¿A todos nos pasa que siempre nos fijamos en una persona imposible? casado, con novia, familiar, o simplemente alguien que jamás podremos tener. Durante mi carrera <<Ingeniería Mecánica>> conocí a un chico que fue mi total perdición <<Alonzo Octavio Galván>> Me enamoré de él desde el primer día que lo vi. Era el típico galán por el que todas las chicas se fijaban. El más guapo del salón; sabía muy bien lo que tenía, sabía aprovecharse de ello. Tenía un carisma que te envolvía fácilmente. Para mi desgracia era demasiado débil ante ese chido de 24 años.
Cuando llegamos al tercer grado de la carrera la ingeniería se volvió un verdadero martirio. Era el doble de difícil que al inicio. Nos volábamos la cabeza con tantas tareas y proyectos. En más de una ocasión tuve que desvelarme para hacer mis tareas; anexo a ello ayudaba a Alonzo a hacer las suyas. Me gustaba tanto, que no me molestaba hacerlo. El estaba consiente de ello, y se aprovechaba de la situación.
Para el tercer grado su amistad formaba parte de los buenos fines de semana que nos hachábamos en el grupo. Antro, fiesta, borracheras, desvelos. Nuestro grupo de amigos sabían abiertamente de mi sexualidad ¡y era increíble ser aceptado y no causar ningún tipo de incomodidad! Alonzo y yo éramos grandes amigos, me encantaba el cariño que proyectaba cuando las copas ya estaban muy arriba. Siempre me abrasaba y me decía que me quería. Jugando a veces me daba un beso en la mejilla y le decía la grupo—¡Quiero un chingo a este cabrón!
La diferencia es que para el lunes yo ya estaba al día en tareas y obligaciones. Siempre fui muy bueno en mis notas. No era un diez, pero si era un nueve. Alonzo comenzó a tener problemas con las materias por desvivirse entre las fiestas, fue cuando me ofrecí ayudarlo <<Esto para que entiendan por qué le ayudaba a hacer las tareas>> pero para cuando llegó el final de ese semestre la carga de tareas aumentó de una manera descomunal. Apenas y daba tiempo de hacer los trabajos. Cómo proyecto final teníamos que prepararnos para no dormir durante toda una noche ¡y hablo en serio! Obviamente Alonzo se acercó a pedirme ayuda. Pero esta vez tuve que explicarle que el tiempo apenas y daba para realizar el mío. Estaba muy saturado como para poner mi atención en el.
—¿puedo quedarme en tu casa?—Preguntó algo angustiado Alonzo—Así puedo guiarme de tu proyecto para hacer el mío; no es para copiarte, ya tengo una idea, solo que se me complica mucho—me puse algo nervioso al escuchar esa propuesta, pero sonaba muy bien, yo estaba encantado de pasar la noche en compañía de Ali, a pesar de que solo se tratara de hacer una tarea. Al terminar las clases nos dirigimos a su auto; y nos dirigimos a mi departamento. Rentaba un lugar, ya que no vivía en la ciudad, yo venía de un municipio; así que para estudiar la carrera tuve que pagar un cuarto para poder vivir ahí; el lugar era pequeño, pero muy cómodo.
Estuvimos trabajando hasta tarde. Platicamos de muchas cosas. Anécdotas e historias; creo que nos conocimos más en unas horas que en tres años de carrera. El tema del sexo no pudo faltar, ambos contamos cosas que nadie sabía. Pero Alonzo estaba imparable con sus dudas sobre el sexo gay. Le resolví todas sus preguntas; las horas pasaron y por fin acabamos. Después de un largo tiempo por fin pudimos despegarnos de la mesa. Nos quedaba un rato para dormir, ambos estábamos exhaustos.
—¿Donde puedo dormir?—Preguntó Ali. La casa era muy pequeña. No tenía muebles. Lo más equipado que tenía era mi cuarto.
—Ambos dormiremos en mi cuarto. Puedes quedarte en la cama. Yo dormiré en el piso, eres el invitado—En casa siempre nos acostumbraron que al invitado se le ofrecía lo mejor. Así tuviera que prestar hasta lo mío. Así que no me costaba dormir en el piso para su comodidad.
—Nada de eso. ¡No dejare que duerma en el piso! Ambos dormiremos en la cama.
—En serio, no es ninguna molestia.
—No es opción ¡Nos acomodamos los dos en la cama! Así que no insistas.
Inmediatamente me puse muy nervioso. Mi corazón comenzó a latir fuertemente. Tenía en mi casa y en mi cuarto al chico más deseado del salón. Mi sueño de dormir con el se estaba cumpliendo <<aún que no exactamente como lo quería>> Tenía algunas horas para sentir su calor muy cerca de mi. Era mucho más de lo que pensé que podría ocurrir. La ansiedad se apoderó de mi, tartamudeaba un poco. Creo que mi nerviosismo fue un poco obvio.
Alonzo se quitó la playera dejando ver su torso tan listo y definido. Tenía unos pectorales tan tersos. Unos pezones perfectos, los abdominales bien marcados y unas entradas a su pantalón bien pronunciadas. Prácticamente la baba se me caía de la boca. Se desajustó el pantalón y lo bajó lentamente quedando solamente en bóxers ¡enorme paquete el que se le marcaba! ¡Era tan perfecto! Su cuerpo era una bomba para mis ganas. Un cuerpo atlético. El gimnasio se notaba en cada músculo. Medía como 1.78 cm, su cabello era ondulado y de un castaño oscuro que quería peinar entre mis dedos. Tenía piel clara y vellos en las piernas y brazos.
Al girar noté que portaba un tatuaje en la espalda. Un dragón que abría sus alas a lo ancho de su espalda. Nunca imaginé que lo tuviera.
—No pensé que tuvieras un tatuaje. Siempre he querido hacerme uno.
—¿y por qué no te lo haces? Yo puedo llevarte a hacerte uno si quieres.
—No, no. Mis padres me matarían.
—No tienen por que enterarse. ¡A parte ya eres independiente.
—En realidad aún dependo de ellos.
—Deberías hacértelo. Es tu cuerpo. Con el tiempo lo aceptarán. Así como tu homosexualidad.
—tampoco saben eso. Me matarían si supieran.
—Eso es lo que tu crees. Quizá al principio sea algo muy extraño para ellos. Pero seguro con el tiempo entenderán. Deberías intentarlo.
La verdad es que a pesar de escuchar sus consejos. No podía perder la atención de sus ricos muslos. El bóxer le apretaba de los juro que estaba. Tenía unas piernas firmes que parecía que romperían la tela. El tamaño de su pene era obvio, se notaba algo grande detrás de su ropa interior. Trate de no mirar, solo lo hacía cuando estaba seguro de que él no me veía.
Al contrario de él, yo no tenía ni la musculatura ni la complexión de su cuerpo. Era algo más delgado, aún que mis piernas estaban tan proporcionadas como las de el. Estaba tan nervioso que no quería dormir en bóxer <<como normalmente lo hago>> busque unos pans en mi armario. Algo que cubriera mi zona. Más que nada por pena.
—¿Que buscas wey?
—Mi pijama. Unos pans o algo para dormir cómodo.
—¡Estás loco! No mames. Hace un chingo de calor como para dormir en pans. ¿Siempre duermes así?
—Obvio no. Siempre duermo en bóxers.
—Pues duerme cómodo. ¿No me digas que te da pena que te vea?
—No es eso. Es más por respeto.
—No seas mamón. Quítate eso, ponte cómodo y ven ya a la cama que no tenemos muchas horas para dormir.
Me retiré la ropa quedando solo en bóxer. Me metí a la cama, dábamos muy justos en la cama individual. No podía conciliar el sueño teniendo a mi amor platónico tan cerca de mi. Sus piernas rosaban las mías, sentía sus vellos hacerme cosquillas, el calor de su cuerpo irradiaba una calidez que me ponían algo ansioso. Al poco rato escuché su respiración fuerte. Pequeños ronquidos. Me giré, lo observé un rato, se miraba tan guapo, tan lindo dormir. Moria de ganas de tocar esos labios, de sentirlos entre los míos. Después de un rato, me di la vuelta y dejé que el sueño me venza para no pensar más en cosas pervertidas.
Tuve un sueño húmedo. Podía sentir sus manos tocando mis nalgas. Su boca besando mi cuello, mis orejas y una lamida que me erizaba la piel. Sentía su mano en mi cadera trayéndome a su paquete duro. ¡Vaya sueño! Se sentía tan real. Sentía sus manos entrando a mis bóxers para oprimir mis nalgas. Entonces me di cuenta que no estaba soñando. Cuando entendí que no estaba dormido no supe cómo reaccionar. Pensé que se trataba de una broma, giré para mirarlo. Tenía los ojos cerrados. No entendía que están pasando.
De lo que sí podía estar completamente seguro era de la erección que tenía entre mis nalgas. Podía sentir su duro pene muy pegado a mi cuerpo, sus manos sobre mi cadera y ese duro trozo palpitar fuerte. Me hice al dormido, dejé que hiciera la suyo. Sabía a donde iba todo eso. Y no pensaba poner objeción, después de todo era lo que siempre había querido. Sentí como su mano comenzaba a tirar de mis calzones para descubrir mis glúteos. Después sentí como se sacó la verga y la reposó entre mis nalgas. Se sentía muy dura, gorda y caliente. Sentía la cabeza húmeda dejar el líquido esparcido en mi culo.
Algo me dijo que debía detenerlo. Sobre todo cuando sentí su polla querer entrar con fuerza dentro de mi. Puse mi mano por detrás para separarlo, per con la misma fuerza me detuvo. Con sus fuertes manos me trajo hacia el.
—¡Espera!—Dije. Me quejé un poco. La tenía muy gorda, y me estaba doliendo un poco. No había tenido suficiente sexo como para considerarme un experto. Solo había sido pasivo con un tío cuando era mucho más joven.
—¿No es lo que querías? —susurró con su voz seductora sin dejar de tocarme las nalgas.
—¡No! Somos amigos.
—¿y quien dijo que dejaremos de serlo? No creas que no me fijé de cómo me mirabas el paquete.
—No niego que es muy llamativo. Pero me siento extraño haciendo esto contigo. A parte hace mucho que no me la meten.
—Mucho mejor para mi. Puedes tomar esto como un agradecimiento por todas las veces que me has ayudado.
Entonces me decidí a cobrar mi recompensa. Sentí como se quitó los bóxers por completo, y luego bajo los míos en su totalidad. Me abrazó por la cintura para poner más fuerza al intentar metérmela. Cerré los ojos, puse mis manos sobre las de el, y sentí como su verga intentaba abrirse camino dentro de mi. La sensación era extraña pero no desagradable, en realidad me gustaba como se sentía su grueso glande en mi estrecho espacio. Podría imaginar lo gordo que estaba su miembro; más me excitaba el sentir sus labios en mi cuello y ese respirar tan agitado. Era como tener un toro bufando en mi cuello. Gemía un poco, eran sonidos muy varoniles.
Tenía unos labios muy suaves y carnosos, Alonzo me lamía el cuello como todo un experto. Mi concentración fue interrumpida cuando su verga logró entrar un poco. Estaba dilatado, pero no lo suficiente para recibir semejante pedazo, sentí algo de dolor, pero era un dolor placentero, es extraño de explicar, pero yo quería que Ali siguiera haciéndolo. Pasé mis manos por su espalda mientras él se movía lento para no lastimarme. Gemía un poco, y él repetía una y otra vez la pregunta ta "¿te gusta?" <<obviamente me encantaba estar ensartado en el>> pasé mi mano por su espalda, invitándolo a que lo hiciera más rápido. Bajé mi mano hasta sus nalgas. Estaban firmes, duras y redondas, me gustaba como se contraían al metérmela.
Me gustaba el contraste de nuestros cuerpos con la luz media que entraba por la ventana. La luz de la calle dibujaba nuestras siluetas, haciendo una escena romántica y sensual. Sus huevos chocaban contra mi, me gustaba el sonido que hacían. Mezclados con los gemidos de Alonzo, y los míos. Me tomó del cabello, llevó mi cara hacia atrás y me atrapó los labios, comenzamos a besarnos intensamente, como si mis labios le quitaran la sed. En un giro él se montó sobre mi, quedando los dos de frente. Concluimos ese beso. El tomo nuevamente mi cuello con sus labios <<como un Leon toma a su presa>> bajó por mi garganta hasta llegar a mis pezones. Los lamía con tanta experiencia. Pasé mi mano debajo de él y sujete su verga ¡vaya qué estaba gruesa! Un miembro muy bien dotado. Buen grosor, larga y unos huevos gordos. Expulsaba mucho lubricante. Yo quería tenerla dentro de mi boca.
Después de un rato volvimos a girar y quedé sobre de él, se miraba tan guapo entre las sombras. Estiró los brazos. Fue como una invitación a hacerle lo que yo quisiera. Jamás olvidaré esa hermosa sonrisa coqueta que proyectaba. Era como si me gritara "haz conmigo lo que quieras" era mi turno de demostrarle lo que un gay podía hacer con un heterosexual curioso. Mis nalgas seguían a la altura de su verga, mis labios estaban incrustados en su cuello, como un vampiro. Lamia y chupaba de su rico sabor a sudor. Bajé lentamente y lamí sus pequeños pezones.
Noté que se retorcía cada vez que mi lengua giraba al rededor de su areola. Comencé a bajar hasta deslizarme sobre su verga dura, no dejaba que entrara, solo era como para sentir su humedad bañando la raya entre mis nalgas. Escupió su mano y llevó sus dedos a mi ano. Comenzó a metérmelos, se sentía muy bien, gemía al sentir como me penetraba con dos de ellos. Miraba en su rostro cómo disfrutaba de hacerlo. Estuvo así un rato hasta que me pidió que se la chupara un poco.
Inmediatamente bajé a la altura de sus piernas. De cerca su tamaño era más imponente. Era una buena verga, la mejor que había tenido. No solo por el tamaño. Si no por qué se trataba de mi amor platónico. Era como un sueño hecho realidad. Entonces la sujeté con mi mano, apenas y cerraba el puño, la deslicé de arriba a bajo para disfrutar un poco de ella. Acerqué mi boca y primero lamí esas gotas que salían del orificio de su glande. Probé su sabor salado. Olía a macho. Introduje primero la cabeza, era un buen reto metérsela toda. Abrí más la boca y comencé a tragarla hasta donde pude. Sus manos me sorprendieron empujándomela hasta el fondo. Casi me atraganto. Con rudeza me obligo a tragármela hasta topar con sus huevos.
—¡No mames! ¡La chupas muy rico! Vaya que los gays lo hacen mejor que las viejas. Seguro seguiré requiriendo de tu boca.
No podía responder, estaba muy entretenido con sus 19 centímetros.
Comencé a metérmela hasta el fondo sin la ayuda de sus manos. Mis manos acariciaban sus bolas y un poco más abajo para estimularlo más. Bajé por sus huevos y los absorbí uno a uno. Comenzó a masturbarse mientras me entretenía en sus testículos. Entonces quise arriesgarme a bajar a su culo; sabía que a muchos heterosexuales les gustaba. No me detuvo. Al contrario, abrió más las piernas. Lamí entre sus nalgas y sujete su verga para estimularlo. No quería que me detuviera, y no lo hizo. Lamí entre sus nalgas hasta que encontré su ano. Me dejó chúpenle esa zona tan delicada. Escuche sus gemidos, intenté meterle un dedo. Entonces me detuvo. Entendí que no estaba listo para eso. Aun así continué jugando entre sus nalgas con mi lengua.
Pronto sentí como de mi mano que sujetaba su pene comenzaron a brotar sus chorros de semen. Sentía como su verga se contraía con cada venida. Sus gemidos eran excitantes, levanté la cara para mirar cómo se corría sobre su ombligo. El líquido había alcanzado hasta su pecho. Lo monté nuevamente y le limpié la leche con mi lengua. Tomé las últimas gotas sobre su pectoral, y acabé con un beso. No se negó. Fue excitante llevar su semen en mi boca y compartirlo con el; juré que se negaría.
Sin preguntarle tomé su verga y la coloqué entre mis nalgas. Sabía que aún estaba sensible. Su polla seguía muy firme, aún estaba húmeda con mi saliva y el resto del semen, la acomodé entre mis nalgas. Me sujetó de las piernas, y deje caer mi peso para incrustarme en el. Sentí como su verga se abría camino dentro de mi, estaba muy estrecho, dolía un poco. Pero era un placer que no podía negarme. Quería que se fuera satisfecho y seco. Sería una buena carta de presentación. Sentía su verga deslizarse hasta el fondo. Mis nalgas aplastaron sus huevos, su cabeza grande y gorda me llegó al límite haciendo gritar de placer. Él estaba inmóvil, se dejaba guiar por mi, pronto se recuperó y comenzó a embestirme. Estuve cabalgando sobre el durante un rato.
Ya que recobró sus fuerzas giramos de nuevo con su verga aun adentro. Ahora yo estaba bajo con las piernas al aire sobre sus hombros. Vaya que me dio una mega cogida. Sentía como me penetraba con fuerza. Yo no dejaba de gemir; por más que intenté no hacer ruido era imposible con tan ricas metidas que me estaba poniendo. Vaya forma de cumplir un sueño. Era muy excitante ver a ese chico tan sexi cerrando los ojos y disfrutando de mi sabiendo que siempre había tenido las novias más bellas de la universidad. No tardó en venirse. Era imposible contenerse tanto tiempo ante un culo tan estrecho como el mío.
No sé de donde sacamos tantas fuerzas. Estábamos cansados y desvelados. Y aun así éramos dos bestias incansables. Acabó desplomado sobre mi. Su boca respiraba sobre mi cuello, su verga palpitaba dentro de mi. Podía sentir su líquido dentro mío. Le besé la frente y el solo puso nuevamente esa sonrisa pícara. Nos levantamos solo para lavarnos en el baño. Fue una ducha de un minuto. Solo para regresar limpios y frescos a la cama. Esa noche me dejo dormir abrazado a su pecho. Fue tierno y extraño.
Despertamos a las pocas horas. Solo dormimos una o dos. Me bañé primero y luego el. Salió solo con un bóxer. Aun sabiendo cómo se miraba y cómo se sentía tenerlo dentro, no dejaba de darme tanto morbo.
—¿Que miras?
—¿que más? Ya sabes bien que te miro.
—Pero si ya la conoces.
—Me sigue dando morbo. Ayer solo la sentí. La oscuridad no me dejo verla.
Entonces se acercó a mi y se bajó los bóxers frente a mi ojos.
—¿que te parece así? ¿Te sigue gustando?
La sujeté, y me la llevé a la boca solo para sentir su sabor nuevamente. Estaba flácida, pero aún se miraba de buen tamaño, tenía una cabeza rosa y la piel clara; los vellos recortados; se miraba muy rica.
—Te la chuparía pero debemos ir a la escuela.
—Quizá luego. Creo que haré las tareas más seguido contigo.
—¿No se supone que eres heterosexual?
—Nunca dije lo contrario. Aun que admito que siempre tuve la duda, de que se sentía metérsela a un vato. Creo que por fin pude cumplir esa fantasía.
—¿Eso que significa?
—Pues que me gustó. A parte, siempre me he fijado en el buen culo que tienes.
Ambos entregamos nuestros proyectos. Pasamos al siguiente semestre. Cogíamos cada vez que nos reuníamos a hacer tareas. Las cuales siempre fueron un pretexto. Siempre guardamos las apariencias. El seguía mostrándose como un mujeriego, y yo fingía que solo se trataba de un amigo. Cuando en realidad él era mi verga y yo su culo de varias noches. Éramos amantes en secreto. Nunca pasó de eso. Al acabar la universidad ambos tomamos rumbos distintos. Al final Alonzo se casó, y con el tiempo conseguí novio. Nos vimos una que otra vez para recordar viejos tiempos. Hasta que el tiempo nos hizo olvidarnos por completo. Eso hasta que un día nos encontramos en una reunión de generación. ¡Se miraba tan guapo y tan maduro! Más fornido, una barba tupida, y esa misma sonrisa coqueta. Al mirarnos nuestros ojos brillaron como aquella primera noche juntos. Pero esa es otra historia.
FIN
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Super bueno el relato, no me canso de leerlos siempre hacen que mi imaginación vuele
Otro buen relato...muy excitante
Siempre me han gustado los Osos Osos gorditos y si son mayores que yo mejor. Pero tengo un flaco vergon, que me tiene como Alonso, un amor platónico y el lo sabe. Se le he dicho y lo goza, se restriega y se agarra la pinga cada vez que se lo digo. El día que lo logre le contaré ese Proyecto, 😏🤭🤭😆😆😆
Estuvo buena!! Y excitante.
Preciosa historia. Lastima que Alonso, no se implicara en ser feliz contigo. . Me encanto tu relato . Felicidades