LOS PRIMOS DE MI NOVIA
- The Bridge
- 29 ene 2020
- 34 Min. de lectura
Actualizado: 14 feb 2020

CAPÍTULO 1
Era un martes como cualquier otro, como cada semana me la pasaba más tiempo en la oficina que en el departamento, para cuando llegaba normalmente la cena ya estaba servida por mi inigualable novia; llevábamos viviendo ya dos años juntos y nos la pasábamos de maravilla.
Nunca tuve alguna inclinación u orientación hacia los hombres, de echo me gustaban demasiado las mujeres; no me considero un mujeriego, pero siempre fui demasiado cotizado por mi carisma y mi cara bonita, como ellas decían; siempre fui un chico atlético, con un abdomen bien marcado, la entrada en v bien detallada, y bien proporcionado por todas partes.
Incluso siempre fui víctima de los piropos y algunas insinuaciones por amigos gays, o de extraños con la misma preferencia; sin embargo, nunca pasó de ello, para ser sincero nunca me molestó, quizá en ocasiones me incomodaba o me sonrojaban, más nunca demostré una postura agresiva; al final todos tenemos derecho de mirar.
Caro y yo teníamos rutinas ya muy establecidas, pues ambos como profesionistas nos la pasábamos trabajando y corriendo durante todo el día, pero es sí, fines de semana eran intocables para estar juntos, y los Domingos estaban dedicados exclusivamente para la familia, teníamos que dividirnos, pues intentábamos convivir con ambas familias sin darle más prioridad a alguna.
Al llegar el viernes noté que Carolina aún no había llegado a casa, no había nada de comer, más que unas cervezas en el refrigerador, de una reunión de la semana pasada; no tardó en entrar sosteniendo una bolsa de cartón con comida rápida dentro, vaya que me conocía bien: Hamburguesas con extra queso y papas fritas acompañadas de alguna serie o película en la televisión de la sala.
—Mis papás nos invitaron el fin de semana a unas cabañas por la llegada de unos tíos a las afueras de la ciudad, aun no les he confirmado, si quieres les digo que no podremos—Conocía bien esa forma de persuadir, significaba que no vería a mis padres el fin de semana, pero cuando esto ocurría siempre se compensaba con la semana entrante.
—¿Tienes ganas de ir, o prefieres quedarte a descansar en casa?
—Podríamos quedarnos, pero no estaría mal respirar algo de aire fresco; podremos pagar una cabaña solo para nosotros dos, y de paso veo a mis tíos que no veo ya hace años, a parte estarán todos mis primos y no me gustaría estar ausente.
Sin más vueltas nos agregamos al plan, la verdad no me parecía mala idea, después de todo siempre hacíamos actividades parecidas a esa para perder el estrés; anexo a eso sus primos y yo nos llevábamos de maravilla y las actividades siempre eran muy entretenidas.
Después de una carretera bastante complicada, llena de curvas, rodeada de una vegetación sin igual y paisajes vestidos de montañas llegamos a las cabañas donde todos nos encontrarían; cuando llegamos al amplio espacio para estacionarse encontramos a uno de los primos bajando su enorme mochila de campamento—Tú te tomaste muy en serio eso de salir de campamento—Dije en broma mientras miraba como se le complicaba acomodarse en la espalda tan voluptuoso morral—Déjame ayudarte—vaya que pesaba, parecía que llevaba toda su casa dentro; él era Armando, un primo dos años mayor que caro, soltero , y bastante atractivo como agradable.
Caminamos a la recepción donde nos entregarían las llaves de cada cabaña, preguntamos sobre las reservaciones de la familia, y pronto nos explicaron las reglas, formas y consideraciones del lugar; tomamos llaves, y caminamos por un largo sendero de rocas hasta llegar al área de cabañas.
Ya habían llegado un par de tíos con sus esposas, y varios de los primos, unos con novias y otros y otras solas, Mariana, una prima de la misma edad que Caro corrió a abrazarnos y a saludarnos, era la prima favorita de mi novia; después de dejar las mochilas en nuestra cabaña, nos reunimos en una explanada llena de sillas con mesas de madera—Ven te presentaré—me tomó de la mano llevándome a unas cuantas personas que no conocía.
—Tío David, les presento a mi Novio—Yo estaba un poco ansioso, pues el robusto hombre de gran tamaño me extendía su enorme mano para darme un gran apretón para decirme que si le hacía algo a su sobrina me las vería con él, luego relajó su comentario cuando su esposa le dijo que no me ande asustando; ambos eran muy agradables, aunque el tío se pasaba un poco de confianzudo.
—¡Ariel, ¡Cesar, vengan a saludar! —gritó el tío David a dos jóvenes que andaban pateando un balón de soccer con otros primos de la misma edad, a la primera no hicieron caso, pero su padre fue insistente y pronto tuvieron que acercarse junto con una pequeña de unos 10 años tomada de la mano de uno de ellos.
Cesar traía a la pequeña paulina quien sostenía una flor en la mano, quien corrió a darle un abrazo a Caro arrebatándose de la mano de Cesar; Cesar era el mayor de los dos, tenía unos 24 años, era bastante serio y tanto más tranquilo que hermano menor, Ariel de 22 años, quien era mucho más hiperactivo.
Ambos tenían complexión similar, aunque Ari era mucho más atractivo para ser sinceros, sin embargo, ambos eran demasiado parecidos; tenían los ojos de su papá con los rasgos delicados de su madre, incluso los primos les decían los gemelos, a pesar que no lo eran; aun así, era demasiado fácil identificarlos.
—Cesar, Ari, saluden a su primo, es el novio de prima Carito—ambos me saludaron, Cesar me sonrió con algo de timidez, contrarío a Ariel quien inmediatamente me invitó a unirme a jugar soccer con ellos; no dude en hacerlo y nos fuimos caminando los tres hasta donde estaban reunidos jugando, esa tarde acabamos haciendo alianza con ambos.
Para cuando dio la hora de comida, varios tíos asaban carnes, bebían cervezas y no tardaron en llamarnos a comer—Amor mira como vienes, todo sudado—en verdad estábamos empapados de sudor—¿Por qué no vas a darte un baño? Y luego vienes a comer—No lo pensé dos veces, la playera se me transparentaba tanto, que podrían mirarse mis pezones, y mi lampiño torso rasurado.
—mamá, igual quiero cambiarme antes de comer—escuché a Ari decirle a la tía de Caro, mientras yo caminaba hacia mi cabaña, pronto sus pasos me acompañaron—Buen partido tío— me dijo, quizá por la diferencia de edades me veían más como un tío que como un primo.
La cabaña de sus padres estaba exactamente al lado de la nuestra; así que él tuvo que desviarse a la suya para poder mudarse de ropa: entré al cuarto buscando ropa limpia, me retiré la playera sudada, y mientras caminada descalzo sobre la madera iba retirándome la ropa hasta quedar en bóxers.
Entré al baño sosteniendo una trusa, regulé el agua y entré para darme una ducha, tomé jabón y me fui tallando todo el cuerpo, la verdad tenía un cuerpo bastante bien, me gustaba mirarme en el espejo, pues tenía los músculos bien trabajados y un pene demasiado bien equipado; mientras me lavaba la cara escuché a caro entrar a la cabaña, y como solemos bañarnos juntos, la puesta la traía abierta.
Mientras me retiraba el shampoo, mantenía los ojos cerrados para evitar irritármelos, noté demasiado silencio como para tratarse de mi novia, no le presté mucha atención quizá solo había escuchado el crujido de la madera o el eco de alguna cabaña vecina reflejado dentro de la casa, seguí con lo mío, pero tenía esa rara sensación de sentir una mirada sobre mí.
Aun así, seguí con lo mío, salí de la ducha mirando por la franja de la puerta, no miré a nadie, comencé a secarme, me coloqué crema en el cuerpo y algo de loción para oler bien; estaba en mi espacio así que decidí salir desnudo, mi sorpresa fue encontrar a Ariel sentado en la mesa del pequeño comedor jugando con su celular.
Inmediatamente me cubrí con la trusa que tenía en la mano hecha puño; sentí toda mi timidez reflejarse en mis mejillas, y el parecía estar hipnotizado con mi cuerpo porque nos quedamos unos segundos mudos, el sin dejar de mirarme, y yo intentando colocarme la ropa con gran prisa—no pasa nada tío, en los vestuarios de soccer siempre nos miramos todos desnudos—para el parecía algo demasiado normal, y sobre todo parecía fingir demasiado bien su nerviosismo, porque lo notaba demasiado relajado.
—No, discúlpame a mí, no esperaba verte aquí, espero no haberte incomodado.
—Ni un poco, no es la primera que veo, pero sí bastante más grande que la de mayoría—Me sorprendía el nivel de confianza que manifestaba el muchacho, parecía no tener pelos en la lengua, expresaba lo que tenía que decir, y me sorprendía su gran habilidad para envolverte, era el reflejo de su padre, pero en joven y guapo.
Mientras platicábamos, me iba vistiendo, ocupamos el menor tiempo posible, pues ya nos esperaban para comer; la tarde se fue demasiado rápida y las dinámicas continuaron: un rato de risas, unas cervezas, tiempo de chicos, juegos de mesa y una cena muy ligera; por nada del mundo Ariel se separaba de mí, iba a donde iba, por ratos su hermano Cesar se pegaba un rato a nosotros, pero luego tenía que vigilar a su hermana menor y lo volvíamos a perder.
Llegó la noche y yo ya estaba algo cansado, las cervezas encima me habían caído algo pesadas por el largo camino, y las actividades durante el día, por lo que pedí retirarme a descansar, dejando en la mesa a todos los primos con su plática que parecía no tener fin.
Llegué a la cabaña, hacía un clima demasiado agradable, me coloqué una playera delgada y unos shorts sin bóxer para sentirme libre, e inmediatamente me acomodé para dormir, al poco rato Carolina entró, y entre sueño la sentí acomodarse a mi lado, abrazándose a mi pecho, suelo ser de sueño muy pesado, y Caro tiene el triple de sueño pesado que yo, así que ambos caímos muertos.
Entre sueños húmedos fui despertando, cosa extraña porqué ya casi no cursaban ese tipo de sueños por mi cabeza al dormir, sentía una mano sobre mi erección, por un momento pensé que mi novia había despertado con ganas a media madrugada por las copas encima, no quise abrir los ojos, quería seguir sintiendo esa rica sensación de una mano sobre mi duro pene siendo masturbado.
Sentía como la mano deslizaba la cubierta de mi glande de arriba abajo, estaba muy húmedo, sus dedos esparcían el líquido sobre la gorda cabeza y solo me excitaba más, mi verga no dejaba de bombear con cada deslizamiento, entonces algo me excitó al triple de lo que ya estaba, unos cálidos labios, una boca estrecha pero experta, pero esa no era la boca de mi mujer, y eso es lo que me hizo despertar en la totalidad.
Porque sin abrir los ojos en su totalidad, podía ver el bulto de mi novia acomodada dándome las espaldas al otro lado de la cama, tampoco quería causar un alboroto despertando y arruinando el fin de semana de toda la familia, lo más sencillo era seguir haciéndose al dormido y fingir que nada ocurría.
Era demasiado oscuro para saber de quien se trataba, aunque para ser sincero hacía un trabajo excelente con la boca, intentaba no retorcerme y no hacer movimientos bruscos, aun que quería tomar del cabello y empujarle toda mi verga hasta el fondo.
En uno de los intentos pude ver que se trataba de uno de los hijos del tío David, y eso me puso demasiado nervioso, pues lo que menos esperaba es que fuera un chico quien me estuviera mamando la verga, aun así, era imposible resistirme a sus experimentadas manos y a sus movimientos tan perfectos para masturbarme dentro de sus labios.
Después de un rato me di cuenta y la verdad no me fijé en que momento ya traía el short casi hasta las rodillas ¿en qué momento cedí tanto?
Después de un rato mis ojos se adecuaron a la poca luz que entraba de la luna, y noté que se trataba de Cesar, si eso hubiera pasado en la mañana o en un intento cara a cara, desde luego que lo hubiera detenido e incluso era imposible que hubiera ocurrido, pero el tenerme obligado a fingir que dormía, con mi novia a un lado, no pudo quedarme más que disfrutarlo.
Lo extraño es que en verdad lo estaba disfrutando, se suponía que debía estar pensando que se tratara de alguna mujer, imaginar que no se tratara de Cesar, pero realmente mi mente estaba en blanco sintiendo las succiones de becerro que me traían el palo tan duro, que en cualquier momento le llenaría la boca de semen.
Sus labios recorrían todo el tronco, lamía de una forma extraordinaria del glande hasta el tronco, pasando por mis depilados testículos, donde se concentraba a succionarlo, lamerlos y chuparlos sin soltar mi verga que estaba tan inflamada como nunca; luego regresaba por el tronco para terminar en la cabeza donde lamía las gotas que derramaba, para tragarse por completa toda mi polla.
Hubo un espacio de tiempo en el que soltó mi verga, y esperaba ver que haría, tomó mi mano la cual la dejé lo más movible y manipulable posible, y sentí entre mis dedos como colocó su dura verga, con mi mano masturbó su verga la cual se sentía demasiado gruesa, demasiado larga, incluso con los ojos cerrados podía percibir que era mucho más grande que la mía, fue una sensación extraña, su verga estaba mojada, pero solo fueron unos minutos hasta que regreso para usar sus labios sobre mí.
Movía su garganta con gran desesperación, esta vez no se detuvo ni bajo de nuevo, con su puño rodeaba mi pene y succionaba la punta al ritmo que subía y bajaba la piel de mi verga, no pude aguantar más y solté chorros de leche dentro de su boca, sentía como inundaba con fuertes látigos de líquido su lengua, mi verga pulsaba fuerte, sentía como obstruía su concurrida boca, llena de mi gorda verga y mi abundante leche.
Sentía como tragaba mis fluidos, pronto su boca pudo estar libre y después de unas lamidas para dejar completamente limpio mi pene, se levantó y miré su lento y cauteloso retiro; me subí el short, tenía el corazón latiendo a mil, incluso había olvidado por unos segundos que mi novia dormía de un lado; me sentía un poco culpable, y a la vez demasiado satisfecho pues si así mamaba verga el chamaco ¿Cómo cogería?
Al despertar el día siguiente desperté con una erección provocada por el mismo autor de la madrugada, había entrado al baño y se me estaba haciendo un poco difícil sacarme de la mente el placer cometido por la boca y las manos de Cesar, no sé qué estaba pasando, pero tenía que ser sincero, jamás en la vida había recibido una mamada a nivel de película porno; todas incluso mi novia lo hacían más por compromiso que por gusto, y sentir una boca deseosa de verga me había llenado de bajos pensamientos.
Tuve que masturbarme al bañarme, mi verga no perdía tamaño, y dirigido por la culpa, imaginé al primo de mi novia arrodillado chupándome de nuevo hasta venirme un ay otra vez sobre el piso, mirando el agua llevarse mi semen, producto de pensamientos poco heterosexuales.
Al salir nos dirigimos a desayunar, ahí estaba Cesar y Ari sentados junto a varios primos, inmediatamente el hermano menor me hizo un lado para que me sentara junto a él, sentía una gran incomodidad al mirar a Cesar, y por lo visto el también, me sentía nervioso y ansioso; él tenía ya en sus manos un secreto que no debía saberse por nada del mundo.
Después de desayunar, nos dirigimos a unas cascadas cerca del lugar, los adultos prefirieron quedarse a descansar, los jóvenes preferíamos la aventura; Caro se veía espectacular con su suculenta figura, pero de reojo era inevitable mirar de reojo a Cesar, nunca me había fijado en el cuerpo de los varones, pero ese día fue inevitable no admirar un poco aquel torso lampiño, de hecho, su cuerpo era muy similar al mío, pero con menos definición, algo de gimnasio le quedaría demasiado bien.
Lo mismo para Ari, algo de Gimnasio y su cuerpo sería un espectáculo para las chicas; nos acercamos a ellos, y entre juegos y platicas era inevitable volver a recordar y sentirme culpable y a la vez nervioso delante de Cesar; tuve otra erección, la cual preferí ocultar, no entendía como Cesar podía fingir tan bien haciéndose el desinteresado.
Al salir del lago creado por la cascada nos sentamos en las rocas para secarnos y mudarnos de ropa, fue inevitable notar algo que no había notado, más bien nuca me habría fijado en ello, pero Cesar tenía un culazo de impacto, y con el short casi transparente se le marcaba un bóxer debajo que torneaba perfectamente los dos glúteos abultados y respingados.
Me dirigí a los baños instalados cerca de las cascadas siguiendo un sendero de árboles hasta llegar a un baño hecho con maderas; bastante minimalista y rústico, me saqué la polla para orinar, tenía una semi erección que debía bajar, incluso debía parar los constantes recuerdos en mi cabeza, pero tuvo que entrar Ari, quien no paraba de seguirme, el mingitorio era compartido, así que el extrovertido chico no perdió tiempo y se colocó a unos paso de mí, sacó su pene e inmediatamente comenzó a mear, miré de reojo ¿Por qué me estaba dando curiosidad mirar el pene de otro chico? Quizá el hecho de ser casi un clon de Cesar me estaba despertando el morbo de ver como se le miraba.
Pronto tuve que meterme la verga y salir; me toé con Cesar de frente, me dio unas palmadas en la espalda y entró a orinar, tuve que tener mucha fuerza de voluntad, pues solo era una racha debido al buen sexo oral, y no estaba dispuesto a repetir lo ocurrido, así que lo mejor era olvidarlo.
CAPÍTULO 2
Regresamos de la cascada, y cada vez se me estaba haciendo más difícil mirar al tímido de Cesar, de repente me sonreía con una sonrisa tan tierna, marcando su par de hoyuelos y esos ojos oscuros que parecían brillar al mirarme, era difícil no regresarle una sonrisa sincera; no sé qué estaba pasando, pero tenía que detenerlo a como diera forma, pues mis ojos ya comenzaban a fijarse en su linda cadera al caminar, y en sus abultadas nalgas de futbolista que resaltaban sobre los shorts de soccer.
—Amor, hoy en la tarde tenemos pensado ir a una feria cerca de aquí… bueno, no tan cerca, pero sería divertido ¿Qué opinas? —la verdad estaba un poco cansado por las cascadas y las interminables actividades que tíos y primos organizaban; se suponía que el fin de semana sería para descansar, pero no se estaba cumpliendo el cometido, cosa que no me molestaba.
—La verdad ando algo cansado, pero podríamos ir, total ya estamos aquí, a parte tu familia me cae muy bien.
—Si quieres puedes quedarte a descansar, así aprovecho pasar un poco más de tiempo sola con mi familia, total en la noche tendremos fogata y sabes que con mi familia es desvelo seguro; mejor aprovecha dormir un rato para estás al 100 en la noche—con Caro siempre funcionaba la psicología a la inversa, y la verdad quería quedarme solo por un rato para matar esas erecciones constantes que se hacían frente con los recuerdos de la madrugada.
A parte de ello, había traído algunas películas y la consola de juegos, así que podría matar un rato de mi ansiedad con ello; poco después de las 4 de la tarde comenzaron a prepararse para la feria, el pueblo se encontraba a unos 45 minutos en auto, así que tendría un rato demasiado espacioso para mí solito.
Los autos comenzaron a salir conforme se iban terminando de arreglar, Carolina se iría con sus padres y todos se cuestionaron por que no iría con ellos, pero mi buena mujer les explicó que me había insolado por la constante exposición al sol, por lo que todos entendieron con la condición que estuviera en la cena.
Caro me dio un beso de despedida, se miraba tan sexy, mientras yo me mantenía con ropa de hogar: bóxers y una playera sin mangas, lo más cómodo posible, me levanté coloqué todos los cables de la consola, estaba apoyado sobre mis piernas al piso de madera colocando cables y encendiendo el equipo cuando entró a la cabaña sin previo aviso el tío David—Mijo ¿puedo pasar? Bueno, ya estoy dentro, nos estamos yendo a la feria, ya no te animaste.
—No don David, la verdad no me he sentido muy bien y preferí quedarme para descansar para estar al cien para la noche.
—Bueno, fíjese que uno de mis muchachos no quiere ir, y por más que intentamos convencerlo es más terco que una mula; nos enteramos que te quedarías, y si no es molestia ¿podrías echarle un ojo? —No me molestaba la idea, pero había algunos planes que no podrían llevarse a cabo, como masturbarme o andar desnudo a mis anchas; seguro se trata de Ariel, ese muchacho no dejaba de seguirme, aunque su sarcasmo y su hiperactividad llegaba a ser gracioso y tolerable.
—Sin ningún problema, siéntase con la confianza, al rato me doy una vuelta a su cabaña para ver que anda haciendo
El tío se fue bastante relajado con mi respuesta y no tendría por qué arruinar mis planes; el problema vino cuando me enteré que quien se quedaba era Cesar, entonces entendí por qué se estaba quedando, era el pretexto para intentar de nuevo lo de la noche.
Mi cabeza comenzó a dar mil vueltas, y una guerra de morbo y pudor comenzó a girar por mi cabeza, una parte quería repartir lo de la noche, y quizás funcionaría hacerme al dormido, pero la otra parte me decía que estaba mal, solo se trataba de un impulso no razonado.
Inmediatamente le hice caso a la segunda parte y pensé que lo más razonable era matar las ganas de masturbarme para eliminar de mi mente los pensamientos pervertidos que ya estaba teniendo sobre el joven primo de mi novia.
Aun así, mi lado curioso intuía que dejar la puerta abierta de la casa y del baño serían una buena trampa para atraparlo, porque tampoco descartaba la idea de volver a sentir esos estrechos labios de una persona que quizá no volvería a ver en años, puesto a que ellos vivían fuera del país.
Abrí la ventana, exactamente la que empataba con la ventada de la cabaña de él, me paseé con mi bóxer por un rato frente a ella, todo era por vil carnada, después de un rato, me coloqué una toalla en el hombro, me retiré los calzones dejando expuesto solamente mis blancas y lampiñas nalgas, y con toda la intención dejé entre abierta la puerta del baño.
Templé el agua antes de bañarme, mi corazón estaba algo agitado y mi lengua seca de la angustia, entré al agua y comencé a empapar mi cuerpo pasándome la mano por todos los extremos, me aseguré de quedar de frente a la puerta, pues quería que viera bien, si es que se atrevía a hacerlo.
No tardé en ponerme duro, firme, con su grosor y sus buenos centímetros ya preparados para recibir las caricias de mi mano, tomé algo de jabón y con la verga erecta me pasé el jabón por la cara, por los brazos, el torso, las nalgas y las piernas, asegurándome de estar lo suficientemente limpio para luego concentrarme en mi miembro.
Estaba muy pendiente de los sonidos de afuera, entonces me rendí al mirar que no había ocurrido nada de lo que había organizado; seguí masturbándome ya estaba lo suficientemente empalmado, el jabón tenía muy humectada mi polla, haciendo una chaqueta placentera.
Aun no me venía, quería guardar un poco para cuando estuviera recostado en la cama, así que decidí remover el jabón con agua para ir a la cama pronto a seguir con lo mío, tomé la toalla para secar mi cuerpo, luego algo de crema para humectar mi piel, mi verga había perdido algo de su tamaño, pero aún estaba semi erecta, tomé la toalla y rodeé mi cintura con ella, mi pene marcaba un gran bulto sobre la tela.
Estaba espejándome muy de cerca la cara, intentando remover una espinilla cuando en el reflejo noto una discreta figura apenas asomándose en la rendija—Te atrapé— me dije en mis pensamientos mientras actuaba con naturalidad.
Siendo aún discreto caminé por el baño dejando a propósito de repente resbalar apenas la toalla para mirar un poco de mis partes que supuse le excitarían.
En una de ellas abrí la puerta sin darle opción de escape, abrió los ojos de la sorpresa, noté su cara de susto y vergüenza, no tenía palabras, titubeo intentando darme una explicación, pero era más que inútil intentar aclarar lo obvio.
Ahora era yo quien tenía el mango del sartén—¿Qué estabas haciendo? — Pregunté, mirándome disgustado—¿me estabas espiando? —Estaba mudo, incluso me dio un poco de pena mirarlo tan desconcertado.
Dejé caer la toalla dejando expuesto mi miembro a media erección—¿Es esto lo que querías ver? —di unos pasos quedando muy cerca de él, el solo bajó la cabeza, estaba muy apenado, entonces eso solo causo que me excitara más, no sé por qué sentir que estaba violando su espacio me estaba despertando más la verga, la cual estaba tan cerca que casi tocaba sus manos, solo bastaba ponerse un poco más duro y sus dedos tocaría mi miembro.
Ambos nos quedamos callados, él no se movía, supongo que muy por dentro de él gran nerviosismo que le provoqué, había grandes ganas de tocarme.
Pronto sentí sus delgados dedos ir topando con mi larga verga, mi torso casi estaba recargada de su brazo, y con varios cabeceos a sus manos le indiqué con mi verga que podía tomarla.
Inmediatamente abrió la palma para dejar entrar el grosor de mi falo en sus jóvenes manos, comenzó a sujetarla, a oprimirla una y otra vez, con mi mano moví su mano para que me masturbara y el solamente ejecutó lo que yo quería; comenzó a mover su mano cubriendo y descubriendo la cabeza de mi pene el cual ya estaba lubricando con gran intensidad.
Con mi mano tomé su hombro y le indiqué que se arrodillara, hincado en un pie su cara quedó a la altura de mi polla, apenas rebasando mi ombligo, di otro paso para acercar más mi verga a él, parecía no tomar la iniciativa para tragar mi verga de nuevo, tomé su nuca y lo traje más para que me la chupara.
Rosé mi verga en sus labios, sentía sus labios obstruyendo al obligarlo a abrir la boca, tuve que ofrecer algo de fuerza para lograr que decidiera abrir los labios; por fin esa cálida boca, estrecha y húmeda como la recordaba, no lograba metérsela toda, pero lo poco que entraba era demasiado placentero.
Con algo de tiempo fue tomando más confianza y entonces logré que por su propia cuenta mamara mi verga, chupaba la cabeza, lamia el tronco y luego introducía toda en su boca, por varios momentos mi gran excitación me impulsó a empujar con fuerza haciendo que tosiera, pero cada era menos mi esfuerzo, pues ya por su cuenta lo iba haciendo.
Debió ser la forma que cambió un poco la forma de hacerlo, quizá para él era más excitante saber que estaba dormido, pudiéndome manejar a su antojo; después de unos minutos lo puse de pie y lo noté más relajado.
—De esto, nadie puede saber ¿Esta bien? Porque de lo contrario todos sabrán lo que hacías mientras me bañaba.
No puso objeción, no tenía por dónde; me coloqué un bóxer, caminamos a la habitación, no sin antes acechar por fuera y cerrar con seguro la puerta, corrí las cortinas, privando de cualquier vista en el interior; al regresar al cuarto él estaba sentado a la orilla de la cama, me acerqué a él, de nuevo mi bulto hinchado se encontraba frente a su cara, pero en esta ocasión no se demoró ni mostró pudor.
Bajó mi bóxer disfrutando cada vello que iba apareciendo, descubriendo mi gordo tronco al ritmo que la tela iba corriendo hacia abajo, de un salto mi verga se tiró frente a sus ojos, moviéndose de un lado a otro, hipnotizando su mirada hasta quedar quieta frente a sus labios, de un bocado se la llevó hasta donde su garganta lo permitió, el muchacho estaba hambriento, y sus fuertes succiones hacían frente a tal acusación.
Después de un rato, me fui sentando al bode de la cama, dejando las piernas abiertas para que su cuerpo arrodillado pudiera estar entre mis piernas.
llevé mi cuerpo a recostarse, cruzando ambas manos tras de mi nuca, y con ello su lengua llegó a mis huevos para regalarme una de las lamidas más satisfactorias que había sentido, ni siquiera sabía que entre el culo y los huevos había un placer oculto donde con la lengua podían llevarte al cielo.
Retorcía mis nudillos en la cama cada vez que su lengua cruzaba por ese estrecho espacio entre mis piernas, vaya que el primo sabía hacer su trabajo con la lengua, y tan tímido que se miraba, vaya que sabía usar más la boca en mi verga que para comunicarse.
Después de un rato de disfrutar del placer de sus lamidas lo detuve para desnudarlo, mi morbo había crecido tras haber disfrutado de sus habilidades para mantenerme duro sin tener que ser hembra; estaba de pie frente a mi, levante un poco su camisa pidiéndole que se la retire.
Tomo los bordes de su playera para retirarlo descubriendo su lampiño cuerpo, tenía un vientre plano, tenía el cuerpo de un deportista de su edad: flaco, pero con bastante forma, y unos pocos vellos bajando de su ombligo topando con sus bermudas.
Lo miraba con morbo; tomé el cincho que sujetaba sus pantalones cortos para poder desprenderlos; abrí los botones hasta que la desajustada prenda cayó con su propio peso hasta sus pies, descubriendo unos bóxers con figuras que marcaban su efecto pene que sorprendía con su tamaño.
Con las piernas hizo a un lado el pantalón, y con ambas manos tire con fuerza para quitarle los calzones, su verga brincó frente a mi, era blanca y de tonos colorados, Venas muy marcadas y un prepucio que cubría la mitad de la gruesa cabeza.
No quise tocar, pero me dio demasiado morbo mirar el trozo que brincaba frente a mi, tenía unas piernas con vellos muy escasos, pero muy proporcionadas por tanto fútbol, una parte de mí quería tocarlo, pero tenía demasiado machismo encima.
Dio un paso adelante esperando algún tacto de mi parte, cómo si esperara que hiciera con él lo mismo que hizo conmigo; tomé con una mano su verga, vaya que era grande, algo más que la mía, la masturbé un poco y mira como cerraba los ojos de placer.
Lo hice con más fuerza y apenas con unos minutos se tiró hacia atrás retirando mi mano de su polla, creo que lo había hecho demasiado bien, pues noté que me detuvo para no venirse.
Me eché para atrás y me acosté nuevamente en la cama, esperaba que siguiera mamándome la Verga, se acercó a mis piernas rodándola con las suyas, se subió a la cama y me montó dejando sus jóvenes nalgas con mi verga entre ellas.
Me sorprendió, era más de lo que esperaba, la sensación era exquisita, pues se movía de tal forma que mi miembro fuera masajeado por su culo.
Posé mis manos en sus caderas, no sé si el chico era virgen, pero se movía demasiado bien, mi verga comenzaba a lubricar y a dejar babeada la raja cálida de mi primo político.
Lo dejé hacer lo suyo, desde mi posición miraba cómo se meneaba concentrado en mi, me miraba y yo volteaba la cara, era un tanto incómodo mantener ese contacto directo con el; sentí su ano en uno de los movimientos, el estaba preparándose para recibirme dentro.
Con su mano se acomodaba mi verga en su estrecha entrada, escupí su mano para lubricarlo mi verga, sabía que necesitaba más que mis constantes gotas de precio para facilitar el acceso.
Fue un verdadero placer cuando sentí su estrecho ano recibir la punta de mi verga, mis ojos se pusieron en blanco al sentir como apretaba mi miembro, el soltó un pequeño gemido que hizo contraerse y apretarme más.
Nunca había penetrado analmente, todos mis amigos me decían que era lo más rico del sexo, pero Caro nunca me dejó hacerlo con ella, y era su primo quien me estaba cortando la virginidad de hacerlo por el culo.
Con cada sentón mi verga entraba un poco más, podía sentir cómo se dilataba, sus gemidos me enseñaba cuanto lo estaba disfrutando, yo solo me dejaba manejar, y vaya que me estaba volviendo loco cada uno de sus movimientos.
Pronto tuvo toda mi verga dentro, sentía como entraba y salía con un ritmo adecuado para no lastimarse, mi verga estaba muy lubricada y su verga golpeteaba con mi vientre cada vez que su culo tragaba toda mi polla.
Sentí un enorme morbo de ver cómo sus huevos golpeaban mi panza, su verga estaba tan dura que comenzaba a dejar un hilo de líquido sobre mi piel, tenía morbo de tocarlo, de sentir un poco más, y no dude en hacerlo.
Emití mi orgullo de macho y dejé que mi mano tomara aquel pedazo de carné gordo del primo de mi novia, sentía sus palpitaciones tan intensas, era como si con cada metida su verga se hinchará más al grado de retumbar entre mi palma.
Comencé a masturbarlo, noté que le gustaba, más cuando con mi dedo esparcía aquel líquido por todo el glande; me detuvo con su mano reduciendo a cero la penetración, supuse que si seguía se vendría.
La verdad no me molestaba la idea de ver que se corriera sobre mi, estaba tan excitado que mi curiosidad y mi morbo estaban a alturas que ni yo mismo conocía;
Así que continúe con lo mío, empujándole mi verga con más intensidad, impulsándolo con mis piernas como si galopara sobre mi.
Al mismo tiempo opuse fuerza para que no me negara seguir masturbándolo—Me voy a venir—Me dijo con algo de pena, quizá tenía pena de mancharme con su blanco líquido; pero yo tenía sed de ver cómo derramaba su caliente semen sobre mi.
—No importa—Le dije, para que sintiera confianza en hacerlo, pues tampoco yo podría aguantar mucho, mi verga estaba tan estimulada que en cualquier momento estallaría dentro de él.
El chico lanzó su primera descarga sobre mi estómago, alcanzando mi pecho y por poco mi barbilla, estaba caliente; tras ella vinieron dos descargas igual de intensas y luego unas más cortas que hacían a Cesar temblar y retorcerse, mientras yo seguía embistiéndolo.
Apenas había acabado de correrse, dejándome el cuerpo salpicado de blanco, cuando mi verga hizo erupción dentro del ano estrecho del joven primo quien apretó más y más con cada lechazo que mi polla expulsaba, haciendo uno de los mejores orgasmos que había tenido hasta ese día.
Ambos quedamos exhaustos, se levantó para que mi verga saliera de él, caminó hacia el baño oprimiendo las nalgas, se le veía tan antojable, redondas, tersas, blancas y bien levantadas; lo seguí con la mirada, no podía dejar de mirar ese culo que recién me había comido.
Trajo algo de papel y me limpio su semen con suma delicadeza, ambos nos reímos con coqueteo, me puse de pie, y fui por su ropa al pie del baño donde todo había iniciado—Me daré un baño, deberías hacer lo mismo y regresar a tu cabaña, pronto llegarán todos—Le dije, y dudo que a su prima y a sus papás les gustara encontrarnos así.
Se colocó la ropa y sin poner objeción se retiró a su cabaña; entré a bañarme rápidamente, solo de imaginar mi verga se ponía dura de nuevo, al salir elimine toda la evidencia que podría delatar cualquier detalle, me recosté a jugar videojuegos y al poco rato Caro entró.
Me platicó lo bien que se la pasaron y me explicó los planes para la noche, había una fogata planeada por los tíos, yo solo no dejaba de pensar en el rico rato con cesar, esperaba que se repitiera antes de irnos de las cabañas...
CAPÍTULO 3
Esa noche pasamos una velada muy agradable alrededor de la fogata; el tío Gabriel había sacado su guitarra haciéndonos cantar a todos; no pudieron hacer falta los malvaviscos y los cuentos de terror y relatos chuscos de varios integrantes de la familia, conforme la noche fue avanzando los tíos mayores y mis suegros fueron retirándose, pasando a descansar en las cabañas.
El clima era frio, normalmente logro tolerar demasiado el frio, pero la mayoría andaba cascabeleando, por lo que los más pequeños también tuvieron que ser retirados, a excepción de uno que otro terco como los casi gemelos hijos del tío David, y algunos primos y primas más.
Tenía a caro abrazada y estaba recargada sobre mí—Amor, quiero ir a dormir ya.
—Mija, no nos va a quitar al sobrino en la última noche—Dijo el tío Carlos, bromeando a mi ingenua novia, ya que el tío había traído cervezas y botellas a contrabando de su esposa, ya que se suponía no había alcohol en exceso en la convivencia familiar.
Mi novia siempre fue demasiado independiente al igual que yo, por lo que les calló la boca a sus tíos dejándome ahí; le dije que la alcanzaría más noche y ella se retiró al igual que casi todas las primas.
Al mirar que no había moros despiertos los tíos sacaron cervezas y alcohol al por mayor para pasarla más agradable, al cabo de una hora los tíos ya estaban dando las buenas noches, pues el frio, más el cansancio de la feria, y la edad no les ayudó mucho, así que pronto a penas quedamos algunos: Ariel, Daniel, Héctor y Cesar, quien fue el primero de los cinco en despedirse.
Y así se fueron desvaneciendo como las últimas cervezas en la nevera, al final solo nos acompañábamos Héctor, Ariel y yo; pero no pude más y ya fui otro más de los caídos, me sentía algo mareado, pero nada que no pudiera controlar.
Caminé sobre la ligera vereda mirando con algo de gracia como me costaba carburar el tambaleante camino, quizá haberme levantado de golpe y ser batido por el aire me había dejado un poco más mareado de lo que estaba, me sorprendió cuando Ariel tomó de mi hombro escabulléndose bajo mi axila para ofrecerme su ayuda.
—Tranquilo, no estoy tan ebrio— le dije, para que supiera que podía caminar sin su ayuda.
—Dudo que un hombre como tú a tú edad pueda sostenerse solo, así que por si las moscas—dijo con gracia, para sacarme una sonrisa, pues el chico apenas había bebido una lata de cerveza, ya que no acostumbraba beber, sin embargo, como en todo el viaje, había sido el payaso de las reuniones.
No se quitó de mi lado, y en verdad me siguió hasta la sala de la cabaña, me senté en el pequeño sillón, no quería despertar a Caro al acostarme, menos incomodar su sueño con mis ronquidos; siempre que bebía roncaba demasiado, y era una de las razones por las cuales cuando lo hacía prefería dormir en la sala, era un acuerdo que teníamos como pareja.
El joven primo entendió que no debíamos hacer ruido por su prima, así que fue demasiado sigiloso—¿Quieres que te quite las botas primo? —por lo que con mis pocas ganas le respondí moviendo la cabeza que podía hacerlo; inmediatamente se inclinó para desajustar mis agujetas, sentí mis zapatos ponerse flojos y ser retirados para posar mis pies sobre la fría madera, después retiró ambos calcetines.
El sueño me iba ganando, pero aún seguía demasiado consiente para controlar mis movimientos, aunque era muy cómodo que te quitaran los zapatos; entonces sentí sus manos desajustando mi cinturón—Deja te ayudo con esto igual, para que duermas más cómodo—abrí los ojos y solo observaba que hacía el hermano menor de Cesar.
Dejó mi cinturón colgado por los lados, centró la fuerza de sus manos sobre los botones consecutivos que sustituían el zipper en mis jeans, dejando mi bulto al aire.
Regresó a mis piernas y comenzó a tirar de ellos desde mis tobillos para poder retirar toda la prenda, levanté las caderas para poder ayudarlo, él sabía que me encontraba cuerdo.
Dejó mis pantalones sobre otro de los sillones, ahora me encontraba solo en bóxer, de esos que te marcan y acomodan todo en su lugar, estaba por ayudarme con la playera, cuando sentí como se adentró entre mis piernas para rosar mi bulto con su rodilla, sentí un escalofrío y de nuevo esas cosquillas que te hacen sentir que una erección se avecina.
Sentía como adrede rosaba su rodilla contra mi paquete abultado, haciendo más tiempo de lo normal para retirar mi playera, levanté las manos para que se deshiciera de ella, la playera cayó al piso, pude entender que era apropósito, se inclinó a recogerla posando su mano sobre mi pierna, muy cerca de mi abultado pene que ya iba despertando; sosteniéndose de ahí para no perder el equilibrio.
Tenía los ojos bien abiertos y él sabía que estaba consciente de lo que ocurría, sentí su mano correrse lentamente hasta que uno de sus dedos rosó mi bóxer a altura de los testículos.
Mi corazón se aceleró cuando cubrió con su palma toda el área, el cual ya mostraba una erección que era imposible de ocultar, inmediatamente mi verga le respondió el apretujón con bombeos intensos que desprendían líquidos, dejando una mancha húmeda sobre mi bóxer.
Inmediatamente tomé su mano y lo detuve, no podía repetir lo mismo con otro de sus primos, tantas cosas pasaron por mi cabeza que no era correcto para ninguno; trague saliva al retirarle la mano, pero el tercamente volvió a colocarla.
Me sonreía de una manera demasiado coqueta; se puso de pie y con sus mirada felina rodando mis partes íntimas de nuevo con sus piernas e inclinándose a mí, me susurró al oído—Pensé que te había gustado como te masturbé hace unas noches.
Al mismo tiempo su mano oprimió mi verga que ya estaba completamente erecta, sin poder hacer nada con la mente totalmente en shock al descubrir que nunca Cesar había sido quien me había dado dado tanto placer hace dos noches.
Bajó por mi cuello sin soltar mi polla, beso mi pecho, luego se detuvo en uno de mis pezones, su lengua se movía como un experto, hacia maravillas con su lengua, con sus succiones y con esos pequeños mordisquéis que me llevaban a otro nivel.
Vaya que el muchacho tenía demasiadas agallas para hacer esto, después de unos segundos fue besando mi abdomen lamiendo mi ombligo hasta quedar con los ojos y la boca frente a su objetivo.
Con una mano movía mi miembro sobre la tela, podía sentir lo mucho que estaba lubricando, arrodillado a mi acercó su boca al pequeño manchón de líquido que la punta de mi venga había dejado sobre la tela, primero lo olfateo y luego con su sutil lengua recogió el escaso líquido que aún no había secado.
Con el contorno de su boca cubrió la Marca de el glande, podía sentir bajo la tela su cálida boca succionando y masajeando con su lengua mi verga que pedía a gritos ser liberada de tan estrechos calzones.
Bajó del tronco hasta mis huevos, hundiendo su nariz muy cerca de mi culo, miraba cómo disfrutaba de los olores que mi cuerpo sudado emitía; entonces regresó hasta el límite de mi zona prohibida y con los dientes bajó hasta donde el elástico se lo permitió.
Mi verga quedó expuesta a la mitad, la ropa hacia presión sobre el cuerpo de mi pene, de nuevo acercó su boca y con una lamida en pausa lamió la hinchada cabeza mientras su mirada miraba a mis ojos retóricamente.
Absorbió lo poco que los bóxers habían dejado salir, y con la ayuda de sus manos bajó el resto de mis calzones, metiéndose todo e trozo a la boca sin dejar que brincara, de un solo trago llevo hasta el final de su garganta todo mi miembro.
Podía asegurar que tenía más experiencia que yo y mi novia juntos; puedo abogar que ha sido uno de los mejores haciendo sexo oral, no solo lo disfrutaba, se aseguraba de con la mirada y su tacto hacerte explotar hasta lo más alto de la calentura.
Ahora entendí la forma tan cálida y sumisa del sexo de su hermano; Cesar era más tierno y menos salvaje, a diferencia de esta bestia sexual que te obligaba y te sometía de una forma tan atrevida la que no podías negarte.
Corrió mis bóxers por mis piernas hasta asegurarse de haberlo retirado todos, tomó mi verga y la masturbó con la boca abierta apenas tocando los bordes de sus labios, creaba una sensación tan deliciosa, que quería metérsela toda hasta la garganta.
Quise levantarme para que siguiera con su sexo oral, pero no lo permitió, me dejó ahí sentado siendo una vez más el reo de su deseo sexual tan explosivo y manipulador.
Se puso de pie y se retiró su playera, tenía un abdomen plano y bastante pronunciado, su torso completamente lampiño con unos pezones claros; se desabrochó los pantalones quitándoselos desesperadamente; pisando la prenda en el piso forzó a sus piernas salirse de ahí.
Traía un bóxer dinámico de colores azul y gris, su verga dura apenas cabía en tan concurrida prenda, su verga rebasaba por mucho a la mi, solo de ver la dimensión y el margen te obligaba a brindarle respeto, podía juras que se trata de no menos de 21 centímetros.
Y de su grosor ni que decir, algo suficientemente gordo como para retar lúpulo a intentar cerrar la mano; inmediatamente se bajó los calzoncillos: no fue solo una idea, en verdad era una monumental verga.
Camino hacia mi, seguía con las piernas abiertas y reclinado hacia el sofá, se colocó entre mis piernas; paralizado y aturdido tomó mi mano, y después de unos jalones de negación por fin logró que mi mano posara sobre su verga.
No sabía que hacer; era la segunda vez que tenía una verga sobre mi palma, y la primera ves también había sido la de el; esta vez si coincidía con la verga de la noche anterior, mi mano se hacía minúscula al lado de su miembro erecto.
Con su mano movió la mía para que lo masturbara, era tersa y demasiado suave a pesar de su dureza; soltó mi mano al ver que estaba realizando lo que a él le apetecía.
Su punta estaba tan húmeda como la mía, al ver que no era el mejor candidato para jálesela, retiró mi mano para darse unos tirones, después de haber escupido y lubricado su enorme cabeza.
Se acercó más a mi, dejando ambas vergas a la misma altura; las tomó ambas con una mano, y comenzó a masturbarse en conjunto; ambos penes subían y bajan su piel al mismo ritmo, era demasiado excitante sentir esa dureza compactándose en un mismo movimiento.
Su verga dejó lubricará la mía, y con ello fue suficiente para seguir masturbándome; al separarse de mí y darse la cuenta noté que tenía un culo encantador; lo había mirado en shorts y pantalones, sin ropa se veían mucho mejor: lampiños, redondos, levantados y carnosos.
Quería levantarme a tomarlo por la espalda en esos segundos, pero a la vez quería que me siguiera sorprendiendo; se dio la vuelta y regresó, se montó a mi dejando ese par de nalgas perfectas sobre mi, mi pene estaba incrustado entre ese firme trasero.
Comenzó a balancearse, mi verga cada ves sentía más cerca la entrada, le rodaba el hoyo cada ve que sus nalgas caían con fuerza, controlaba sus movimientos, solo quería tenerme lo suficientemente encendido para el momento.
Me tomó del cuello para tener resistencia, y en un movimiento brusco no previsto, su cara se acercó tanto a la mía dejando sus labios sobre los míos, giré la cara, nunca había besado un chico, no de esa forma.
El me regresó la cara y me robó un beso que de ser obligado pasó a ser apasionado; besaba muy bien, sus labios carnosos jugaban a la perfección con los míos, si lengua penetraba mi boca, y hacia remolinos con la mía.
En cuestión de minutos aquel muchacho me había transformado en todo lo que los hombres juramos jamás caer; sentí junto al beso su culo darle entrada a mi verga, que suerte que no fuera al revés, me hubiera destrozado.
Se movía como una bestia, cada ves que entraba hasta el fondo de su ano, mi polla estremecía; ponía mis manos sobre su cadera, pero al muchacho no le gustaba ser manejado y las retiraba, le gustaba llevar el control y ser quien guíe el ritmo.
Pero se le habían acabado sus cinco minutos de fama; lo tomé de las caderas para metérsela con más fuerza, mis piernas impactaban sobre el con gran fuerza, notaba cómo daba pequeños brincos con cada embestida.
Intento nuevamente quitarme las manos para llevar el control, pero ya era demasiado tarde, había despertado al toro sexual que soy; podía notar como lo disfrutaba, sabía que se estaba reprimiendo sus gemidos para no despertar a su prima, y a propósito le daba con más fuerza.
Lo hice levantarse y apenas estuvimos de pie mi verga ya la introducía de nuevo; quería mostrarle cómo un verdadero alfa llevaba las riendas en la cama; caminamos con mi verga ensartada dentro de el, lo apoyé en otro de los sofás para seguir con la cogida.
Le levanté uno de los pies, y me arrodillé para que conociera mi poderosa lengua, miré entre sus piernas su enorme verga colgando al lado de unos huevos muy gordos haciendo lo mismo, le lamí el ano y un sutil gemido salió de el.
Su culo se contraría una y otra vez cada vez que mi lengua se metía más profundo dentro de él; con mi mano derecha tomé su verga y comencé a masturbarlo mientras el ritmo de mi boca crecía entre sus nalgas.
Tenía una polla en verdad grande, y lo extraño es que me estaba gustando tocarla, al grado de ponerme más duro solo de sentirla entre mis manos que apenas cerraban el puño, seguí dándole sexo oral en el ano hasta que me aseguré que supiera que estaba con un verdadero hombre.
Al saciar mis ganas de comerme su culo, me levanté y lo acosté en el sofá en la misma posición que yo estaba inicialmente, le levanté las piernas trayéndolas a mis hombros, introduciéndome de golpe hasta el fondo de el.
Noté sus gestos entre dolor y placer, se agarró de los bordes de el sofá oprimiéndolos con fuerza; cada vez que lo penetraba cerraba sus ojos y mordía sus labios; mis huevos golpeteaban sus nalgas una y otra vez sin descanso.
Mi verga estaba demasiada estimulada por su estrecho hoyo, con cada metía sentía mi alma salir y volver a entrar en mi; fue después de unos minutos que sentí esa explosión perder el control, llenándolo de mi semen una y otra vez.
No se cuanta leche había tirado, pero era una de las veces que más me había venido, puedo asegurarlo; mientras yo me iba apagando lentamente dentro de él, se fue masturbando sin dejar de mirarme.
Estalló sobre su vientre, se vino cuando menos seis veces, antes de comenzar a escurrir sobre su ombligo, su poderosa verga se había vaciado tanto como la mía; me retiré de el, le traje algo para limpiarse y le entregué su ropa en las manos.
Estaba demasiado agotado, y el también; se vistió con gran agilidad, y antes de irse a su campaña intentó darme un beso en la boca el cual rechacé; pero fue persistente y logró robarme otro beso, me oprimió el paquete mientras me besaba.
Aun permanecía en bóxer; me soltó y se retiró a su cabaña, estaba demasiado contrariado, pues me había tirado a los dos primos de mi novia, uno por equivocación, y otro por gusto.
A la mañana siguiente al levantarme, noté que seguía sentado en bóxers en el sofá, caro estaba haciendo maletas, me dijo que ya varios tíos se habían marchado, tenía no haberme podido despedir de alguno de ellos.
Salí caminando después de desayunar con premura, para descubrir que por unos minutos no alcanzaría a despedirme de Cesar y Ariel; el tío David ya había subido todo en la camioneta, y solo andaban despidiéndose de algunos primos que aún estaban por ahí.
Cesar estaba dentro de la camioneta ya, bajó la ventanilla cuando le pregunté si no se despediría de mi, me dio la mano y me sonrió de la manera tierna que solía hacerlo—Espero regresen pronto, y espero seguir por aquí—le dije en broma, abrió la puerta y me regalo un abrazo, sabíamos que pasaría mucho tiempo para volvernos a ver.
Detrás venía Ari caminando con su mochila, me dio dos palmadas en la espalda e hizo un par de chistes tontos cómo eran de costumbre—¿Me vas a extrañar primo? —preguntó; desde luego que lo haría, y no me costó decírselo.
—Espero que tus papás decidan venir pronto, o tendré que ir a visitarlos yo.
—Eso si no te manda a volar mi prima—Dijo con otro de sus sarcasmos.
—Dudo que eso sea impedimento ¿no crees?
Me dio un abrazo, y en el abrazo pegó tanto su mejilla a la mía hasta darme un beso cerca de la oreja, vaya que era atrevido; se subió después de sus padres al vehículo, nos despedimos de las cabañas, lugar que siempre guardara esos excitantes momentos.
De regreso a casa sentía un gran vacío, caro noto mi ausencia y pregunto una y otra ves sin lograr dar con la respuesta; estaba un poco melancólico; pues a estos primos no los vería con la frecuencia que miraba a el resto de la familia de mi novia.
Al llegar a casa sentí la depresión post viaje, ese vacío que dejan las personas que te hacen tan alegre ellos días; pero tenía que ser sincero, quien me había dejado el mayor vacío era Ariel, ese torbellino hiperactivo que te hacía sonreír con sus tonterías.
Nos escribimos un par de veces por mensajes, incluso todo llegó a ser solo una aventura y a perderse con el paso de los días, por los meses y por el tiempo; tanto al grado de ya no volver a pensar en nada de ello.
Pasaron dos años y llegó el día que tanto esperé, le había pedido la mano a caro, y ella había aceptado casarse conmigo; todo era felicidad hasta que una mensaje llegó a mi celular—Hola primo, ya me enteré de la boda; que suerte que en unos meses regresemos a vivir en la ciudad—Era Ariel dándome la nueva noticia...
Que rico me calentó la vg .. estará la segunda parte
Dime que hay otra parte!!!! Por favor!!!
Muy buen relato, wow imagine todo...
Yo le tuve sexo oral con 3 de mis primos y son hermanos pero de pene chico 😭😭 pero que morbo 😁
Uffff que aventura!