CAPÍTULO 1
Me encontraba de vacaciones de verano en el rancho de mi familia, un lugar muy bonito por su naturaleza y alejado de toda civilización. Me encontraba ahí, porque a mí me gustaba mucho el lugar para vacacionar por la tranquilidad que se respiraba en el lugar.
Desde el primer día en que llegue mi Tío me recibió muy bien y con toda amabilidad, diciéndome que cualquier cosa que se me ofreciera simplemente se lo dijera. El primo hermano de mi madre era un hombre de unos 50 años; pero la atracción principal no era mi tío, era su hijo: Octavio.
De estatura media, moreno claro, apuesto, brazos delgados, un cuerpo estético por el rudo trabajo del campo y muy varonil, para mí era muy guapo, ese porte de macho se me hacía demasiado sensual.
El siempre vestía de jeans; algo sucios para cuando acababa el día, camisa de manga larga, botas vaqueras y sombrero, atuendo que lo hacía ver muy antojable.
Transcurrieron varios días sin ninguna novedad, mi tío en las labores del campo me asignó a Octavio para observarlo y aprender de ellas y distraerme un poco dado que por mi físico (en ese entonces era muy delgado, con un porte demasiado fino para un rancho)
No tenía mucha fuerza en los brazos y por ende mi tío nunca me pedía que hiciera algo rudo o trabajo pesado en el rancho.
Le había indicado a Tavo que solamente lo ayudara en las cosas simples, como criar animales o pescar cerdos, por lo que de inmediato me volví como su ayudante, a donde quiera que iba el, iba yo detrás de él, acompañándolo siempre a todos lados, por lo casi me volví también su asistente.
Siempre caminaba tras de él, por lo que siempre admiraba sus ricas pantorrillas y sus gruesas piernas que marcaban un rico culo al caminar.
De vez en cuando me mandaba a la zona en la que se encontraban las viviendas de los vaqueros a dar alguno recado o entregar algún documento sobre la venta de algún ovino.
Ocasión que aprovechaba al máximo, dado que podía sentir las miradas lujuriosas de todos los vaqueros sobre mi culo, admito que mis nalgas siempre han sido un trofeo.
Únicamente me observaban, algunos tocaban sus paquetes por encima de sus pantalones; no era una insinuación, creo que era más cuestión de hombría; de todos menos de Arnaldo, un vaquero que me destrozó con su grueso tronco... pero esa es otra historia.
Estaban ya por terminar mis vacaciones en el rancho cuando en un poblado próximo al mismo, se organizaba una gran fiesta patronal, de esas que se llenan de vaqueros y caballos y eventos ligados al tema.
Mi tío me dijo que tenía que ir con él, aunque no me gustara para que también me distrajera, ya que tenía asuntos pendientes por allá, le pidió a Octavio que me llevara a conocer algunas amiguitas por ahí.
Acepté solamente con intención de convivir más con mi primo Tavo, ya que el jaripeo pues ni me gustaba ni me llamaba la atención.
Llegamos al poblado, me pareció pintoresco, jamás había ido; música banda, mucha gente, demasiado ruido; Octavio me dijo que no me perdiera de él y que lo siguiera; mientras pasábamos entre el pasillo concurrido de gente, mi mano se balanceaba intentando rosar con algunos bultos.
Llegamos al lugar del evento y nos sentamos en una grada. Estaba llenísimo de hombres rudos y fuertes vestidos de vaqueros, todos con unos paquetes que daban tentación, no pude evitar mirarlos para ver si me ligaba a alguno con contacto visual; aún que no podía hacer mucho pues nadie sabía de mi homosexualidad.
El evento trascurrió sin pena ni gloria, había mucho alcohol provocando que varios tipos se emborracharan con el paso de las horas; Octavio no fue la excepción, hablaba ya bastante arrastrado, y se había vuelto más coqueto con sus amigas, y hasta algo más cariñoso conmigo.
Por ratos cruzaba su mano tras mi espalda, y decía algunas incoherencias; bromas y adulaciones; ya se había abierto un botón más de la camisa dejando ver el poco vello que portaba en el pecho.
Al finalizar el evento me dijo que yo manejara la camioneta de regreso al rancho para que no hubiera un accidente y pudiéramos llegar con bien.
Yo no tome nada de alcohol por lo que me sentía bien para manejar; Llegamos a la camioneta, nos subimos y emprendimos el viaje de retorno, en el camino íbamos oyendo música y hablando sobre el evento, hasta que de pronto me pidió que me detenga para que pudiera orinar.
Yo muy obediente hacia lo que me decía; abrió la puerta, y apenas dio unos pasos cuando saco su largo pene que de inmediato empezó a expulsar prima; yo no quería mirar, pero era imposible desviar la mirada—Perdóname primo, no aguanté, total no hay mucho que ver— dijo refiriéndose a su pene; la verdad si había mucho que ver, pues se notaba largo, más que grueso, y desde mi llegada había fantaseado con vérsela.
Se subió de nuevo al auto, y en el trayecto posó su mano sobre mi pierna diciéndome que me quería mucho, me agradeció por todo el apoyo que le había brindado, y reconoció que aún que era algo débil, tenía casta para ser vaquero.
Llegamos al rancho y ya cuando estábamos en la casa, me pidió que lo acompañara, total su papá regresaría el doble de tarde que nosotros, abrió una botella de tequila que tenía guardada y se sentó en la sala, prendió un estéreo que estaba ahí y ya cuando iba yo para mi cuarto me detuvo— Oye, espérate, acompáñame un rato, aunque no tomes, para platicar y me hagas compañía un rato ¿no?
— Bueno, te acompaño nada más un ratito porque tengo ya mucho sueño— respondí.
Empezamos a platicar sobre cosas sin importancia y mi primo tomaba y tomaba más tequila hasta que casi se terminó la botella, la verdad no se veía afectado, al menos no más de lo que ya estaba.
De pronto se quita la camisa, según el por el calor que hacía, observando su blanco pecho y casi lampiño, con apenas un montículo de vello entre sus pectorales, sus brazos no parecían de acero, pero se veían muy bien, provocándome una gran excitación por ver esa parte del cuerpo que tanto me gustaba.
Me senté de inmediato a su lado para ver si podía pasar algo, pues sus halagos se repetían una y otra vez y su contacto no dejaba de ser repetitivo sobre mis piernas o mi cuello.
— y dime primo, ¿tú no tienes alguna hembra en La Ciudad? La verdad no estás nada feo, tienes los genes de la familia; dudo que no sepas explotar lo que tienes— tuve que inventar algunas anécdotas para darle vuelta al tema, pues no sé si sería pertinente contar mi secreto.
—Aún que te diré algo, aquí entre nosotros, una de mis amigas, de echo mi ex novia, no dejaba de mirarte, lo noté por qué sé que tiene una fijación muy especial por los culos como el tuyo.
Pensé que me reclamaría en ese momento, pero no—¡No te espantes! No me enoja, la verdad hasta yo he notado el buen culo que tienes.
Su plática continuó e incluso comenzó a contarme cosas más íntimas de su ex— la verdad, mi ex era muy extraña con sus gustos, le excitaba mucho el culo de un hombre, de echo una vez me pidió permiso para tocar el mío, y terminó lamiéndome el año, y metiéndome un dedo, fue muy excitante ¿Te lo han hecho?
Vaya sorpresa la confección de Octavio, entonces pensé que no sería mala idea calentar un poco más la plática.
—¿Y si te digo que sí? — dije mientras me tomaba un tequila a fondo; pues era momento de mostrarme el cabron que era su primo.
—¡Primo! No sabía que también tomabas ¡qué Bien escondido te lo tenías canijo! Y cuéntame ¿quién fue la afortunada que te convenció a dar ese culo redondo?
—En realidad no fue una mujer— Estaba muy decidido ¿Que más podía pasar? — Fue un hombre, y la verdad me comió el culo tan Rico, que lo volvería a hacer— Hubo un rato de silencio antes que continuar la plática—primo te has quedado mudo ¿Todo bien?
—Sí, solo que no me esperaba esa respuesta— Tenía que volver a Octavio a la plática cachonda, no quería que se apague esa confianza.
—¡Tranquilo! No te voy a violar mientras duermes—dije en broma— Esta bien qué soy un espero lamiendo culos, pero somos familia, eso sería un crimen, aún que creo que sería más probable yo te lo diera a ti.
—No, admito que tienes unas nalgas envídiales, pero a mí me gustan las viejas…—Antes que pudiera continuar interrumpí su respuesta.
—Eso dicen todos antes de probar mi lengua en sus nalgas o en su verga... ya en confianza primo ¿Nunca has estado con un hombre? ¿Un beso, un faje, una calentura por borrachera?
Entonces es cuando ya Octavio se convirtió en la presa—La verdad... en una ocasión si hubo un faje por borrachera con un compa, pero te juro que estaba tan borracho que yo pensé que me estaba agarrando a mi vieja; si le di una buena cogida... admito que estaba más estrecho que cualquier mujer con la que he estado.
—Imagínate yo, que casi soy virgen; apenas he tenido sexo anal dos veces, así que estoy casi nuevo— obvio era para darme a desear.
—Pues has de estar bien apretado, la neta primo si fueras mujer, yo si te andaba cogiendo, tienes el culo bien parado, Justo como me gusta en las mujeres.
—Pues no lo tienes por qué no quieres— dije en broma, Octavio ya estaba demasiado Abierto a mis insinuaciones y albures, incluso notaba que de nuevo su contacto se estaba agudizando de nuevo.
Por momento ponía su mano sobre mi gruesa pierna mientras me contaba otras anécdotas; fue cuando me levanté a buscar hielos y pase frente a él cuando me pego tremenda nalgada—¡Mira eso nomas primo! ¡Pinche culón! Es de familia— dijo, yo solo me dejé manosear.
Incluso noté que se oprimió él bulto como insinuando lo grande que lo tenía— Toda esta madre se ha comido cientos de viejas del pueblo.
—¿Entonces si fuera vieja sería el ciento uno? Aún que podrías hacerte el borracho y sería tu segundo culo de hombre que te comerías primo.
—¡vato tu quiere que te de verga! ¿verdad? —Después de esto, se paró del mueble y se dirigió a su cuarto y me dijo espérame tantito, ahorita vengo no te vayas a ir.
Regresó vi que traía una película porno y la puso en el video para que se viera por el televisor. Yo ni loco me retiraba pues veía una excelente oportunidad.
Tenía todas las Armas para seducir a mi primo y por fin probar su hermoso miembro que otras veces había tenido la oportunidad de ver a escondidas, o por casualidad.
La puso, el video era de lesbianas, él se desabrocho el pantalón y se sacó la verga delante de mi sin ningún pudor; ya estaba demasiado excitado. Tenía una gran cabeza, Era más larga que gruesa, era uniforme y no tenía circuncisión—¡Que verga eres! A mi esa madre no me excita.
—espero que no te importe primo, pero tengo mucho tiempo que no cojo y tengo ganas de jalármela a ver si así se me quitan están ganas que traigo de culo... prefiero eso a violarte, así que si te excita verme puedes masturbarte viéndomelo.
— No, no, no te fijes en mí, tu disfruta de jalártela, es más si quieres yo te ayudo . . .
Sin decir palabra alguna, nos miramos, le quité la mano de su verga la tomé con fuerza, era muy larga, su verga estaba en su máximo nivel, traía la cabeza roja y la punta derramando deliciosas gotas—¡Pinche Wey! ¿eso querías, ¿verdad? — dijo mientras yo lo empecé a masturbar.
mientras el veía la película yo me aseguraba de bajar lo Sifuentes el prepucio para luego subirlo hasta cubrirle el glande y volver a bajarlo a un ritmo constante y con una maniobra ondular que le hacía desplegar algunos rugidos.
No tardé en sentir sobre mi cabeza una leve presión con su mano, peinaba mi cabello, era obvio que me indicaba que se la mamara; a lo que accedí sin dudar, pues era algo que estaba deseando desde hace tiempo.
Me lo metí en mi boca y empecé a succionar, primero tragaba al Fondo y depuse muy despacio la sacaba hasta la punta, su verga estaba muy rica y limpia, olía muy bien además de que estaba rasurado de esa parte, por lo que era un manjar para mi boca.
Así dure por varios minutos chupando y chupando, podía sentir su pre semen en mi boca. Para estar más cómodo, me arrodillé a sus piernas abiertas para poder tener un mejor ángulo.
Le retire toda la ropa y regresé a mamársela; pero está vez también les tocaría a sus gordos huevos. —pinché primo, que puto me saliste, mira nada más que rico la mamas, chúpala bien— me decía susurrando. Yo seguía mame y mame como becerro y sus manos en mi cabeza manejando el ritmo de mis mamadas, así estuvimos un buen rato, tenía aguante el perro; pero le tenía preparada una sorpresa.
Estaba lamiendo sus huevos cuando mi lengua comenzó a bajar un poco más haya que a las bolas, lamia esa línea al culo, mi mano masturbaba lento, por un momento pensé que cerraría las piernas, pues intentó detenerme; pero fue muy difícil cuando mi lengua por fin toco su ano.
Soltó un gemido, y levantó las piernas al aire permitiéndome mayor accesibilidad—¡Pinche puto! Que rico lo haces— dijo entre dientes mientras mi lengua hacía todo un torbellino dentro de su hoyo, me quitó la mano para que pudiera masturbarse a su ritmo, y me obligó a enfocarme en ese beso negro.
Notaba cómo se contraía una y otra vez su rosado ano, sobre todo cuando comencé a penetrarlo con un dedo, salía y entraba con facilidad, estaba ya muy dilatado, incluso pude meterle dos dedos sin problema. Me puse a una mejor altura, y mientras mis dedos violaban su casi virgen culo, coloqué mi boca en su dura cabeza mientras él se estimulaba con su propia mano.
Me dejó comerle el culo tanto como quise; pero el hombre no estaba satisfecho —Primo, ¿quieres que te coja, ¿verdad?
—Sí, cógeme, quiero sentir este enorme palo en mi culo, no me importa el dolor, quiero sentirme esa verga que han probado tantas viejas.
Octavio se levantó del asiento y me ordeno que me recargara en el mueble dándole la espalda y exponiéndole todo mi culo abierto para él.
Me abrió las piernas y exploro un poco mi ano con su dedo, no se resistió y quiso regresarme el favor, no quería quedarse atrás, tenía que demostrarme lo hábil que había presumido ser con la lengua.
Después de un rato de una rica manda de culo, me unto saliva como lubricante con sus dedos, me penetró con ellos lo suficiente hasta notarme listo para su miembro.
Empezó a meter poco a poco su verga, primero sentí el glande intentando entrar , por lo que me relaje lo más que pude para facilitar su entrada, era más larga de lo que parecía, pues podía sentir como había tardado en entrar completa.
Mientras me la metía poco a poco me decía al oído—pinché primo, que rico culito tienes, bien apretado, bien bonitas, paradas y redondas, parecen de vieja cabrón, te prometo que mañana no vas a poder caminar puto.
Sentí todo su miembro dentro de mí, y un inmenso dolor por lo estrecho de ser activo—Espera, Espera— le dije tratando de detener su largo mástil, pero él muy cabrón solo me la dejó ir más al fondo haciéndome soltar un gemido de dolor.
—Eso querías ¿Que te viole un macho de rancho? ¡Pues hoy vas a desear regresar todas tus vacaciones a qué te llene de semen! —cualquiera diría que era una violación.
No estaba lo Suficientemente dilatado y empezó a moverse brusco, a embestirme sin piedad sosteniéndose de mis finas caderas y después de mis hombros para llegar al final y cogerme totalmente.
Me sentía en las estrellas por cada bombeada que me hacía, no obstante, el dolor que sentía por tener su verga larga en mi culo, me ganaba el placer por el hecho de ser cogido por un tipo como el, rudo varonil, fuerte y semental.
Durante la placentera cogida yo solo atinaba a gritar o a gemir, las palabras no me salían; pues estaba siendo violado por mi borracho y excitador primo; termine siendo víctima de mi propia trampa.
El solo decía — ¿te gusta?, pinche primo puto, quiero que te guste mi verga, qué sueñes con ella ¿Querías verga puto? Te advertí que no me calentaras, hoy vas a dormir con el culo partido.
Nunca sentí tanto miedo y excitación; la adrenalina había dilatado mi ano permitiéndome disfrutar ya de cada rica embestida de la bestia vaquera.
No quería que terminara tan pronto, pero no sabía cuánto más podría aguantar Octavio; en verdad me sentía como en una violación, cosa que era como algún tipo de fetiche recién creado.
Seguimos, así como por media hora más hasta que se detuvo solamente para acostarme en el sofá con las piernas Bien abiertas; sin déjame descansar inserto su largo palo de nuevo dejándome ver su cara endemoniada mirándome fijamente mientras continuaba la rica cogida.
De pronto sentí dentro de mi ser una descarga de líquido caliente, deduje que era su pene el que se estaba descargando dentro de mí, yo me vine también en ese momento salpicando con dirección al techo, mi leche avía caído en su pecho, en mi ombligo y en el piso.
—¡Ahí la tienes toda puto! Ahora si eres completamente mío—Dijo con cada lechazo que entrecortaba su voz.
Nunca me había venido sin necesidad de masturbarme, el grado de excitación que sentía sobrepasaba cualquier cogida que habría tenido.
Un elixir que disfrute mucho. Todavía mi primo se quedó dentro de mi como por cinco minutos y se recargo sobre mí, con su boca casi al ras de mi boca— ya me bañaste de leche pinché primo— dijo todo cansado— Vas a tener que meterte a bañar conmigo para limpiar tu desastre.
Permanecimos así por un buen rato acomodándonos bien sobre lo largo del sofá, luego vi que mi tío estaba dormido encima de mí, pues el alcohol que se había tomado entre cervezas, tequilas y el esfuerzo físico que había hecho por cogerme durante casi media hora, sin duda alguna lo habían cansado mucho. Le di un beso de despedida en la boca, tenía que ser así, pues ni sobrio no despierto me dejaría besarlo.
Le limpie el pecho, y lo desperté para que se metiera en su cuarto, pues mi tío llegaría en cualquier momento; me bañe y me metí a mi cuarto.
Al siguiente día, Octavio fue a buscarme a mi cuarto y me pido entrar, yo le abrí la puerta con cierta emoción por lo que fuera a decirme y me dijo:
—Discúlpame si te lastime por ser tan brusco, y no sé si te ofendí con algo que haya dicho; estoy un poco apenado por la manera que se dieron las cosas.
Lo detuve antes que terminara—Descuida, fue la mejor noche de mis vacaciones.
CAPÍTULO 2
A la mañana siguiente desperté algo tarde por el desvelo; aún me costaba un poco cerrar las piernas por el cogidón, podía seguir sintiendo la sensación de tenerlo dentro; intentaba memorizar en la imagen de Octavio desnudo por si no volvía a ocurrir nada.
Era sábado, bajé a tomar una taza de café de olla de las que hacía la señora del rancho, no encontré en ninguna parte a mi primo, supuse que había salido al pueblo o a criar a los animales.
Aproveché para despedirme de todos los que estaban presentes en la cocina desayunando. Pues yo me marchaba el lunes, y por las fiestas patronales mi tío les había dado el lunes para no llegar crudos al rancho.
—¿No han visto a Octavio? — pregunté mientras mordía una concha de pan; doña lucí comentó que lo vio salir con su caballo desde muy temprano, pero no pregunto a donde iba.
Terminaron de comer y se retiraron a sus labores, me quedé solo en la cocina por unos minutos, no podía de dejar de pensar en la noche anterior; de pronto escuché el ruido de las botas llegando, raspando la tierra.
—Solamente es cuestión de revisar cómo están los demás . He trabajado con ella toda la mañana, mandé a hacer pruebas de laboratorio; todo va a estar bien— escuché a Octavio llegar hablando con alguna clienta, pues también era veterinario en el rancho.
—¿Ya desayunaste? — pregunté mientras entraba y desmontaba la gorra de su cabeza; ese cabello lacio, esa pequeña barba escasa y esos ojos rasgados ayer me miraban mientras me cogían— pensé.
Que tentador con aquella camisa de mangas largas, y jeans ajustados de dos puestas; podía desnudarlo con los recuerdos, sabía que ese bulto no era ficción, y que rompía culos sin piedad.
—No tengo mucha hambre, la cruda me ha pegado fuerte— no se notaba indiferente, aún que si un poco cortante y distante; normalmente era más expresivo conmigo.
—¿Necesitas que te ayude en algo hoy primo? — intentaba buscar plática— Vaya que si te notas demasiado destruido— solo levantó la cabeza, me miró fijo con esas cejas pobladas y me sonrió pícaramente, acabando con un guiño de coqueteo.
—Ya me has ayudado demasiado ayer, ¿Que te regresas a la ciudad el lunes? Que rápido han pasado los días.
—Así es, tengo que regresar a la escuela, que más daría poder quedarme más tiempo para seguir apoyándote todos los días— dije en doble sentido, pues doña maría seguía en la cocina.
—Pues qué lástima que te vayas tan rápido, aún había mucho que hacer aquí— A lo que respondió doña Mari interrumpiendo y entrando en la plática— Así es mijo, el joven Octavio todos los días necesita mucha ayuda, que lástima que te vayas tan pronto.
A lo que los dos no nos aguantamos la risa, y nos miramos con tanta gracia; pues no estábamos hablando del trabajo; más bien era un lenguaje oculto de la noche anterior.
—Ustedes dos canijos, se andan burlando de mi—dijo doña Mari mirándonos con sospecha, las risas eran evidentes.
—No cómo cree doña Mari, solo nos acordamos de un chiste local— mejor salimos de ahí y nos dirigimos a la casa de mi tío donde ambos teníamos nuestros cuartos.
—y dime ¿Piensas regresar en tus próximas vacaciones? — dijo mi primo mientras caminábamos lento hacia la puerta de la casa.
—¡No me digas que ya te vas a poner sentimental! — Le dije en broma, mientras él introducía la llave en la manija.
— ¡No seas Wey! Solo estoy preguntando— abrió la puerta, él estaba yendo por unas cosas para irse al pueblo y yo para comenzar a empacar, y descansar un poco.
Entré a mi cuarto y comencé a doblar la ropa, separé la ropa sucia para lavarla, y en eso siento una mirada a mis espaldas—No, pues si estás muy culón primo, después de todo creo que si voy a extrañarte.
Solo reí, escuche que entraba caminando, cuando sentí una nalgada maliciosa tronar sobre mis jeans, tenía mano pesada pues me había hecho vibrar bien fuerte; me tomo de las caderas y me jaló hacia él, sentí su paquete entre mis nalgas—¡Wey va a entrar alguien!— dije algo incómodo.
—Tranquilo, ya le puse llave a la puerta, y mi papá regresa hasta tarde, a poco ¿ya te di miedo? Pensé que querías tu despedida— hablaba muy despacio al ras de mi oreja, sentía como bufaba en mi cuello, su lengua lamió mi lóbulo, y luego beso mi cuello con una delicadeza que erizó todo mi cuerpo.
Sus manos me tiraban hacia su bulto, golpeteando mis nalgas contra de él, podía sentir su miembro muy duro rasparse en mi culo pidiendo a gritos ser liberado. — ¡Espera! ¿Qué tal si viene alguien y estamos desnudos, o estás todo duro? —dije temeroso, aún que en el fondo deseaba ser clavado de nuevo sin piedad.
—¡Relájate! Ya todos están en sus labores, no va a pasar nada... ¿o no quieres que te rompa el culito otra vez? —Parecía un perro en celó, había desatado el lado más lujurioso de Octavio, forcejeaba con mis manos para bajar mis jeans para descubrir mis nalgas.
—¡Oh, ya! Déjese o va a ser a la fuerza— ya conocía su fuerza bruta, pues la noche anterior había sido demasiado brusco incluso cuando le pedí que se detuviera; de nuevo sentí esa excitación mezclada con temor al verlo cambiar a un carácter más dominante.
Entonces dejé que bajara mis pantalones, apenas los bajó hasta donde mi culo quedaba al aire—Mira nada más que bonitas primo, en serio parecen de vieja, ¡tienes que prometerme que volverás en las siguientes vacaciones punto! — las oprimía, las abría y cerraba con sus manos largas para ver mi hoyo, y hasta una tremenda nalga le metió a mi trasero dejando una sensación de ardor en mi piel.
Se fue arrodillando, yo solo me dejaba, pues parecía que resistirme solo lograría despertar su brutalidad; sentí su lengua húmeda perforar mi ano, entraba y salía una y otra vez, y podía sentir como giraba dentro y luego al rededor para terminar introduciéndose con fuerza.
Gemía cada vez que su lengua penetraba con esos movimientos tan expertos; me sostuve del borde de la cama, curveé mi espalda, separé más mis piernas y me dispuse a disfrutar de su rico beso negro.
Su barba me raspaba el culo, sentía su nariz en mi raya, su lengua me tenía volando y con los ojos blancos; intentaba no gemir para evitar que nos escucharan, pero era imposible no soltar un grito cuando me reventaba la mano con otra cachetada en el glúteo, o cuando me mordía con malicia la nalga.
—¿No que no puto? ¿Ves como si si querías zorra? Solo te haces al santo, pero eres bien tragón pinché primo— Le encantaba decirme cosas sucias mientras estaba caliente, y era cosa que me encantaba.
No podía dejar pasar la ocasión, pues era algo que no veía venir, pues en esta ocasión no había alcohol de por medio, lo que significaba que en verdad le había gustado lo de la noche—¡y tú que decías que no eras puto! Mira cómo te tiene mi culo, Bien adicto— respondí con la misma agresividad de palabras— Tan macho y tan coge putos, ¿Quién te viera?
Se levantó, se puso tras de mí, tiro de mi cabello dejando mi rostro muy cerca de la de él y pegó mi espada a su cuerpo aún vestido—Cierra el hocico, que de esto nadie se puede enterar.
—¿y quién dijo que quiero que se enteren? Solo digo que se me hace demasiado excitante pensar que tienes tantas viejas y que ninguna te llena tanto como mi culo—Soltó mi cabello, me puse erguido y frente a él, me puse tan cerca de su oído mientras mi mano traviesa oprimía sobre sus pantalones el largo trozo que estaba más que erecto.
—Dime si alguna de tus zorras te ha sacado la leche como yo, o si alguna te ha mamado la verga como yo, ¿Alguna? — Se lo susurré al oído, luego besé su cuello, mis manos ya estaban intentando desajustar su cinturón; su respiración se acomodaba en mi hombro, y sus manos en mi cintura me oprimían con fuerza.
Retiré todo el cinturón tirándolo a un lado, desabroché su ajustado botón, inmediatamente metí mi mano para encontrar su verga, estaba caliente y sin sacarla la masajeé dentro del pantalón, tenía la cabeza demasiado húmeda, incluso su bóxer estaba mojado con gran cantidad de precum, sentía sus vellos trabados con su prepucio y su glande por el espacio ajustado.
—Respóndeme ¿Quién coge mejor, tus zorras o yo? — insistí, buscando que de nuevo despertara ese lado brusco que me cogiera hasta llorar—Quiero que me cojas, y que cuando te pida que me la saques por qué me duele... me la metas más duro.
—¡A mí no me vas a decir qué hacer cabrón! — dijo mirándome fijo a los ojos, sus manos me ayudaban a bajar sus pantalones, los dejó hasta las rodillas incluyendo su bóxer, de nuevo aquel palo duro estaba en mis manos, sentía cada vena hinchada palpitando en mi mano; estaba tan lubricada que masturbarla era fácil.
—¿Te gusta? — dije mientras miraba sus ojos cerrarse disfrutando de mis masajes sobre su verga; soltaba un gemido cada vez que pasaba mi pulgar por toda la cabeza para esparcir el líquido viscoso.
Llevé mis dedos bañados a mi boca, y los lamí frente a él para que mirara lo lucho que disfrutaba su dulce jugo—Que rica sabe tu leche primo, podría ordeñarte soda los días como desayuno— dije para calentarlo más.
—¡Pues ahora vas a sacarme la leche para que termines de alimentarte! — intente besarlo y me volteó la cara, a cambio me dio una pequeña cachetada riendo y me tiro el cabello hacia atrás.
—Eso si no puto, ya te dije que no soy maricón—con fuerza sujeto mi cabeza obligándome a arrodillarme para que mi cara se encontrara con su verga—Pero ahí abajo si puedes besar todo lo que quieras.
Mis ojos quedaron frente a su largo miembro, el ojo de su verga teñí una gota transparente saliendo de ella, lo oprimí dejando que cayera formando un largo hilo de precum que recogí con mi boca.
Mientras lamía sin tragar, levantaba sus piernas para que lo ayudara a terminar de desvestirse; por fin hicimos a un lado sus pantalones.
Comencé a mamar y a tragarme casi todo el pene, mientras se desabotonaba la camisa, descubriendo su lampiño cuerpo.
Poco a poco fue girando hasta que dejó caer su cuerpo sobre mi cama, se echó hacia atrás, dejándome completamente libre de hacer lo que quisiera con su verga; admiraba el enorme trofeo entre sus piernas, su par de colgantes y rasuradas bolsas rosadas.
Sostuve con mi mano su verga, y la masturbé mientras acercaba mi lengua a sus grandes huevos; me llevé uno de ellos a mi boca, lo tragué por completo, apenas y me cabía, jugaba con mi lengua en ellos dentro de mi boca.
El solo gemía; se retorcía; sabía cuál era su punto débil, pues la noche anterior me había dejado mamarle el culo. Acabé de lamer las bolas tanto como quise y sin soltarle el duro mástil encaminé mi lengua bajando mi lengua casi por tocar su ano.
Estaba lamiendo su delicado perineo, se retorcía cada vez que mi lengua se acercaba más al ano; incluso subió su piernas al colchón, lamía con fuerza, mis manos masturbaban con fuerza y al levantar la mirada notaba su abdomen contraerse una y otra vez.
Al llegar al ano lamí con tanta fuerza que su gemido se convirtió en un grito; levantó las piernas al aire; lo estaba convirtiendo en mi puta; le regresé el favor comiéndole el culo de una manera descomunal, tanta era su excitación que hizo a un lado su machismo—Lo admito, me estás haciendo tu zorra también maldito perro — dijo cuando sintió introducir mi dedo.
Cada vez que mi dedo salía, su ano se contraía pidiendo a gritos que lo volviera a meter; en poco rato pude meterle dos y luego 3 dedos, estaba muy dilatado.
Entonces decidí arriesgarme a algo más, hice a un lado mis pantalones, y quedé completamente desnudó con mi verga tan dura y tan gruesa, que me atreví a llevar mi verga a la entrada de su culo, hice varios movimientos, vi que lo disfrutaba, no la metía, solo hacía presión sobre su hoyo, solo contorneaba su rosado ano.
—No la vayas a meter pendejo, te dejo rodarla, pero hasta ahí— dijo cuando sintió que mi verga ejercía demasiada presión sobre él, yo sigo moviéndome, el rose de mi gruesa cabeza lo volvían loco, se torcía y con los puños sujetaba la sábana.
Creo que no se dio cuenta, quizá estaba muy dilatado, o quiero pensar que él dejó que ocurriera, pero la cabeza de mi verga ya estaba dentro, sin esfuerzo entraba una cuarta parte de mi verga dentro de él; oía su sutil gemido, tenía un dedo entre sus dientes y los ojos cerrados con las cejas fruncidas.
Fue a partir de la la mitad del cuerpo grueso de mi miembro, que puso sus manos sobre mis piernas como para detenerme—¡Ya salte Wey! ¡Duele! —dijo, noté que le ardía, pero yo estaba muy a gusto sintiendo la calidez de sus adentros.
—¡Relájate! Ya entró casi toda, te va a gustar, lo haré más lento—inmediatamente vi que dejó de oponerse; comencé a hacerlo lento, escupí mucha saliva sobre mi mano para colocarla en su entrada y lentamente entraba y salía para ponerle más saliva.
Miré el buró y noté que había crema, me estiré para tomarlo, me coloqué un tanto y me introduje de nuevo, sus ojos se pusieron blancos y su espalda se arqueó sobre la cama—¡Vato la tienes muy gorda! — me dijo, pero ya no era un quejido, pues en cada metida notaba los dedos de sus pies cruzarse, sus labios mordidos y un gemido de placer.
—¿Y ahora quien es la zorra puto? Dije mientras me movía con mayor agilidad dentro de él, aproveché para masturbarlo mientras lo cogía, estaba tan sorprendido de tenerlo así; la verdad no se movía, el solo se dejaba violar, todo el trabajo rudo lo estaba haciendo yo.
Mis huevos chocaban sobre su culo una y otra vez, llevé sus piernas a mis hombros y me incliné más a él, tenía todo mi peso encima, mi torso casi llegaba a sus pectorales, tenía la boca abierta y los ojos casi llorosos, quedando completamente sin pupilas cada vez que empujaba mi verga hasta el final.
—¿Te gusta zorra? — le dije muy cerca de su cara mientras lo miraba fijamente—¿o quieres que te la saque? — dije mientras con una mano sujetaba su largo pene.
—Sácamela, y te parto la madre— Lo tenía tan dominado, que, de ser el macho alfa, lo había convertido en mi primer culo virgen— ¡Wey no voy a aguantar, ya me quiero venir— me dijo jadeante.
—Puedes venirte si quieres— le dije, moviéndome con más fuerza para alcanzarlo y venirnos juntos; me quitó la mano de su verga y sin tener que tocarlo ni masturbarlo su verga comenzó a lanzar largos chorros de semen.
Leche blanca y espesa llegando de su ombligo hasta su cara, varias gotas cayeron sobre la cama, su verga reposo dejando unas suaves y transparentes últimas gotas de semen colgando de su verga cansada.
Al mínimo tiempo, casi el acabando, comencé a expulsar todo dentro de él, sentía como mi verga hacía erupción dentro de él, fue glorioso, nunca planeé penetrar a Octavio, la calentura hizo cosas maravillosas esa mañana.
Me mantuve un rato dentro de él, no quería recostarme sobre de él, pues tenía demasiado semen frío, pero él me jaló de golpe para que lo abrazara, sentía la humedad por todo su cuerpo, pero ya no me importó.
Fue entonces cuando mis labios por fin pudieron robarle un beso, esta vez no se contuvo, Repsol dio con un beso tan relajado, tan dulce, y tan rufo a la vez, mordía mis labios cada vez que los míos quedaban dentro de él, nos besamos por unos minutos.
—¿Entonces quién es la zorra? — pregunté para incomodarlo, pero solo era parte del juego.
—Me hiciste tu puta lo admito; también admito que lo haces mejor que todas las viejas del pueblo— por fin pudo aceptarlo.
Para cuando su padre llegó ya estábamos bañados, cambiados y listos para ir un rato a tocar caballo; había fiesta en el pueblo y sería mi última noche; estaba casi seguro que la despedía sería más intensa que la noche anterior y que el desayuno de esa mañana.
CAPÍTULO 3
Después de la culiada de la mañana Octavio se retiró al pueblo a terminar pendientes antes de la comida, yo continué haciendo maletas con algo de nostalgia, pues hubiera preferido estar algo más de tiempo disfrutando de mi primo, y desde luego conviviendo con la gente del rancho.
Supongo que a Tavo le dolía tanto el ano como a mí; ya estábamos a mano, aún sentía esa sensación excitante con un poco de ardor por las embestidas brutales de mi primo.
No quería irme con el simple recuerdo que con el tiempo se desvanecería sin saber si se repetiría en otra ocasión.
Caminé al cuarto de Octavio, las cuatro paredes transpiraban su rico olor, tenía un perfume a madera y un olor a rancho difícil de perder.
Fui directo al cesto de ropa, pues ya iba con la idea de encontrar alguna ropa interior que me recordara ese olor a vaquero en la ciudad, suficiente para hacerme unas pajas a su memoria.
Había bastante ropa, pero encontré específicamente un bóxer negro con olor a orina, y con pequeñas huellas de precum; eso me hacía imaginar en qué estaba pensando en el momento de tal excitación.
Respire tan profundo con la prenda en mi nariz, que tuve una erección inmediata; respire hasta que el olor se perdió en mi nariz, mil imágenes se venían en mi
Mente, desde la tica cogida que me había metido en la noche pasada, hasta los gemidos que emitía con cada metida de Verga que le ponía.
Quería masturbarme, pero quería reservar esa leche por si la ocupábamos para más tarde; Octavio me invitó a ir a la fiesta del pueblo y obviamente quería pasar el mayor tiempo posible con él.
Me puse lo más vaquero que pude; unas botas negras pantalones entallados y una camisa a cuadros enroscados en los brazos; puse un sombrero que me había prestado Tavo, me miré al espejo un par de veces y para cuando acabé él ya me esperaba no una camioneta y un remolque con un par de caballos.
—¡Mira nada más, Hasta pareces hombre!— dijo bromeando mientras mordía una ramilla seca recargado en camioneta roja—¿No te digo que le harías bien de vaquero aquí? No sé para que te vas.
Nos tronamos las manos con un saludo que terminó en un fuerte abrazo con palmadas en la espalda— Yo también pensé que tu porte de vaquero te hacía 100% hombre primo — le dije al oído durante el abrazo; mi mano rosó su paquete hasta acabar en un apretón de huevos.
El wey solo río—No te acostumbres, solo fue un desliz—“ya veremos” dije mientras él se daba la vuelta con esos jeans azules desgastados torneando unas nalgadas espectaculares al ritmo lento de su sensual caminar.
El pueblo estaba relativamente cerca, pero a fuerzas tenías que tener auto para un fácil acceso; al llegar se estacionó junto a una barda dejando apenas espacio para bajar, pasó de mi lado aburriéndose la bragueta como si no hubiera ayer, sacó su pene y de inmediato comenzó a orinar—Lo Siento, me estaba orinando y olvide ir en casa— no podía dejar de mirarla, se veía tan larga estando dormida que moría por tocarla de nuevo.
—¿te gusta puto? — dijo firmado hacia mí—mírala bien, que en pa ciudad no vas a tener una así— me acerqué y mientras la sacudía antes de metérsela me dejó tocarla un poco; no podíamos hacer mucho, pues mucha gente pasaba por esa calle, estaba blanda y ambos nerviosos, así que se la guardo terminando con un — Al rato la cenas, vamos.
Abrió el remolque bajando su caballo; colocó la montura y la ajustó bien—Este es el tuyo— me dijo; quería que yo montara a caballo— Se disfruta más a caballo estas fiestas, vamos, sin miedo, yo te voy a cuidar.
Siempre he dudo aventado así que seguí sus indicaciones como en otras ocasiones que lo hacía hecho, al alzarme para subir el caballo se movió un poco dejando mi culo sobre sus manos, caía estaba por montar cuando me pego una nalgada—!Ves no pasa nada culón!
Preparó su caballo y montó el suyo, se le macaba el paquete y las piernas de una manera que era imposible dejar de mirarlas—No te despegues— me dijo mientras lo caballos iban caminando sobre la calle, sus herraduras hacían un agudo sonido con el asfalto; había demasiada gente, los caballos parecían saber el camino.
El sonido de la música banda sonaba por todos lados, habían demasiados vaqueros; muchos guapos, y por la posición marcaban sus ricos paquetes; cosa que podía admirar por la altura—Se te va a caer la baba— me dijo Octavio con gracia al notar que miraba de reojo a algunos de sus compañeros — recuerda que ya tienes dueño— dijo en broma intentando no ser escuchado.
—¿ha si? ¿Dueño de quién? ¿Me ves cara de un caballo más o qué? — Era tan volando como el para responder.
—¿Y todavía te haces? Pero bien que te encanta que te monten ¿No?— Mientras nuestros caballos caminaban muy cerca casi rodando nuestras piernas nos albureábamos y discutíamos para poner en alto nuestra hombría.
—Pues tu no cantas mal las rancheras primo, cuidado con la lengua que te puedes morder—Él sabía que tenía un arma muy poderosa en mis manos, y no era exactamente que me había cogido, si no haber dejado que me lo coja hasta llenarlo de mi leche.
Ya no dijo más, la tarde pasó; y la gente no dejaba de llegar, habían varios eventos, desde charrería, jaripeo y pelea de gallos, una linda feria llena de juegos y venta de comida regional, hasta un grupo de música banda instalándose para más tarde.
Llevamos a los caballos a su remolque, me ayudó a desmontar, subió los animales y de nuevo aprovechó para orinar, ya estaba oscuro, ahora si no nos podían ver tan fácil, pues la calle donde había estacionada quedaba a oscuras y daba un aspecto de inseguridad.
Mientras orinaba me acerqué a un lado para hacer lo mismo, nuestras orinas rebotaban con el muro—¡hazte para allá! Te voy a salpicar— me dijo empujándome un poco con el hombro, él había acabado de orinar cuando mi mano tomó su miembro— ¡Espérate Wey nos van a ver!— fue imposible retirar mi mano, comencé a sobarle la verga hasta sentir que fue haciéndose dura.
—Lo bueno que no quieres— dije mientras su larga verga crecía; también me daba miedo que nos vieran, pero yo quería aprovechar cada minuto, me arrodillé un poco y me llevé su verga a la boca, aún olía a orina mezclado con el olor a jabón.
Comencé a moverme rápido, pues solo era una pequeña merienda antes de la cena, el empujo mi cabeza al fondo para que la tragara toda; sentía como su pelvis se movía de adelante a atrás para penetrar mi boca.
Escuchamos el sonido de zapatos y tuvimos que despegarnos y fingir que orinábamos, un tipo se pegó a unos metros para orinar igual, sin prestar atención nos retomaría de ahí, aún que Octavio aún tenía la verga dura y muy marcada sobre el pantalón.
— Eres un pinché caliente, me dejaste todo mojado y duro, al rato tienes que compensar esto— dijo sujetándose el paquete duro— no tienes límite , ni mis viejas me piden tanto pito como tú.
—Eso explica por qué tienes tantas, de todas no haces una; que triste que no puedan complacerte; si estuviera yo aquí no necesitaría de otro culo ni de otra boca.
No respondió, solo me dio dos palmadas en la espalda, y la segunda acabó bajando por mi espalda baja hasta mi trasero duro, el cual fue oprimido con fuerza por el vaquero sabroso de mi primo.
Pasó la noche y nos acercamos con sus amigos y un par de amigas de la noche anterior a la pista de baile donde mucha gente bailaba al ritmo del grupo musical; estábamos recargados en un lado donde mirábamos a algunos ridículos haciendo tonterías por el alcohol—¿Quieres bailas? — le dijo q Octavio una de sus amigas.
Octavio la tomó de la cintura y se perdieron en la pista, yo platicaba con el resto Teniendo un ojo clavado en Tavo, la verdad me daban celos verlo con una tipa y más que pudiera arruinar mi noche llevándoselo para darle lo que se supone le daría esa noche.
—Ya tardaron, yo tengo hambre— dijo uno de sus amigos, pues habíamos quedado en cenar para luego seguir un rato en el griterío; yo no podía desvelarme tanto, pues el día siguiente me iría muy temprano a tomar bus a mi ciudad—¿Podrías ir por tu primo? — me dijo la otra tipa, me adentré entre la gente y no los veía.
Hasta que logre dar con ellos; sentí la sangre correr rápido cuando mire a la tipa que lo besaba muy apasionadamente—Les buscan sus amigos para cenar— fue todo lo que dije, me di la vuelta y me quité.
Tardaron un poco más hasta que nos alcanzaron, la tipa se veía muy enamorada y risueña; demasiado tonta para él, ¿Que podría darle esa pobre mujer a semejante semental? La verdad estaba enojado, ya no estaba muy a gusto.
—¿Puedes darme las llaves del auto?— le dije a Tavo—quiero ir a descansar al auto, búscame cuando termines con tu zorra— fui un poco grosero, lo sé, pero pues me sentí un poco amenazado; él se dio cuenta, y me pidió hablar a parte.
—¿Te pasa algo? Tienes una cara de pocos amigos desde hace ya rato ¿Estás celoso verdad?— No quise decir nada, solo le pedí de nuevo las llaves y él fue insistente— Tienes que entender que solo nos divertimos un rato, a mí me gustan las viejas, no te confundas, no hay nada más.
Casi me tira las llaves— Si quieres ve a casa, quizá llegue mañana para despedirme, o tal vez luego me lleve algún amigo— me sentí en verdad enojado, defraudado, con una gran frustración y con un nudo en la garganta a punto de explotar.
Tomé las llaves, me di la vuelta y me detuvo pensando que se había dado cuenta que la estaba cagando— Si puedes bajar a los caballos y sales de comer— El igual estaba enojado, lo mire acercarse al grupo y tomar a aquella chica de la mano.
Conduje muy triste hasta el rancho, no terminó como yo hubiera querido, pensé que acabaría con un beso de esos que parecen de cuentos de amor; o con un “té voy a extrañar” y tenía mucha razón, yo fui quien se había confundido, el solo había respondido a su instinto.
Nunca había tenido una noche tan fría como esa, después de atender los caballos, entré a mi cuarto, el ruido de los grillos no me dejaba dormir, giraba de un lado a otro imaginando lo bien que la tipa estaba pasando el rato; quizá si no hubiera confundido las cosas estaría igual ahí pasándola bien.
Miraba el techo— ¿cómo pude ser tan tonto? En qué momento comencé a sentir algo más por mi primo ¿en qué estaba pensando? — me decía una y otra vez, solo quería que llegara el día siguiente para irme y no regresar.
No sé en qué momento ni a qué hora me quedé dormido, solo quedaba esperar un rato para marcharme.
Sentía un poco incómodo, quizá era por el mal rato, sentí un poco de calor y algo de molestia en mi espalda baja, abrí los ojos y me asusté un poco, pues sentí alguien a mi lado—Shhh, no hagas ruido, esta mi papá ya en su cuarto— Era Octavio, precia un poco ebrio, y su verga está demasiado dura...
El pequeño ardor venía de mi ano, y era por qué resguardaba su largo trozo ya dentro, se había aprovechado de verme dormir, seguramente había entrado con cuidado, casi sin hacer ruido, se había despojado de sus zapatos, cinturón y todo lo que pudiera hacer ruido.
Fue tan sigiloso que no sentí en qué momento se acostó a mi lado; había bajado mis bóxers descubriendo mis nalgas a tal altura que pudiera meter su verga entre ellas; estaba muy dormido, pues ni siquiera sentí los movimientos o su verga hasta qué entré sueño sentí incomodidad.
Mi culo estaba muy baboso, no sé si era saliva o si era precum, me tenía tomado fuerte de la cadera y él ya estaba en su trabajo de metérmela tanto como quisiera; yo seguía un poco indignado, y me puse en una posición de “vete a la verga”
Quise levantarme para sacarlo del cuarto y dejarlo a medio palo, pero me tomó tan fuerte que ni siquiera pude despegar mis nalgas de su piernas; me tapó la boca, y continuó cogiéndome duro y sin piedad, con la otra mano me levantó una pierna haciendo el acceso dentro de mi mucho más fácil.
Yo quería gemir, bueno gritar, pues no estaba siendo nada suave conmigo, estaba descargando mucha brutalidad en mi ano; y ya no se sentía tan bien esa violación, forcejeé un poco y no dejo que me moviera, tenía mucha fuerza.
Su aliento a alcohol estaba sobre de mi cuello, podía respirarlo muy cerca, por ratos besaba mi cuello y lamía hasta mi oreja; entonces si ya me estaba clavando, y era lo que yo quería para esa noche ¿Que más quedaba que disfrutarlo?
Notó que comencé a ceder—pon saliva, me está doliendo demasiado— le dije en susurro— fue obediente y lo hizo, incluso
Se levantó por crema y eso hizo más liviana la penetración.
—¿Mejor? — me preguntó muy cerca del oído, cuestión que acabó con una rica lamida—Relájate, no me la cogí, yo quería tu culo esta noche, ella solo era para un rato— me dijo muy suave—Solo lo hice para molestarte, quería comprobar cuento te gustaba tu primo.
Eso no fue una disculpa, pero me agradó—Eres un enfermo— le dije girando la cara, entonces me dio un beso tan suave, y tan rudo que sus dientes mordieron mi labio, y su lengua hizo vueltas con la mía, sin dejar de besarme se fue cambiando de posición dejándome completamente abajo.
Ahora mi verga miraba al cielo, el me besaba y sus nalgas estaban muy cerca de mi miembro; fue acomodándose y sus nalgas quedaron entre mi verga, levanté mis glúteos para tocar su ano, no hizo nada, solo se dejó.
Cuando notó que su culo comenzaba a traicionarlo de nuevo, quiso probar con otra posición, pero esta vez fui yo quien no lo dejé—Relájate, esta es mi forma de decir que te perdono— le dije mientras empujaba lentamente mi gruesa verga apenas entrando en él.
—La tienes muy gruesa, aún me duele de anoche— “es tu penitencia por hacerme pasar un mal roto” le dije mientras con mis manos es su cadera hacia fuerza para que mi verga entrará en él.
Gimió, y mi verga ya estaba dentro de él—Despacio puto— me dijo mientras con su mano detenía un poco mi tronco que ya estaba dentro de él— ponle crema no sea cabr...— detuve sus palabras con una dura metida, pues no querida ser tan suave con él.
Después de un poco de tortura, me puse algo de crema y colocando sus piernas sobre la cama para hacer resistencia por fin dejó que lo penetrara con gusto; los dos nos limitamos muchos a no gemir, por muchos ratos me aguante la tremenda ola de semen que tenía para él.
Entonces sacó mi verga y se puso de pie, me levantó las piernas, las coloco en sus hombros, su verga están durísima— Ahora me toca a mí, agárrate que esta noche vamos a romper la cama.
Me tenía de misionero, entró en mí, y acercó su cuerpo hasta llegar a mis labios, estaba por robarme un beso cuando le dije— Por mí, rómpeme el culo, tira las paredes y hazme llorar de placer hasta que te vengas, pero yo no me voy si no me das la mejor despedida con ganas de regresar.
Apenas le dije eso comenzó a moverse atrás y delante penetrándome Con tanta rapidez qué la cama se iba despegando de la pared con cada metida, mis ojos se ponían en blanco, era toda una metralleta dentro de mi ano, y el plus fue poner su mano en mi verga, me estaba masturbando con su propia saliva mientras me cogía en mi posición favorita.
No se cuento tiempo cogimos, pero la cama quedó a mitad del cuarto, las sabanas están caídas, las almohadas también, ambos sudábamos mucho, y las caras que ponía solo me prendían más.
Ya no sabía dónde quería que se viniera; una parte lo quería dentro de mí, otra en mi boca para saborear su semen y otra solo verlo estallar en mi pecho—Ya me estoy viniendo— me dijo, ¿Puedo venirme dentro?
Ni siquiera termino de preguntar cuando sentí el bombardeo dentro de mí, mientras él se venía y tiraba su cara para atrás, yo disfrutaba de sus últimas embestidas.
Sacó su verga agotada y ahora le pedí que se acostara, ahora me tocaba a mi deslecharme, y tenía planeado hacerlo sobre de él— ¿Que vas a hacer?— me dijo al ver que me montaba sobre su pecho— Ahora me toca a mí venirme.
Me masturbé y el me ayudó un poco cuando me pedía que su mano me la jalara; me acerqué hasta su boca, no quería metérsela, pero acabó lamiendo y chillando un poco con su poca experiencia.
No quise tortúralo tanto, eso no le encanta al parecer pero lo hizo, así que ya Bien satisfecho me toqué hasta venirme, tire tanta leche que mache los pocos vellos de su pecho, había semen en todo pecho incluso uno muy cerca de su labio, me hizo señal de que le había manchado la barba.
Le dije que yo se lo limpiaba, acerqué mis labios, lamí mi semen y con mi jugo en la punta de la lengua lo besé; fui correspondido, esa noche me dio el
Sexo de mi vida, tenía el culo
Ardiendo de placer y la verga han cansada como yo.
Entramos al baño sin hacer ruidos y nos dimos un Baño, era rico jabonarle los huevos y la polla dormida, pero ya estábamos demasiado cansados como para coger de nuevo.
Dormimos solo un rato en el mismo cuarto, dormí sobre su pecho hasta que la alarma sonó, pues su padre era demasiado machista como para vernos dormir juntos.
El día siguiente ya estaba con mis maletas a fuera del cuarto, hice la cama para que pareciera que nada pasó; entro y cerró la puerta— Te voy a extrañar canijo, siento haberte dicho zorra y puta tantas veces, en serio voy a echarte de menos— era un verdadero halago.
—También voy a extrañarte, más de lo que crees, pero el tiempo pasa rápido, regresaré el próximo año, aún que deberías ir a la ciudad a visitarme un día.
—Te aseguró que lo haré, espero que tengas un buen viaje, y no olvides escribirme de vez en cuando.
—No lo haré; trata de no chincharte tantas viejas, guarda ganas para cuando regrese— nos abrazamos han fuerte que no quería sepárame; me apretó la nalga y yo me sujeté el paquete—Cuídame esto.
Me ayudó a subir mis maletas y su padre ya me esperaba en la camioneta para llevarme a la terminal, en el último abrazo me dijo algo demasiado lindo— Esperaré a qué regreses, te quiero primo, vuelve pronto.
Me subí y a lo lejos vi decirme adiós con la mano, estaba triste y satisfecho a la vez... solo quería regresar pronto.
Tan delicioso relato, que no dejes de leer hasta el último aliento.
😍😍😍😍😍😍
Hoooo q rico relato me encanto me lo para todo el tiempo
Muy bien redactados el relato y tiene mucho parecido con la realidad de muchos