CAPÍTULO I
Había recién cumplido 17 años, esa edad en la que te sientes el rey del mundo; esa edad de locuras interminables, pero para todo loco siempre hay un confidente que comparte tus locuras, y en mi caso estaba Rusell.
Era mi mejor amigo, teníamos 16 años, aún dependíamos del permiso de nuestros mayores para nuestra desgracia; estábamos en esa etapa donde le cuestionas todo a tus padres. Rusell y yo éramos casi casi inseparables, estudiábamos en la misma escuela, en el mismo salón y por si fuera poco hacíamos las tareas juntos. Habían noches en las que pedía permiso para quedarme a dormir en su casa y casi nunca obtenía un no, pero cuando recibía una respuesta negativa él se quedaba en la mía.
Lo conocí a los 12 años cuando llegué con mi familia a la ciudad; fue un poco difícil dejar nuestra otra casa: mis amigos, mi habitación y todo lo que había conocido desde que nací. Cuando eres nuevo en la colonia, en la escuela y en la ciudad eres el nuevo bicho raro; pero eso solo duró hasta que conocí a Rusell, un chico completamente ordinario, el típico adolescente extrovertido. Inmediatamente hicimos click, era tan popular que no tarde en tomar posición dentro de la escuela.
Él vivía con su padre a unos 20 minutos de mi casa; su padre era viudo; su madre murió cuando él era muy pequeño, su padre no se había vuelto a casar, respetaba mucho su casa, así que si era mujeriego su hijo nunca se enteró; era muy hombre joven, había tenido a Rus a los 20 años, era demasiado atractivo, y su hijo era un pequeño clon; una presentación más pequeña de el.
El tiempo pasó y nos aseguramos de ir a la misma escuela, ambos crecimos, nuestro cuerpo cambió; Rusell se volvió un joven de cuerpo grande como el de su padre, tenía el porte de un cadete de la milicia, era de piel morena clara, cabellos ondulados <<aún que siempre se rapaba por el calor>> tenía ojos cafés, media 1.75 aproximadamente, apenas y me llevaba unos dos o tres centímetros de altura, prácticamente éramos un par de cuerpos gemelos de no ser por que yo era más claro que él y con un poco menos musculoso.
Nos encantaba desvelarnos jugando turista mundial o algún juego de mesa, siempre tuve una colección grande de ellos, aún que con el tiempo pasaron a segundo término; junto a la adolescencia llegan los temas ya no tan infantiles, ahora hablábamos de cosas más morbosas, como de las chicas que nos gustaban, o de lo bien que se miraban los senos de alguna maestra.
En una ocasión que me quedé a dormir en su casa. Mientras teníamos una partida de turista se dirigió a mí con una pregunta directa—¿te gusta alguien del salón?—nunca me había planteado esa pregunta, aún que para ser sincero en ese entonces tenía muy claro que me gustaban las vergas, aún así mi porte de machito siempre supo disfrazar a la perfección mis preferencias sexuales.
—La verdad es que creo que estoy enamorado de Fabiola—me dijo; Fabi era la más guapa del salón y últimamente estaba conviviendo mucho con Rusell, por lo que podía entender a lo que se refería —Pero sinceramente no sé si solo
me gusta por cómo me trata, o si es solo atracción sexual—Ambos eran guapos y encajaban entre su belleza.
—¿y qué es lo que más te gusta de ella?
—Pues... me gusta su forma de ser, cuando sonríe, me gustan sus bubis; pero lo que más amo de ella es su enorme trasero ¡es perfecto!así como el tuyo—dijo en broma. Rusell siempre me molestaba diciendo que tenía culo de vieja, a veces me daba nalgadas cuando me descuidaba pero solo se trataba de juego de compas—a parte es la más guapa del salón, y no se... últimamente andamos platicando mucho.
—¿y tu le gustas?
—No se... ¿Crees tu que le guste?
—¡La verdad estás bien culero! no lo creo—dije jodiendo—es broma, yo creo que si.
—Eres un pendejo.
Dejamos el tema y seguimos jugando hasta que nos dio algo de sueño, nos encerramos en su cuarto y después de bañarnos nos metimos a la cama a platicar mientras admirábamos las estrellas fosforescentes que tenía pegadas en el techo; tenía una cama matrimonial y dábamos perfectamente los dos, nos habíamos mirado prácticamente casi desnudos desde que éramos unos niños, así que no teníamos problema con dormir en bóxers.
La verdad es que a pesar de tener a un chico tan guapo de frente, respetaba mucho la línea de amistad; tantas veces lo vi caminar en bóxer o trusa, tenía un buen paquete, se le marcaban los huevos y la buena pija que cargaba, pero ya lo veía más como un hermano; esa noche nos quedamos platicando hasta noche y en ello me confesó que se había masturbado varias veces pensando en las nalgas de Fabi, también me dijo que un día se le puso dura al mirar lo corta que tenía su falda.
La plática se tornó algo cachonda y me moría del morbo de saber si debajo de la sabana la traía parada; pero solo quedó hasta ahí, la verdad me había dejado un poco caliente y algo alterado de las hormonas, pero era muy arriesgado intentar algo mientras dormía, decidí cerrar los ojos y acostarme dándole la espalda para evitar la tentación.
Estaba a nada de consolidar el sueño cuando siento un rose extraño, la sabana comenzó a correrse hasta dejarme destapado. Supuse que Rusell se había acomodado y por siguiente me había quitado la sábana; siempre lo hacía.
Estaba seriamente pensando en tocarle el paquete mientras dormía, moría de morbo por saber cómo la traía, entonces sentí un pequeño roce en mi cadera muy cerca de mis nalgas <<un reflejo de Rusell>>pensé; pero luego se repitió de manera más concisa hasta que la indiscreción se perdió.
Rus estaba tocándome el culo mientras dormía. Su mano pasaba por encima de mis nalgas, las oprimía y las apretaba como midiendo su tamaño, sentía algo de movimiento de su lado, seguro estaba masturbándose; quería girar de repente y sorprenderlo pero algo me contuvo a no hacerlo; luego sentí como lentamente intentaba bajarme los bóxers, tiraba del elástico para descubrirlas, era un poco brusco con sus movimientos, tal pareciera que quisiera que despertara.
Me sentí algo extraño, no me incomodaba aun que era demasiado raro; tampoco hice algo para detenerlo. mi culo quedó al aire e inmediatamente sentí sus manos recorriendo mis glúteos de un lado a otro, luego incorporó su otra mano y comenzó a abrirlas, sentía como mi ano quedaba expuesto contra sus manos. Luego su curiosidad hizo que colocara su dedo en la areola de mi ano y comenzó a tocarlo como si se tratara de un juguete nuevo.
Sentí como su dedo intentó entrar ya lubricador con saliva y la sensación me gustó demasiado, yo seguía en mi papel de dormido por qué estaba disfrutando de lo que me estaba haciendo, me gustaba cuando su dedo se esforzaba por perforarme sin lograrlo. era demasiado estrecho, sin embargo el calor de mi cuerpo dejó darle acceso sin mucha batalla al dedo ocioso de Rusell.
Sin tanto rodeo mi mejor amigo comenzó a violar mi culo virgen con su su dedo índice, entraba y me raspaba un poco al salir, después de un rato sentí su cuerpo cálido acercarse tanto como pudo. Mi verga estaba tan dura que la ropa interior me cortaba la circulación.
Mis nalgas recibieron en medio de ellas su verga húmeda, se movía entre ellas y empujaba al centro intentando entrar de golpe pero era demasiado novato como para conseguirlo, de todas las veces que lo intentó no consiguió cogerme, se movía como si lo hiciera, me sujetaba de la cintura, supongo que le gustaba la sensación de raspar su verga en mi joven culo.
Esa primera vez mi culo quedó bañado en semen, sentí como se venía sin previo aviso, creo que también a él le había ganado la excitación; se levantó de la cama y regresó con una playera para limpiar su desmadre, me subió los calzones y el día siguiente fingimos que nada había ocurrido, pero desde aquella vez su verga en mi culo se volvió una adicción.
Comencé a pedir más permisos para quedarme en su casa, y él también lo hacía, dormíamos mínimo dos veces al mes en casa de alguno de los dos; mayormente lo hacíamos los fines de semana que teníamos tareas en conjunto, me gustaba más quedarme en su casa, su papá siempre nos traía pizzas después de sus horas laborales.
Pero el plato fuerte eran las noches, me encantaba el postre entre sus piernas, no sé si él pensaba que yo en verdad dormía, pero a mi me encantaba que pensara que si, sinceramente nunca pudo penetrarme, siempre que el empujaba la punta de su verga con fuerza yo apretaba mis nalgas para negarle el acceso, me daba miedo que me fuera a lastimar, la verdad tenía buena verga, no media menos de 18 cm y de grosor tampoco estaba mal, no se recortaba el vello y eso era otra cosa que me gustaba sentir entre mis nalgas.
Siempre que intentaba penetrarme y que su glande tocaba mi ano hacía unos sonidos de placer, muy sutiles por qué su padre dormía en el cuarto de alado y las paredes eran demasiado vulnerable al sonido; era fácil adivinar qué ocurría en el cuarto vecino.
Y así fue como los juegos de mesa dejaron de ser nuestros favoritos; me encantaba que el día siguiente fingiera que nada ocurrió, inmediatamente corría a ponerse unos shorts para cubrir su gran erección matutina; como si no le conociera la verga; bastante mis nalgas habían abrazado su polla como para aparentar. Pero siempre hay una gota que derrama el vaso.
En esa ocasión llegamos desde temprano a su casa, teníamos un puente largo y organizamos una pijamada de tres días, ya quería que la noche llegara para ser víctima de sus travesuras, pero mientras llegaba ese momento nos meteríamos a bañar en la piscina; tenía todo en mi mochila, incluyendo bañador, toalla y bloqueador.
Apenas llegamos nos pusimos los shorts playeros y nos metimos al agua, su casa siempre estaba equipada de botanas y cervezas; a su padre siempre le gustaba tomarse unas cervezas mientras miraba la tele; así que aprovechamos para asaltar su alacena y servirnos algo de botanas.
—¿y si tomamos una cerveza?
—¿No son de tu papá? Siento que se enojaría contigo, y sería muy incómodo— tenía que fuera algo delicado.
—Si, mi papá a veces me deja beber un vaso; pero nada más.
—¿y qué se siente?
—Nada, la verdad no se siente nada.
Lo pensamos un poco, a mi me daba miedo que su padre lo regañara, su padre era un poco serio, era el típico ex militar que sonreía poco y que parecía siempre estar enojado. la verdad es que ese señor me intimidaba, pero Rusell siempre me dijo que no me preocupara, que solo era su cara.
—¿No te dice nada tu papá?
—Obvio no le vamos a decir.
—¿y si nos descubre?
—Tiene suficientes, no seas miedoso—se salió del agua, y trajo dos vasos llenos del alcohol, tomé un sorbo y no entendía por que a los adultos les gustaba tanto ese líquido amargo, pero de pronto sentí mucha felicidad y cuando nos dimos cuenta ya habíamos saqueado tres de las botellas del papa de Rusell.
—¿Como te sientes?—me preguntó Rus.
—Bien, se siente muy bien.
—¿Quieres una más?
—No, No... tu padre ahora si nos va a descubrir.
—Iremos a comprar unas antes que regrese.
—Se darán cuanta que somos menores de edad.
Rusell quería otra más, y la verdad también yo; ya me sentía un poco ebrio, era una sensación de tanta felicidad; logré detener que fuera por mas cerveza al refrigerador ¡vaya suerte! al poco rato su padre llegó e inmediatamente mi señal de alerta se activó.
—¿y si se da cuenta?—pregunté temeroso.
—Tranquilo, no pasa nada.
Don Roger salió con una cerveza en la mano, con esa mirada seria e intimidante—¿que andan haciendo muchachos?
—Bañándonos papá.
—¿Les molesta si les acompaño?—Vaya alivio mirar qué ni en cuenta tenía las cervezas faltantes.
—No señor—dije con alta timidez.
El señor de uno 37 años entró nuevamente para cambiarse de ropa, luego salió con semejante cuerpo que ocultaba detrás de las camisas anchas y los pantalones bombachos, siempre andaba de botas de electricista y ropa demasiado holgada, era la primera vez que tenía la dicha de admirar su cuerpo sin tantas prendas encima.
El papa de mi mejor amigo había estado metido en el cuartel militar por un periodo, tras la pérdida de su esposa se había retirado de ellos dedicándose al trabajo rudo dentro de una empresa de electricidad; era un poco reservado con su persona.
Era impresionante admirar su cuerpo bien conservado; ya luego Rusell me explicó que su padre dedicaba bastante tiempo ejercitándose, corría por las mañanas y hacía pesas en casa. Tenía unas pantorrillas que parecían estómago de caballo, sus piernas eran del doble de las mías, si es que no el triple de gruesas, el abdomen no era marcado pero si era plano y duro, del resto ni hablar, un hombre grande con brazos y bíceps fuertes.
Traía unos shorts playeros que casi le cortaban la circulación de las piernas, se le marcaba un paquete muy grande; no sabía si se trataba de huevos grandes o de una polla gruesa, pero con los antecedentes de su hijo podía predecir que tenía algo mucho más grande. Sentí como se me revoloteaba todo en el cuerpo, al grado de sentir más de una vez mi verga despertar.
Don Roger se sentó al borde de la piscina dejando sus piernas sumergidas en el agua mientras bebía una cerveza, mi atención estaba algo distraída de la conversación de Rusell mirando ese increíble hombre que parecía haber salido de alguna revista para adultos gays; su gran entrepierna me tenía más que hipnotizado y no tardó en romper el hielo para convivir un poco más con los dos.
—¿Y como va mi hijo en la escuela? ¿Cuantas materias ya tronó el desgraciado? —me dijo con esa voz gruesa de locutor de radio.
—Ninguna señor.
—No intentes encubrirlo, la última vez me tronó 4 materias—y era verdad, lo que tenía Rusell de guapo lo tenía de flojo en la escuela, pero obviamente no lo iba a delatar.
—No se preocupe señor, yo se lo vigilo.
—Conste—dijo levantando su botella de cerveza.
Estuvimos un rato y por fin se rompió ese hielo dándome cuenta que Rus tenía razón al hablar tan bien de su padre, era todo un caballero, nos pidió para cenar sushi, y el se encargaba de traernos botanas y soda; nos llegó la tarde y vimos el cielo ponerse de azul a un degradado de amarillos y naranjas.
—Bueno chicos, me retiro a ver algo de tele, si necesitan algo avísenme, estaré en mi habitación.
Don Roger se soportó con sus enormes brazos para salir del agua, tremendo culo que se le miró cuando salió de la alberca , la presión del agua había bajado un poco sus pantaloncillos dejando mirar unas nalgas musculosas y para mi suerte un poco de la raja entre sus nalgas, este hombre se miraba bien por donde lo vieras.
—Por fin la piscina solo para los dos—me dijo Rusell. Jugamos algunas carreras de punta a punta, luego solo platicamos, incluso jugamos a las luchas; me abrazaba retándome a que me intentara soltar de él, podía sentir su gran paquete rosándose entre mi culo. podía asegurar que lo hacía con toda la intención de sentir mis nalgas de nuevo.
Yo me hacía al débil y siempre me dejaba ganar, nunca estaba de más sentir una vez más su polla detrás de mi; no sé si fue efecto del alcohol pero en esta ocasión mientras él me sujetaba fuerte pasé mi mano tras de mí y encontré su verga, la oprimí y noté que tenía una leve erección—Suéltame o no te suelto—le dije deseando que no me soltara.
—Sigue y menos te voy a soltar—me dijo forcejeando mientras yo por nada soltabas su verga que ya estaba completamente dura.
Me sujetaba más fuerte y yo oprimía más fuerte—¿ya?¿te rindes?—me dijo agitado del revolcón que nos estábamos dando en el agua.
—Ya, ya... me rindo.
Nos soltamos e hicimos como si nada, mi verga estaba tan dura pero teníamos que seguir fingiendo; me extrañada seguir guardando la cordura con Rusell cuando era más que obvio que él quería cogerme y yo quería que me embarrara la verga en el ano nuevamente.
Ya estábamos artos de la piscina y decidimos salirnos, esperamos un rato a que nos secáramos para no mojar el piso de la casa; entramos de uno en uno para darnos una ducha para luego jugar con la consola un rato; yo estaba en mi lodo; ansioso por hacerme el dormido para sentir el húmedo miembro de mi mejor amigo lubricando mis nalgas.
Después de asearnos nos tiramos a jugar, estábamos en el último round, habíamos apostado cosas estúpidas cómo ser el esclavo del otro durante todo un día; mientras jugábamos nos dábamos empujones para desconcentrar al otro, en los últimos minutos me tire sobre Rusell haciendo que perdiera.
—¡te gané!— dije haciéndole burla.
—¡Eso fue trampa!—me dijo disgustado.
Comenzamos a empujarnos. él había comenzado lanzándome a un lado con ambas manos, yo le respondí haciendo lo mismo, luego comenzamos a darnos de vueltas en la cama hasta que en un movimiento premeditado caí al suelo quedando boca abajo.
Inmediatamente sin perder el momento se tiró sobre mi poniéndose sobre mis nalgas, sus manos tomaron mis manos y sus piernas sujetaron mis piernas; podía sentir su verga dura rosándome, incluso detrás de sus bermudas de mezclilla. Comenzó ese forcejeo, obviamente me hice al que no podía moverme, y una vez más me hice a la víctima.
—¡Ya suéltame!—dije con la voz comprimida con el pecho al piso.
—No, por tramposo ahora te voy a violar—dijo riendo; ambos sabíamos que era un juego. pero el juego cambió de nivel cuando con su mano ¡bajó mis shorts y mis bóxers de un tirón!dejando mis nalgas expuestas a él.
—¿Que haces?—le dije.
—Nada, solo no te muevas—escuché como se iba abriendo las bermudas con mucha prisa, sentí su verga caliente entre mis nalgas, comenzó a frotarse entre ellas, me quedé completamente inmóvil; se movía como en las noches anteriores, yo no quería que por nada se detuviera.
Su verga no dejaba de lubricarme, sentía sus babas en mi ano, de nuevo su rica cabeza tocó mi hoyo pasando primero entre la raya de mi culo, puso fuerza y esta vez no puse objeción, gemí un poco al sentir la cabeza entrar con algo de fuerza, no estaba suficientemente lubricada y eso me había causado algo de dolor.
Escupió su mano y sentí como sus dedos comenzaron a intentar entrar, lo hacía sin cuidado, era todo un novato, no me molestaba pero estaba siendo un poco brusco, incluso sentí que estaba desesperado en metérmela; quizá pensaba que podría arrepentirme, la verdad es que llevaba ya tiempo deseando sentirlo dentro de mi.
De nuevo solté otro gemido, esta vez otro más fuerte.
—¿te duele? —Susurro.
—Un poco, solo hazlo con más cuidado.
Hizo caso a mis indicaciones y comenzó a moverse un poco más despacio, vaya que era todo un novato; pero los dos estábamos perdiendo la virginidad. qué bonito se sentía que tu primera vez fuera con tu mejor amigo, con una persona que considerabas tan especial.
Mi culo ya estaba dilatado lo suficiente como para recibirlo dentro, de nuevo comenzó a empujar la cabeza de su miembro intentando meterla un poco más de lo que había conseguido que entrara; de nuevo el dolor se apoderó de mí lanzando otro gemido al aire.
Apenas pasaron unos segundo dentro de mi cuando la puerta del cuarto se abrió ¡¡era su padre!! había escuchado sonidos extraños; olvidamos por completo cerrar la puerta con seguro, el error más grande de nuestras vidas.
Noté la cara de sorpresa de don Roger, sus ojos se pusieron furiosos; Rusell se quitó de un salto sobre de mi, intentó disimular ¿pero que podíamos disimular? Su padre ya había visto todo, mis nalgas seguían expuestas sobre el piso, como pude me fui subiéndome los shorts tratando de acomodar mi ropa, Rus tenía la cabeza baja mientras se iba cerrando la bermuda.
El padre de mi mejor amigo había cambiado totalmente su semblante, entró como un toro efusivo al cuarto, sus nudillos estaban presionándose entre puños.
—¡Tu, agarra tus cosas, te voy a llevar ahora mismo a tu casa!—dijo señalándome con el dedo—¡y contigo hablo cuando llegue!—se dirigió a su hijo con esa voz gruesa e intimidante.
Se dio la vuelta, salió del cuarto y cerró la puerta; ambos estábamos muertos en pánico.
—Perdón, fue mi culpa—me dijo con la voz llorosa Rusell.
—No sabía que la puerta estaba abierta—comenté —no te preocupes, fue culpa de los dos.
Fui metiendo mis cosas a mi mochila, mi corazón estaba tan asustado que no dejaba de latir a una gran velocidad, sentía tanto miedo que tenía ganas de llorar. Quería que todo pasara o que jamás hubiera pasado, me despedí de Rusell y caminé por la casa, el señor estaba sentado en la sala y al verme salir salió directo a su camioneta.
Cerró la portezuela tan fuerte que logró intimidarme aun más, no sé qué pasaría, tenía miedo que fuera agresivo o me gritara dentro del auto, subí despacio, me senté, cerré la puerta y me coloqué el cinturón de seguridad; cruce las manos esperando que soltara los reclamos, comenzó a manejar sin decir una sola palabra. Eso solo causaba ponerme aun más nervioso.
Ambos permanecíamos en silencio, no sé si él estaba más incómodo que yo; tomó la iniciativa y comenzaron de nuevo los regaños.
—¿De quien carajo fue la idea de hacer eso?
—No estábamos haciendo nada señor, de verdad, solo estábamos jugando
—¿Jugando? ¿A eso le llamas jugar? ¡Si los vi! los vi con los calzones abajo y a mi hijo sobre ti ¿eso es nada para ti?
—Enserio no hicimos nada—hablaba con la cabeza mirando mis pies, temía ver su rostro.
—Pues a ver que piensan tus papás de esto, no creo que les agrade mucho.
—¡No señor! ¡no les diga! ¡por favor no les diga! ya no lo volvemos a hacer, se lo suplico—mis padres eran conservadores y tener un hijo gay sería como una maldición para ellos.
—¡Claro que ya no lo van a volver a hacer! pero les tengo que decir a tus padres, es algo demasiado delicado.
Estaba frío y asustado, comencé a llorar; el simple hecho de pensar de cómo mis padres pudieran reaccionar a tal situación me dejaba atónito; Don Roger no se compadeció, él estaba convencido de cómo debía resolver las cosas. para ser sinceros yo tenía más que perder ¡al que andaban Cogiendo era a mi! Aun que en realidad no había ocurrido casi nada, el pobre Rusell no había ni alcanzado a metérmela bien.
Le supliqué a don Roger que no dijere nada. El se quedó un momento en silencio hasta que volvió a romper el silencio.
—Yo no quiero un hijo maricón... ¿cuantas veces más lo han hecho?
—No hicimos nada señor, ya le dije, solo era un juego, por favor no le diga a mis papás. Prometo que haré lo que usted quiera.
—¿Lo que yo quiera? Está bien, no les voy a decir nada a tus papás, pero con una condición...
—Lo que sea señor, pero por favor no diga nada.
—Me vas a acompañar a un lugar. Y ahí negociaremos para arreglar este problema. Conste que tú haz sido quien ha propuesto hacer lo que sea con tal de no decirle a tus padres. ¡Luego no quiero niños llorones y arrepentidos! ¿Te parece?
—si señor, está bien.
Manejó por otro rato hasta que llegamos a un lugar, entramos y me hizo esperar en un pequeño recibidor, era un tipo de despacho.
—¿Que hacemos aquí señor?
—Espera—entendí que era la oficina de uno de sus hermanos que era abogado, tenía el una copia de las llaves; estaba muy preocupado de lo que pasaría.
—Ven, pasa.
Entré tras de él, había un escritorio grande, papeles sobre el, un buró con libros, una gran ventana que daba a la calle y un pequeño espacio con dos sillones de espera. Cerró las persianas, encendió la luz y se sentó en el otro sillón disponible.
—Muy bien, si quieres que no diga nada vas a hacer lo que yo te diga ¿Está bien?
—Si señor, lo que usted quiera.
—¡Bájate los pantalones!
—¿Pero señor?—titubeé.
—Dijiste qué harías lo que quisiera ¿o quieres que le diga a tus padre? Así que no preguntes, solo bájate los pantalones.
Me dieron ganas de salir corriendo de ahí, pero no podía arriesgar a que mis padres se enteraran que su hijo era gay. Me levanté del sofá, tomé mis shorts por los costados y los retiré dejando solamente mis bóxers. Moría de la vergüenza, me sentía tan desnudó que no sabía qué hacer.
—Date la vuelta—dijo indicándome con los dedos; como si se tratara de un show en vivo.
Giré, le di la espalda y no dijo nada, tampoco permanecí muchos segundos de esa forma, pero apenas volví a girar me respondió con otra petición.
—Quítate los calzones.
—Señor... me da mucha penas hacer eso.
—¿Pero hacer cochinadas con mi hijo no te dio pena? ¡Sabes que! Mejor vámonos.... no estoy para juegos pendejos ¡ponte la ropa, iremos a hablar con tus padres!
—¡No! Señor, por favor no.
—Bueno te daré una última oportunidad.
Me giré para que no me viera de frente, bajé mis calzones hasta las rodillas y me quedé así por un momento. Escuché el rechinado del sofá al levantarse, camino hasta mi y con sus manos terminó de bajar mis bóxers, sentí sus manos grandes y frías posarse sobre mis caderas. Palpó los costados de mis piernas y luego acariciaron mis tersas nalgas, sentí un escalofrío recorrer cada rincón de mi cuerpo, su mano era más grande que la de Rusell, oprimió con fuerza, una mano en cada nalga.
—Ahora entiendo por qué le gustaron a mi hijo, tienes culo de vieja—dijo mientras las trataba con cariño— ¿Así que te gusta que te den por el culo muchachito?
—No lo sé señor, le repito que Rusell y yo no hicimos nada de eso, solo puso su pené entre mis nalgas y nada más.
—¿y por qué no quisiste?
—Solo estábamos jugando, no era de verdad.
—¿y no te gustaría saber que se siente que te la metan? Digo, la verdad seria un desperdicio de culo si no te dejarás.
—No lo sé, nunca he pensado en eso, pero me da miedo.
—No tengas miedo; la verdad es que siento que lo disfrutarías mucho. Pero no te asustes, yo no haré nada que no me permitas.
El hombre se puso saliva en los dedos, luego llevó sus gruesos dedos sobre mis nalgas, acariciaba su contorno y eso me gustó, luego comenzó a presionar con su dedo sin meterlo, y mi verga se puso tan dura que fue muy obvio que me gustaba; mi respiración agitada también me delataba.
—Te dije que te iba a gustar ¿no?—comentó al escucharme gemir—yo si te voy a enseñar lo que es placer ¿que te puede enseñar de esto mi hijo que es apenas un niño? Él no sabe cómo tratar un culo como el tuyo ¿Quieres que te enseñe más?
Le respondí afirmativamente con un gemido, producto de uno de sus dedos que hurgaba al rededor de mi culo . Me tocaba con delicadeza, deslizaba su dedo tocando mi ano, era una explosión de satisfacción; quiso incrustar su dedo y cerré fuerte como hacía con Rusell, pero se dio cuenta y me pidió que me relajara.
Se arrodilló frente a mis nalgas, me pidió que me inclinara un poco y que abriera las piernas, su cara estaba a altura de mis glúteos, podía sentir su fuerte respiración y su barba haciéndole cosquillas a mi piel, acercó su boca y al sentir sus labios en mis nalgas lancé un gemido muy leve, este aumentó cuando su lengua se abrió paso entre mis nalgas para lamer mi ano.
Se levantó y me pidió que me quitara toda la ropa que estaba retirada a medias. me quité los zapatos y todo lo que me impedía moverme con comodidad; me pidió que me subiera sobre el sillón y que me arrodillara dándole la espalda, en esa posición sentía como mi culo se abría por su propia cuenta, sus grandes manos abrieron un poco más mi culo para chuparlo y lamerlo. Inmediatamente el calor comenzó a elevarse tras sus fuertes y ricos lengüetazos que me estaban haciendo experimentar una sensación tan difícil de describir.
Sus bigotes y su gruesa barba raspaba sobre su paso; vaya forma de perder la virginidad ¿Quien iba a decir que el padre de mi mejor amigo le robaría el trofeo de mi virginidad a su hijo?
Nunca había tenido la verga tan parada, estaba muerto de placer con la boca experta de Don Roger. Sentí su dedo haciendo presión intentando entrar en mi culo, estaba tan dilatado que ya entraba sin problema; una cascada de sensaciones excitantes comenzaron a erizar mi piel; comenzó poco a poco, suave y delicadamente—¿Te gusta?
—Si, mucho.
—Te dije que te iba a gustar, y esto no es nada de lo que te voy a hacer esta noche.
Después de las ricas lamidas de culo que me puso y de jugar un rato dentro de mi con su dedo me pidió que me diera la vuelta y que me sentara frente a él. Comenzó a desvestirse lento frente a mi, yo disfrutaba asombrado desde el respaldo del sofá con las piernas muy abiertas y mi verga apuntando hacia el.
Comenzó con retirarse la playera polo, desde la piscina se me había antojado lamer ese torso peludo; luego quitó el botón de sus pantalones mientras con sus pies se ayudaba a quitarse las botas pesadas; abrió el zíper, se le notaba la polla súper gorda y parada desde los jeans. le dio mucho trabajo retirar su ropa con tremendas pantorrillas que obstaculizaban; quedó solo en bóxers; unos de licra que se en enrollaban en sus muslos y que dibujaba su bulto duro.
Se bajó el calzón lentamente dejando primero asomar una gran mata de pelos para después salir una verga de unos 20 cm, cabezona y gruesa; demasiado gruesa. La cabeza le brillaba llena de un liquido pegajoso en la punta que caía y formaba un hilo transparente. Mis ojos estaban asombrados, era la primera verga de adulto que miraba ¡y vaya semejante verga que estaba frente a mis ojos! Apenas a unos centímetros de mi.
La mía y la de Rusell si a caso median como 16 o 17 centímetros, nuestros cuerpos apenas estaban madurando, nuestros vellos no eran tan gruesos como los de su papá; se quedaban diminutas a su lado. ¡esto era un monstruo para mi! Era un enorme trozo de carne, creo que media casi lo que el grosor de una lata de soda. No pude aguantar la curiosidad y lancé mi mano para tocársela. Mi mano era sumamente pequeña para su verga, ni siquiera podía cerrar la mano.
El me tomó por detrás de la cabeza con su mano, empujándola hacia su verga, la tenia a unos centímetros de mi cara, me llegaba su olor a macho , pegué mi nariz en la punta de su glande llenándola de líquido y luego pegué mis labios cerrados, abrí un poco al sentir como él presionaba fuerte para que la tragara , se la besé, y luego comencé a chupar como si se tratara de una paleta.
Nunca había tenido una verga en mi boca, no tenía ni idea de cómo debía mamarla adecuadamente. El sabor de su verga caliente fue algo muy excitante, no me desagradó en lo absoluto; su enorme cabeza llenaba la entrada de mi pequeña boca haciendo que me atragantara, tan solo con la mitad hacia qué me ahogara. Intentó meter un poco más, pero no lo logró ¿cuánto más podría aguantar mis minúsculos labios?
—¿Te gusta?—no sé cómo se atrevía a preguntar mirando que tenía la boca completamente llena, miré hacia arriba y vi sus ojos fruncidos con la boca entre abierta, empujaba su pelvis contra mi cuidando no ser brusco. Eso ayudó mucho a que la experiencia no fuera traumática.
—Lo haces bastante bien muchachito, creo que tengo que castigarte con mayor frecuencia; no creas que no me había dado cuenta del rico culo que tienes, desde antes había fantaseado contigo haciendo esto.
Yo seguía escuchándolo mientras con sus manos me impedía sacarme el enorme trozo, por fin dejó que tomara un respiro, mi cara estaba colorada; tenía el sabor de su polla en mi paladar, y el olor de su sudor en mi nariz, vaya semental que me estaba penetrando la boca para librarme de la virginidad.
—¿La quieres en el culo? ¿Me dejas metértela?—decía mientras aporreaba su verga contra la palma de su mano.
—¿Dolerá, verdad?
—Al principio quizá un poco, pero luego te gustará y no querrás que te la saque. Te la meto despacito, para que no te duela, ándale, anímate, seguiré siendo igual de dulce y cuidadoso.
—No lo sé, eso si me da miedo. Cuando sentí la de Rusell dolía un poco en la entrada y por eso no dejé que lo hiciera.
—Pero ya te dije, mi hijo es un novato; él no sabe cómo hacerlo bien, yo te voy a cuidar ¿que dices?
—Ok, pero debe prometerme que lo hará con mucho cuidado.
—¡promesa! Voltéate, ponte como estabas cuando te chupé el culo.
Me levanté y de nuevo me acomodé como el me indicó; arrodillado en el sillón con el culo bien abierto, la espalda arqueada y los brazos soportados contra el mueble; que rico, estaba a punto de sentir ese enorme pedazo de miembro del papá de mi amigo.
Jamás imaginé que algo tan delicado pudiera llevarme a algo tan placentero; Roger fue por un tubo de lubricante y lo colocó en sus dedos esparciéndolo en mi ano; era un gran reto para mi contener todo ese pedazo de verga maciza, incluso se detuvo unos minutos a analizar si era posible que me entrara todo eso sin lastimarme.
La colocó entre las paredes de mis nalgas rosando de un lado a otro, las deslizaba de adentro hacia afuera topando con la entrada de mi hoyo virgen, presionó tomando mis caderas con fuerza pero no consiguió mucho, la verdad estaba muy grueso y le estaba costando entrar en mi.
—¿te duele? —preguntó.
—¿ya entró?
—Ni un poco. ¿Puedes aguantar un poco de dolor?—la verdad no sabía el nivel de dolor al que se refería; así que le dije que si.
De nuevo metió presión y sentí como su verga caliente fue abriéndome ¡dolía como la madre! Incluso grite un poco y de inmediato se detuvo.
Colocó más lubricantes y volvió a meter su dedo para relajarme de nuevo, luego trató de meter otro sin problema, y de sorpresa intento con su verga nuevamente; pero el dolor fue insoportable.
—No te va a entrar cabrón estás bien cerrado; ahora si que no me queda duda que mi hijo no te metió su verga.
—Pero yo si quiero—le dije, mi valentía en verdad era persistente.
—¿Quieres que lo intente nuevamente?
—Si, pero despacio.
—No puedo más despacio, si quieres que te coja vas a tener que aguantar como los machos.
Accedí, y de nuevo se colocó tras mi culo para penetrarme, tuvo que usar un poco la rudeza para metérmela, comencé a quejarme y apenas había entrado un cuarto de ella, se detenía para que me dejara de doler, pero apenas hacía un movimiento el dolor regresaba; así estuvo un rato hasta que logró meterme la mitad, el dolor seguía haciendo de las suyas, pero a la vez me gustaba la sensación.
No quiso romperme el culo de golpe, así que fue moviéndose lento en conjunto de sus caricias; me gustaba que se acomodara sobre mi espalda para morderme, arrastraba su barba por mis hombros hasta concluir con un beso en el cuello.
Fue la única manera de ablandar el dolor, eso hacía que se me olvidara un poco el trozo de polla que estaba recibiendo entre las nalgas; no tardé en tenerla toda adentro, aún dolía, creo que ambos estábamos un poco estresados aún con lo ocurrido.
El lugar no era el más apropiado. Noté que don Roger miraba mucho la puerta, como si estuviera pendiente de que alguien llegara, supongo que su hermano podía llegar de sorpresa.
Comenzó a moverse dentro, lento y continuo; pero la verdad preferí decirle que ya me estaba doliendo de más.
—¿Quieres que lo intentemos otro día? Creo que estoy aún un poco tenso por el lugar y por haber dejado a Rusell tan intrigado. Tengo una idea para que lo disfrutemos más, Pero vamos a tener que esperar hasta el viernes ¿te parece?
—Si está bien, pero ¿como le digo a mis padres?
—Yo hablaré con ellos, les diré que quiero llevarte con mi hijo de campamento por un fin de semana, no se opondrá tu padre, te lo puedo asegurar.
La idea me parecía buena, pero ese plan no significaba que habíamos terminado, el quería irse vaciado a su casa y sin los huevos inflamados por guardar tanta leche.
—Ven a chupármela para venirme.
Se comenzó a masturbar en mi cara, yo abría mi boca y le daba unos pequeños lenguetazos hasta que de pronto comenzó a lanzar chorros de mecos, metió su verga a mi boca para que cayera todo el semen dentro; me ordenó que me los comiera. Me los tragué por completo, pude sentir como se deslizaban calientes, salados y espesos por mi garganta.
Después de eso me llevó a mi casa, me pidió que no le dijera nada a Rusell; el hablaría con él para decirle que no lo iba a regañar, pero que no quería que volviéramos a hacer eso, le diría que habló conmigo y que le expliqué que solo estábamos jugando. También nos pusimos de acuerdo para vernos después, él pediría permiso con el pretexto de un campamento de fin de semana, él pasaría por mí, pero iríamos a un lugar más privado.
¿Como explicarle a mi mejor amigo que su padre había intentado cogerme? Que le había robado la dicha de ser el primero en entrar en mi; y que la verga de su papá me rompería el ano el próximo fin de semana.... era algo que obvio no le iba a contar.
CAPÍTULO II
Al llegar a clase lo primero que hizo Rusell fue llamarme lejos de todos , notaba su cara preocupada y un poco apenada, nos pusimos lejos de todos y hablamos en voz baja para que nadie escuchara— ¿estás bien?— pregunté como si no supiera la conclusión de la historia—¿te regañó tu papá? Me quedé muy preocupado por ti. Pensé que me golpearía... y también creí que lo haría contigo.
—Nunca me ha levantado una mano, pero la verdad igual pensé que haría algo como eso; cuando se fueron me quedé muy asustado. mi papá tardó como una hora o un poco más en regresar, supongo que se perdió un rato para bajarse el mal humor.
— y ¿que te dijo?
—Regresó muy normal, muy relajado, yo lo esperaba en la sala y al verme se sentó; espero unos minutos y me dijo que le habías explicado cómo las cosas habían pasado y ya; nada más me pidió que no volviera a ocurrir.
—Pues no te fue tan mal.
—¿y a ti que te dijo?
Tuve que cambiar la verdadera historia, le comenté que me había regañado parte del camino intentando dar con el actor intelectual de lo ocurrido; obviamente le dije que lo había defendido sobre todas las cosas; al final le conté que su padre había creído mi versión al verme llorar y pues ya le bajó de huevos a su actitud.
Al salir de clases fuimos a mi casa, comimos de lo que mi madre había cocinado y luego nos metimos a mi cuarto; mis padres no estaban, ambos trabajaban. Mamá siempre cocinaba y dejaba la comida en el refrigerador.
—Pensé que te enojarías conmigo y ya no volveríamos a hablar. Temía eso—me dijo recostado en la cama mientras yo me mudaba de ropa, que por cierto lo hacía a propósito, por qué por nada del mundo se me había quitado las ganas de estar con el.
—No ¿como crees? La verdad me asusté mucho y si me quedé preocupado por ti.
—Que bueno que no pasó a más de eso.
Caminé en bóxers a través del cuarto llevando mi ropa sucia al cesto, luego fui recogiendo cosas en el piso para para que al inclinarme me mirara el culo marcado en esa tela blanca de algodón, sabía que me miraba, tenía la certeza de que sus ojos estarían clavados en mi.
—¿y tu papá sabe que estás aquí?
—No, le dije que iría a casa de una amiga a hacer la tarea.
—¿y si te descubre? ¿Te prohibió verme?
—No, solo me pidió que no lo repitamos, y sentí que era muy pronto para mencionar tu nombre.
<<si supiera todo lo que hicimos>> pensaba, pero obviamente no podía poner en evidencia la buena lección que su padre me había dado; también pasaba por mi mente lo fácil que entraría Rusell en mí después de haber obligado a mi ano meterse él monstruo que tiene su padre entre las piernas.
—¿No piensas venir aquí? —me dijo tratando de detener el aseo de mi habituación. Caminé hacia él y me acosté de manera inversa a él, mis pies estaban puestas en la cabecera y mi cabeza en el borde de la cama.
—Bueno, aquí estoy.
—¿Te puedo preguntar algo? —desde que nos vimos lo vi un poco ansioso por estar a solas; supe de inmediato que me preguntaría si pasó algo con su padre.
—¿Cuando pensabas decirme que eras gay?—¡Pero no! me había equivocado. El no tenía ni idea de lo ocurrido con su progenitor.
—La verdad es que ni yo lo sabía— Obvio no podía decirle que desde hace mucho sentía atracción por el.
—¿Entonces lo eres?
—Si, creo que si, pero es algo que me ayudaste a definir—Ambos nos quedamos unos segundos pensando en silencio—y dime ¿tu lo eres?—Era un poco incómodo solo mirar su piernas así que me incorpore para encontrar su mirada. Quería verlo a los ojos cuando me respondiera para saber si decía la verdad.
—La verdad no lo se.
Nos quedamos unos minutos en silencio solo
Mirando el techo y luego volví al tema. Quería una respuesta así que retomé el tema—¿Te gustó todo lo que ocurría?
—¿Tu qué crees?
—No tengo idea—nos quedamos mirando fijamente, sus ojos brillaban con la luz del sol que entraba por la ventana dejándolos en un tono miel. Siempre estuve enamorado de ellos.
Entonces me dio ese primer beso que marcó toda mi vida; sentí que volaba y que nos despegábamos del colchón al sentir esos labios carnosos tan cálidos y suaves rozando los míos. ¡El beso más tierno que jamás pude haber sentido!
—¿eso responde tu pregunta?—me dijo sin despegar su mirada de la mía y sonriendo con tanta ternura.
—No ¿Que significó ese bes...—ni siquiera dejó que yo terminara para romperme con otro beso. La respuesta era clara, y su intención era más que visible. Pero solo desencadenó una lista de nuevas preguntas ¿le gustó? ¿Solo quiere sexo? ¿Que es esto?
—¿Te quedó claro?—Volvió a preguntar.
Y de nuevo respondí con un no. Desde luego que ya tenía la respuesta <<El sentía atracción por los hombres>> pero yo quería sentir de nuevo sus labios suaves abriendo los míos y jugando con su lengua dentro de mi boca; nos besamos así un rato, me acomodé sobre su pecho y él colocó un brazo para soportar mi cabeza y abrazarme.
Pasó su mano de arriba hacia abajo de mi espalda una y otra vez, era un arrullo que no quería que acabe. Nos quedamos así en silencio durante un largo rato, casi me vence el sueño, pero al bajar la miraba y ver que su bulto estaba más grande que lo normal. Despertó mis ganas de bajar mi mano para averiguar cómo se miraba fuera de su ropa. Solamente sabía cómo se sentía entre mis nalgas pero nunca lo había mirado.
Coloqué mi mano sobre el pantalón del uniforme, sus piernas eran duras, mi mano estaba muy cerca de su paquete. Movió su pierna para mover mi mano, sabía que quería que mi mano se la tocara, No le hice esperar, coloque mi palma sobre su erección. la sentí palpitar, tenía mucha potencia ese duro pedazo de carne.
<<Vaya , es más grande de lo que imaginé>> me decía a mi mismo mientras mi mano oprimía la gorda pieza que no dejaba de responderme con sus palpitaciones. su mano oprimió fuerte y y me soltó para poder quedar de nuevo mirándonos frente a frente—¿Te gusta?—pregunté.
Contestó que si con la cabeza mientras me daba un beso de picó, y luego otro, y luego uno más profundo. mi mano comenzó a buscar la manera de sacarlo de ahí, el me ayudó con su mano libre. Abrió el botón y el zíper, mi mano entró descaradamente para tomar su verga, sobé su miembro sobre el bóxer. Tenía una mirada que desbordaba de satisfacción, y su respiración la acompañaba de fuertes inhalaciones y exhalaciones alternadas.
Su respiración fue aún más rápido cuando mi mano entró por completo dentro de sus calzones para encontrar ese largo y grueso pene; medía poco más de lo que había calculado, estaba gruesa, pero no tanto como la de su padre; aún así era una buena verga. Creo que más adecuada y cómoda para mi.
La estuve masturbando dentro de su ropa, sentía como se humedecía dejando mi piel manchada. La saqué y la masturbe lento; miraba cómo bajaba toda la piel descubriendo esa cabeza, La volvía a cubrir con el prepucio, cada vez derramaba más líquido; lo tomé con el dedo y me lo lleve a la boca, estaba salado y lo invité a un beso blanco para compartirle un poco de su precum.
Después de admirar un rato su verga y de memorizar en mi mente y en mis manos como se sentía tenerlo, comencé a moverlo más rápido. Ahora tenía algo a mi favor, yo ya sabía cómo chupar una polla, ya sabía un poco más que él, y ahora me tocaba a mí quitarle la virginidad a él. Aunque su padre me había robado lo virgen, para mi y para el siempre seremos nuestra primera vez.
Comencé a correrme hasta abajo para llevar mi boca hasta entre sus piernas, por fin pude verlo frente a frente, era una verga verdaderamente linda, estaba muy limpia, lisa y con las venas realzadas, tenía pelo al rededor, y unos huevos normales. Abrí grande la boca y comencé a meterme solo la mitad, luego intenté un poco más hasta lograr tenerla toda adentro.Escuché un gemido viniendo de el. Mi boca no se detuvo por nada.
Chupaba de su verga como un caramelo. mi boca estaba ya entrenada por su padre, su enorme verga me obligó a resistir y a aprender cómo aguantar el aire con la garganta obstruida. La polla de mi mejor amigo no era un gran reto, pude disfrutar de su sabor, pude olfatearla, me gustaba llevarla hasta el fondo y sacarla para escuchar como sus gemidos vibraban sus cuerdas vocales.
—¿te gusta? —pregunté quitando mis labios de su glande. <<era obvio que le estaba gustando>> me sonrió y levantó el dedo pulgar dándome su aprobación, puso su mano sobre mi mejilla para masajear y limpiar algo de su precum que había quedado muy cerca de mi boca, lamió de su dedo y luego presionando mi nuca me invitó a seguir el sexo oral.
Después de concernirlo con mi boca nos pusimos de pie, se quitó la playera, y mientras se desvestía fui a poner seguro a la puerta. No quería el mismo error dos veces y menos con mis padres—Solo es para prevenir—Comenté mientras ambos quedábamos desnudos; me quité los bóxers y regrese a el. Nos paramos de frente, nuestros ojos tenían una conexión muy intensa, y nos provocó un beso. Mientras permanecía en sus labios me daba cuenta de lo afortunado que era, de lo mucho que me gustaba este niño.
Sentir sus brazos al rededor de mi, mi verga alineada con la suya y mis labios haciendo magia con los suyos fue de lo más hermoso que me pudo pasar. Caminamos juntos con la coordinación de nuestras piernas hasta llegar a la cama, se sentó lentamente y su espalda se fue recostando. Me movía en conjunto con el, mi cuerpo iba acompañando su caída y nuestros cuerpos se hacían compactos; me subí sobre sus piernas y me moví sobre su verga, dejando que hiciera lo suyo entre mis nalgas.
Con mi mano dirigía su fuerte polla a mi entrada. Tenía ganas de sentirlo dentro de mi, ya tenía una crema que serviría para lubricar mi ano; me la coloqué y apliqué un poco a lo largo de su verga. Comencé moviéndome en círculos sobre esa cabeza gruesa, poco a poco dejaba caer mi peso para ir dejándola entrar; las primeras pulsaciones dolían siempre un poco. Él se impulsaba para ayudarme a entrar y después de varios intentos por fin pude sentir el placer de su verga entrando en mi.
<<Otra vez ese dolor>> me decía mientras sentía como entraba, resbalaba lento, los pliegues de mis nalgas se iban abriendo mientras él empujaba con fuerza. El dolor cedió después de contener por completo ese gran pene; sus gestos hablaban por el. Decían lo mucho que lo estaba disfrutando; fue lindo de su parte tomar mis manos al ver que mi cara denotaba dolor.
—¿te duele?—preguntó un poco preocupado aquel caballero que me tenía ensartado; le dije que si, pero eso no significaba que me desagradara, así que comencé a mover mis caderas recordando como me había indicado don Roger la noche anterior. Su cara no cabía en la excitación. Sus ojos se ponían en blanco, sus manos me presionaban fuerte y sus piernas me embestían fuerte.
No sabía cuanto duraría este sueño, así que lo disfruté como si fuera la última vez; era extraño mirar a mi mejor amigo desnudó metiéndome el pené duro y sintiendo sus vibraciones por todo el cuerpo; intentaba inclinarme a besarlo pero era un poco complicado, así que me concentré en que siguiera disfrutando del sube y baja de mis nalgas.
—Ya me voy a venir—Me dijo. Apenas podía hablar, tenía la boca abierta y los ojos muy cerrados; sus dedos me presionaron tanto las piernas que me dejó marcas rojas en la piel. Se vino como todo un macho; sus aullidos rompían el silencio. Mi culo estaba lleno de su semen y mientras sentía ese líquido caliente me masturbaba hasta venirme sobre su pecho.
Mi semen cayó por todo su torso manchando sus pezones y su ombligo con mis blancos mecos. Estábamos muy cansados, y la adrenalina de nuestros cuerpos nos tenía algo agotados. Me levanté con cuidado y fui por toallas desechables para limpiarlos. Ambos sonreíamos pícaramente.
Me miraba cómodo desde la cama, y yo caminaba limpiando el tiradero de papel que me sirvió para limpiar.
—Siempre me gustaron tus nalgas—Dijo.
—¿crees que no lo noté todas las noches que intentabas violarme mientras dormíamos?
—Siempre supe que no dormías.
—¿y por qué no intentaste más?
—Tenía miedo de hacerlo mal y de lastimarte... a parte siempre oprimías para que no entrara.
Ambos reímos un poco recordando esos momentos graciosos y esos detalles que parecían insignificantes. Siempre fue hermoso verlo sonreír y mirarme con esos ojos tan expresivos.
—¿Quieres bañarte?—pregunté mientras buscaba algo de ropa.
—Solo si te bañas conmigo.
Ambos entramos a la regadera, el agua caliente sacaba humo en nuestra piel, nos mirábamos con las caras empapadas bajo el agua; una lluvia de sentimientos cubría mi rostro y un mar de dudas nos inundaban a los dos.
—¿Te puedo preguntar algo? —me dijo mirándome con algo de timidez; raro en el.
—Si ¿ahora que quieres saber?
—¿Te gusto? o ¿solo es sexo?
Y esa era una pregunta que me había estado girando en la cabeza durante todo el día; desde el momento del beso, desde el primer contacto.
—Siempre he sentido algo por ti, pero no sabía qué era; siempre hubo algo más que amistad contigo. Pero jamás supe de qué se trataba hasta que esa noche me tocaste.
—¿Entonces no es simple sexo?
—Por mi parte no. Me gustas, y espero no alejarte con ello.
—¿Por que me alejaría? Es exactamente la respuesta que esperaba oír.
—No se, tenía miedo de decirlo. Pero siempre ha sido así.
—Yo estoy un poco confundido. Hasta hace un tiempo estaba seguro que me gustaban solamente las mujeres... pero luego pasó todo esto y a veces siento que quiero verte otro rato más.
Estábamos muy cerca, el agua caía como un diluvio mojando nuestras pestañas que se negaban a cerrarse.
—También me gustas—Confirmó Rusell.
Nos abrazamos, sentí su cara descansar sobre mi hombro. Le di un beso en la mejilla; al sentir tal gesto buscó mis labios para volver a besarme; un beso que duró todo un rato. Nuestros cuerpos estaban empapados y cansados, pero nuestros labios aún tenían para más.
Nos pusimos ropa. Él vestía exactamente la misma ropa de la escuela, las horas habían
corrido tan rápido que no nos dimos cuenta de que era demasiado tarde; se fue un poco preocupado de que su padre no se diera cuenta que estuvo conmigo toda la tarde, y de nuevo me sentí preocupado por el.
Al llegar a casa me marco al teléfono de casa, confirmo que su padre aún no llegaba. Conversamos un poco de otros temas y no queríamos colgar por nada.
—¿Ahora puedo preguntarte algo yo?
—Si, dime.
—¿Que pasaría si tu padre se entera que nos vemos a escondidas y tenemos algo más que una amistad? ¿Así será siempre?
—Creo que se enojaría mucho y haría todo para no dejar que te viera. Sería capaz de realizar una mudanza, es demasiado homofóbico.
—No me gustaría que eso pasara.
—A mi tampoco... ¿y qué pasaría si tus padres se enteran?—preguntó.
Mis padres eran demasiado conservadores, eran las típicas personas que se la pasaban en la iglesia. Eran estrictos; sobre todo mi madre. Mi padre era más flexible, pero en casa se hacía lo que mamá decía.
—Pues. Yo creo que me iría mal. Me obligarían a dejar de serlo. Aun que no sé si eso sea posible.
Era triste descubrir tu verdadera sexualidad y no poder ser quien en realidad eres, fingir que te gusta algo que jamás probaras; y guardar un sentimiento tan nato por quien si puede corresponderte, pero que por las mismas circunstancias no puede expresar sus verdaderos sentimientos. El costo era caro, éramos apenas unos jóvenes, teníamos que mantener todo en secreto. No había de otra.
En la semana podíamos vernos y pasarla bien como siempre. Pero luego teníamos que partir y alejarnos por caminos distintos; no siempre podía escaparse a mi casa; y yo ya no podía ir a la de el. Vivimos una época difícil para la homosexualidad y tuvimos que guardar apariencias antes todos; incluso tenía que guardar esa verdad con su padre ¿Como decirle que me gustaba su hijo? Si el no quería un hijo maricón.
¿Como decirle que ya no quería nada con el? Si moría de miedo a que me amenazara de nuevo con decirle a mis padres ¿y si me alejaba de Rus? Me sentía atemorizado; llegó el viernes. Estaba muy nervioso, el papa de Rusell pasaría por mi como habíamos quedado; tuve que decirle a mi mejor amigo que tenía otros planes para no ir a mi casa a dormir, y fue muy decepcionante no poder pasar el fin con el.
Don Roger pasó por mí, ya tenía todo arreglado en su casa para decir que saldría de viaje por trabajo y que no llegaría a dormir, mis papas ni se preocuparon cuando vieron que me iba con él. Era el papá de mi mejor amigo ¿Que más podrían pensar si era algo que ocurría con frecuencia. Mis padres lo saludaron e intercambiaron unas palabras antes de partir.
—¿Te pasa algo muchacho? Estás muy serio.
—No señor. Todo está bien.
—¿No me extrañaste? —¿como le dices que no a semejante mastodonte? Podría romperme en dos. Así que tuve que mentir nuevamente.
—¿Ha ido muy hijo contigo en estos días?
—No señor. Hemos tenido mucha tarea.
—¿Conoces una tal Faviola? Dice mi hijo que ha estado haciendo trabajos con ella.
—Es correcto. Le tocó trabajar con ella.
—Hoy quería ir a tu casa, me pidió permiso; pero se tuvo que quedar con las ganas, Este día lo reserve para mi pito y tu culito ¿estás de acuerdo?
Estaba un poco triste de saber que su hijo moría de ganas de estar conmigo y que había un gran muro entre los dos <<si tan solo hubiéramos cerrado esa puerta>> me decía mientras él seguía su camino. Llegamos a un hotel, él ya había hecho la reservación con anticipación, nos dirigimos a la habitación; era bastante lujosa, parecía la suite de unos recién casados.
—No me digas que no te gusta esta belleza, desde aquí se ve toda la ciudad; reservé esto para que puedas descansar un poco, relajarte en el jacuzzi, ver lo que quieras en la tele y desde luego complacerme. Que es a lo que venimos. Y lo mejor es que podemos repetirlo las veces que queramos.
Dicho eso se acercó a mi y me dio un beso en la boca, sabía a tabaco; sus manos grandes casi cubrían todo mi cráneo; besaba muy bien, pero yo no dejaba de imaginar que se trataba de Rusell, tuve que aplicar eso para soportar el fin de semana. Imaginar y pensar en Rus hacía las cosas más sencillas; por que ese día descubrí que no quería estar con alguien que no fuera el.
Me cargó en sus brazos y me llevó hasta la cama, me dejó caer sobre ella con suavidad y lentamente se fue subiendo sobre mí, sentí su cuerpo pesado y su calor, aún teníamos la ropa puesta. Acarició mi cara y pasó sus dedos por mis labios, se acercó lentamente para darme otro beso suave y después aumentó a niveles más bestiales.
Era la primera vez que yo besaba esos labios, eran muy distintos a los de Rusell, sobre todo en el sabor y en la escasa ternura. Realmente no sabía como hacerlo, pero sentir sus labios y su lengua húmeda metiéndose en mi boca era una sensación que verdaderamente me agradaba, sus labios salieron de mi boca y se dirigieron a mi cuello mientras con sus manos lentamente subía por mi abdomen dentro de mi playera hasta llegar a mis pechos. Sentí sus manos tibias acariciando mis pequeños pezones que inmediatamente se pusieron duros. Con él me convertía en otro.
Me levantó la playera y se comenzó a quitar su camisa. Vi su pecho lleno de pelos lacios y negros, su abdomen prominente también estaba lleno de muchos de ellos. Me quitó los tenis y el pantalón dejándome únicamente en ropa interior, abriendo un poco mis piernas se acomodó nuevamente sobre mí. Cuando sentí su abdomen peludo tocar el mío cerré los ojos.
Nuestras pieles tibias se rozaban y él me besaba nuevamente. Regresaba al cuello otra vez y después a los pezones. Pasaba de uno a otro llenándolos de saliva, hasta bajar por mi abdomen y llegar a mis calzones. Ahí comenzó a morder suavemente por encima del calzón recorriendo mi erección.
Me quitó los calzones y los calcetines, estaba completamente desnudo para él, nuestra respiración se agitaba; aun con el pantalón puesto le podía ver su verga gruesa y gorda. Esta vez no escaparía de clavármela en el culo, estaba decidido y tenía más de una hora para intentarlo por si no entraba como la vez pasada.
Se levantó un momento para terminar de desvestirse, cuando se quitó el calzón liberó su verga gorda apuntando un poco hacia arriba, lista para romper lo que se le pusiera enfrente y en esta ocasión se trataba de mi ano, que presintió lo que le esperaba y comenzó a palpitar; no se si de miedo o de ganas; por unos instantes me convertí en otro y olvidé por un momento a Rusell.
Se montó sobre mi completamente desnudo pegando su verga en la mía, la diferencia de tamaños era evidente, la mía parecía un juguete comparada con la de él. Una verga de hombre tallando una verga de niño; el grosor era abismal, asustaba solo de mirar el enorme miembro que tenía entre las piernas peludas.
Nos giramos entre besos y caricias y yo quedé montado sobre el, su verga rozaba mis nalgas y él acariciaba mis jóvenes pectorales, después me pidió que le diera la espalda y se llevó mi culo a su boca en un perfecto 69. Su verga quedó a la altura de mi cara y se la comencé a chupar como había hecho hacia unos días.
Estiró la mano y de un cajón saco un pomo de lubricante, se lo puso en la mano, colocó un poco en mi culo y comenzó a meter su dedo que esta vez entró más fácil, ponía más lubricante y volvía a meter el dedo, uno primero y después dos.
Esta vez sus dedos se deslizaban en mi interior sin tanto esfuerzo, sabía como llevarme a la sima. Tuve un pequeño orgasmo lanzando un poco de semen.
—Ya te la quiero meter. ¿Estás listo?
—Tengo miedo
—Te va a gustar vas a ver, acuéstate boca arriba.
Lo obedecí, me acosté boca arriba y él se puso frente a mí, levantó mis piernas y se las llevó a los hombros, se colocó bastante lubricante en la verga, y colocó aun más en mi culo, y después la puso en la entrada.
—¿Listo?—Preguntó. Yo solo cerré los ojos y tomé un poco de aire, su verga se comenzó a abrir paso entres mis nalgas, su cabeza gorda entro de golpe y yo solté un leve grito, me pidió que no hiciera ruido, pero de verdad me dolía, él empujó un poco más y su verga se deslizó sin piedad ¡de golpe hasta el fondo! reventándome el culo sin piedad, partiéndome en dos pedazos con su trozo enorme de carne.
—Duele, duele, ya no quiero— Exclamé mientras intentaba quitármelo de encima, él no me la sacó, la dejó ahí clavada hasta adentro, el dolor era insoportable, su fuerza de bestia era inigualable, en un intento desesperado me giré haciendo que su verga se saliera, mordí una almohada para ahogar mi grito y comencé a quejarme, me revolqué en la cama de dolor.
El me veía un poco asustado, con la respiración agitada, le vi la verga tan imponente y me asusté mucho, el dolor comenzó a bajar poco a poco y él se acercó a mi por un costado y me abrazó por detrás, su verga seguía dura, se resbalaba entre mis nalgas. Yo quería irme ya de ahí.
—Perdón es que me dolió mucho, no puedo, no voy a poder, mejor no. Ya me quiero ir.
—No te preocupes, no pasa nada. Te acostumbrarás pronto, te lo prometo; y si ya no te gusta prometo que ya no lo haremos más.
Así como estábamos acostados de lado, por detrás de mi acercó su verga, suavemente la comenzó a empujar, esta vez dolió menos, con su mano en mi cintura me empujaba hacia él. Su verga gorda se abrió paso entre mis entrañas poco a poco nuevamente, me comenzó a besar el cuello y los oídos para relajarme.
Ya me había metido media verga, yo solo cerraba mis ojos respirando agitadamente, él insistía presionando poco a poco, centímetro a centímetro, hasta que sentí como los pelos de su verga pegaron en mis nalgas. Me tenia clavado, completamente ensartado, mi culo estaba dilatado a mas de su capacidad para poder recibir el grosor de su verga. Sentía mi culo completamente invadido, la sentía caliente, palpitante como si tuviera vida.
Me giró así con la verga adentro, quedando los dos boca arriba, recostado sobre su cuerpo; me tomó de las piernas, las abrió y comenzó un mete y saca con su polla. Su verga lubricada se deslizaba suave dentro de mi, pero poco a poco fue aumentando la velocidad hasta que mi culo se comió sin trabajo su monstruo de carne. Entraba y salia cada vez mas rápido, hasta el fondo, hasta que sus huevos de macho adulto cargados de leche pegaban en mis nalgas.
En un giro rápido quedé boca abajo con él montado sobre mi, taladrándome el culo, haciendo de los gemidos los mas discretos que podía. Era una mezcla de dolor y placer.
—Ya cabroncito, ya eres completamente mío, desde que te vi en el cuarto de mi hijo con el calzoncito abajo y tus nalguitas paraditas te me antojaste, y me dije ¡si le gusta la verga yo le puedo dar la mía! ¿Te gusta mi verga? ¿Te gusta como te estoy cogiendo cabrón?
—Si, si me gusta.
—Yo te voy a dar verga cuando tú quieras cabrón, estas nalguitas son mías, ahorita te voy a preñar para dejarte marcado, no quiero saber que te dejes coger por otros, ni si quiera por mi hijo... que ya se que también es puto. Ahí te va la leche caliente.
Mi ano se comenzó a inundar con su leche caliente y espesa. Dos, tres, cuatro, cinco chorros de mecos salieron disparados, llenando mis entrañas; estaba seguro que el día siguiente no podría caminar.
Quedamos exhaustos, cuando me la sacó mi culo estaba escurriendo de mecos. Me mandó al baño mientras él se limpiaba; y extrañe demasiado a Rusell. Con su papá era solo sexo, con el era distinto; había un trato y una forma distinta de terminar el buen sexo.
Tarde un poco al bañarme, me ardía el ano; al regresar Roger estaba dormido muy profundo, y no quise levantarlo, me quedé admirando un rato la ciudad desde lo alto. En otra situación sería una vista increíble, me sentía en una cárcel de oro.
En la madrugada me desperté cuando sentí su verga nuevamente clavándome el culo, estaba sobre mi, besándome, le correspondí y deje que me cogiera a su antojo. Mi culo ya recibía su verga sin problema, estaba abierto y lubricado para él.
En la mañana pedimos desayuno a la habitación y antes de irnos me volvió a coger en nuevas posiciones; me cargó en sus brazos y me ensarto como si tuviera el peso de una pluma; a su antojo, a su ritmo, mientras yo lo abrazaba por el cuello. Me obligaba a besarlo con ese aroma a tabaco; volvió a marcarme con su semen.
Me llevó a mi casa, yo estaba feliz de haber dejado ese lugar, quería entrar ya a mi casa, ver a mis padres, sentirme seguro... ver a Rusell. Antes de bajar de la camioneta me tomó de l hombro con fuerza—Este es solo nuestro secreto. No olvides que eres solo mío.
Aun podía sentir su verga, todavía no se iba y decidí hablar; yo ya no quería que esto se repitiera.
—Señor, ya no quiero que pase otra vez.
—¿Pero por que? ¿A caso no te gusto esto?—llevó mi mano en su paquete.
—Si. Pero me dolió, y ya no quiero que pase otra vez. Rusell es mi amigo y no se me hace que esto esté bien; es injusto para el.
—A ver, déjame ver si estoy entendiendo. ¿Gasté una fortuna para darte el mejor sexo de tu vida y me sales con que no te gustó cabrón?
—No, no... no es eso—estaba muerto de miedo nuevamente, tenía un cambio de humor muy drástico.
—¿Si sabes que aun puedo decirle a tus papás lo qué pasó en mi casa verdad?
Y tuve que armarme de valor para no volver a permitir que me amenazara con ello o volver a verlo sería una violación—Si, y puede hacerlo. Pero si lo hace le diré que me penetró cuando le dije que no quería, y le recuerdo que aún soy menor de edad, por lo que es un delito. Así que si fuera usted pensaría dos veces antes de acusarme—Miré sus ojos llenos de lava, pero no pudo detenerme.
Me sentí tan aliviado al bajarme de esa camioneta. Todo lo que quería era verme con Rusell. Y estaba completamente feliz de verlo el lunes en la escuela.
Lo vi llegar desde lejos, se detuvo a platicar con unos amigos, había escrito una carta para decirle lo mucho que me gustaba y que a pesar de que su padre estuviera como un obstáculo, le prometería que haría todo lo posible para que estuviéramos Juntos. Caminaba con ese paso sexy y esa sonrisa blanca que me volvía loco, entró al salón saludo a varios en el camino, y se sentó como siempre detrás de mi.
Giré rápido y lo miré con una sonrisa; extendí mi mano y le entregué el pedazo de papel doblado.
—Te escribí algo.
—¡¡En tu puta vida vuelvas a hablarme!!—me dijo enojado, guardando sus palabras para no gritar. Arrugó la carta y la tiró al piso.
—¿por que? ¿Que hice?
—No tienes vergüenza...
No quiso dirigirme la palabra, tuve que salir corriendo a la salida para que me diera una explicación, pero todo era obvio. Su padre le había dicho que preferí ir a coger con el que verlo a él. Le contó que le pedí tener sexo a cambio que no me acusara, destruyó mi imagen ante sus ojos.
También le dijo que le había contado que él y yo habíamos cogido; y lo más grave. Que lo había amenazado con acusarlo de violación. ¿Como desmentía todo eso? ¿Como negaba lo ocurrido? Si tenía toda la razón.
—¿como pudiste? ¿Sabes que es lo más triste cabrón? Que me estaba enamorando de ti...
Miré su rostro triste y decepcionado, y supe que no lo recuperaría. Me dejó hablando, pero fui tras de él. No pude alcanzarlo, esa tarde su padre fue por el, y mientras él no miraba Don Roger me guiño el ojo como diciéndome "Gane puto"
Y en verdad había ganado. No solo había perdido a mi mejor amigo, había perdido a la persona de la que ya estaba enamorado. Desde ese día Rusell dejó de hablarme, dejamos de vernos. No me dio derecho de réplica hasta que la graduación llegó.
—Hola—Rusell se sentó a mi lado ya cuando casi todo el evento había pasado. Ya varios de los estudiantes se habían retirado; estábamos libres de padres y no tuve la presión de la mirada de su papá y creo que eso hizo más fácil que se acercara.
—Hola Rusell.
—No quería irme sin despedirme de ti. También quiero pedirte una disculpa por todo lo ocurrido. Conmigo y sobre todo con mi padre.
—No hay nada que disculpar. El error fue mío. Ojalá podamos ser buenos amigos.
—Seguro así será. Aun que ahora que salgamos será más difícil. Me voy a estudiar a la militar. Es lo que quiere mi papá.
—No esperaba eso—Se me hizo un hoyo en el estómago.
—Solo quería despedirme y decirte que nunca dejé de pensar en ti.
—Yo tampoco dejé de pensar en ti. Me he arrepentido de cada cosa, aún que las cosas nunca fueron como tu padre las relató.
—Ya no digas más. Aun te quiero, solo quería dejarte eso claro.
Esa noche nos escapamos para ir caminando por la calle mientras encontrábamos un parque para hablar; me dejó relatarle cómo las cosas pasaron y por fin me pude liberarme de esas cadenas pesadas, también le dije que debería dejar de hacer lo que su padre quisiera con su vida; era momento de comenzar a vivir su propia vida, seguir sus sueños y ser quien en realidad era.
Teníamos que irnos, ya era muy noche; él se iba de la Ciudad pronto, y sabíamos que no nos veríamos con facilidad; me dio un beso tan lindo que el mundo entero giró y dio vueltas al rededor de los dos; nos despedimos con un abrazo y partimos en sentidos contrarios.
<<Jamás dejarás de ser mi primera vez, mi primer beso y mi primer amor>> le decía en mi mente mientras caminaba en reversa mirándolo decirme adiós; había dejado una nota en la bolsa de uno de sus sacos, una carta para que me leyera y se acordara de mi cuando se siento era solo.
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Súper caliente la experiencia con el papá, romántico con Rusell. Pero me partió el corazón el final, espero que haya más de esta historia para contemplar un hermoso final de dos personas que se aman
Me encanto y eso del papa mas me gusto que rico un hombre así arrecho y grande
Tan espectacular que no deja de ponerme duro y sentir a rusell dentro de mi
tremendo relato del capitulo I y II falta el III er capitulo
Exelente relató !!