dijo Franck.
—Ya quiero que pasen estos últimos meses para irme de esta escuela de gobierno—Respondió Teo que bateaba una roca en el camino mientras los tres destruíamos verbalmente al odioso maestro que nos arranca en clase.
—!Quítate gordo! —Dijo Gilberto empujando a Teo de su camino seguido por su grupo quienes se rieron y burlaron de mi inocente amigo quien solo bajó la mirada.
—¿Por que no empujas a tu mamá?—Lo retó Francisco.
—A tu mamá ya se la empujé... y le gustó— respondió groseramente Gil quien se alejaba caminando de espaldas y enseñándonos los dedos de en medio; Franck quiso insistir pero lo detuve antes de armar una revuelca.
La verdad nunca entendí por qué le caíamos tan mal, quizá de alguna manera se espejaba con nosotros; el fin de semana pasó rápido, sinceramente mis sábados y domingos eran algo aburridos para mi parecer, nada convencional: video juegos, tareas, televisión y convivencia familiar.
El lunes llegué demasiado tarde, camine con gran agilidad para no perder los 15 minutos de tolerancia, me había quedado dormido y para acabar de joder la primera clase la impartía el amargado de la materia de historia; llegué y desde unos salones noté algo de bulla en el salón, entré y por primera vez en los tres años el maestro no había venido.
Tomé mi asiento junto a Franck y me comuniqué con una mirada preguntando ¿que había ocurrido?
—¿Que crees? El maestro de historia está hospitalizado, al parecer un infarto lo dejó en cama, seguro su cuerpo estalló en bilis—me dijo el flaco amigo susurrando desde su pupitre.
Varios de los alumnos estaban de pie platicando entre grupitos cuando entró El prefecto José Luis; otro del club de viejos que parecían alimentarse de regaños y llamadas de atención—¡Silencio Jóvenes! Su escándalo se escucha hasta la dirección y varios maestros ya se quejaron de ello, así que vamos a repasar un poco de historia en lo que el maestro se reincorpora con nosotros.
La primera semana tuvimos la clase prácticamente casi libre, el prefecto entraba más que nada a calmar la multitud, pero todos cambió el segundo lunes cuando nos enteramos que el profe tendría un suplente debido a lo delicado que estaba; ese viernes casi habíamos cantado victoria, pues sin maestro significaba que saldríamos dos módulos antes.
Noté la cara de decepción de todos al mirar entrar al nuevo maestro—Jóvenes pasen a sus asientos por favor, vamos a comenzar la clase—Parecía algo estricto, se mostraba serio o al menos eso transmitía con ese par de cejas fruncidas; a la mayoría no le agradó la idea, por una parte a mi tampoco; también yo quería llegar temprano a casa.
Por otra parte me parecía una estupenda idea haber cambiado al profe anterior por esta versión joven y guapa; las chicas del salón se
miraron unas a otras cuando vieron al joven que nos impartiría la clase, noté como Victoria miraba a su manada con ganas de comerlo vivo, del otro lado Cindy y las chicas que se sentaban hasta adelante parecían sonreírse unas a otras, tenían las mejores butacas del espectáculo.
Por mi parte tuve que guardarme las ganas de gritar lo bueno que estaba, tenía una altura promedio de 1.75, una complexión atlética, podía adivinar qué hacía atletismo o soccer por las fuertes piernas y las pantorrillas que deslumbraban en sus pantalones color capuccino.
Tenía una barba de unos tres días que hacían que su cara luciera ruda, le calculaba unos 30 años, y su tez morena clara brillaba con un bronceado ligero; camino a la pizarra y se puso a escribir—Bueno, mi nombre es Carlos Toledo y les daré la materia de Historia, conmigo las cosas son muy fáciles, si cumplen no tendremos ningún problema; necesito que alguien se acerque para decirme hasta donde se quedaron para poder continuar desde ahí.
Inmediatamente levante la mano para enseñarle hasta donde habíamos avanzado, se que todos me juzgaron por hacerlo, miré algunos ojos sarcásticos mientras le explicaba al maestro lo último que habíamos hecho; pero para serles realmente honesto mi verdadera atención estaba fijada de reojo en ese enorme bulto oprimido que se le marcaba al profesor.
Mientras le explicaba miraba cómo abanicando sus piernas poniéndome más tenso; notaba cómo aplastaba con sus piernas el paquete que parecía tener un gran tamaño.
Regrese a mi asiento y él se levantó para escribir en la pizarra, tenía unas nalgas igual de proporcionadas, las jovencitas no dejaban de reírse entre ellas del gran espectáculo que nos habíamos regalado el nuevo maestro.
Al salir de clases mientras caminaba junto a Franck y Teo escuchaba a las compañeras decir un sin fin de halagos hacia el nuevo docente, "pero que bueno esta” ¿estará casado? “Yo si le hago un hijo” ¿ya vieron que nalgón está? Y anexo a ello un mar de risas al mirar al maestro pasar junto a nosotros dirigiéndose a la dirección sosteniendo unos libros y n maletín negro colgando de su torso—Buen fin de semana jóvenes, nos vemos el lunes.
Desde ese momento nada fue igual, esperaba con ansias su llegada, mientras la mayoría se quejaba al verlo llegar yo me emocionaba y mi corazón agitaba su pulso, tenía el porte de un militar, ese corte tan cuadrado y su alineada forma de vestir, siempre de camisa y pantalones de vestir acompañados de zapatos negros o cafés , cinturón del mismo color y los primeros dos botones no abrochados dejando mirar su lampiño pectoral con un pequeño machón de vellos en medio de ellos.
Tuve el privilegio de hacerme cercano a él después de una ocasión donde apenas asistimos unos 10 alumnos del salón debido a que los exámenes habían pasado, pero todos sabíamos que el resto del salón se marchó de pinta a la playa, pero como siempre y ya había comentado nunca fui santo de su devoción.
—¿y que, en este salón andan en huelga o por qué han poquitos? —preguntó el maestro Carlos mientras abría su maletín.
—No, peor no vino casi nadie—Respondió Franck, y Cindy a la misma vez.
—Eso ya lo noté, bueno por única ocasión vamos a descansar un poco de la historia y pueden hacer lo que quieran durante el primer módulo, y después de los 15 min del segundo pueden retirarse.
Algunos pegaron sus sillas para platicar, pero yo me acerqué a él para buscarle platica; quería saber más de él, tenía tan poca información que no me molestaba cualquier cosa que fuera para romper el hielo; acerque mi silla hasta donde él revisaba tareas—¿Que hace profe?
—Revisó las tareas de tus compañeros del grupo B.
—¿Por que no descansa un rato igual?
—Eso quisiera, pero si no termino ni en casa podré descansar.
—¿y se molesta su esposa?
—No estoy casado por ahora; tengo novia pero no vivimos juntos, Cuantas preguntas Diego—Dijo en broma.
Seguimos platicando no me detuve a pesar de su respuesta, averigüé que tenía 27 años, mucho menos de lo que yo me había imaginado; tomé nota casi de todo lo que me decía como si se tratara de otra tarea; al finalizar los 15 min del segundo módulo parecía que le agradaba tanto como a mi, se levantó tomando su maletín y se nos pidió que nos acercáramos al rededor de él para darnos indicaciones de la clase siguiente—Ya que tuvimos un día libre quiero que lean unas páginas del libro con el que trabajaremos la siguiente clase.
Todos estábamos atentos recargados sobre el escritorio, yo estaba al lado derecho de él escuchando atento, mi mano están recargada sobre el borde de la mesa cuando en un movimiento tonto sentí como su bulto rozó mi mano; inmediatamente mis ojos giraron para mirar cómo se pasaba sobre mis dedos como si no se diera cuenta de ello.
Un mar de emociones comenzaron a ponerme un poco nervioso y tartamudo cuando tenía que usar las palabras, no sabía que lo hacía con conciencia, o simplemente se trataba de un reflejo no controlado; yo quería extender las manos para calcular su tamaño e identifica cómo se acomodaba dentro del calzón.
Pasaron los días y cada que podía repetía l acción, notaba que cada vez que ponía mis manos al borde de la mesa este se pegaba lo suficiente como para que sintiera su bulto, otras veces me gustaba sentarme en su silla mientras daba indicaciones para de esa forma con el codo intentar tocar y sentir su macizo bulto.
Llegue a pensar que lo hacía a propósito, peor otras veces no ocurría aún poniéndome en la misma posición y eso me confundía; hasta que un día sin tener nada planeado mientras orinaba en esas horas que nadie entra a los baños, escuché la puerta abrirse con ese rechinado de puerta oxidada, yo solía orinar en los compartimentos con inodoros, nunca me gustó mear en los mingitorios, no me gustaba la idea que otros me miraran hacerlo, escuché el ruido de la orina de la otra persona y no presté atención a ello.
La puerta donde yo orinaba estaba semi abierta y miré de reojo pasar la silueta de alguien caminando hacia los lavaderos; estaba terminando de mear cuando sentí el cuerpo detrás de mi, era el maestro Carlos, comenzó a tomar papel de el dispensador de toallas sanitarias, el lugar estaba en extremo estrecho, apenas para una persona, lo que nos obligaba a estar algo justos.
—No te asustes Diego, solo pasé por algo de papel, los dispensadores de afuera están vacíos.
Me metí el pene y rápidamente me cerré el cierre, no supe que hacer ni que contestar estaba muy nervioso, mientras él se limpiaba las manos con las toallas de papel intenté salir, pero por lo estrecho del lugar mi mano rozó su bulto, pasé lento queriendo disfrutarlo, la verdad lo hice a propósito por qué moría de ganas de algún momento como ese, y a pesar de que desbordaba en mi una ola de sensaciones existentes y nerviosas me mantuve para descubrir que quería.
Inmediatamente una erección comenzó a mover mis pantalones, fue tanto el pánico de que alguien entrara que tuve que sofocar mi huida, mientras lavaba mis manos el profesor se acercó por detrás—¿Todo bien? Disculpa si te asusté, te noto algo pálido.
Tuve que escudarme con alguna excusa tonta—Estoy un poco nervioso por un examen que no creo poder pasar, las matemáticas siempre me ponen así—¿quien iba a decir que esa excusa tan barata y tonta iba a llevarme a cumplir una de las mejores experiencias de mi vida?
—Yo soy muy bueno para las matemáticas, si quieres y no te molesta puedo ayudarte fuera del horario de clases; pero tendría que ser en mi casa para estar más cómodos ¿que dices? —Sabía a la perfección que no se había tragado mis titubeos, fui demasiado evidente al rozar mi puño y al soltar uno de mis dedos en su bulto, el paso fue tan lento que fue casi obligado; era obvio que se había dado cuenta de lo que estaba ocurriendo, así que acepté ir a estudiar en su casa ¿Que más podía pasar que no pudiera gustarme?
El sábado por la mañana me levanté muy temprano para encaminarme hasta donde él vivía, al llegar toqué el timbre, era una puerta de aluminio viejo pintado de blanco, abrió la puerta y la puerta te llevaba por unas escaleras angostas hasta la planta de arriba, lo seguí mirando sus piernas descubiertas en un short azul que le cubría hasta poco antes de las rodillas.
Habían dos puertas, vivía en un departamento, entendí que el de frente era su vecino—Pasa,
Ponte cómodo, la mesa está de ese lado, ahí nos acomodaremos ¿quieres algo de beber? —Dijo mientras entraba a su cuarto, y luego por la cocina sirviéndome un vaso con agua, yendo y viniendo como si no hubiera preparado nada.
Comenzaron las supuestas asesorías, la verdad es que yo era demasiado bueno en matemáticas y en álgebra aún más, tuve que fingir que no sabía para que me explicara, fue un largo rato, incluso entendí que en verdad quería ayudarme en la materia por qué para nada nos desviamos del tema, la verdad me sentía un poco extraño mirando a mi maestro con ropa de casa con esa sensación de ¿qué demonios hago acá?
Pero todo cambio cuando dijo que estiraría los pies después de casi una hora sentados—Tomemos unos minutos, ya me cansé—Se levantó como lo había dicho y estiró las manos lanzando un largo bostezo; pero este vino con un arrimón en el codo cuando comenzó a guardar sus apuntes.
Yo me quedé atónito y no supe cómo reaccionar, hice como que seguía con mis apuntes y él no se movió de mi lado dejando recargado su paquete bastante voluptuoso en mi, mientras escribía mi brazo se movía con naturaleza y eso hacía que mi codo moviera y estimulara su miembro, fui sintiendo como se ponía duro, sentía como algo crecía dentro de sus shorts, hasta tener un pene grueso teniendo movimiento contra mi brazo.
—¿Quieres seguir estudiando? Por qué si quieres podemos pasar a la sala a ver algo en la tele o en mi cuarto a descansar un rato—me gire descansado mi mano sobre el respaldo de la silla dejando mi mano frente a su bulto, él se acomodó haciendo como si nada hasta dejar su miembro cerca de mis dedos, moví mis dedos mientras hacía preguntas tontas; fue obvio que se dio cuenta de lo muy estresado que estaba.
—Ven levántate, vamos al cuarto para que te relajes un poco, veo que andas algo tenso—me toco sobre los hombros y oprimió de ellos, y vaya que se sintió rico, me quedé flojo al sentir sus manos tan maravillosas dándome un masaje—Ven, vamos al cuarto, ahí termino de darte el masaje.
Entramos a su habitación, el cuarto estaba muy ordenado, una cama amplia, una televisión de frente, y una ventana donde la luz del sol alumbraba lo suficiente por la mañana—¿Quieres más del masaje?—Preguntó antes de continuar; sin duda dije que si, aún que me sentía demasiado extraño.
Me recosté boca abajo y me dijo que me retirara la playera, yo simplemente hice lo que decía, me recosté boca abajo con la espalda desnuda, esperé unos segundo y sentí su cuerpo subir a la cama, mi espalda se llenó de Un olor suave de coco con vainilla, y sus manos comenzaron a recorrer mi espalda, apretaba en zonas clave y yo lanzaba pequeños gemidos cuando pasaba por zonas tensas.
No sé en qué momento sus piernas me montaron, me gustaba la sensación de sentir mi cadera abrazada con sus muslos y el bulto de sus huevos sobre mis nalgas, cada vez que sus manos pasaban de mi espalda baja hasta llegar casi a mi cuello sentía su miembro correr por la línea de mis nalgas, me erizaba y me obligaba a retorcerme.
Sus manos comenzaron a bajar más haya de el límite de los shorts, sentía sus manos grandes pasar de ahí y descubriendo un poco de mi trasero, yo solo me dejaba consentir, jamás había experimentado nada como eso; lo más que había hecho era masturbarme y sentir las manos de un hombre experimentado me llevaba a otros niveles.
—Veo que de las piernas igual estás algo tenso ¿te molestaría si te quito los pantalones? —dije que estaba bien, es más yo mismo ayudé a retirarlos—Para que no te sientas intimidado me quitaré igual los míos—yo quería mirar eso, por fin mataría el morbo de ver qué había detrás de ese bulto retórico que no dejaba de robarle el interés a mis ojos.
No pude ver mucho, yo seguía de espaldas, sus manos comenzaron a darle un masaje a mis nalgas, a mis muslos y mis pantorrillas, ahora sentía su cuerpo casi al borde de la cama, movía los pies para tratar de escanear, por momentos sentía su polla dura moverse y tocar partes de mi piel, ni siquiera podía saber su tamaño, todo era como tener los ojos cerrados, hasta que con sus manos colocó mis piernas juntas dejando su verga dura oprimida por mis pies.
Se movía de adelante hacia atrás para ser masturbado mientras seguía con sus ágiles manos sobre mis glúteos; estaba violando mis pies con sus rica polla y algo de crema entre ellas para darse auto placer.
Escuchaba como su nariz expulsaba aire Cada vez que mis pies oprimían el paso de su polla, con sus manos su masaje se estaba poniendo cada vez más excitante, sus manos resbalaban por mis nalgas y las abría para volver a oprimirlas, comenzó pasar su dedo por mi raja deteniéndose en mi ano que con cada pasada sentía que su dedo me hacía llegar al cielo.
Se detenía y comenzaba a hacer círculos con su dedo lubricado, era una sensación nueva y vaya que esas matemáticas si me estaban gustando, comenzó a meter un dedo lentamente, y fue demasiado cuidadoso, se aseguró que no me doliera y lo hizo con tanta delicadeza que logró dilatarme rápido; su dedo se hizo uno con mi culo y prestaba más atención a las entradas y salidas que a su fuerte verga que seguía jugando entre mis talones.
—¿Te gusta?
—Si.
—Te dije que sabía mucho de matemáticas, y esto solo es nivel primaria ¿Quieres que cambiemos de grado? —Desde luego que quería que me llevara hasta el último nivel, tenía toda la paciencia, pero no sé si mi verga pudiera contener tanta excitación antes de disparar mi semen.
Se subió un poco para llegar hasta mi trasero que ya estaba listo para recibir de nuevo su dedo veloz, pero resultó una sorpresa cuando sentí su barba picuda y su lengua húmeda sustituyendo su dedo; pis manos oprimieron las sábanas y mi boca mordió la almohada que soportaba mi cara, quería abrir mas mis nalgas para que pudiera hacer más, pero lo estaba haciendo tan bien que solo me dejé consentir.
Mi culo era virgen de todo, incluso de sexo oral y estaba perdiendo mi virginidad lentamente en manos de mi maestro de historia, chupaba mi ano de una manera que me ponía a ver estrellas, gemí cuando sus dedos se incorporaron para aumentar el juego, ya estaba listo para venirme, y ni siquiera estaba tocando mi verga.
Tuve que contenerme para no hacerlo, qué pena manchar sus sabanas; creo que notó que me retorcía, oprimía mis nalgas cómo cerrándole el acceso, así que se detuvo pensando que me estaba lastimando—¿Estas bien?
—Si, pero si sigues me voy a venir.
—Ok, bueno, que te parece si te das la vuelta para enseñarte qué más podemos hacer ¿o a ti que te gusta hacer?—Notó mi cara algo desencajada y entendió que era virgen.
La verdad lo más que sabía hacer era masturbarme, el resto solo lo había visto en películas—Bueno, creo que aquí también me tocará ser tu maestro, así que tendrás que confiar y hacer lo que te digo—no sonaba tan mal, me di la vuelta y por fin pude verlo de frente, se miraba tan sexy, tenía un cuerpo lindo, no era un hombre de gimnasio pero su abdomen estaba definido, tenía un cuerpo deportivo, él tez de su piel era tigreño y tenía vellos distribuidos en su abdomen, algo entre sus pectorales, piernas y vello recortado en el pubis.
Vaya que la camisa y los pantalones guardaban mucho de lo bien que se miraba si ellos, se inclinó para lamer un poco de mis pezones para dejarme reposar un poco, peor la verdad es que todo lo que hacía lo hacía demasiado bien y era imposible relajarme y bajar la excitación.
—Gira.
—¿Como?
—Quiero que tu cabeza quede al borde de la cama y tus pies apuntando a la cabecera—Me di la vuelta como decía y mi cara quedó mirando al techo con el filo del colchón sobre mi nuca, abrió sus piernas dejándome mirar unos huevos morenos y su linda verga erecta.
Era una vista excitante, sus testículos quedaron a sobre mi boca y comencé a besarlos y a experimentar lo que se sentía chuparlos, luego toco turno a su verga, pero era demasiado larga para contenerla toda, su grosor no estaba mal, era muy cómodo, pero si tenía unos 19 cm de largo y ora mi garganta era la primera polla.
Abrí grande la boca para que la metiera y comenzó a penetrarme los labios; sentía como con fuerza intentaba que entrara toda hasta mi garganta, vaya novatada con la que me recibía.
Llegó al punto de sentir que me asfixiaba y aún así no se detuvo hasta quedar completamente dentro de mi boca, sentía sus testiculos goleando mi frente y mientras lo hacía comenzó a inclinarse para alcanzar mi verga; ya había pasado suficiente tiempos para evitar que me viniera, así que dejó la tortura oral que estaba realizándole a mi garganta y cambiamos de posición a algo más cómodo.
—Acuéstate de la misma forma pero al revés, cierra los ojos y relájate—Hice las cosas tal como me las pedía, sentí su áspera barba llegar a mi cuello, lamia, besaba y chupaba dejando mi piel erizada con cada paso de su boca, esa experiencia recorrió costa abajo hasta llegar a mis frágiles pezones; succionaba de tal forma que me arrancaba de los labios gemidos de placer, y los puños abrazados de las sábanas.
Su boca sigue el camino hasta llegar a mi verga, pero ahí se detuvo a jugar solo con sus manos, colocó más de aquel aceite y y comenzó a darle un masaje a mis piernas, pasaba sus dedos como un puntal sobre los músculos de mis pies, en zonas dolían un poco y en otras se sentían muy bien, llegó a mis pies e hizo la misma acción, subía y bajaba su manos por lo largo de mis piernas.
Sentí la humedad de su boca succionar mi dedo gordo, y luego comenzó a besar la planta de mis pies, regresaba a ese dedo y lo chupaba como si se tratara de una verga, mientras lo hacía presionaba en zonas de la planta que me hacían sentir que seguía en un masaje y luego cambió de pie.
Estuvo entretenido con ellos un buen rato, y luego su boca regreso donde más me interesaba sentirlo, era la primera vez que me hacían sexo oral, jamás había experimentado eso, menos con alguien mayor, toda mi experiencia era a base de pornografía, y era completamente distinto a cualquier cosa que hubiera hecho con mis manos.
El contacto con su boca suave y húmeda tragando cada centímetro de mi verga me hizo abrir los ojos, quería mirar cómo lo hacía, era tan excitante ver cómo se tragaba mi brega que era más gruesa que la de él pero unos dos centímetros más pequeña, le chupó la cabeza y con la lengua giro al rededor de glande con velocidad dejándome sensible a ello.
Succionó solo la cabeza sosteniendo la base con su puño, lamía lento y detenido la liza cabeza de mi verga, luego de un solo bocado se metió toda desapareciendo toda mi polla de mi vista, la recorría de arriba abajo dejando estrellado en la droga de sus húmedos labios.
Luego abrió mis piernas y comenzó a lamer mis testículos, los absorbió uno por uno manteniéndolos dentro y lamiéndolos con su lengua, no quería que terminara, y cada vez bajaba más, nunca imaginé que entre el culo y los huevos tuviéramos un punto de placer tan elevado, no se cuando se sentía ma rico, si cuando lamía o cuando presionaba con su dedo para estimularlo; como sea, me tenia a su merced.
Y así llegó a mi culo nuevamente para dedicarle otro oral antes de volver otro rato más a mi verga que pedía a gritos volver a probar de ese sexo oral—¿te gusta?—preguntó sujetado mi verga y mirándome a los ojos—¿Quieres dejar de ser virgen?
—Eso ya eran palabras mayores, no sabía si se refería a que yo lo penetrara o ser penetrado, pero accedí.
Antes de eso se montó sobre mi dejando ambas vergas a la misma altura de su mano, las sujeto ambas, escupió y las masturbo un rato—¿Quieres penetrarme o prefieres que lo haga yo?
—No se como se siente ninguno de ellos.
—¿Que te gustó más? Mi boca en tu pené o entre tus nalgas?
—Ambos, pero creo que cuando lo hiciste por detrás casi me vengo...
—Date la vuelta de nuevo.
Quedé con las nalga expuestas a él de nuevo, esta vez se lanzó directo a ellas con sexo oral, corrugaba las sábanas con mis nudillos cada vez que su lengua me penetraba, sus dedos eran toda una locura cuando entraron en par, estuvo usando aceite para que no doliera; subió arrastrando su pene aberré mis piernas hasta posarse entre mis nalgas, sentí su abdomen caliente sobre mi espalda y no faltaron sus besos bajo mi cuello, entre los lóbulos de mi oreja y unos mordiscos en mis hombros.
—Hoy vas a graduarte, y nadie va a volver a llamarte perdedor—me susurro al oído—por qué la próxima vez que alguien te diga que eres un perdedor les vas a responder que ¡Este perdedor se cogió a su maestro de historia!
Mientras hablaba cálido y bajo gemía al sentir sus verga intentar dar en mi hueco, solía un poco pero me gustaba, con una mano arrimaba una de mis nalgas haciendo espacio para su largo pené que quería quitarme la virginidad; vaya forma de perderlo, sinceramente nunca me visualice perdiéndola hasta mucho tiempo después, pero ahí estaba en la cama dándole las nalgas a él maestro Carlos, a ese mismo por el que todas las alumnas morían.
Su verga fue entrando poco a poco y su trato eran tan dulce y educado, sus palabras tan exactas que el poco dolor fue convirtiéndose en placer, llegó un momento en el que podía sentir toda su verga dentro y él sin moverse completamente sobre mi—¿estás listo?
Ni siquiera le tuve que decir que si cuando comenzó a abalanzarse con una forma de coger que me llevo hasta el límite del infinito, tenía el cuarto repleto de gemidos tras cada entrada y salida que hacía en mi culo, si les contara a mis amigos no me creerían, y en ese entonces nadie sabía que era gay, pero el nivel de calentura que están logrando este hombre sobre mi cuerpo y pensamiento era todo un infierno para mi, que era digno de compartir.
—Gírate—Me encantaba que predominara sobre mi, era literal un maestro en la cama, me guiaba, me cuidaba y era sumamente cuidadoso con su trato y si lenguaje; colocó un par de almohadas en mi cadera y primero uso sus dedos para introducirlos en mí con algo de aceite lubricante, movía la punta de su dedo dentro de mí y mi verga le respondía brincando sobre su otra mano que sostenía mi polla; se arrimó y de nuevo se colocó para penetrarme.
—¡Dios! pero que rico—me decía a mi mismo mientras sentía como entraba hasta el fondo de mi, él tomaba de mi verga para masturbarla mientras intentaba no perder la concentración, era tan sexy mirar a mi maestro con ese cuerpo tan delicioso restregándose en mi una y otra vez, sudaba un poco y me daban ganas de lamer su pecho y respirar el olor en sus axilas, fue difícil no imaginar mil cosas que hacer con su cuerpo.
Estaba a punto de venirse, podía notarlo en sus ojos cerrados, y en los alaridos de placer que lanzaba al aire—Me quiero venir—decía como pidiéndome permiso para hacerlo dentro de mi; nunca me había hecho la idea de eso, el único semen que había recibido era el propio y siempre fue en mi abdomen o en mi mano, quizá en mis propias sábanas, pero jamás el de alguien más, asumo que la idea me agradaba.
Sin embargo se salió de mí, se bajó de la cama, rodeó el mueble y se subió de rodillas dejando su verga al ras de mi cara, quería lanzar su semen sobre mi cara—¿te molesta si lo hago aquí? — me dijo fatigado ¿que más me quedaba? Desde luego que accedí, dejé que se vaciara donde el quisiera y el blanco fue mi cara.
Se montó a la altura de mi cuello, podía mirar esa rica verga y esos huevos a punto colapsar en una explosión blanca , tomó mi mano y las llevó a sus pezones, quería que los pellizcara Y así lo hice hasta el momento que su semen comenzó a intentar atinar a mi boca manchándome la cara, la barba y mi lengua que traía de fuera; fue la primera vez que probé los mecos de un hombre.
Se rio un poco, fue más una sonrisa de confidentes que de burla—Espera, iré por algo para limpiarte—mientras caminaba al baño miraba sus nalgas perfectas las cual quería probar también.
Esa tarde no hicimos nada más, repito: las clases de reforzamiento eran solamente un pretexto, ambos sabíamos a lo que íbamos, ambos teníamos claros que lo que menos haríamos sería estudiar; estuve hasta ahí poco después de la una de la tarde, nos acostamos un rato, era un poco extraño estar acostado en la misma cama que mi maestro, más extraño estar abrazado a su pecho mirándolo dormir un poco.
Después de tantas veces que desee mirar más haya de esa ropa elegante y esos pantalones entallados, por fin la fantasía se había cumplido.
—Creo que tengo que irme, mis padres me esperan para comer—me levanté y comencé a ponerle la ropa; el estaba en calzones acostado, unos bóxers de algodón cuadriculado.
—Diego... ¿si sabes que de esto nadie debe enterarse verdad? Es algo delicado.
—Nadie sabrá, descuida.
—Podemos repetirlo cuando quieras, y también puedo apoyarte en materias que no entiendas—Ahora si hablaba en serio de estudiar y de asesorarme.
Sería un poco extraño mirarlo en la escuela; de hecho ya no podía concentrarme tanto cuando él estaba presente, mi mente no me dejaba tranquilo tras esa roca cogida y desde luego que quería más; me gustaba escuchar a las compañeras de clase emocionarse al mirarlo llegar; pero era mío, y yo podía darle lo que ellas jamás podrían.
Los meses pasaron y el maestro anterior regresó a su puesto, no tuve tiempo de despedirme de Carlos, fue un poco triste no saber más de él, incluso llegué a pensar que se había solo había sido un pequeño aperitivo para el; la graduación llegó y el esperado final de curso puso fin a esa etapa.
Francisco y teo fueron a preparatorias distintas y con el tiempo dejé de saber de ellos, la preparatoria te cambia todo y eso incluye algunos amigos con los que pensaste serían eternos; estaba realmente emocionado por pasar al siguiente nivel, Quería comenzar de nuevo, dejar de ser ese inadaptado, hacer amigos y no ser un coleccionista de bullying y ofensas.
La preparatoria llegó con cosas nuevas, en realidad las cosas no cambiaron tanto para mi, encontré otro Gilberto ahí que me estuvo molestando durante un tiempo, pero aprendí a defenderme, conocí mi primer amor, un chico llamado Gonzalo, pero el tiempo nos separó y me demostró que la distancia puede más que el amor; pero esa es otra historia.
Pasaron aproximadamente de 5 a 6 años, ya estaba en la carrera, mi vida iba demasiado tranquila, nada nuevos amigos, ahora me había convertido en todo un líder, mis amigos me habían seleccionado como el jefe de grupo, siempre organizando fiestas y salidas; todo había dado un giro, incluso mi cuerpo.
Me dediqué a mi físico, modifiqué mi forma de vestir, comencé a cuidar los detalles en mi; a pesar que nunca fui un chico feo, y que a pesar de haber estado siempre con algo de sobre peso sabía que era muy atractivo; pero ahora hablaba de palabras mayores, me había salido barba, en el gimnasio me había construido un cuerpo bastante atractivo, me creció vello en el cuerpo y en pocas palabras “un desperdicio de hombre” como decían mis amigas de la carrera.
Los maestros me adoraban, y uno en particular me tiraba los perros, siempre me coqueteaba, nunca fue grosero ni nada, en una ocasión este maestro fue asignado para ir a un congreso y tuvo que irse bajo el agua, los alumnos ayudamos a encubrirlo en conjunto con algunos coordinadores de la carrera y en su lugar llegó un amigo suyo para cubrir sus horas por esos días fuera, vaya sorpresa me llevé al descubrir que el suplente se trataba de Carlos Toledo.
CAPÍTULO II
Habían ocurrido poco más de 5 años desde que salí de la secundaria, tras una fuerte derrota amorosa que había surgido a manos del tan conocido Gonzalo decidí cambiar muchos ámbitos en mi vida; dejé de ser tímido y me convertí en una persona más extrovertida, dejé los miedos a un lado, era más aventurero, ya nadie me callaba, me convertí en el favorito de muchos maestros al igual que jefe de grupo de mi salón, tenía una relación excelente con mis compañeros, estaba pasando la mejor etapa de mi vida y vaya que estaba aprovechando la licenciatura a todo lo que da.
Encerré mi lado sensible, era más frío cuando se trataba de conocer gente, siempre he sabido lo que tengo, feo no soy y por lo mismo decidí darle el plus a mi cuerpo, exploté a ese joven robusto y la historia del pequeño cisne se repitió conmigo, mi cuerpo vaya que era de robar miradas, la ventaja de ser gordo o de cuerpo grueso es que agarras musculatura rápida, mis piernas resaltaban sobre mis jeans, mis brazos igual impactaban con su volumen, me cuidaba el rostro y como cereza del pastel una barba tupida y oscura que me agregaba algunos años y me hacían ver más varonil.
Para ese entonces comencé a ganar varios seguidores, a la gente le gustaba que les ayudara a organizar eventos y fiestas, logramos hacer algunos viajes fuera de la universidad con patrocinio casi del 100% gracias a mi ágil forma de convencer; lo malo de convertirse en una persona popular dentro de una escuela es que los ojos están siempre mirando todo lo qué haces, todos quieren ser parte de tu grupo, todos quieren ser parte de tu equipo, pero también muchos quieren verte caer.
Aun que para ser sincero nunca hice caso de la gente negativa; también me surgieron algunos acosadores, en especial uno que comenzó a buscar la manera de dar conmigo, trataba de buscar mi mirada, me seguía al baño pero para mi buena suerte siempre había gente y no se animaba a hablarme, trataba de siempre estar rodeado aun que mis amigos casi nunca me dejaban a solas, y no es que me escoltaran pero les gustaba y me gustaba estar con ellos todo el tiempo.
Amairani siempre fue una de las que tenía los ojos clavados a rededor, era como mi visor personal, tenía una fijación por los que me miraban, siempre me avisaba disimuladamente—Mira lento en el barandal de tu lado izquierdo, tienes un nuevo admirador, y creo que ese sí será de tu agrado.
Había un chico en la división de licenciaturas de administración que giraba la vista cada vez que volteaba a verlo, la verdad era un chico guapo, de barba negra y de ojos grises, siempre me llamó la atención, era un buen prototipo para ejemplificar cómo me gustaban; el único detalle es que parecía de closed, solo me miraba cuando yo estaba distraído.
Un día mientras caminaba a tomar el bus pensaba en lo mucho que había cambiado durante esos años, me preguntaba ¿como había llegado hasta donde estaba? Apenas y reconocía al Diego del pasado, aquel chico tímido que no sabía ni cómo defenderse, era completamente otro por donde me miraras y me sentía bien por ello, los cambios eran para bien, miré mis agujetas sueltas y me incliné para atarlas.
Unas piernas se pararon cerca de mi, me hizo sombra y sentía la mirada sobre de mi, comenzó a ser un poco incómodo y a la vez un poco nervioso; juraba que se trataba de Azael, el guapo chico de ojos grises, la complexión era parecida a la vista de reojo—Hola ¿te llamas Diego, Verdad?
Levanté la mirada, agaché la mirada al sentirme un poco nervioso, se trataba de Pedro, mi acosador número uno, aquel chico que me seguía a los baños, por fin se le había hecho encontrarme a solas—¿Te molesta si te pido tu número de celular?
—¿Como para que?—Recuerdo haber respondido de una forma un poco tosca y cortante, admito que volverse popular te convierte en una persona un poco selectiva.
—Me gustaría un día salir contigo o simplemente poder platicar por mensajes para conocerte, bueno si se puede.
—La verdad no estoy interesado, pero te agradezco el cumplido—comencé a caminar rápido y no fue impedimento para seguirme.
—¿Pero por que? ¿Tienes novio? Bueno... ¿o novia?—recuero dejarlo con las palabras al aire y evadirlo solamente.
Aun que admito que de no haber sido por el, no me hubiera caminado tan fuerte y girado sin mirar mi camino para chocar torpemente; efectos a los que llamo “destino”.
Había agilizado tanto mi paso que mis ojos estaba más pendientes de que él no me alcanzara para insistir, que sin darme cuenta terminé colisionando con un chico de otra división, le había derramado café en la camisa y para mi peña varías hojas que traía en la mano se habían impregnado del oscuro líquido dejando manchas muy obvias en el blanco del papel.
—¡Perdóname! Te juro que no te vi, es que estaba, y yo estaba...—levanté la mirada esperando unos ojos enojados, pero encontré unos ojos grises hermosos que me apagaron el mundo; era el chico del barandal tan desorientado como yo.
—No te preocupes, igual yo venía algo distraído intentando no tirar el café de mi maestra...
—Discúlpame en serio ¡mira cómo quedaron tus hojas! llenas de café, en verdad lo siento.
—De hecho son copias de todo mi salón—Dijo con sarcasmo y algo de gracia—Perdón es que me pongo algo nervioso con este tipo de cosas que digo cosas muy estúpidas.
—Me pasa lo mismo, déjame corregir el error—Estaba dispuesto a pagarle otras copias y desde luego otro café, vaya que estaba realmente apenado, creo que tenía mucho sin usar ese sentimiento.
Pedro siguió su camino, pero antes de hacerlo no perdió el momento para detenerse unos segundos esperando que yo continuara mi camino—Déjame acompañarte a sacar otras copias—No se negó, creo que los dos estábamos
esperando ese momento; sentía como mis piernas temblaban, era el chico más guapo de toda su división y les juro que tenía mucho tiempo intentando hablarlo, intentando robarle una mirada o alguna señal.
Mientras caminábamos repetía una y otra vez lo tonto que me sentía y insistía en que no me preocupara—Por cierto, me llamo Diego—dije comiéndome los nervios.
—Lo se—dijo mirándome fijamente—Creo que en esta escuela todos sabemos quien es Diego—Me guiñó el ojo detrás de esos anteojos de marco grueso que le quedaban demasiado bien.
—Solo espero que sean más cosas buenas que malas —No sabía si sus referencias eran buenas o malas, y eso me daba un poco de pendiente.
—Dicen qué haces las mejores fiestas, las graduaciones más inolvidables, igual que organizas viajes de grado casi gratuitas, y que casi todos los de la facultad quieren estar dentro de tu círculo social, la mayoría presume de haber hablado contigo.
—¿y tu que piensas de todo eso?
—Vaya... para empezar no esperaba que te interesara lo que un simple mortal piensa de ti; aun que para ser sincero yo nunca te vi inalcanzable.
Vaya que con ese comentario me estaba dando en la cabeza y me estaba bajando de la nube que otros habían dibujado para mi, y en verdad yo no me sentía un dios, y creo que saber como pensaba él y escuchar lo que el resto pensaba de mi me estaba demostrando que no estaba haciendo las cosas muy bien ¿por que el alumnado me estaba tomando como una figura importante? La verdad es que era un simple alumno más.
—Me sorprende un poco escuchar como la gente me mira, no me siento tan especial como ellos creen que soy—Dije mientras colocaba monedas al dispensador de café—Capuchino ¿verdad?
—Si, Capuchino; mira no quise ofenderte con mi comentario, solo creo que me pongo en tu lugar y debe ser una responsabilidad muy grande ser la imagen de la que casi toda la universidad quisiera ser; es solo que yo te veo como alguien normal.
—De hecho no me molesta lo que dijiste, me agrada tu sinceridad, creo que podría ayudarme a intentar cambiar errores que otros ven en mi —Le decía mientras lo acompañaba a su salón.
Era la primera vez que me sentía algo inquieto y hasta ansioso junto a alguien, todos eran algo encimosos cuando me saludaban, haciendo comentarios con tal de verse agradables, incluso notaba en muchos de ellos hipocresía, pero este estudiante no se sentía opacado por la imagen que otros me habían creado—¿Te puedo preguntar algo? ¿Por qué crees que soy un chico normal?
—¿A caso no lo eres? Creo que es una pregunta que debes responderte a ti mismo.
Me dejó pensando y mientras caminaba dándole la espalda me quedé un poco mudo ante se trató tan seco.
—Hey ¡Súper estrella!—mire hacia atrás para mirar de nuevo esos ojos grises—Por cierto, me llamo Azael—y me entregó un papel con su celular escrito en tinta azul.
Al día siguiente llegue al salón y dejé la mochila a un lado; él aula en la que tomaba clase estaba en la planta alta y daba exactamente con el barandal que daba a la división donde Azael tomaba clases, estaba con la mente fija mirando el lugar donde siempre se apoyaba como si fuera a aparecer entre la nada para sonreírme o saludarme.
—¿Que haces ahí grandulón? —me dijo Aradí; ella era otra amiga que me encubría entre mis locuras, era muy buena para llevar las cuentas, prácticamente era la contadora de el equipo—Pareciera que esperas a alguien.
—¿Aún no aparece ojos de plata? —Dijo Amairani apareciendo del otro lado de mi—Deberías ir y presentarte, se nota que también le gustas.
—Ayer hablé con el—Dije mirando al frente.
—¿y qué pasó? Esa mirada perdida y pensativa me hace pensar que no te fue muy bien—dijo Amairani.
—En realidad no como esperaba; de hecho creo que no le gusto, fue amable, pero directo y su sinceridad creo que dejó en claro que no me tiene en el mejor concepto.
—¿En serio desperdició esto que todos quieren comer? —dijo Aradí señalando mi cuerpo de pies a cabeza con sus pequeñas manos—Pues él se lo pierde.
Y ese era el problema, yo no quería ser la carne que todos se morían por comer, o el plástico re utilizable que podía pasar de mano en mano como un trofeo; la verdad el me gustaba y había notado que mi imagen le hacía pensar que era una persona falsa.
Seguimos las clases, esa vez no apareció detrás del balcón como casi todos los días, fue un poco frustrante gustarme a muchos de la institución pero no al único que podía interesarme; ahora entendía cómo se sentían varios y varias a los que había bateado, no le di más importancia y lo di como caso perdido, total tenía aún cosas que atender.
Tomé la última clase en el plantel y luego nos dirigimos a los laboratorios, ahí tomábamos la parte práctica; al llegar ya se encontraba el licenciado Franco esperándonos para darnos la notica de que había sido seleccionado para irse a un curso en el extranjero, requería de unos días fuera de la universidad y necesitaba que lo ayudáramos a encubrirlo; la escuela no estaba permitiendo que se fuera, pero no podía perder la oportunidad, la única forma de apoyarlo sería si el alumnado aceptaba que un maestro suplente fingiera en su lugar en lo que regresará, el coordinador de la licenciatura igual tenía que estar de acuerdo, incluso el director se haría de la vista gorda, pero las clases no podían pasar sin ser dadas.
Obviamente aceptamos, para nosotros eran como unas mini vacaciones en la misma escuela, así que no pusimos peros; el día siguiente al llegar tomamos las clases normales, luego nos tocó conocer al maestro que supliría al maestro durante sus cursos; yo siempre me sentaba hasta el fondo junto a otros compañeros para echar desmadre, estábamos platicando cuando Franco entró—Hola chicos quiero presentarles al maestro Carlos Toledo, pasa Carlos; él será quien me supla estos días que estaré fuera de la ciudad, le he dejado algunos trabajos que necesito que entreguen, solo quiero que lo conozcan, en lo que subo a la dirección los dejo con él para que se presente.
Yo estaba aún cruzado de sentimientos raros por Azael cuando me encuentro de frente a mi ex profesor de historia, comenzó a presentarse, a platicarnos un poco de lo que Franco le había pedido que revisara con nosotros, miraba de un lado a otro, su mirada ya había pasado sobre mi como con todos los alumnos, pero aún no lograba identificarme, o reconocerme—Oficialmente mañana comenzaremos, hoy sólo quiero conocerlos un poco ¿Quien es el jefe de grupo? Necesito dejarle unas hojas.
La historia se repetía, miraba a mis compañeras comerse con los ojos al ya maduro maestro; seguía tan guapo y tan atractivo, pero se notaba que estaba metido en pesas, y se veía el doble de bien de lo que antes se miraba.
—Soy yo—levanté la mano, noté que seguía sin reconocerme.
—¿Tu eres Diego R...? —miró mi nombre sobre la lista e inmediatamente sabía quién era, noté esa sonrisa dibujada en su mejilla, y creo que sintió exactamente lo mismo que yo estaba experimentando; una lluvia de nervios y hormonas que casi eran imposible de contener, no dijimos nada, solo entendimos que se trataba de un reencuentro inesperado.
Se miraba con el cuerpo cambiado, En sus brazos se notaban las pesas, y ni que decir en sus piernas que aún mantenían el volumen, ni que decir entre ellos, se marcaba ese rico bulto que ya conocía; tenía esa mirada pícara u esa voz tan grave y seductora, guiñaba el ojo tras alguna frase cómica, y las compañeras solo se derretían en sus asientos, miraba cómo la historia se repetía.
Acabó su presentación, y el maestro Franco regresó por él y nos dio la tarde libre para aprovechar en otra materia o solo perdernos un rato en lo que llegaba la dirigente clase; yo estaba un poco aturdido y Amairani se dio cuenta—Has estado rato todo el día, te noto como perdido ¿todo bien?
—Si, solo no dejó de pensar en Azael...
—Bueno, deberías dejar eso a un lado, ya dale la vuelta a eso, ve al baño a lavarte esa cara larga y cuando salgas quiero ver al Diego de siempre.
Camine a los baños, siempre ame ir a esos sanitarios, siempre estaban limpios, estaban ocultos por un muro circular que en forma de caracol que sostenía las escaleras, y lo que más me gustaba era lo enorme de sus espacios, tenía en la entrada un enorme espejo, separado por un muro que limitaba el área de mingitorios e inodoros; entré me lavé la cara y me fui a orinar pensando en lo loco que se ponía el destino para encontrarme de nuevo con Carlos.
Me saqué el pene y mi orina hacía ruido con el impacto del agua, miré al techo mientras lo hacía y sentí un bulto detrás de mi, cerró la puerta del compartimento de estrecho y desde luego sabía de quién se trataba—¿Hacemos memoria? ¿O te da miedo recordar?— era imperdible esa voz, sentí la barbilla picuda sobre mi hombro, y una lengua sobre mi cuello.
Me meto la verga dormida al calzón y me doy la vuelta y me encuentro a Carlos Toledo frente a mi con esa mirada retórica mirándome—¿te acuerdas de mi o te hago recordar?
—Me acuerdo perfectamente violador—le dije mientras posaba mis manos sobre su enorme bulto el cual no dejaba de sorprenderme al marcarse en sus pantalones, óptimo fuerte y noté una ligera erección dentro de sus pantalones.
—Veo que si recuerdas cómo hacerlo cabroncito.
—Me enseñaste bien—le dije muy cerca de la oreja.
—Te pusiste muy bueno, más bueno que yo de hecho—mis pantalones seguían flojos, me trajo a él muy cerca de mis labios; metió sus manos dentro de mis pantalones y oprimió mis nalgas—¿cuando repetimos?
—¡Gánatelo!—le quite las manos dentro de los pantalones.
—Así que el niño se volvió rudo—regresó sus manos en mi culo y me trajo más cerca de mí intentando robarme un beso.
—Y más que eso—le besé un costado del labio, le apreté fuerte la verga la cual ya estaba muy dura; moría por sacársela, pero merecía rogar un poco.
Me salí del pequeño cubículo dejándolo caliente y lleno de ganas por cogerme, pero ya no era el niño ingenuo; pasé al espejo para lavarme las manos, y apareció detrás de mi—¿Te gusta que te rueguen? Yo nunca ruego.
Levanté la vista, lo reté con los ojos, era un duelo de alfa a alfa; me giré y me paré cerca de sus pies, tomé su mano y lo llevé a mi gran bulto que aún no se ponía erecto, dejé que sonara un poco con su mano, le bese un poco el cuello y se retorció un poco, jadeaba y sonreía mientras miraba su triunfo y mi poco aguante, estaba acostumbrado a que todas o incluso todos cayeran dispuestos a sus pies, le gustaba ganar, pero tampoco a mi mi gustaba perder—Te prometo que vas a rogar.
Salí con la cara en alto, me sentía en el cielo dejándolo tan caliente dentro del baño; Amairani me esperaba por fuera, Giré la cara para verlo salir de baño y le sonreí; me daba gracia mirar su ego han golpeado, creyó que caería a la primera como cuñado era un simple adolescente; se acomodaba los pantalones y noté que aún marcaba una erección.
—Te notó más relajado—Dijo Amairani—¿y que te parece el nuevo maestro ¿esta bueno no?
—No tanto, ya veremos qué tal la hace.
Y así fue la bienvenida de Carlos; la siguiente semana nos quedamos hasta tarde a hacer unos trabajos en los laboratorios de cortes, y los alumnos se retiraban cómo iban terminando, llegó el momento en el que solo quedábamos Mauro, Rodrigo y yo; estaba dado por vencido cuando decidí salir a tomar algo de aire.
—Hola galán, ten—me dio disimuladamente un papel doblado, al desdoblarlo leí su invitación: “te veo en los baños en 20 minutos”
No sabía si ir o no, cada vez habían menos alumnos y sería más fácil cachondear un poco sin ser interrumpidos, por una parte quería dejarlo plantado y seguir dañando su ego, por la otra quería demostrarle la bestia sexual en la que le había transformado, miré el reloj y tomé la decisión de ir a ver de qué se trataba, entré a los baños el ruido era casi nulo, camine sin hacer ruido, pase el palo de espejo mirándome, camine mirando de reojo para ver en qué compartimento se encontraba , llegué hasta el último vestíbulo y no había nadie, pensé que se trataba de alguna broma, al darme la vuelta me encuentro con Azael, casi choco con su pecho al girar.
—Parece que viste un fantasma.
Me puse muy nervioso de nuevo; era como si sus ojos grises me trajeran al piso y me dejaran ahí sentado sin poder hacer completamente nada—No, no, solo no se, no esperaba verte por aquí.
—¿Solo por qué no es mi división? Quise usurpar este baño, antes de irme a casa ¿puedo?—Me hizo a un lado con su mano y pasó a los urinales; me quedé ahí parado como si debiera hacer algo, mi ritmo cardiaco aumentó al ver que al mismo tiempo entraban Carlos.
Se había demorado unos minutos, quizá lo hizo para demostrar que él mandaba, él no sospechaba que había alguien más dentro, y muy seguro se acercó directo a mi, estaba bloqueado no sabía cómo reaccionar.
—¿Todo bien? —estuvo casi a punto de besarme, y lo aparte de mi, le indiqué que había alguien dentro, le señalé con el dedo que hiciera silencio, pasó cerca de mi mirándome fijamente con fuego en sus ojos, su mano rozó mi abdomen hasta apartarse de mi.
—Buen día maestro—escuché que dijo Azael al cruzarse con el; no podía creer que se conocían, Carlos respondió con un cordial saludo; yo estaba recargado en el lava manos Frente al espejo y mire venir por detrás a Aza.
—Veo que no le diste uso al número que te dejé, deberías usarlo súper estrella—Dijo mirándome con el reflejo del espejo, me guiñó un ojo y levantó poco la mejilla al sonreír; se lavó las manos y se retiró de ahí dejándome algo pensativo.
—Así que los rumores son ciertos—Dijo Toledo viniendo caminando a un paso lento y prolongado haciendo un gesto de orgullo y simulando aplaudir con sus manos—Cuando me dijeron por Franco que eras el rey de esta escuela me negué a creerlo, pero veo que traes a más de uno locos por probar lo que primero fue mío—me tomó de la cadera oprimiendo mis nalgas.
—¿Que es lo que quiere? ¿Coger?
—Relájate leon ¿por que te exaltas? ¿A caso tienes miedo a volver a enamorarte de mi?— y creo que era la verdadera razón por la que me negaba a que osara algo, en el fondo desde luego que me seguía gustando.
—Por mi puedes irte con el, la verdad el chico es guapo, a tu edad no hubiera desperdiciado nada de eso, ya hubiera sido mío; pero sabes que siempre seré tu primera vez y ese título nadie me lo quitará, y también se que tu corazón se acelera tanto cuando estoy cerca de ti—me di la vuelta y me quedé mirando fijamente sin perder de vista sus pupilas—Noto que te pones celoso cuando tus amigas se acercan de más, y que te pones nervioso cuando digo tu nombre ¿o me lo vas a negar?
Sus labios estaban muy cerca de los míos, por esos minutos perdí completamente el manejo del tiempo y el espacio, fue inevitable negarme a ese beso al robármelo con esos labios tan carnosos, hundido en la pasión caminamos sin ver hasta uno de los compartimentos, cerramos la puerta y continuamos besándonos como si no existiera mañana.
Me quitó la playera descubriendo mi torso definido, atacó directamente mis pezones, estaba demasiado sensible y sabía chuparlos como nadie, me daba unos mordiscos diminutos y era difícil concentrarse entre en sus suaves labios y sus ágiles manos que jugaban con mi erección sobre el pantalón; mi verga estaba a reventar y pedía a gritos ser liberada, pero a él le gustaba jugar con ella sobre los jeans.
Me dejé consentir, después de un rato abrió el zíper y dejó salir mi polla que estaba gorda e inflamada, y vaya que notó algo extraño—creciste en todo, la tienes más larga y más gruesa—me miró con sorpresa e inmediatamente llevó sus labios a ella, lamió la cabeza jugando con su lengua sobre ella, abrió el botón para dejarla salir por completo y bajo mis bóxers a altura de mis rodillas.
Vaya que era de los mejores mamando verga, y solo de imaginar y sentirlo de nuevo sobre mi polla me estaba robando por mucho de nuevo la atención.
No pude negarme a esa garganta que era capaz de tragármela toda, vaya que hacía maravillas, también había mejorado mucho con su técnica, a pesar de tener un cuarto muy pequeño nos la ingeniamos para poder hacer lo nuestro.
Le quité la camisa y miré los ricos pectorales que había formado con el gimnasio, los toqué, eran un par de rocas; le regrese el favor con la boca, su piel se sentía tan lisa y así fui bajando hasta ir llegando a la zona rasurada con constantes vellos creciendo, encontré el tronco de su verga y la fui lamiendo hasta toparme con su gorda cabeza, comencé a chuparla, se sostenía de los costados, con una mano acarició mi cabello—Lo haces mejor que bien—me dijo con la voz susurrada.
Me puse de pie y nos besamos un poco más, se sentía muy bien sentir sus labios una vez más, cogío mi verga con la suya, la mía parecía haber crecido un poco más que la de el, y vaya que la de el teñí un buen tamaño—Vaya que te pusiste bueno—comenzó a tirar de ambas, sentía su polla caliente junto a la mía, la mía lubricaba e iba dejando un hilo de precum encima de la de el, el tomaba de ello para suavizar acompañado de saliva que escupía sobre los penes.
—Date la vuelta—me dijo al oído.
Gire obedeciendo, se sentó sobre el inodoro quedando con la cara frente a mis blancas nalgas, las abrió y comenzó a darme de lamidas y chupetazos en el año, sentí que iba a romper la puerta con un empujón; vaya forma tan hábil de comer culo, había olvidado lo bien que se sentía estar a manos de un experto.
Después de un rato se levantó y comenzó a besar mi espalda, su verga chocaba con mis nalgas dejando lubricado mi ano y un poco sus alrededores—¿Quietes recibirme otra vez?
—¿Que esperas?
—Solo quiero que la desees tanto hasta no querer que te la saque—cuando era joven su trato había sido tan dulce y delicado, en esta etapa se había vuelto un poco más rudo y eso me traía más que loco.
Comencé a mover mi cadera jugando con su rica verga húmeda dejando que mis nalgas hicieran todo por el, el solo tenía tomada mis caderas dejando que hiciera todo por el, sentía como me dilataba pidiendo a gritos que me penetrara duro; escuchamos entrar a alguien y nos detuvimos por unos segundos, la persona estaba orinando a unos pocos metros de nosotros, yo lento iba empujándome hacia atrás para que mi culo fuera tragando la erección de Carlos.
Sabía que se resistía para no hacer algún ruido que nos dejara en evidencia, de mi parte ocurría lo mismo estaba tan rico, y de repente sentía su empuje con fuerza para meterla toda, tuve que cerrar los ojos y apretar los dientes para no gemir; miré la sombra pasar bajo de la ranura de la puerta, pasó lento y temía que nos hubiera escuchado, pronto el ruido de el agua al lavarse las manos y los tirones de palanca para tomar algo de toalla de papel, por suerte se había ido.
Comencé a ser brusco con los movimientos, noté que se resistía un poco, sabía que a ese ritmo no aguantaría tanto—!Espera, Espera! Así me vendré rápido—no me detuve, tuvo que ceder, no dejé que me detuviera, mi cuerpo era grande y costaba trabajo controlarlo; comenzó a recargar su cara en mi espalda me mordía y me lamía como para tratar distraer la explosión de excitación que tenía encima.
Estaba a punto de correrse cuando me levanté dejando su verga fuera, me giré inmediatamente, noté su descontento, quería vaciar su semen dentro de mi; tomé fuerte su verga y comencé a a sacudirla, se echo para atrás con esos ojos de borrego a medio matar, jadeaba, lo estaba haciendo mi perra, y suelo ser algo cruel cuando quiero que alguien pierda el piso por mi; solté su polla, me levanté los pantalones y tomé su playera.
—Espera ¿es todo? Aun no me veng...—le di un beso que calló sus palabras, él se dejó llevar por mis labios, me tomó fuerte de la nuca; yo sabía que lo tenía ya en mis manos, le besé un poco más los pezones, miré su verga y estaba a punto de estallar; la tomé y tiré un poco de ella—La
recuerdo más grande—abrí la puerta, el intento detenerme notando mi extrañada actitud—Luego seguimos, se me hace tarde.
Salí con la playera colgada en el hombro, me la
Coloqué mientras caminaba al espejo, escuché el sonido de su cinturón poniéndose con agilidad, salí con un paso tranquilo como si no le debiera nada a nadie, y mientras salía de la estructura escuché sus pasos seguirme.
—¡Diego!
—¿si?
—¿Eso fue todo? ¿Por que de esa forma?—me dijo un poco disgustado.
—Nos vemos luego profe—le guiñé el ojo y me di la vuelta.
Se que mi actitud se había vuelto un poco egocéntrica, estaba siendo un maldito perro con el hombre que me había regalado mi primera vez, pero no podía ser de nuevo el niño noble que conoció, mi actitud y carácter habían cambiado junto a mi físico; era como tener otro chip puesto, uno donde nadie te pisaba de nuevo, la única grieta que tenía era cuando me encontraba frente al chico de ojos grises, era como si botara todos mis muros y regresara al verdadero Diego a su lugar.
Había llegado el lunes nuevamente y mientras tomábamos clase le platicaba a Amairani y a Aradí que de alguna manera Pedro había conseguido mi celular; el fin de semana me había enviando textos en el celular de manera anónima que me habían confundido un poco hasta qué descifré de quien se trataba:
“Hola ¿cómo estás Diego? ¿Por que te haces tanto de rogar? Si sabes lo mucho que me gustas, me gustaría pudiéramos hablar y vernos en algún lugar, te prometo que no te arrepentirás”
Al principio pensé que se trataba de Azael, pero también me pasó por la mente Carlos después de lo ocurrido en el encuentro del viernes, aún así no me enseñé obvio pensando que podría disgustarse si le mencionaba un nombre equivocado y fue así que entre intentos y vueltas Pedro me dijo que se trataba de él; desde ese momento dejé de responderle, y a pesar que invistió terminó bloqueado entre mis contactos.
—Oye creo que te esperan fuera—dijo Amairani al ver que Azael esperaba recargado en el barandal, justo a la altura en la que yo podría mirarlo si giraba el cuello; inmediatamente un mensaje llegó a mi celular, y me hizo preguntarme ¿como había obtenido mi número? Bueno, en realidad muchos tenían mi contacto así que tampoco me sorprendió mucho.
“¡Hola súper estrella! ¿ Y si nos escapamos de clase cuando termines este módulo? “
Gire la cara, no le respondí nada en el mensaje, solo le sonreí con el gesto más cohibido que pude mostrar, mi corazón estaba algo inquieto y miré a mis amigas extrañas—Fueron ustedes ¿cierto?
—Alguien de los dos tenía que dar el primer paso, lo sentimos, pero lo agradecerás lo sé.
Salí de esa clase y camine hacia el; estaba de espaldas con una playera blanca ajustada, unos jeans oscuros y unos tenis blancos de líneas azules; me encantaba como le quedaba la barba de una semana: delineaba perfectamente su barba y sus mejillas, su tez morena clara hacía que resten esos ojos y ese cabello negro, y la verdad es que me sentía como un niño emocionado nuevamente—Hola plebeyo, ¿así que solicitas de mi presencia?
—Ya veremos... ¿entonces te animas?
Nos encaminamos a su auto, desde luego que acepté, olvide todas las obligaciones y quise perderme un rato de la rutina, estaba por subirme a su auto cuando detrás de mi escuché mi nombre:
—!Diego! ¿Escapándote de clases?
—Hola profe—era Carlos, Lo saludé poniendo mi mano derecha al nivel de mi frente como saludo de soldado.
Me hizo señal que me acercara a él, Azael me miró extrañado—¿Donde carajos vas?
—¿y como por qué tendría que decirte?—sonreí sarcástico, me di la vuelta y regresé al auto.
—!Diego!— dijo entre dientes tratando no gritar.
—¿Que te dijo el profe?
—Nada, cosas de la escuela—le guiñé el ojo.
Mientras conducía platicábamos de cosas de la escuela, la verdad no tenía ni idea de adonde me llevaba, pero ¿qué importaba? Me sentía cómodo con su energía y muy extraño de estar fuera de la escuela y más con mi crush; el niño de ojos grises que había donado el leon.
—¿y a donde vamos?
—¿Quieres que te lo diga o que te lo enseñe?
Creo que nadie me había puesto en la disputa de sentirme tan amaestrado; después de manejar durante unos 30 minutos pude darme cuenta que nos dirigíamos a la playa; pero nos alejamos por la costa, hacia playas más vírgenes que públicas.
Llegamos a un edificio abandonado, tenía unos 5 pisos, y estaba algo escondido entre la maleza—y esto que es?—pregunté.
—Mi lugar favorito, siempre me escapo para pensar un poco, los atardeceres en el último piso son increíbles.
—¿no estamos en propiedad privada?
—Relájate ¿donde está tu espíritu aventurero? con la fama que te cargas me estás dejando muy mal.
Después de la maleza y con un intento de hotel a la orilla del mar en ruinas, la vista era espectacular, la arena era blanca y las olas acariciaban la orilla con un sonido relajante
—Vamos Súper estrella ¿o le tienes miedo al mar? —se quitó la playera, hizo a un lado sus jenas, dejó todo sobre su calzado y camino a la orilla del mar; tenía un cuerpo hermoso, un tatuaje en el pecho que llegaba hasta su brazo, otro en la costilla y una ocultada a la mitad por su bóxer.
Se miraba tan sexy, tenía el cuerpo tan refinado, vellos bien distribuidos por su torso, se notaba que se rasuraba algunas zonas, sus tatuajes lo hacían ver un tanto rudo, y su mirada tosca, vaya nunca nadie me había logrado intimidar tanto, y también mis ojos se fijaron en el gran paquete que se le marcaba en esos bóxers blancos —¡Ey! Súper estrella ¿no vas a entrar? —dijo mientras sus pies ya entraban al agua, avanzaba con pasos lentos compitiendo con el peso del agua.
Inmediatamente comencé a desvestirme, me quite la playera, dejé a un lado los pantalones y justo a su ropa dejé la mía, yo traía una trusa gris de esas que te ajustaban y definían todo muy bien, caminé hacia el agua, mis dedos tocaron el oleaje que raspaba la orilla, estaba algo helada; Azael ya se había alejado hasta quedar con el cuerpo remojado hasta su pecho.
—Está fría—dije oprimiendo los dientes.
—Ya tu cuerpo se adecuará, no seas llorón—se sentía extraño estar frente a él con los cuerpos casi desnudos—Entonces ¿Por qué aceptaste venir conmigo?
—Creo que la curiosidad se apoderó de mi, y quiero averiguar un poco más de ti.
—¿por que eres tan egocéntrico como para aceptar que te gusto?
Bajé la cabeza y tartamudeé un poco—¿por que eres demasiado directo?
—estás acostumbrado a que te digan lo que te gusta oír, pero yo no soy así, creo que mi mayor defecto es ser demasiado sincero.
—Me gustas—le dije mirándolo a los ojos, vaya que me dejaba frío, tuve que ser honesto, con él no había otra manera de tratarlo.
—Lo se—me guiño el ojo—Se que parezco una persona un poco tosca, pero no suelo creer en las personas con facilidad; me cuesta un poco abrirme a la primera, creo que me han lastimado lo suficiente para no querer volver a intentar; por eso entiendo la coraza que tienes, se que detrás de esa persona presumida y alzada hay alguien bueno, puedo sentir una energía linda en ti; lo eres conmigo cuando estás fuera de tu zona.
Y tenía razón, cuando estaba con él me sentía una persona tan común y corriente; tenía que esforzarme de más, tenía que sacar mis mejores tácticas para coquetearle, y tenía hasta que intentar encajar en el, y creo que era lo que más me gustaba de el.
Después de un rato en el agua decidimos salir; sus bóxers se transparentaban un poco y noté que tenía vellos oscuros, vaya que tenía un pene lindo, se trasparentaba una polla gruesa y del mismo tono de su piel—Mis ojos están aquí arriba— bromeó al percatarse que miraba sus zonas prohibidas.
—perdón—dije de nuevo lleno de timidez ¿que me estaba pasando? ¿Donde estaba dejando al
hombre sarcástico y al altanero que mostraba al resto del mundo? Incluso con Carlos sacaba una personalidad a la defensiva; pero Azael me rompía todos los muros, dejándome tan desarmando.
—No pasa nada, tampoco no fue tu mirada lo primero que vi ¿me acompañas? —dijo mientras caminaba hacia el edificio viejo.
—¿Donde vas?
—haces muchas preguntas, tu sígueme—lo seguí descalzo y ambos con ropa interior mojada; sus nalgas se miraban tan bien, se notaba que igual hacía mucho deporte.
—¿Estás seguro que no es propiedad privada?
—¡Que miedoso me saliste! Mira para empezar no traigo a cualquiera aquí, segundo: estamos demasiado lejos de toda población, y tercero... es un proyecto fallido de mi papá, así que relájate un chingo—me miraba con esa sonrisa tan serena, esa paz que transmitían sus ojos.
Subimos al último piso, Teñí un enorme balcón construido a medias; el sol estaba aún con algo de altura, pero estaba a unos 30 minutos de caer, caminamos hasta la baranda y nos sentamos hasta el vórtice—¿y ahora?—pregunté.
—Eres muy impaciente ¿te has detenido a admirar lo que está fuera de ti? ¿Todos esos detalles que no tienen nada que ver contigo?
—La verdad no.
—Es lo que imaginé.
—Creo que he perdido un poco la sensibilidad de todo, y a pesar de ser incómodo hablar contigo, creo que necesitaba de alguien que me dijera las
cosas como son en realidad; y sinceramente hace mucho que no me sentía así.
—¿así como?
—No lo sé... confundido, aturdido, fuera de mi.
—para serte sincero pienso todo lo contrario, creo que siempre has estado fuera de ti, y este es el verdadero Diego que temes que otros conozcan, pero la verdad es que es la mejor versión de ti mismo—Los dos nos quedamos mirando, guardamos silencio unos segundos, y nos prestamos para robarnos un beso.
Sentía que me despegaba del piso, hace mucho que no sentía que volaba, sus labios eran dieces y carnosos, fue un beso tan romántico y tan lleno de adrenalina, me despegue sonriendo y con los ojos aún cerrados —Wow.
—No besas nada mal súper estrella—me dijo con esa sonrisa blanca y esos ojos grises tan incandescentes.
Mi mano tomó su mano y la oprimió con suavidad, me quedé mirando al frente, la vista del panorama era digno de un cuadro; juego de colores entre naranja, rojo, rosa hasta desvanecerse en un morado muy tenue, el agua estaba tan calmada que hacía un reflejo perfecto del medio sol que se iba ocultando—Y este es mi lugar favorito, ya sabes donde encontrarme cuando nadie más sepa donde estoy—me dijo sin dejar de mírame fijamente.
Nos levantamos, quedamos frente a frente, por un momento nos olvidamos de todo lo que existía al rededor de nosotros, cerramos los ojos y nos dejamos guiar por otro beso, uno más profundo, uno más prolongado, uno con intenciones más definidas; comenzamos a caminar paso a paso hacia atrás, sus manos se colocaron en mi espalda subiendo y bajando escaneando mi piel.
Mis manos hicieron lo mismo con su cuerpo, tocaba cada pliego de su piel, cada línea de sus tatuajes en el brazo; quedé de espaldas a la pared y comenzó a besar mi cuello, ambos cuerpos estaban a una temperatura alta, mi verga comenzó a reaccionar, nuestros bultos se pegaban dejándome sentir el gran palo duro que igual tenía entre las piernas.
Su bóxer se había secado con el simple calor del cuerpo pero la punta de su polla lo están dejando húmedo de nuevo, palpé con curiosidad y me encontré con una verga gruesa y de buen tamaño; unos 18 cm aguardaban dentro de su interior y me daban fuertes pulsaciones en la mano con cada apretujón de le daba—u esto si lo esperabas de mi?—pregunté con una voz más seductora.
—Es lo mínimo que esperaba—oprimió mi verga, y notó que en sus manos tenía un buen trozo, y vaya que mis 20 cm le gustaron—tampoco esperaba menos de esto.
—Pues no te resistas, que en esto te aseguro que mostrare mi mejor cara—regreso sus labios a mi boca y luego comenzó a bajar por mi cuello y por cada parte de mi piel, besaba y succionaba rico; llevo su cara a mi verga y lamió sobre el calzón, recorrió con su lengua todo el contorno que se marcaba en ella; sostenido de mis piernas se mantenía en equilibrio para poder bajarme la trusa con sus dientes.
Tenía una agilidad con la boca que apenas tuvo mi verga al aire se la metió en la boca, sentí como se obligaba a llevársela hasta el fondo, el grosor de mi polla era algo retórica y lo hacía demasiado bien para lo serio que se mostraba.
Yo también quería probar a qué sabía su polla, lo
Levanté y lo recargué en el muro, lamí sus axilas al levantarle las manos, su piel sabía a sal por el agua de mar, baje lento y al llegar a su paquete me detuve a bajarlo lento para poder disfrutar en cámara lenta la salida de esa verga que se miraba prometedora.
—¿te gusta?—me preguntó.
—¿tu que crees?—respondí al mismo tiempo que me la llevaba de tiro al fondo de mi garganta, lo escuché gemir y su mano se posó en mi cabello, comenzó a peinarme con sus dedos—Wow, no me estás dejando mal súper estrella.
Regresé para encontrar nuestras miradas nuevamente y él me sonrió con una mirada pícara—La tienes muy bien, y sabe demasiado bien.
—Tu tampoco estás mal.
Seguimos besándonos y sentía como su verga entraba y salía entre mis piernas con un ligero movimiento; la verdad no sabía qué rol jugaba en el sexo, yo tampoco sabía qué rol quería jugar con el, tenía unas nalgas estupendas y una verga divina, y la verdad no veía el por qué no probar ambos.
—Date la vuelta—quería probar un poco de esa retaguardia.
—No soy pasivo.
—Nunca dije que te penetraría.
—Tampoco dije que no me daré la vuelta, solo aclaro —vaya forma tan retórica de coquetear comenzaba a sentirme en mi territorio, abrir ese par de nalgas que se estremecieron al sentir mi lengua caliente entrando en su estrecho ano.
Posó su mano sobre mi cabeza y lo hacía para que yo lamiera más a fondo, a pesar de saber que no era pasivo quería ver hasta donde me dejaba llegar, primero hundía mi lengua hasta donde llegara, chupaba y absorbía de él y escuchaba su boca expedir sonidos halagadores mostrándome lo bien que lo estaba haciendo.
Incluí mis dedos? Primero solo lo tocaba al rededor mirando su culo contraerse, mi dedo comenzó a ser introducirse lento, esperaba el momento en el que él me retirara de ahí pero solo abrió más las piernas y fue como darle acceso a mi dedo que ya entraba casi en su totalidad; escuchaba su gemido y su voz susurrando diciendo “sigue”.
Mi dedo entraba con facilidad y no dejé de moverlo hasta que cupo el segundo, lo escupía para lubricarlo y cada vez el eco de su excitaciones comenzó a recorrer todo el cuarto, sabíamos que estábamos solos, así que no hubo tanto problema; me puse de pie comencé a besar su cuello, no me dijo nada, mi verga estaba entre sus nalgas jugando a entrar sin hacerlo; tampoco se negó, tan solo se quebraba tras mis besos sobre su cuello.
Coloque saliva sobre su ano con mis dedos, y mi verga comenzó intentar penetrarlo, él no dijo completamente nada, al contrario noté que inclinó un poco su cuerpo como invitándome a entrar en el—¿quieres que entre?
—Podemos intentarlo ¿duele?
—¿Nunca has sido pasivo?
—No, pero nunca es tarde para la primera vez—saber que era virgen logro excitarme al doble e inmediatamente intente metérsela para no perder la oportunidad de ser el primero en comer ese rico culo.
Entré despacio pero el tamaño de mi verga era un poco gorda para la estrechara de su año, y me daba miedo hacer una mala experiencia en su memoria, me detuvo un poco y luego dejó que continuara, repetía la palabra “lento” con constancia pero por nada dejaba que yo me detuviera, por fin estuve dentro de él, y comencé a moverme lento sin dejar de besar su espalda.
—¿te gusta?—le dije, respondió que se sentía extraño pero que no le desagradaba la sensación, comencé a moverme más rápido y sus gemidos aumentaron al ritmo en el que mis caderas lo embestían.
—Voy a venirme pronto si sigues así—me dijo, y yo no tenía problema con que lo hiciera; continua metiéndosela, miraba hacia abajo y miraba cómo mi gorda verga entraba y salía de el, era una vista hermosa.
Dio un grito de placer, y entendí que estaba corriéndose, sentía como su culo se contraría apretando mi polla dentro de el, produjo que me viniera igual dentro de él, apenas teniendo tiempo para sacarla para terminar de venirme sobre de sus espalda baja.
Me recargue sobre de él y le besé la espalda con cariño—¿ya estás contento?—preguntó.
—No tenía que ocurrir esto para estarlo, con tu simple compañía ya era suficiente.
Se dio la vuelta y aún con la verga dura me abrazo y luego me dio un beso tomando mis mejillas con sus manos, sin querer uno de sus dedos aún tenía algo de sus semen y manchó mi barba—lo siento— dijo apenado y causándonos algo de risa( le chupe el dedo y luego lo besé con el resto de su semen en mis labios.
—Yo no le veo el problema—Confirmé.
Nos vestimos después de limpiarnos con los calzones, bajamos desnudos hasta donde nuestra ropa estaba, la luz del día ya casi se agotaba, el cielo estaba más morado que rojo; nos colocamos sólo los jeans, enroscamos los bajos de los pantalones dejándolos a la altura de nuestras pantorrillas como si fueran bermudas; nos sentamos en una roca y mirábamos las primeras estrellas aparecer—¿Y después de esto que ocurrirá?—pregunté pensativo.
—¿Por que tanta prisa Súper estrella? Tu disfruta del momento, creo que ambos tenemos claro que nos gustamos ¿no es así? Solo dejemos que todo fluya; me tomó de la mano y beso de ella, caminamos tomados de la mano hasta su vehículo y condujo hasta la ciudad llevándome hasta la puerta de mi casa y despidiéndose con un beso al aire y un guiño—Hasta mañana.
El día siguiente al llegar a clase regresé con una enorme sonrisa, estaba emocionado de cantarle todo a mis amigas, pero me recibieron un poco serias.
—El profesor Toledo te ha reportado en la coordinación por escaparte de clases; aplicó un trabajo que valía demasiado de la calificación final y creo que te ha mandado a extraordinarios—mientras me informaban Carlos iba llegando a dar su clase y su mirada se encontró con la mía mirándonos con furia y disgusto.
Al acabar la clase estaba a punto de salir cuando mencionó mi nombre—Diego ¿podemos hablar?
—¿De que? Ya estoy enterado de mi reporte y de los extraordinarios ¿necesitas saber algo más?
—Eres demasiado soberbio y engreído, sinceramente creo que has perdido todo lo que un di conocí del Diego de tu pasado—decía mientras iba colocando sus papeles dentro de su maletín.
Le indiqué con la mano a Amaya y a Aradí que se adelantaran al laboratorio donde tomaríamos otra de las clases, camine hacia donde estaba Carlos coloqué mis dos manos sobre el escritorio colocando fuerza en ambas manos y obligándolo a mirarme de frente—Atrévete a meterte conmigo nuevamente y te prometo que vas a conocer hasta donde soy capaz de llegar, te aseguro que te he mostrado mi lado más noble, no me obligues a enseñarte que tanto cambie.
Arqueo una de sus cejas y guindó su sonrisa, sabía que lo estaba tomando con sarcasmo, notaba lo enojado que estaba, y al parecer era algo que le causaba mucho placer—¿Si sabes que podría ocurrir si los directivos se enteran que estuviste con uno de los profesores dentro de las instalaciones, verdad?
—También te afectaría a ti.
—Quizá, pero yo no laboro originalmente aquí, te recuerdo que solo estoy como suplente, pero ¿cuánto podría afectar tu futuro? Creo que antes de amenazarme deberías mirar qué tanto daño podrías causarte a ti mismo; bueno se me hace tarde para mi siguiente módulo, así que con tu permiso—Toledo se retiró con su tan distinguido guiño de ojo—y por cierto, me encargaré que tu examen sea impasable.
Me quedé pensando y salí un poco preocupado caminando con la mente perdida en las consecuencias—¡Hola súper estrella! ¿Por qué tan serio?—preguntó alcanzándome Azael.
—No es nada, solo que me mandaron a extraordinarios.
—¿en qué materia? Si quieres puedo ayudarte.
La verdad no tenía mucha cabeza para nadie, caminamos hasta los laboratorios y Azael se retiró a su salón, quedamos en vernos después de clases para salir a cenar o a algo, yo tenía cosas que resolver antes de eso.
Al acabar las clases y antes de irme busqué en l sala de maestros a Carlos, estaba solo revisando una torre de hojas— ¿Que quieres que haga?—dije mirándolo a los ojos, mis puños morían por golpearlo, pero me tenía en sus manos.
—Vaya, hasta que miró algo de cordialidad en ti, no pensé que fuera tan fácil domesticarte—caminó al rededor de mi, le estaba gustando verme sumiso, se puso frente a mi, tomó fuerte mi paquete y puso sus labios muy cerca de los míos—tú sabes muy bien lo que quiero, y al parecer no somos tan distintos ¿verdad? ¿Que? ¿Ya no me vas a besar?
Le quité la mano de mis genitales y lo miré fijamente—Ya no puedo darte eso.
—¿Es por el chico con el que te fuiste ayer verdad? Él no es para ti, lo vas a lastimar, sinceramente no le convienes.
—¿Que sabes tu de eso?
Puso su cara muy cerca de la mía, sus labios estaban demasiado cerca de los míos, besó de ellos sin que yo le siguiera el juego, pasó su boca a mis orejas puso de nuevo su mano sobre mi verga aun dormida y susurró—No creas que no me doy cuenta que aún te gusto, ese papel de rudo no te va, conmigo no funciona eso.
Le regresé el beso y comenzamos a tocarnos y a manosearnos, acepto que estaba muy bueno y sabía ponerme caliente, pero había un gran sentimiento de culpa por lo que estaba comenzando a sentir por Azael.
Estábamos en pleno acto y gracias a las oficinas cerradas y al horario era casi imposible que alguien nos mirara, se sentó sobre su escritorio y yo me puse entre sus piernas, estaba gastando las ultimas ganas que tenía por el y quería cerrar con broche de oro; le besaba el cuello y me entregaba con todo lo que tenía para que no se olvidara de mi.
Pero yo no sabía qué Azael entraría por esa puerta y miraría lo que estaba ocurriendo—Perdonen—vi su cara de desilusión y la sorpresa en su rostro, fue un momento tan vergonzoso.
Inmediatamente detuve todo lo que estaba pasando, me abroché el pantalón y la erección bajó de inmediato, sentía que el corazón se me saldría del cuerpo, Carlos solo se quedó ahí sin decir nada, salí de él edificio y no estaba en ningún lugar, giré la cara de un lado a otro y sin saber hacia donde correr; fui al estacionamiento para esperarlo en su vehículo pero tampoco estaba ahí, estaba desesperado y con los ojos sosteniendo lágrimas, mi respiración se hiperventilaba y tenía que guardar la calma—!Cálmate Diego! Piensa—me dije al darme un respiro.
Fui directo por mi auto y subí, tenía una idea de donde encontrarlo, manejé y conduje encaminado hacia la playa, tenía la vaga esperanza de encontrarlo ahí si me apresuraba, tenía que explicarle muchas cosas, se que había cometido una estupidez pero debía saber el trasfondo de todo; sería injusto para él y para mi no tener una explicación clara y concreta que le ayudará a tomar una decisión.
Llegué al hotel abandonado, su auto estaba ahí, baje rápido y camine entre la maleza, estaba sentado en la roca donde siempre solía sentarse a pensar, solo miraba el horizonte, las olas y ruido del mar descansaban en su mente, y yo temía que no quisiera hablar conmigo.
—¿Podemos hablar?—le dije a unos metros detrás de él.
—¿Que haces aquí?
—Vine a clarar las cosas.
—¿como me encontraste?
—Tu me dijiste la última vez que era el lugar que te servía para pensar cuando estabas triste.
—No es necesario aclarar nada, ya todo está entendido— camine lento hasta estar detenido detrás de él, sostenía una vara en sus manos y rayaba la arena con el, me senté a su lado y le tomé la pierna.
—Perdóname por lo que viste, se que no tengo excusa, se que eras enojado y que no planeabas que tu día terminara así, ni siquiera sé qué decirte; pero quiero que sepas algunas cosas antes de juzgarme.
Se detuvo a mirarme, se notaba serio, esas cejas tupidas me cohibieron más de lo normal—Diego, yo estoy jugando, cuando me abrí a ti fue por qué quise darme de nuevo una oportunidad, te expliqué por qué me costaba intentarlo de nuevo, y aun así decidiste hacer lo que vi... doy gracias no haber llegado unos minutos más tarde, quizá me hubiera decepcionado aún más.
—Se que no es justificante pero él me amenazó y me sentí entre la espada y la pared; tuve miedo de perderlo todo, incluyéndote a ti, y creo que aún así lo hice.
—No puedo juzgarte, pero tampoco te doy el derecho a lastimarme ¿sabes cual es tu verdadero problema Diego? No sabes lo qué quieres, no tienes idea de qué realmente quieres, la gente te ha puesto una corona imaginaria y en verdad te has creído el papel de rey, y todo es una ilusión, la mayoría quiere estar contigo por moda, y al igual que todas las modas, se acaban; yo si se lo que quiero de mi vida, yo si se él tipo de persona que quiero a tu lado, y pensé encontrarla muy interior, pero me equivoqué.
—No tengo argumentos para defenderme, y acepto tus palabras por qué me has demostrado que eres real; desgraciadamente perdí un poco el piso y las caídas a grandes alturas duelen más, supongo que este es un punto final.
—No puedo estar con alguien que enseña una cara y al mundo le demuestra otra—Azael se levantó de la roca y caminó a la orilla, las olas mojaban sus pies descalzos.
—¿Antes de irme te puedo preguntar algo?
—Adelante.
—Tu no sueles tomar clases con el profesor Carlos, ni siquiera es de tu división ¿Que hacías ahí? ¿Por que fuiste al cubículo de Toledo?
—¿Es en serio?
—¿hay algo que deba saber?—busco en su celular y me lo entregó exactamente en una conversación:
“Búscame en el cubículo 12 de la coordinación de ingenierías, tengo una sorpresa para ti”
Att: Diego
—Yo no te envíe esto—el número se me hacían conocido y juraría conocerlo, no lo tenía entre mis contactos pero al revisar mis mensaje me di cuenta que era un mensaje enviado por el estúpido de Pedro.
—Eso no corrige lo que vi.
—Lo sé, aún así te pido una disculpa, espero me permitas enmendar el error.
Esa tarde manejé a casa algo triste en verdad la había cagado ¿como pude ceder? ¿Como demonios accedí sabiendo que con Azael todo iba bien? Fui demasiado egoísta con él y conmigo pensando que las cosas se arreglarían de esa forma sin tener efectos contraproducentes.
Al día siguiente llegué a la escuela y las chicas me apoyaron moralmente aun que Amaya me regañó por mi torpeza, obviamente le dieron la razón a Aza y yo seguía quedando como un completo patán; estábamos en una de las tantas clases y pedí permiso para ir a los sanitarios, bajé las escaleras y caminé a ellas, los sanitarios en horas de clases siempre atajaban vacíos, pero esta ves no lo estaba.
Caminé entre cada uno de las divisiones hasta encontrar mi objetivo, teñí mucha rabia entre mis puños y mi coraje estaba destilado por cada poro de mi piel, esperé el momento oportuno y tomé a Pedro por su cuello recargándolo con suma brutalidad a la pared—¿Que verga hiciste pendejo?—mis ojos eran como dos puños de fuego que intimidaban con una mirada enfurecida—Yo nunca me he metido contigo cabrón ¿cual es tu pedo conmigo?
—Suéltame Wey—se le complicaba hablar con mi enorme mano cubriendo su cuello y mi puño al aire a punto de soltarle un golpe.
—¿por que lo hiciste pendejo?
—¡Perdón!
—¡¡¿Por que lo hiciste cabrón?!!—mi voz comenzó a ser más agresiva y mi control estaba por los suelos, entonces logré quebrarlo con el temor—El maestro Carlos me pidió que lo ayudara, pero no me hagas nada, me reprobaría si no lo hubiera hecho—Sentía mi sangre caliente y mis cejas se fruncieron más.
—¡¡Me cagaste pendejo!!—lance el puño con todas mi fuerzas, miré su cara giras a la izquierda cerrando los ojos antes del impacto, pero no era tan tonto como para buscarme más problemas, mi puño golpeó el muro haciendo eco en todo el baño—Atrévete a a volver a meterte conmigo y te prometo que golpeare tu rostro hasta que me canse; y cuidado y le digas algo a tu profesor o alguien se entere de esto y te juro que no tendré piedad contigo.
Lo aventé a la pared y me salí del baño dejando al pobre de Pedro todo lleno de pánico y temblando, desde ese momento dejó de acosarme e intentaba no toparse conmigo; pero aún tenía una deuda pendiente con mi querido profesor de historia.
Durante las Siguientes clases me mostré enojado y sin paciencia para nadie, estaba concentrado pensando en cómo enmendarle el favor a Carlos.
—Lo que sea que estés pensando hacer, abandónalo, conozco esa mirada y se que planeas alguna venganza, no quiero verte expulsado de esta escuela—me dijo Amairani
—Ya te libraste de los extraordinarios, y no pasó nada con el escape, deja las cosas así—aconsejo Aradí.
— Tranquilas, no haré nada.
Pasaron varios días y las clases figuraban normal, miraba aquel balcón desde donde miraba a Azael asomarse, pero solo era un fantasma del pasado, me culpé una y otra vez y estaba arrepentido por mi gran torpeza, a veces lo miraba pasar, Carlos ganó la guerra y estaba seguro que ya no había nada que hacer, miraba la sonrisa sarcástica de Toledo durante sus clases y nunca nada volvió a ser igual con el; a veces en los pasillos miraba a Azael caminar con sus compañeros y no tenía intención de saludarme, mis amigas estuvieron conmigo en esa leve depresión.
—Debemos comenzar a preparar el evento de graduación Diego, ya olvida todo lo qué pasó y es momento de dar vuelta a la página—Dijo Aradí.
—Todos los grupos están ansiosos por saber que planes hay para los últimos meses que tenemos aquí, incluso los maestros me han preguntado datos sobre nuestra clausura ¿Diego?
—Chicas, les veo más tarde, les prometo que organizaremos algo tan espectacular como años anteriores, pero necesito resolver algo—salí disparado de ahí al mirar un mensaje de texto de Carlos citándome en su oficina.
Llegue a la oficina y me relaje primero, estaba un poco nervioso, temía que mi ira se volviera a presentar y perdiera los estribos en esta ocasión—Veo que si apareciste, me sorprende verte tan manso y cooperador, de haber iniciado así creo que llevaríamos las cosas tan bien, toma asiento, y quita esa cara larga que omití reprobarte y llevarte a extraordinarios ya con eso me debes demasiado—dijo Carlos tan sobre alzado.
—Se muy bien lo que hiciste—Dije serio mirándolo a los ojos, sentía mi cuerpo calentarse con odio—¿por que lo incluiste a él? Él no tenía nada que ver, yo no tenía ningún compromiso contigo para jugar de esa manera.
—Solo quería enseñarte que yo siempre gano, incluso viendo pierdo, gano, por que he aprendido a estar un paso adelante de todos, y no voy a dejar que un escuincle quiera chantajearme o a querer sobre ponerse.
—¡Tu me amenazaste!
—y funcionó ¿no es así?
—amenazaste a Pedro, cuando tampoco tenía nada que ver con esto.
—También lo hice, se mover bien mis cartas.
—¡Te me insinuaste siendo tu alumno! Que poca ética tienes como profesor.
—Y caíste ¿no es así? Siempre estuviste dentro de mi juego—Se levantó y se colocó detrás de mi, tocó mis hombros y bajo la cara para darme un beso en la oreja—Perdiste bebé.
—¡Le contaré a todos de esto!—Le dije al ponerme de pie de la silla para alejarlo de mi.
—Es tu palabra contra la mía—me miró a los ojos retóricamente burlándose.
Puse mi mano sobre la mesa, tenía mi celular en ella, oprimí el botón de reproducir y su voz estaba reproduciendo lo dicho unos minutos atrás en mi grabadora de voz:
—¡Tu me amenazaste! —y funcionó ¿no es así? —amenazaste a Pedro, cuando tampoco tenía nada que ver con esto. —También lo hice, se mover bien mis cartas. —¿Que demonios es eso? —Mi palabra contra la tuya profe; olvide decirte que tampoco yo sabía perder, y en venganzas son un experto, así que tú decides; o me ayudas a componer las cosas, o me aseguraré que nunca vuelvas a dar clases... si sabes que en derechos humanos los alumnos tenemos las de ganar ¿verdad? A y por cierto ¿como afectaría en tu carrera si se hace viral? ¡No lo sé! Solo tengo a toda una escuela a mi favor ¿tu que tienes? Miré su rostro con sorpresa y no dijo nada, me di la vuelta y antes de cerrar la puesta le repetí sus mismas palabras—Perdiste bebé. Al paso de los días me enteré que Carlos había renunciado a los escasos días que le quedaban en la escuela antes del regreso de Franco, una maestra llamada Mónica vino en su lugar, era un gran alivio ya no verle la cara, estábamos en clase cuando Amairani me pasó un papel doblado que decía “creo que te esperan” miré a través de la ventana y estaba Azael recargado en el barandal. —¿Maestra puedo salir un momento? —dije pidiendo permiso levantando la mano. —Adelante Diego. Camine a sus espaldas y me coloqué a la derecha de él, no tenía muchas palabras que decir, lo escuché respirar profundo—Tu profesor habló conmigo antes de irse. —¿Carlos? —si, me contó lo que ocurrió, y a pesar de que sigue siendo una excusa creo que viniendo de él puedo ablandar un poco lo ocurrido. —¿A que va todo esto? —¿Quieres que te lo diga o que te lo enseñe? Le sonreí y me sonrió, me invitó a salir esa noche, me estaba dando una segunda oportunidad, y estaba seguro que esta vez no lo echaría a perder; quería demostrarle que no era todo lo que había dicho que pensaba de él, estaba trabajando en mucho en mi, incluso renuncié a ser organizador de fiestas y me hice un lado de todos los preparativos de la graduación; quería disfrutar esa última etapa a disfrutar como el resto de los alumnos, vivir fuera de estrés, enfocarme solo en mi, y desde luego en lo que estaba por venir con Azael.
*Relato patentado.
Libro: 30 Homorelatos/ Tomo 1
El plagio es un delito. Cod. penal Art. 270 a 272.
Uff, quién no ha tenido un Azael en su vida, o por qué no, ser Azael de vez en cuando.
Lo disfruté mucho.
Muy buen relato, me gustó aveces necesitamos buena segunda oportunidad para enmendar las cosas y eso es lo que pasó solo juzgamos lo que vemos y no damos oportunidad a lo que pasa en realidad pero siempre la verdad sale a la luz y puede ocurrir la segundas oportunidades eso es lo que me da a reflexionar este relato.
Si hablamos en la historia de Diego, en este capitulo de la secundaria estas terminando el final con Azael, cuando llega la otra historia donde ya conoces a Gonzalo en la preparatoria. ¿Que paso con Azael? Me gustan mucho tus historias todo estan enlazados 😁
el que nunca se equivoca termino perdiendo... le toco perder no habia paso atras
Para mi si hay un buen y feliz final . Se deja a intuir .