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Foto del escritorThe Bridge

ENTRENANDO DURO

Actualizado: 5 jul 2020





Hace unos años comencé a ir al gimnasio; y he tenido altas y bajas como la mayoría de la gente, en ocasiones mi cuerpo queda muy bien, luego me descuido un poco, luego me recupero y así uno se la pasa como la gente común; mi cuerpo no es el mejor, pero no me quejo, me tocaron unas piernas espectaculares, unos pectorales que se definen con facilidad, un volumen muscular que muchos en el gimnasio quisieran, y la panza que a todos nos cuenta bajar.


Mi barba es un gran atractivo, soy bastante velludo del cuerpo, aún que no llega a ser grotesco, del resto estoy arriba del estándar, así que considero que me veo bien; siempre he sido de los que llegan a entrenar enfocado, se me hace muy difícil salir de la rutina entre mis ejercicios y mis audífonos, tengo pocos amigos y escasos conocidos por qué platico con muy poca gente.


Mis días son demasiado atareados, y literal voy con el tiempo medido; una tarde miré a un chico nuevo llegar, delgado , guapo, flaco para mis gustos, la verdad no me llamó en nada la atención, el chico parecía no saber mucho, recurrió a el entrenador quien le fue enseñando algunas técnicas y ejercicios; yo solo miraba de reojo, es curioso reflejarnos en los nuevos, sabemos que un día así nos mirábamos.


Seguí con mi rutina, eran esos segundos en los que te concentras tanto que no miras nada al rededor, pero al salir del trance miro hacia las escaleras y veo a otro chico subiendo, llevaba una playera azul, algo de barba, un poco más fornido que el anterior, pero con la misma cara, era su gemelo, y desde ese momento comencé a babear por el, era

cómo la versión remasterizada de su hermano, más guapo, mejor musculatura, más nalgas, más pecho, y unos ojos tan lindos y tan intimidantes como nunca vi.


A propósito comencé a ir en el mismo horario que el, quería tener más que el

deseo de mirarlo y fantasear con el, tenía todo lo que buscaba en un hombre, tenía que buscar la manera de interactuar con el, quería saludarlo, saber de su vida, incluso ver lo que había detrás de esas telas delgadas de deportes.


Siempre vestía ropa de soccer, y dejaba ver su delgadas pero torneadas piernas llenas de vellos, en su camiseta entallada podría mirar su lindos pectorales, un abdomen semi marcado, piel blanca, un bulto poco perceptible, pero todo terminaba en esa mirada que destrozaba mis adentros y explotando mis más bajos instintos.


Un día me lo topé en las duchas, fue el primer contacto que tuve con el, pude desearlo un poco más después de ver lo que con sus pantalones cortos cubría, después de no dejar ni a la imaginación, por fin pude tener un mejor panorama.


Estaba sentado a unos metros de la entrada sobre esas silletas en medio de los lockers, estaba en bóxers, unos azules claros para ser específico ¡usar shorts largos le cubrían demasiado sus atributos! Pues no solo tenía un gran bulto, sus piernas eran más voluminosas de lo que parecían, tenía vellos rizos y en un todo rubio muy oscuro.


Al pasar frente a él levantó la cabeza y arqueó sus cejas en forma de saludo—¡Hola! ¿Ya has acabado?—Pregunté haciéndole plática.

—Si, ¿y tu? —No podía dejar de mirar de reojo, quería ver más a detalle, pero traía una toalla cruzada sobre sus piernas, pensé que  se bañaría ahí, pero solo estaba tomando algo de aire para vestirse.


Espere un rato mientras intercambiábamos datos comunes, su nombre, ¿en qué trabajamos? ¿Donde vivimos? Sin entrar a detalles; pronto se levantó y miré sus nalgas redondas, muy lindas, no eran las nalgas más grandes mi las más musculosas, pero se miraban muy lindas al caminar; no estaba plano, era de muy buen ver.


Se puso un pantalón de vestir color azul, y se fue con una playera blanca encima—Bueno, te dejo mi buen, ya me esperan en casa, nos vemos mañana—vaya que me hizo la tarde, amaba ver esa sonrisa tan diminuta y esos ojos rasgados, daba una sensación de paz, y un enorme morbo poder mirarlo, desde ese día comencé a intentar atraparlo en las duchas, acotando mis horarios a los de el.


En uno de los tantos días que entrenamos al mismo tiempo me ocurrió algo que me puso a mi, ese día me había tocado entrenar pectorales, y tenía que recostarme en el banco para levantar una barra con varios kilos en cada costado, pero son de esos días que ya hasta el alma no quiere ir, y te cuesta cada movimiento final antes de terminar la rutina.


Estaba batallando con mis últimas repeticiones, y creo que Arturo( el cual por cierto era su nombre) se dio cuenta de que sin ayuda no terminaría las últimas repeticiones, así que mientras batallaba con pujidos y con mi rostro hecho rojo, miré sus piernas ponerse casi al ras de mi cara, para tomar la barra por detrás y ayudarme a terminar—Vamos, tu puedes—vaya hermosa vista, casi pude oler el rico olor de sudor de su paquete.


Termine las repeticiones, y estaba más rojo por su acción que por el cansancio, el notó el rubor en mis mejillas, es lo malo de ser blanco de piel, y me pidió una disculpa, por si me había asustado, pero pasó rápido, habíamos roto todo el hielo, desde esa vez en ocasiones me pedía ayuda en sus sentadillas, cosa que disfrutaba al por mayor, me gustaba sujétate su cuerpo y bajar a su ritmo, mirar en el espejo cómo las venas de su frente se inflamaban, terminando en un grito; no podía dejar de imaginar imágenes que provocaban mis ganas de tener sexo con el.


El igual no dudaba en ayudarme, y mientras más tiempo pasaba más nos abríamos a información y a cierto tipo de juego entre varones, como intentar darse en los genitales con la toalla, un apretón de huevos, o bajarle el short tantito al otro como para cohibirlo delante de la gente, incluso en el gimnasio comenzó a rumorearse de que éramos pareja.


Habíamos adaptado nuestros horario para entrenar juntos, no siempre para ayudarnos, pero si para pasar bien el rato, siempre observaba desde las ventanas de la planta alta su llegada, ya conocía su auto, eso me daba tiempo de ir rápido a los vestidores y hacer como si aún me estaba vistiendo; siempre llegaba con su hermano, pero su hermano era mucho más callado, incluso casi no me saludaba, era algo extraño.


Me encantaba ver qué se cambiara frente a mi, su caminito de vellos comenzaba en el ombligo y luego se perdía por debajo de sus bóxers, otro matorral nacía entre sus pectorales, y fuera de sus piernas el resto era lampiño, siempre se retiraba la playera mientras buscaba su ropa de entreno, yo aprovechaba para ponerme de pie y mirar su hermosa figura.


Me daba un poco de pena el ser atrapado, su hermano casi no se despegaba de él, así que eso impedía un poco aveces la platica, me cohibía mucho la presencia de su serio gemelo, pero eran por unos minutos, una ves que él se terminara de cambiar se retiraba a hacer lo suyo, yo en cambio me quedaba un largo rato con Arturo.


En una ocasión llegó sin su hermano, y vaya que me aliviaba verlo llegar solo, eran contadas las veces—¿y tu gemelo malo?

—Anda enfermo, no vendrá como una semana— y esa era la semana perfecta para ver qué más podía pasar.


A pesar de ser mi amigo, siempre me causó tanto morbo, que no podía quedarme con la duda de ¿como la traía? ¿Como besará? ¿Será bueno en el sexo?


Esa tarde después de entrenar le propuse que el día siguiente vayamos por unas cervezas, me dijo que se le complicaba hacer planes después del gimnasio, pero después de un rato logré convencerlo, sería el momento idóneo para sacar un poco de información, quizá hasta de propasarme un poco.


El di siguiente llegó y traía una maleta más grande que la de costumbre, me dijo que traía algo de ropa casual para ir luego a un bar, tenía una ventaja, era la hora pico del gimnasio, las regaderas eran personales, tapadas con una cortina, y limitadas; así que en cuanto terminamos de entrenar nos dirigimos a las duchas.


—¿te bañas primero? O ¿me baño primero? —preguntó el al ver que no habían tantas regaderas disponibles; le indiqué que entrara él en lo que yo encontraba mi ropa, pero no era más que una maña mía, espere a que se dirigiera a los compartimentos.


Sabía que no podría hacer nada si entraba de imprevisto a la ducha, así que no lo dude dos veces y al mirar una oportunidad en la que no había nadie mirando, entré de la nada.


Debieron ver su mirada de asombro—¿wey qué haces aquí?— me dijo mientras se cubría con una mano su miembro, no pude ver mucho, no podía ser obvio.

—Pues, para acabar más rápido; total tenemos lo mismo, ya me has agarrado los huevos ¿qué diferencia hay con verlos? —Sonrió y dejó que me bañara con el.


Cuando él se ponía jabón en la cara aprovechaba para ver lo que tenía entre las piernas, tenía como 10 cm dormido, era una verga linda, limpia, circuncidada y con lo vellos recortados, una cabeza rosa, y unos huevos contraídos y depilados; entraba bajo el agua a propósito para rosarlo, me encantaba sentir su cuerpo pegado al mío en tan estrecho lugar.


Cuando me daba la espalda se le miraba un culo tan lindo, lampiño y de piel blanca, sus bíceps marcaban venas gruesas y estaba tentado a agarrarle la verga, pero era muy apresurado, quizá con algunas cervezas cedería a algo, o quizá no pasaría nada.


—¡Me entró shampoo en el ojo!— dije haciendo movimientos tontos, dejando mis nalgas expuestas a su pené, fue un roce muy evidente, no le incomodó pero si lo intimidó, vi que se dio la vuelta—¿Que te ocurrió? — dije con gracia.


—Wey me pasas las nalgas, sin novia y yo con óxido nítrico en mis venas, no es buena idea—noté que le había causado una erección.


—No puedo creer que te hayas puesto duro por mi.

—No digas estupideces, fue el roce, cualquiera con fricción tendría el mismo resultado.

—Pues, no lo creo—susurrábamos muy bajo, y de sorpresa me tomó el pené con su manos y comenzó a menearlo—¡Espera! ¡Espera!

—¿No que no puto?—me dijo al ver la reacción de mi miembro.


Nos apuramos y salí primero haciendo como que nada pasaba, luego el, nos vestimos y nos fuimos en mi auto al bar; vaya que se miraba muy sexy, tenía esa sonrisa estúpida que me traía loco.

—¿Entonces que fue lo del baño? —Dije, retomando el tema—¿eres gay?


—No, ¿como crees? —Se rompió en risas nerviosas y seguimos con ese juego coqueto que solíamos hacer siempre; pero a mi me constaba que era hetero.


Llegamos al bar y pedimos un par de cervezas, botellas que fueron incrementando, después de las terceras botella ya estábamos más que picados a continuar, estábamos ya a tono, y los muros de la inhibición comenzaban a caerse.

—¿entonces que fue lo de las regaderas? —me dijo.

—¿te gustó? o ¿por que la pregunta?—le dije, ahora si indiscretamente y sin tapujos.


No me respondió al instante, solo río un poco y bajó la mirada—Pues, no se siento mal, no soy... maricón, solo no sé, fue extraño...

—¿ya lo habías hecho antes?

—Pues... en alguna ocasión mi hermano y yo experimentamos, pero solo eran ociosidades de adolescentes, nada que pusiera mi sexualidad en duda.

—Bueno, en las duchas creo que pusiste tu sexualidad en duda.

—Podría ser...


No quería admitir que le había gustado el roce de mis nalgas, pero sé que detrás de ese porte de macho algo escondía, podía olerlo, sus miradas, su forma de jugar conmigo, incluso él no haberme sacado de la ducha era un gran indicio, pero quizá debía ir a su ritmo; aun que por dentro me arañaba las entrañas por robarle un beso sin importar que estuviéramos rodeados de gente.


La música en vivo, el ruido de la gente y de los cubiertos, todo hacia un juego perfecto, hasta que comenzamos a olvidar lo que había al rededor, después de regresar del baño Arturo cambio de lugar, en vez de sentarse frente a mi, se sentó en la silla giratoria de un costado, estábamos más cerca, y sabía que algo estaba ocurriendo entre los dos.


—¿a que no me tomas la pierna por debajo de la mesa sin sentir nada ?—lo reté mirándolo a los ojos, e inmediatamente posó su mano sobre mis grandes piernas.


—Ahí está, te dije, no siento nada.

—Es que estás tocando muy abajo, así no vas a sentir nada—Respondí, quería que despertara ese lado homosexual que estaba seguro que guardaba en alguna parte; y no estaba contento hasta no lograrlo, y al parecer a él tampoco le molestaba seguir mi juego.


Mientras la noche avanzaba los juegos bajo la mesa iban costa arriba, por momentos rodábamos nuestras manos, dedo con dedo, una suave caricia, mirábamos que nadie nos miré y él subía su mano de más casi llegando a mi bulto, no lo tocaba, solo llegaba al por de de unos milímetros, por encima de la sima debieron mirar nuestras sonrisas tontas, mi corazón no dejaba de llenar de adrenalina mi cuerpo.


Es ese momento en que le dices con los ojos “vámonos de aquí” te ayudo a escapar, pero !vámonos a cualquier lugar donde podamos estar a solas! podía sentir su calor radiando, se que sentía exactamente ese mismo nervio corriendo por su sangre.


Comencé a hacer lo mismo que el, ponía mi mano sobre sus jeans, y él me susurraba tetándome a llegar a mas, la diferencia es que yo si me aventé a más.


Mi mano cruzó el límite y él no se lo esperaba, fue como recibir un balde de agua helada, sus ojos se abrieron de más, pero su respuesta tampoco fue negativa, cuando quite mi mano, inmediatamente la tomó y jugó con ella entre sus dedo nuevamente, peor esta vez con cariño.


Me sentí un poco cohibido, pues sentí que nos miraban de todas las mesas, pero solo era mi idea, es ese momento en qué despiertas de la ilusión por unos segundos y miras al rededor, en realidad lo que me había roto la concentración fueron las ganas que tenía de ir a orinar, así que me levante para ir a mear, en lo que le decía que pidiera la cuenta.


Se abrí el zíper, me saque el pene y comencé a orinar, me sentía un poco mareado, pero muy feliz.

—¡Que casualidad no sabía que estabas aquí!—era Arturo que había colado en el baño, estaba meando en la pileta corrida donde cualquiera podía verte mear.

—¿tu qué haces aquí?

—¿que es tu bar o que?—dijo jugando, terminamos de orinar y después de lavarnos las manos estábamos por salir, yo sujetaba la puerta, y el desborde fue imposible contener, nuestros labios se atrajeron como un par de imanes.


Le puse seguro a la puerta para poder besarnos más cómodos, me sentía como en una de esas películas donde las cámaras giran al rededor; estábamos muy calientes, la atracción era intensa, y podía sentir su gran erección en sus pantalones—Es mejor que nos vayamos de aquí—Le dije, mientras intentaba separarme de sus labios.


Besaba tan espectacular, sus labios eran tan carnosos, y las mordidas que me ponía a medio beso hacían una dinámica perfecta junto a los agarrones que le ponía a mis nalgas; regresamos a la mesa, ambos cubriendo la ereccion que habíamos despertado en nuestros interiores, ambos estábamos ruborizados mirándonos fijamente, por suerte nadie había ocupado el baño en esos cortos minutos.


Después de pagar la cuenta nos dirigimos a el auto, ambos estábamos cansados, pero demasiado calientes y con ganas de que ocurriera algo más; nos subimos al auto  y fue inevitable continuar ese beso, nos valió si alguien cruzaba cerca del auto, sus manos cruzaban por todo mi cuerpo violento todos los espacio, nos besábamos apasionado y rico, pensé que en cualquier momento me arrancara la camisa.


Mi mano buscó su entrepierna, estaba muy duro, tenía un pene largo, no tan grueso, pero de buen tamaño, podía sentir como su verga saludaba mi mano que la apretaba mientras mis labios te arrancaban la respiración—¡Espera! ¿No prefieres ir a otro lugar?

—¿Donde te gustaría ir? ¿Motel?

—Es una opción, pero prefiero algo más higiénico... ¿vives solo?

—No

—ok—pensó unos segundos—iremos a mi casa, solo hay que cuidar que no nos vea mi hermano, mis papás están de viaje.


Mientras conducía nos besábamos en los semáforos y a la vez nos cuidábamos que no nos viera una policía; le pedí que no perdiera la vista de frente, y mis manos comenzaron a desabrochar sus pantalones—Concéntrate al frente, yo haré lo mío—mientras le decía eso, mis manos buscaban entre sus bóxers para sacarle el miembro y masturbarlo mientras conducía.


La tenía muy larga, y la punta estaba húmeda, quería chuparla, chuparla y torturarla hasta que hecha es su leche encima, Le costaba concéntrate, mi

Mano era hábil y sabía cómo tratar a un hombre.

—así sigues así no tardaré en venirme, estoy muy excitado.

—Puedes venirte, en lo que llegamos a tu casa seguro cargaremos más fuerza.

—¿te la puedes sacar? Quiero tocarla igual.


Me saque la verga del pantalón y su mano comenzó a masturbarme, tenía la ropa hasta las rodillas, y fuera del auto seguro precia que nada pasaba, pero en realidad estábamos dándonos placer con las manos, ya no podía esperar más a llegar a su casa para pasar al siguiente nivel.


—Estoy por venirme—me decía con su voz cansada.

—Igual yo, pero mancharás todo ¿no hay problema?

—puedes poner tu boca y ya no mancharemos nada—insinuó.


Lo dudé por unos segundos, pero estaba obteniendo lo que quería, así que baje hasta su verga y comencé a chuparla, me gustaba su sabor, tenía un aroma muy agradable, su fiereza hacia que mi boca pudiera llevársela hasta el fondo, podía oír su boca soltando ruidos halagadores y de satisfacción—No vayas a chocar—le dije; pues tenía que por estar más concentrado en la mamada fuera a perder el control.


—Lo haces muy bien, no pares, te prometo que no perderé la vista del frente.

Estaba disfrutando su rica verga, con una mano la masturbaba, me la llevaba a la boca y luego la volvía a sacudir un poco más, yo quería que me llenara la boca de su leche, era mi más grande deseo desde que lo vi llegar en el gimnasio.


Si seguía a ese ritmo no duraría mucho, estaba entre dejarlo venirse y esperar luego un rato para poder continuar, o dejarlo con las ganas para que cogieramos como nunca, así que no lo dude y comencé a jalársela más fuerte, después de todo estaba seguro que tendría tanta leche para repetir.


Estuve unos minutos más succionando hasta que con un grito su semen salió disparada dentro de mi garganta, sentía como iba lanzando dentro sus mecos, incluso pensé que no se detendría; de inmediato me los fui tragando o me revisarían de los labios, en cuestión de unos minutos ya había descargado todas sus ganas en mi, me levanté, y me sonrió con una cara placentera.


—Quiero que te masturbes en lo que llegamos.

—¿No prefieres que lleguemos?

—No, sácatela, quiero ver que te vengas aquí.

—¿y si mancho tu auto?

—tengo papel en la guantera; vente en tu ropa, yo te presto algo en mi casa.


Entonces le hice caso, comencé a masturbarme y por momentos me tomaba el miembro para moverme con su propia mano, no tarde mucho ya estaba muy existido, mi verga expulsó tanta leche que su mano se manchó algo de ella, pero mi playera contuvo todo el blanco loquito, lo malo era que mi playera era oscura y se notaría mucho.


—Llegamos—Vaya que la entrada  estuvo bien, pero ahora probaríamos el plato fuerte.


Entramos a una privada, había un guardia de seguridad que ya identificaba a Arturo a simple vista, recorrió un par de calles y llegamos a un garege que se abrió con un control que traía él en las llaves, se estacionó y antes de bajar nos acomodamos la ropa—No hagas ruido, creo que mi hermano sigue despierto, y no creo que haya salido, casi siempre se queda en casa.


Entramos, la casa estaba a oscuras, cruzamos la sala, y subimos unas escaleras, yo moría de vergüenza de ser visto por su hermano, habían 3 puertas en la planta alta, la habitación de su hermano, la de el y la puerta del baño; entramos rápido a su habitación y me pidió que esperara en lo que iba por unos aperitivos en la cocina.


En lo que regresaba caminaba por su cuarto, todo me parecía tan interesante, tenía burós llenos de libros y figuras de acción, una tele grande empotrada en la pared, un closed amplio de ropa cubierta de madera con grandes cajones y paños del mismo material, todo olía muy bien, incluso su cama olía a el, era el mismo olor que siempre desprendía.


—¿quieres comer algo?—dijo mientras intentaba sostener una bandeja de sándwiches y un par de jugos; comimos algo mientras platicábamos y recuperábamos energías, fue lindo estar señalado a su lado mirando la tele, mientras comíamos los bocadillos, me tomaba de la pierna, y entre bocados me robaba besos, era maravilloso, pero esos leven toques comenzaron a cambiar el ambiente cariñoso a caliente nuevamente.


Dejamos los platos de nuevo y nos recostamos en la cama para besarnos placenteramente, teníamos más movilidad y eso era mucho más sexy, pues él me había montado, retirado mi camisa y luego la de el, tenía un abdomen muy lindo, no marcado pero si plano con algunos vellos saliendo del pantalón, comencé a besarle y me tiro de nuevo a la cama.


Se encorvó y me siguió besando, por debajo de él, entre sus piernas colocó su mano para sobarme el paquete, ya estaba muy duro, buscaba mi verga para jugarla sobre el pantalón, beso mi cuello y fue bajando lentamente recorriendo con su lengua cada espacio de mi torso, mis pezones, mi vientre, hasta toparse con mis pantalones que de inmediato comenzó a abrir.


Mi verga dio un salto frente a sus ojos, y estaba ansioso por terminar lo que en el auto no habíamos podido, Me sorprendió llevándose mi verga en su boca, chupaba muy bien, eso explicaba por qué habíamos hecho un clic inmediato, vaya que sabía hacerlo bien, su boca se movía de una manera increíble, pero tenía que detenerlo, no estaba listo para venirme, yo quería dejar mi leche dentro de él.


Inmediatamente lo detuve y lo coloqué en la cama, lo recosté de tal forma que me dejara chupar su verga, estaba muy húmedo, y mi boca lo dejo más húmedo aún, lamí sus huevos, y después su duro miembro, alcé sus nalgas y me dejó lamerle el hoyo, quería entrar en el; se colocó de cuatro para que pudiera tener un mejor perímetro y mi lengua lo perforo hasta dejarlo muy dilatado.


Me coloque de inmediato detrás de él y comencé a jugar con su hoyo estrecho, pasaba mi verga de arriba a abajo, las gotas que despredía las esparcía por su ano, ya cuando sentí la necesidad me adentré en el, se quejaba un poco, y yo mordía mis labios de lo rico que se sentía entrar en el, estaba tan cálido, y tan apretado que pensé que no podría durar tanto.


Me movía de adentro a fuera, mi velocidad era buena, mis huevos se golpeaban en sus blancas nalgas, fue así durante unos minutos más; mi leche comenzó a llenarlo, mis embestidas iban haciéndose más lentas, me recosté en su espalda, estaba demasiado agotado, y a la par el había manchado sus sábanas con su rico semen, me dijo que esperara, iría por algo para limpiarnos.


Nos limpiamos y nos recostamos un rato, pero no podía quedarme, sus papás llegarían muy temprano, y su no quería que su hermano nos viera, dormí un rato en su pecho, pero a media madrugada tuve que irme de ahí, nos dirigimos a donde había estacionado su auto, tuvo que regresarse solo, mis labios estaban llenos de su sabor, se despidió con un tierno beso, me gustaba demasiado ese chico.


Durante varios días seguimos viéndonos, en las duchas, en su cuarto, incluso en mi casa cuando no había nadie, por un tiempo fuimos amantes, pues era bisexual; fue una temporada en la que recién había terminado con una chica, con el tiempo regreso con ella y los encuentros comenzaron a se escasos, hasta disiparse en su totalidad.

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EL TRAILERO.

1 Comment


Ders alexan_13
Ders alexan_13
Mar 07, 2021

Excelente, así me gustaría encontrar alguien

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